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viernes, 27 de diciembre de 2019

América: herencia y legado

viernes, 27 de diciembre de 2019

América es un continente con muchas culturas en su historia. Sin embargo, dos de origen ajeno a ella son las que dominan hoy en día, con desigual acierto: la latina y la anglosajona ¿A qué se deben sus diferencias? Si miramos en la Europa de donde salieron las primeras expediciones, la Península Ibérica acoge en su seno dos de los cuatro países marcados con la despectiva etiqueta de PIGS, cuyo legado marcó en su día lo que hoy se conoce como latinoamérica. Uno podría inclinarse a pensar que de alguna manera, su mediocridad fue transmitida al «nuevo mundo», pero ¿es de mediocres ser la primera cultura en atravesar todo un océano y ampliar los horizontes de lo que entonces era el mundo conocido? Parece que algo no encaja. Lo siguiente intenta responder estas inquietudes, que tal vez comparta el lector.

La herencia: el mundo antes de América

Mientras que en América todavía existen tribus originarias —aunque minoritarias o encerradas en reservas— en Europa no subsiste ni una de ellas. Puede que lo más parecido que se pueda encontrar es la lengua y cultura vasca, pueblo que a pesar de todo ha abrazado la cultura occidental y no parece que les vaya nada mal. La cuestión es que la vida en Europa ha sido bastante trágica, igual o peor que en el resto del planeta. En Europa no quedan tribus ni pueblos viviendo en selvas o montañas, apartados del resto. Y es así porque sus culturas fueron completamente absorbidas por otras que vinieron después, desapareciendo así de la historia ¿Cuando, dónde y por qué empezó esto? ¿Es una característica de los «malvados» e imperialistas europeos? Es largo de contar, pero se puede decir que todo empezó en el Neolítico, cuando el paso a una cultura sedentaria hizo que los territorios fueran codiciados por su valor para el cultivo y el pasto, con todo lo que ello conllevaba. No es menos singular el hecho de que este cambio ocurriera dentro de una misma época geológica en todo el globo, sin que se existiera contacto conocido previo entre las distintas zonas.

Expansión de la agricultura (Fuente: Wikipedia)
El paelontólogo español Juan Luis Arsuaga señala que el paso del ser humano de una forma de vida basada en la caza y la recolección a una sedentaria basada en la ganadería y el cultivo, no le ha beneficiado realmente como individuo. Lo que sí se puede observar es que este es tal vez el paso a la creación de los grandes imperios, fundamentados en la anexión de nuevos territorios como forma de existencia, algo que irremediablemente ha tenido siempre una fecha de caducidad en función de la época y de las circunstancias. Según pruebas recientes, se conoce con seguridad que unos pueblos del Cáucaso se expandieron por Europa, arrasando con lo que encontraban. La masa continental formada por África, Asia y Europa ha visto como en su seno han surgido primero la civilización Sumeria —colindante con la región del Cáucaso y considerada la creadora de la occidental— para continuar con, sin orden cronológico, Egipcios, Otomanos, Turcos, Fenicios, Cartagineses, Iberos, Celtas, Tartesios, Griegos, Romanos y alguno más que se habrá quedado en el tintero hasta que eso cambió con la llegada de las religiones monoteístas como la judeo-cristiana o la musulmana. En el continente americano no ha sido muy distinto en este sentido: aztecas, mayas e incas formaron imperios basados en un perfil muy similar a algunos de los mencionados. Estos imperios precolombinos consumieron los recursos disponibles hasta que fueron frenados por factores ambientales además de tal vez, otros límites tecnológicos —no conocían la rueda y no usaban monturas—. Hay sin embargo otros habitantes de la América precolombina que no llegaron a entran en este patrón como el pueblo Tlaxcalteca —que sufrió el imperialismo azteca— o las tribus nativas de Norteamérica, las cuales siguieron viviendo bajo la práctica de caza, recolección y nomadismo que había caracterizado a la especie humana hasta la llegada del neolítico. Actualmente, grupos étnicos como los quechuas o los aymaras, son reconocidos y defendidos paradójicamente,  por los mismos estados políticos formados por los que llegaron allende el océano.
«la raza humana se ha hecho dependiente de una actividad [la agricultura] que está matando al planeta [..] y también ha destruido la cultura humana. Es el comienzo del militarismo y de la esclavitud»

El factor diferencial

¿Por qué las cosas ocurren de una manera y no de otra? Lo que es seguro es que tienen que ocurrir de alguna forma, por tanto, aunque parezca de perogrullo, lo que acaba ocurriendo es lo que tenía más probabilidades de que así fuera. Si los imperios se basan en su capacidad para anexionar territorios, por lógica, van a depender de cuan grande sea el terreno donde se desarrolle. Si le echamos un vistazo al mapa, resulta que Asia, África y Europa forman la masa terráquea continua más grande del planeta, mientras que América está aislada del resto en un continente dividido en dos. Este podría ser el factor que haya propiciado la profusión y desarrollo de los imperios y de sociedades más en una zona que en otra. Incluso dentro del propio continente americano se puede observar que los grandes imperios surgieron en las templadas y ricas tierras del sur y centro, mientras que en el frío y seco norte continuaron con el modo de vida nómada del neolítico. Igualmente, las diferencias entre África y Eurasia pueden deberse a la parcial dificultad en pasar de un continente a otro. De nuevo, intentar establecer las causas de por qué África quedó inicialmente apartada de la expansión occidental es un asunto que excede con mucho la intención del artículo, pero es muy probable que con el Imperio Musulmán establecido por el norte del continente hasta lo que hoy en día es Pakistán y disfrutando de su gran cantidad de recursos —coincidiendo actualmente con las zonas de mayor desertificación—, el mundo cristiano —es decir, Europa— sin recursos, padeciendo pestes y hambrunas, no le quedaba otra que rodear por completo África para llegar hasta la India y establecer rutas comerciales seguras, hazaña protagonizada por Portugal. Como sabemos, España quiso mejorar lo logrado pensando que atravesando el Atlántico llegarían de manera directa al objetivo, pero lo que encontraron iba a cambiar por completo la Historia.

Encuentro con el pasado

Por lo visto hasta ahora, una vez el ser humano salió de su modo de vida nómada y descubrió el sedentarismo y la explotación de los territorios, no podía evitar caminar por una senda de autodestrucción basada en ciclos de conquista y expropiación, continuada por otras de sobrepoblación y escasez, lo que llevaba de nuevo al punto de partida hasta que se agotaban las posibilidades de expansión. Además, esto ocurría en la práctica totalidad de territorios del planeta, sin importar culturas, ni razas, ni etnias. Es decir, no existe el mito del «buen salvaje» ni del «imperialista europeo» salvo como una herramienta política moderna que instrumentaliza a las minorías y a los indefensos. En todo caso, lo que ha de existir es un replanteamiento de nuestro modo de vida y relación con el planeta. Si de algo sirvió la llegada de Europa a América es para enfrentar estas dos visiones, la antigua forma de vida del ser humano, más amable consigo mismo y con la naturaleza pero insuficiente para apaciguar nuestra ansia de conocimiento, y la nueva, desbordante de capacidades y posibilidades pero incapaz de la reflexión y del autocontrol. La historia de este encuentro de culturas, de razas y de épocas, es la historia del planeta Tierra. Hasta ese momento no había sido posible que el ser humano se viera a sí mismo, frente a frente, hasta que el llamado «viejo mundo» se encontró con el «nuevo», dispuesto a continuar con lo que se llevaba haciendo en todo el planeta desde hacía miles y miles de años ¿O tal vez había algo nuevo?

La nueva era

Sumeria, la Cultura Minoica y muchos otros pueblos y culturas desaparecieron o fueron absorbidas por otras, hasta que todo culminó en lo que griegos y romanos llegaron a construir. El Imperio Romano tenía una fecha de caducidad, como todos los imperios, y cuando le llegó el momento, una Europa que había olvidado sus antiguas creencias, que había olvidado vivir como antes, tuvo que aferrarse a lo que tenía. Y lo que había entonces era, por primera vez desde que el ser humano recuerde, una religión monoteísta. Un catolicismo que contuvo el caos dejado por el vacío del orden romano y que conservó el conocimiento grecolatino que alumbraría, siglos después, el Renacimiento y la Ilustración. La Iglesia Católica heredaba y continuaba así las instituciones caídas de Roma, que fueron incapaces de innovar, de cambiar de modo de vida, manteniéndose los imperios como referencia. Pero el hecho singular del monoteismo y de servir como fuente de autoridad para unas clases dirigentes que tuvieron que darle al pueblo algo —si bien no fue alimento para sus estómagos, tal vez lo fue para sus almas o lo más probable, es que no fuera más que placebo para sus mentes— obligó a cambiar imperceptiblemente el patrón con el que la humanidad había estado funcionando.
«La Edad Media realizó una curiosa combinación entre la diversidad y la unidad. La diversidad fue el nacimiento de las incipientes naciones... La unidad, o una determinada unidad, procedía de la religión cristiana, que se impuso en todas partes... esta religión reconocía la distinción entre clérigos y laicos, de manera que se puede decir que... señaló el nacimiento de una sociedad laica. ... Todo esto significa que la Edad Media fue el período en que apareció y se construyó Europa»
Jacques Le Goff, historiador
«El origen de esta visión del Medievo como una época óscura y supersticiosa se debe a "una mezcla de fanatismo de la Ilustración, odio al papado del protestantismo, anticlericalismo francés y esnobismo clasicista"»

Las edades del ser humano

Las personas pasamos por distintas fases en nuestro crecimiento, tanto personal como físico. Lo que se desea destacar es que nuestros errores del pasado son, normalmente, una herramienta para configurar nuestro ser actual. Han tenido su utilidad, por arrepentidos o avergonzados que estemos y por mucho que pensemos en lo equivocados que estábamos. Por eso mismo, culpar a un adulto por la inexperiencia que tuvo cuando fue niño, resulta absurdo. Con la humanidad puede decirse algo parecido: los errores del pasado lo son, vistos desde la óptica actual, precisamente por poder verlos en perspectiva. Por haber evolucionado y aprendido de ellos. De esta manera, por inapropiada, abusiva, desfasada, anacrónica e infantil que pueda parecer la doctrina católica, en su momento de la Historia fue un factor que diferenció a las expansiones que el ser humano había estado realizando. El patrón de conquista, anexión de territorios, esclavización de la población y apropiación de los recursos era lo que el ser humano había estado haciendo —tan equivocada como tal vez, inevitablemente— desde el neolítico en todo el planeta, incluyendo a los grandes imperios de Sudamérica. No era a causa del catolicismo, sino al contrario, este fue el factor que lo contuvo y que posibilitó el paso hacia el mundo actual. Hacia el siguiente paso en la edad de la humanidad, una en la que nuevas herramientas de aprendizaje son necesarias porque las anteriores no sirven. La gran paradoja de esta situación es que muy probablemente fue la incoherencia de una iglesia cuya religión predica la igualdad y la fraternidad, mientras sus cúpulas dirigentes continuaban con el deseo atávico de expandirse como imperios, lo que provocó que poco a poco fuera enfrentando al pueblo contra ellas, cuya legitimidad auto-declarada como proveniente de Dios, cada vez tenía menos significado.

Un paso detrás de otro

Ni hacer las cosas bien le convierten a uno en mejor persona, ni equivocarse, en alguien detestable. Son aspectos distintos. El Imperio español en su momento no era ese personaje oscuro y violento como ahora se le quiere presentar, culpando al adulto por sus errores cometidos de niño. Más bien al contrario, con las ideas de la época, era un modelo a imitar. De alguna manera se constituyó como el continuador de la ética civil de Roma, un imperio que si bien no supo escapar de su propia destrucción como todos los imperios, aportó factores diferenciadores que han ayudado a la humanidad hacia la construcción de herramientas sociales y así, poder evolucionar. Los británicos, que envidiaban al nuevo imperio que se estaba creando, anhelaban los recursos que estaba consiguiendo y continuar con la inercia imperialista que existía. El mundo no conocía otra cosa, salvo volver de donde se venía, la vida nómada de cazadores recolectores, algo que nadie se planteaba mientras quedara un hueco de tierra por ocupar. La monarquía británica se debía enfrentar a un imperio en cuyo territorio «no se ponía el Sol». Si deseaban perdurar, debían superar a tan formidable oponente. Lo que ahora nos parece una locura melomaníaca era sin embargo la misma en esencia que impulsó la construcción de las grandes pirámides de Egipto. No era algo nuevo, era consustancial al ser humano desde que convirtió a los territorios y sus limitados y perecederos recursos, en bienes preciosos.
«Parece que las nieblas londinenses nos nublan el corazón y el entendimiento, mientras que la claridad de la soleada España le hace ver y oír mejor a Dios. Sus señorías deberían considerar la política de despoblación y exterminio ya que a todas luces la fe y la inteligencia española están construyendo, no como nosotros un imperio de muerte, sino una sociedad civilizada que finalmente terminará por imponerse como por mandato divino. España es la sabia Grecia, la imperial Roma, Inglaterra el corsario turco»

El nuevo imperio

¿Por qué y cómo podía superar el Imperio británico al español? Gran Bretaña se movía en el fondo por las mismas ansías y necesidades de expansión que el resto de las dinastías medievales que tras la caída de Roma, pugnaban por sobrevivir. Así, comenzaron una carrera sin fin por los recursos, el oro y los territorios. Y llegado el momento, como anteriormente había ocurrido cuando un imperio se encontraba con otro, el de Gran Bretaña envió la mayor fuerza de combate que jamás se haya desplegado a enfrentarse en combate desigual, para acabar de una vez por todas con el Imperio español, a anexionar sus territorios, a expropiar sus recursos y a someter a la población nativa, a segregarla, a esclavizarla o a recluirla en reservas hasta hacerla desaparecer de la vista, tal y como se hacía en sus territorios de Caribe y Norteamérica. Pero en Latinoamérica no ocurrió así porque los británicos no lograron imponerse. Esta batalla es la llamada de Cartagena de Indias, donde el Imperio británico protagonizó el mayor ridículo militar de la historia hasta el punto de que la gesta hispana fue borrada, literalmente eliminada de los libros y de la memoria historiográfica anglosajona. El resultado de todo esto fue que por primera vez, dos imperios enfrentados no lograban imponerse militarmente al contrario, manifestando una evidente incapacidad de lograrlo. En esta situación de empate técnico, los británicos prefirieron continuar el combate en otros ámbitos, hacer como si no existiera el Imperio español, creerse su propia superioridad a base de exagerar los defectos del contrario, inventándose para ello una Leyenda Negra que fue el primer ejercicio de propaganda usada como arma política.

La era de la convivencia

Los imperios español y británico convivieron durante algunos siglos, disputándose territorios y apoyando a los enemigos del bando contrario en guerras de sucesiones monárquicas y de independencias coloniales. Además de esta situación en la cual dos maneras de gestionar los recursos materiales y humanos convivían frente a frente, en continua disputa, se añadía la comentada de convivir con el pasado nómada y de imperios incipientes y frustrados. Pasado, presente y futuro convivían juntos, por primera vez en la historia de nuestra especie ¿Cómo se llegó a esta situación?

Presente y futuro

El empate técnico en lo militar entre las grandes potencias de la época trasladaron el enfrentamiento a los ámbitos económico, cultural y político. Ahora ya no se trataba de regiones relativamente pequeñas, ahora estaba en disputa el dominio en el mundo entero. Si ya las victorias militares en el pasado no eran suficiente para derrotar imperios, en aquel momento y en lo sucesivo, lo iban a ser menos. La historiografía anglosajona, al igual que otras marcadas por nacionalismos, buscaba con afán sucesos históricos como puntos de inflexión para apoyar la creación de mitologías inventadas. En este caso, se ha usado hasta la saciedad la derrota de la Armada Invencible como el inicio de la supremacía británica y el fin de la hispana, pero analizado más objetivamente, esto no ocurrió hasta al menos la derrota en Trafalgar, bajo mando francés. Aún así, el fin del imperio hispano se suele fijar en la guerra con EEUU, inventada por el país norteamericano aprovechando la excusa que mejor les vino, práctica en la que con el paso del tiempo se convertirían en unos maestros. La ironía de la historia es que ni Cuba ni Filipinas ganaron nada, más que cambiar un yugo por otro no mejor.

Con el pasado

En la antigüedad, la esclavización, la violación y el saqueo eran práctica habitual en las conquistas militares. Los pueblos vencidos apenas subsistían culturalmente. Con Roma las anexiones cambiaron ligeramente al existir la posibilidad de ser asimilados los pueblos a su organización política, basada en los fundamentos de ciudadanía heredados de Grecia. Aún así, apenas quedan vestigios de aquellas sociedades a pesar de su riqueza cultural. Este patrón en parte se repitió en la conquista americana, sin embargo, la existencia hoy en día de pueblos originarios con su lengua y cultura es prueba de la influencia de ciertos límites y cambios de proceder. Estas diferencias de actitud, de señales de madurez socio-cultural, se podían observar en contraste con las de los nativos, que representaban el pasado de la especie humana. Varios son los casos que pueden servir de ejemplo demostrativo de la existencia de estos límites internos incipientes en la cultura occidental, que son los que permiten hoy en día la discrepancia y discusión sobre estos y otros temas conflictivos:
  • Algunas personas críticas con el papel de España en la colonización americana pretenden poner al mismo nivel la práctica de sacrificios humanos en las culturas precolombinas con la quema de brujas y herejes en la hoguera, también habituales en aquella época al otro lado del océano. Siendo en ambos casos igualmente bárbaros, inhumanos e incivilizados, en el caso americano los sacrificios eran elegidos a capricho de manera indiscriminada, mientras que en Europa eran casos concretos decididos por unos tribunales sujetos a ciertas reglas, normas que por arbitrarias que fueran la mayoría de las veces, acabarían posibilitando posterior y afortunadamente, su desaparición, sin necesidad que viniera nadie de fuera a eliminarlos.
  • Cuestionar la autoridad en una época anterior hubiera ocasionado con gran probabilidad acabar con la cabeza cortada y puesta en una pica. Sin embargo, el fraile dominico Bartolome de las Casas tuvo el coraje de denunciar lo que hasta aquel momento de la historia era habitual pero contradecía los principios filosóficos y humanistas que emanan de la creencia que la institución eclesiástica a la que pertenecía, decía defender, pero con la que no se correspondía en la práctica. Es decir, la inercia imperialista y conquistadora se veía limitada, aunque no frenada, por la que en teoría era la principal motivación para hacerla que era la evangelización. La paradoja, nuevamente, es que estas criticas fueron más y mejor usadas por el oponente que a los que iban dirigidas, a pesar de que aquel cometía las mismas atrocidades en su terreno.
  • Lo que la historia dice, a pesar de todo, es que desde el poder surgían, por primera vez en la historia de nuestro deambular por este planeta, intentos de frenar lo que un instinto humano anacrónico creado en épocas de extrema escasez, volvía a manifestar. Isabel la Católica, reina de Castilla y máxima autoridad en aquel momento de la expansión americana, promulgo una Real Provisión en la que, explícita y literalmente, prohibía la esclavitud de los nativos —desgraciadamente, abrió el negocio de esclavos traídos de África, asunto en el que que participaron España y Gran Bretaña por igual—. Claro es que como toda ley, no fue acatada de manera inmediata ni mucho menos, precisa. Aquí es donde tal vez resida el mayor pecado de los que entonces desembarcaron en América, seres poco ilustrados, acostumbrados a un ambiente duro, austero, feudal y autoritario, que aprovecharon para descargar en los poco preparados nativos sus penas y frustraciones. La legitimidad de las autoridades para hacer cumplir sus leyes sin la amenaza de castigo, fue otra de las asignaturas que el mundo hispano todavía no ha aprobado.
España fue el primer Imperio en reconocer la humanidad y los derechos de los indios y prohibir su esclavitud.
En medio de la sensibilidad que los latinoamericanos hemos desarrollado ante el genocidio de las empresas conquistadoras y coloniales españolas, causa cierta perplejidad encontrarse que la España avasalladora, ordenara desde su poder supremo e inmenso y como señaló Lewis Hanke, «en el cenit de su gloria», la suspensión de sus conquistas para que se decidiera si eran justas o no, el 16 de abril de 1550

  • Otros ejemplos que podrían añadirse serían por una parte el de la Constitución de Cádiz de 1812, ya en el S.XIX, poco después de deshacerse de los franceses. Esta constitución pionera fue, un siglo antes de la Commonwealth británica, un proyecto de formación de estado global en el que todos los hispanos de ambos hemisferios se constituían como ciudadanos de pleno derecho. Algo más tarde en el mismo siglo, en la Primera República Española, Cuba y Puerto Rico dejaban de ser ya de las pocas colonias que quedaban y pasaban a formar parte de la organización territorial española, exactamente con el mismo rango al resto de territorios. Tal vez la carencia de una relación fluida de la autoridad con el pueblo, ocasionó que no se supieran moderar las posibilidades que la nueva constitución republicana les ofrecía. El resultado fue el paso efímero por la historia de aquel primer intento. Lo mismo podría decirse de los países hispanoamericanos: poder formar parte de un proyecto global no interesó, pero ese deseo justo de descentralizar un poder tanto tiempo sujeto y ofrecerlo, provocó que fuera arrebatado de súbito. ¿Que hubiera estado más cerca del sueño de Simón Bolivar, el gran Libertador, unos estados hispanos unidos o los actuales países disgregados y muchas veces enfrentados? La historia juzgará.

El legado: desde entonces hasta ahora

¿Qué idioma se usa en el ámbito científico, en la industria o en el mundo tecnológico? ¿Cuál es el idioma más hablado internacionalmente? ¿Quién tiene más peso en las decisiones geopolíticas? ¿Qué cultura tiene más influencia? Ciertamente, Gran Bretaña no es ya ningún imperio, pero se puede decir que unida a otros países afines culturalmente como Estados Unidos —Canadá, Australia, Nueva Zelanda, etc.— a los que se podrían añadir los protestantes —Holanda, Alemania o Dinamarca— dominan la ciencia, la cultura, la economía y la industria mundial. Políticamente pueden ponerse a su lado Rusia o China —Japón, Corea—, pero en cualquier caso, el mundo hispano ha pasado a ser un completo segundón en casi todos los ámbitos.

El momento en el que esto ocurrió puede que no sea posible localizarlo en un tiempo o lugar concreto, por un lado por estar fuera de las posibilidades de este artículo y por otro, porque seguramente fue ocurriendo poco a poco, de manera dilatada en el tiempo. Un lento proceso que si bien fue inadvertido por ambas partes, en el caso de Gran Bretaña, una nación con ínfulas pero a la sombra del primer imperio global de la historia, la impaciencia porque le llegara el momento de superar a la entonces todopoderosa España, le otorgó la suficiente consciencia de lo que ocurría de manera que supo aprovechar las oportunidades que le surgían. Para exponer mejor esta situación y por comparación con otros casos similares vividos de cerca, partamos de las siguientes premisas en la que existen dos bandos enfrentados:
  1. La autocrítica se vuelve extraordinariamente difícil
  2. Se produce un incremento en el dogmatismo como consecuencia del punto anterior
  3. Uso sectario de los medios —logísticos, informativos, etc.— para que los hechos reales u objetivos se adapten a la conveniencia de los puntos anteriores.
Si bien ambos lados del enfrentamiento heredaban la clásica estructura de mando imperial, jerarquizada y autoritaria, cada bando se enfrentó de diferente manera en función de sus distintos puntos de partida, a la nueva situación que nuestra especie experimentaba:

Gran Bretaña

El imperio anglosajón era en su momento, igual de cruel y autoritario que el español, o más. Así mismo, los niveles de dogmatismo —político y religioso— alcanzaron niveles similares —sin ir más lejos, sigue siendo unos de los pocos estados confesionales democráticos que existen— así como el uso sectario de los medios, en el que los anglosajones alcanzaron una práctica notable —leyendas negras, barcos auto-hundidos, armas de destrucción masiva, este tipo de cosas—. Sin embargo, así como el español estaba en el cenit de su poder y no deseaba cambiar nada —el catolicismo se asumía como una religión absoluta y verdadera, de manera que con ella se «sabía» todo lo necesario—, el británico tenía justamente la motivación contraria: necesitaba cambiar para superarle, y además, debía justificar dichos cambios. Este ansia por alcanzar los logros del Imperio español, esta competitividad, es la que impulsó al británico a probar con algo nuevo.

Tal vez sea necesario detenerse en este punto ya que la mayor complicación para entender el pasado, es que lo hacemos mirando con los ojos del presente. Pero si lo hiciéramos con la mentalidad de entonces, la actual perspectiva con la que se diferencian los mundos anglosajón e hispano era opuesta a la que ahora se conoce: España era la gloria, la excelencia a la que el resto del mundo aspiraba. Movidos por esta envidia, la jerarquía británica tomó una decisión arriesgada desde la perspectiva del poder, que fue perder parte de su protagonismo, introduciendo la meritocracia en su sistema social. En cualquier caso, movido por las mismas ansias de expansión y conquista que cualquier otro imperio habido anterior y posteriormente hasta incluso nuestros días. Los que participaron en la ocupación del continente americano por parte anglosajona, cometieron o practicaron, según se vea, los mismos o peores actos que cualquier otro. Es decir, como se ha venido repitiendo: esclavización, aniquilación y por último, segregación racial y sometimiento de la población nativa recluyéndola en reservas ¿Qué más ha hecho el mundo anglosajón desde entonces? Hagamos un pequeño resumen:
  • Tras el Acta de Supremacía de la corona británica por la que se escindía de la Iglesia Católica, las ejecuciones por motivos religiosos eran algo común en Gran Bretaña. El problema es que no hay una versión única y suficientemente objetiva de aquellos hechos. Pero lo que sí se puede afirmar con rotundidad es que en el mundo protestante —en el que se incluirían otros países como Alemania y Países Bajos— el rechazo e incluso odio hacía la religión católica acabó en la persecución de los practicantes de esta fe cristiana, debiendo ocultarse y permanecer en la clandestinidad.
  • Mientras que la Inquisición Española fue la primera en detener las ejecuciones por herejía, no ocurría así en el resto de Europa, dándose el paradójico caso de Miguel Servet, un científico y filosofo español que murió ejecutado en Ginebra por no renunciar a su libertad de opinión sobre algunos temas en los que discrepaba con las versiones «oficiales».
  • Esta rivalidad llevó a ambos bandos a una creencia dogmática en la superioridad moral de cada uno sobre el adversario. En el caso que nos ocupa:
    • El famoso científico y matemático Alan Turin fue procesado y castrado químicamente por su homosexualidad, circunstancia de la que hasta hace bien poco no ha habido una disculpa, en este caso de la máxima autoridad.
    • El pretendido carácter «sublime» de su cultura y etnia es el germen de la segregación racial —como el apartheid en Sudáfrica o el KKK en EEUU— y en concreto, de las ideas eugenésicas de mejora racial que en Alemania dieron paso al nazismo.
    • Imperialismo, colonialismo y expropiación cultural en India, Egipto y otros países africanos, cuyos problemas continúan vigentes en nuestros días.
    • Intervención unilateral en oriente medio con Israel y Palestina, provocando un conflicto que ha incendiado social, política y militarmente la zona y cuya solución se ha vuelto enormemente complicada, cuyas consecuencias salpican al mundo entero. 
Antes de condenar la corrupción y la rudeza de los demás, quizás deberíamos recordar que el acto del imperialismo en sí mismo puede verse como una grosería arrogante e interesada en una escala global.
Alan Lester para The Conversation

Ante semejante panorama cabe preguntarse cómo es posible que el mundo anglosajón disfrute a pesar de todo de tanta aceptación y domine actualmente la cultura y política internacional. La explicación una vez más puede que esté fuera del alcance de este artículo, pero la necesidad de introducir la meritocracia en su sistema a buen seguro tuvieron algo que ver:  la jerarquía política, la responsable de encaminar y dirigir la sociedad, tenía la necesidad de contar con todos y cada uno de sus miembros, súbditos o ciudadanos, de manera que todo aquel que tuviera algo que aportar era bienvenido, independientemente de su ascendencia o clase social. El mundo anglosajón y protestante ha alabado el esfuerzo y el trabajo, ha fomentado el cultivo intelectual de su sociedad desde temprano, ha respetado a los miembros de sus colectivos dándoles relevancia, autonomía y participación política, y les ha valorado de manera mucho más justa. Como resultado, ha logrado que la democracia de Gran Bretaña sea la más antigua del mundo, sin rupturas, sin revoluciones, ni guerras civiles. Es tal vez el único país que se ha construido socialmente desde arriba, gracias a responder adecuadamente a la presión de las circunstancias. Las clases dirigentes han dado el necesario protagonismo e independencia a los miembros de su sociedad, aceptando piratas y contrabandistas como parte de las élites, porque eran los mejores en lo que hacía falta. Por este motivo no tienen constitución escrita, usan las unidades de medida que el pueblo ha usado siempre, no hay academias lingüísticas que establezcan regulaciones en la manera en cómo el pueblo habla. En definitiva, la legitimidad y autoridad ha sido aceptada, existiendo una conexión entre gobernantes y gobernados que en pocos lugares existe. Aunque se ha equivocado en aspectos como los prejuicios raciales o su intervención en oriente medio, y continúa equivocándose en muchos otros aspectos, estos errores no son atribuidos a castas políticas privilegiadas inmerecidamente según sus propios valores, sino que son asumidos y reconducidos por sus propios mecanismos internos. En definitiva, la sociedad responde con una implicación en la marcha de sus proyectos como colectivo, mucho mayor que en el mundo hispano.

A veces se dan estos accidentes históricos: unas veces unos intrépidos navegantes prueban a explorar rutas nuevas por necesidades económicas, y se encuentran con un continente desconocido. Otras, transmiten de manera inadvertida enfermedades contagiosas para las que la población local no tiene defensas, causando una gran mortandad a pesar de poner todos los medios posibles para impedirlo. En aquel momento, movidos por las pocas edificantes ansias de poder, el mundo anglosajón iba a cambiar siglos después, el paradigma social y político.

España

El caso español era sensiblemente distinto del británico, pero no por ninguna debilidad o defecto intrínseco a la cultura latino-mediterránea —nada que en aquel momento se pudiera ser consciente, claro—. Como se ha comentado, por raro que ahora nos parezca, España era entonces el referente, el modelo de éxito, el primero que había logrado establecerse y asentarse en otro continente y fundar un imperio global, el primero con la suficiente capacidad tecnológica y logística como para llevar recursos suficientes a la otra parte del océano y una vez allí, poder hacer uso de ellos al servicio de su Imperio. El español estaba en la cúspide del poder, de manera que —y esto seguro que nos parece más cercano a la actualidad— emborrachados de éxito pero temerosos de perder su posición privilegiada, cuestionar la autoridad era algo cercano a un acto de traición. Como consecuencia, el dogmatismo y la ceguera política se apropiaron de sus dirigentes.

Aunque con las actuales varas de medir nos resulten claramente insuficientes —como no podía ser de otra manera—, lo cierto es que el encuentro de culturas en América significó un antes y después en la historia de la especie humana, cuya importancia no consistió en el nivel desempeñado, sino precisamente en marcar el inicio de lo que siglos después se convertiría en los Derechos Humanos. Estos logros —prohibición de la esclavitud, fin de la inquisición, aplicación de criterios racionales— se alcanzaron gracias a la intervención de ciertas autoridades, haciendo uso de la propia filosofía que emanaba de la religión que les encumbraba al poder, y gracias a señalar la evidente incoherencia entre esta y lo que se estaba haciendo sobre el terreno. Pero —y esta sería una clave que marcaría la diferencia— estos incipientes avances no hacían referencia a la gestión de los propios recursos humanos. No afectaban a la forma de auto-organizarse social y jerárquicamente. La autoridad no se veía menoscabada ni afectada en sus privilegios o prerrogativas, simplemente se optó por una condescendencia con el débil y el indefenso, para que la evangelización pudiera legitimarse y seguir su curso sin enfrentarse a mayores incoherencias.
El destino de los españoles, en todos los países del mundo, es participar en las mezclas de sangres.
Denis Diderot
Resulta paradójico que mientras el Imperio anglosajón y sus aliados contra el catolicismo no tenían la más mínima intención de proteger como iguales a otras razas y etnias que han considerado inferiores hasta hace bien poco, el Imperio español, preocupado en definitiva por la integración de otros pueblos en la estructura social del catolicismo, haya sucumbido frente a esos mismos que se han mostrado más despiadados e insensibles. ¿Cómo ocurrió esto? ¿Qué es lo que ocasionó que aquel imperio global y envidiado sea, no solo superado, sino objeto de constantes críticas?

Por un lado, porque la situación superaba con creces la capacidad de cualquier pueblo, nación o estado político. Ahora ya no se trataba de conquistar a tu vecino, se trataba de algo mucho más grande, algo que transcendía los conceptos culturales, geográficos, históricos y étnicos que hasta ese momento —incluso aun hoy en día— se discutían. Y por otro, porque por mínima que fuera la capacidad de autocrítica manifestada por el Imperio español cuando decidió pararse a considerar lo que estaban haciendo, fue interpretada como un signo de debilidad por el contrario. A partir de entonces, el mundo anglosajón y protestante se dedicó a la misión de exagerar los defectos de una cultura señalados por ella misma. Es decir, la autocrítica se interpretaba como la evidencia de una carencia de legitimidad que, sin embargo, el mundo anglosajón creía poseer para cometer los mismos o peores actos. Paulatinamente, el mundo hispano se anclaba y estancaba en su posición, incapaz de asumir los logros del contrario y corregir los errores propios, ignorando lo perdido pero soñando cada vez más en glorias pasadas. Se iniciaba tal vez así, el famoso complejo de inferioridad hispano, una auto-profecía que ha permitido que un Imperio haya desbancado a otro, más por sus propios defectos que por las virtudes del contrario.

El anglosajón, visto que por lo militar no fue capaz de doblegar al contrincante en su momento, sacaba provecho de cada ventaja que le surgía en cualquier ámbito por intrascendente que pareciese, exagerando hechos y defectos del contrario, mientras que iba reescribiendo la historia para ponerse ellos como los «chicos buenos», ante la inoperancia hispana. Finalmente, el mundo anglosajón y protestante ya no necesita usar de leyendas negras para demostrar su superioridad. Esta es evidente al menos en lo cultural y político, ya que en lo ético, ni lo fue entonces ni lo es ahora. El problema de los actuales juicios contra el legado hispano es que por un lado, provienen en su mayoría de su propio ámbito. Y por otro lado y más importante, es que la leyenda negra no es que sea falsa, sino que no dice toda la verdad. Y no hay peor mentira que una verdad a medias.

Enfrentamiento entre una revuelta de esclavos y soldados coloniales en la Guayana Británica.
(Fuente: The Conversation
[Shutterstock])

El futuro y sus retos

La especie humana lleva varios miles de años caminando sobre este planeta sin encontrar un camino libre de intolerancia, guerra y destrucción del medio ambiente. Dando tumbos, movidos por los mismos instintos primitivos de miedo al diferente y protección del territorio, e incapaces de encontrar el equilibrio. El mundo anglosajón ha sabido gestionar internamente sus recursos humanos, sin embargo, hasta bien entrado el Siglo XX ha sido un nido de racistas y segregacionistas. Incluso hoy en día, los máximos exponentes de lo anglosajón tienen a alguien como Donald Trump que propone muros para dividir, o el nuevo primer ministro británico Boris Johnson, decidido a consumar un Brexit resultado de un referéndum manipulado y con la xenofobia como una de las motivaciones que más suenan de fondo. Según algunos especialistas, el británico ha sido un imperio disgregador y destructor de sociedades mientras que el hispano por el contrario, ha sido integrador de culturas. El británico ha usado a sus colonias como fuente de recursos, apartando a los nativos, eliminándolos o recluyéndolos en reservas, segregándolos. La gran paradoja es que mientras el mundo hispano aumentaba su complejo de inferioridad autoprofético, se consumía paulatinamente mientras el británico y sus compañeros han ocupado el resto de planeta que quedaba, haciendo lo mismo que el hispano admitió hacer y cesó en su empeño. Gran Bretaña y EEUU, al frente del «mundo occidental», han ocupado y explotado el continente africano, apoyando a dictaduras que han esclavizado a sus habitantes para explotar sus recursos y sostener el «modo de vida» de occidente. De la misma manera, latinoamérica vive en una eterna inestabilidad con revueltas, golpes de estado y crisis económicas, planificadas desde despachos del gran vecino gringo del norte.

La paradoja americana

Volviendo a lo planteado al inicio del artículo, hay que preguntarse por qué EEUU es hoy la gran potencia que es, de manera que se permite alterar la vida política del resto de países del continente y de Europa, prácticamente a su antojo. La única respuesta posible es que de todas las colonias que tuvo el Imperio británico, esta es la única que logró independizarse y formar un formidable país uniendo los en un principio, disgregados estados. La jugada les salió bien, es algo que ahora pueden decir, pero en su momento no había nada claro. De hecho, la independencia se logró para disfrutar de pleno poder sin injerencia del yugo británico, gracias en una gran parte a la ayuda del mismísimo Imperio español, el contrincante, otra de las facetas que no es recordada lo que se debería.

La paradoja se vuelve especialmente retorcida cuando parte del problema que se padece en latinoamérica es causada, no únicamente por esa supuesta mediocridad hispana heredada, sino por la interferencia de los que en su momento necesitaron ayuda para ser lo que son hoy en día. España ayudó a EEUU a independizarse, pero no pudo evitar que sus colonias hicieran lo propio apoyadas también por el enemigo británico. Pero mientras que EEUU apostaba a caballo ganador y se aliaba con la que fuera su opresora Gran Bretaña, el mundo latinoamericano y sus dirigentes actuales —herederos de aquellos que gobernaban las colonias cuyos padres nacieron al otro lado del océano, pero quisieron independizarse de su rey para gozar del poder completo—, decidieron aprovecharse de la presa fácil y acomplejada en la que España se ha ido convirtiendo con el paso de los siglos para continuar en el poder. La «mediocridad hispana» pues, no fue algo heredado sino construido siglo a siglo una vez lograda la independencia, tras la cual la estrategia fácil pero inútil salvo para eludir responsabilidades y convencer a ignorantes, ha sido la de continuar culpando de sus problemas a sus antiguos capataces, sin importar la distancia en el tiempo, anclados en el pasado, sin superarlo.


lunes, 29 de junio de 2015

Curiosidades sobre el Matrimonio Gay

lunes, 29 de junio de 2015
Logo de la Casa Blanca de los EEUU con motivo del día del Orgullo Gay
El matrimonio entre personas del mismo sexo poco a poco se está convirtiendo en una realidad en todo el mundo. En España es posible desde el año 2005 gracias a que el gobierno de por aquel entonces logró que se aprobara en el Parlamento como una de las medidas estrella y necesaria, pocos años antes de que la crisis comenzara, siendo el primer país tradicionalmente católico en hacerlo. Esta vez por referéndum y en otro país de similar tradición religiosa, Irlanda hizo lo propio hace no mucho. Pocos días antes del Día del Orgullo Gay, el en mundo no se habla de otra cosa gracias a que la Corte Suprema de los EEUU aprobó el matrimonio gay con aplicación a nivel federal. Esta decisión implica que la norma adquiere carácter de derecho básico constitucional, imponiéndose a los acuerdos previos que sobre esta materia se hubiesen aprobado por referéndum en cada uno de los Estados de la Unión.

Parece que es ya imparable la marcha hacía un escenario en donde tanto las parejas de un tipo como de otro, pueden formalizar su relación legalmente bajo la misma denominación de matrimonio. Esta norma ha ido adquiriendo un carácter inapelable y arrollador, provocando festejos en todo el mundo en cuanto surge alguna noticia sobre otro país que se suma al festival, logrando que se olviden otros problemas no menos graves. Los medios de comunicación hacen el habitual uso mediático de la circunstancia, a la que se suman profusamente la mayoría de los políticos, en una época en la que cada vez estos tienen menos capacidad para proponer medidas originales, o a poner sobre la mesa problemas cuya solución exige un esfuerzo que no se atreven a pedir. Esta noticia positiva por tanto, se transmite como un reguero de pólvora por los parlamentos de todos los países del mundo, hambrientos de medidas que les hagan parecer mejores frente a su electorado.



Una curiosidad sobre las que pocos reparan —tal vez por el temor a fijarse en detalles poco importantes que estropeen el ambiente de júbilo generalizado— es que la consideración de los derechos sobre «parejas» representa —salvo error— un precedente sin igual en la historia de la legislación, ya que hasta ahora los derechos eran exclusivamente referidos al individuo. Parece que hay ciertos aspectos —no sólo sobre el matrimonio gay sino sobre el propio y fundamental concepto de derecho— cuyo debate no ha sido lo suficientemente transmitido al resto de la sociedad. La defensa de la igualdad legal de las personas, se encamina a tener derechos y obligaciones iguales independientemente de cualquier aspecto sobre nuestra condición. Esto significa de forma inapelable que dos personas cualesquiera podrán establecer un acuerdo legal —familiar o de cualquier otro tipo— con cualquier otra. Las cuestiones son hasta qué punto la denominación de estos acuerdos es o no, un derecho fundamental y sobre todo, si cabe o no aplicarlo a colectivos, no sólo a individuos.

Sobre este asunto, otro de esos aspectos que al parecer se dan por asumidos y de los que nadie discute, es el de la aparente inutilidad de las uniones civiles. Esta figura legal surgió en los Países Bajos en 1998, precisamente para compensar la antigua situación en la que una persona no podía llegar a un acuerdo legal de pareja —casarse— con otra persona de su mismo sexo. Una vez se aprobó, parecía que el problema estaba resuelto. De hecho, no sólo fue utilizada por parejas homosexuales, sino que hasta un tercio de las uniones registradas eran heterosexuales. No había diferencia legal con el «matrimonio clásico». Esta situación concuerda con lo que recordamos —los que tenemos ya una cierta edad— de los años 80~90: el matrimonio era considerada una tradición carca y anticuada. Muchas parejas se «juntaban» e incluso tenían hijos, haciendo uso del matrimonio legal posteriormente, simplemente para obtener los beneficios que el estado proporciona a las familias. Alguien seguramente hubiera podido preguntarse si no era esta la fórmula correcta que debería haber existido siempre para todas las uniones en cuanto a su reconocimiento en textos legales, huyendo de denominaciones con reminiscencias de ámbitos culturales que le son ajenos. Hay que hacer hincapié sobre lo verdaderamente revolucionaria que hubiera sido esta medida, que implicaba que el matrimonio clásico de reminiscencias religiosas desaparecía nombrado como tal en las leyes, quedando simplemente una forma legal genérica aplicable a cualquier caso. El resto de aspectos hubieran quedado como costumbres sociales a la que cada uno se adhería o no, en función de sus preferencias.

No fue este el debate que hubo. Algunos grupos defensores de los derechos humanos alertaron a la sociedad de que al parecer, la solución adoptada inicialmente no era el camino correcto. La coexistencia en textos legales de «uniones civiles» con la de «matrimonios» está claro que es redundante y creaba una diferenciación, definida según estos grupos como «instituciones apartheid» —algo así como matrimonios «de primera» frente a otros «sucedáneos»—. Ningún grupo de opinión influyente propuso lo comentado que hubiera consistido en eliminar en textos legales la denominación clásica de «matrimonio» —por su reminiscencia cultural anacrónica— y llamarle a todo con la fórmula neutra «unión civil». En lugar de esto había que sustituir el significado pero dejando la denominación. De esta forma, «matrimonio» es la única manera legal de llamar a las uniones familiares, chocando con todo el legado cultural y religioso anterior en la que el matrimonio era una unión entre dos personas de distinto sexo. Llegados aquí, tal vez sería conveniente un pequeño resumen de lo que se ha dejado atrás.

Breve historia del matrimonio en la especie humana

Salvo alguna tribu perdida en la Selva del Amazonas, desde Asia hasta las civilizaciones precolombinas, pasando por África y Europa, el matrimonio ha existido en la practica totalidad de culturas desde tiempos inmemoriales. Como era habitual en las sociedades primitivas, la religión y el misticismo ocupaban una buena parte y justificación de sus costumbres y rituales. Es conocido también que la antigüedad de las relaciones homosexuales es tan vieja como la propia especie humana. Sin embargo, el matrimonio como institución religiosa sagrada y como unión de un hombre y una mujer, ha sido siempre la práctica habitual. No se tiene constancia de que haya existido previamente el «matrimonio gay». Lo más parecido sea tal vez un ritual de la edad media llamado «boda de semejanza», oficiado por la Iglesia Cristiana a las parejas homosexuales. Sin embargo, aunque la Iglesia reconocía y cuidaba de estas relaciones, no las consideraba matrimonio sino un «vinculo de hermandad».

¿Cuales han sido los motivos de esa diferenciación que lleva arrastrando la civilización humana desde el principio de los tiempos? El avispado lector se habrá dado cuenta de un pequeño detalle objetivo que apenas se ha mencionado brevemente hasta ahora en el artículo: la descendencia. Una hipótesis plausible del por qué de esta diferenciación ancestral e incluso del carácter sagrado de las uniones heterosexuales, es que de todas las formas de expresión sexual que existían y se realizaban habitualmente, sólo una de ellas era capaz de alcanzar la reproducción humana. En aquellos pretéritos tiempos de gran mortalidad infantil, la descendencia ocupaba una de las mayores preocupaciones de los grupos sociales. Probablemente por este hecho inevitable de nuestra propia naturaleza, unas uniones tenían un significado y valor social diferente al de otras, independientemente de la valoración que se tuviera de los individuos que la formaban y del seno cultural en el que se produjera.

Siempre es bueno superar viejos prejuicios. Aunque en este caso parece que ha existido una lucha entre dos bandos diferenciados con posturas antagónicas, en los que el resto de la sociedad acepta los postulados de los que ofrecen una mejor imagen social. Por un lado la Iglesia que no estaba dispuesta a hacer desaparecer el término matrimonio de la Ley, y por el otro, los cada vez más influyentes colectivos gay que deseaban tener reconocidas legalmente las uniones de pareja, en igualdad de condiciones. Es obvio que la igualdad de estos últimos para acceder a los beneficios que las uniones familiares obtienen del estado, así como el reconocimiento social eran innegables, pero ¿se han puesto sobre la mesa todas las opciones? ¿han intervenido otro tipo de intereses o grupos antirreligiosos —por ejemplo, los cientificistas— en las negociaciones? ¿han aceptado realmente de buen grado y conscientemente la sociedad las decisiones políticas? ¿se ha evolucionado socialmente o en realidad se ha sucumbido al populismo de los políticos o a intereses de grupos de opinión influyentes? ¿tiene algo que ver el problema de un país como EEUU con el de Holanda, o España? Actualmente se continúa confundiendo el reconocimiento legal de los derechos de los individuos homosexuales con las denominaciones de uniones que como se ha visto, son diferentes objetivamente. Incluso se dan como prueba las bodas de semejanza medievales, sin reparar que ni siquiera en ese caso eran consideradas matrimonio, sin que este hecho implique un menosprecio de una Iglesia que eso sí, mostraba una cara mucho más amable y sensata que la actual.

Pero ¿que es toda esta fría lógica comparada con el amor? El amor al final, como todos sabemos, es el que mueve el Mundo... ¿no?


miércoles, 11 de junio de 2014

Las 20 falacias más comunes, según Carl Sagan

miércoles, 11 de junio de 2014
Foto: ver fuente del artículo
El conocido científico Carl Sagan siempre mostró preocupación por el camino que la sociedad tomaba respecto a la ciencia y el conocimiento. Como divulgador, aconsejaba hacer uso del marco científico como la forma más eficiente de enfrentarse a los problemas. Además del llamado Kit del Esceptico y sus normas o consejos para eludir engaños o equivocaciones existentes en los medios de comunicación y redes sociales, también aconsejaba sobre cómo evitar que las cometamos nosotros mismos. Estas eran sus palabras:
Además de enseñarnos qué hacer cuando se evalúa un reto al conocimiento, cualquier buen kit de detección de tonterías —kit del escéptico— también debe enseñarnos qué no hacer. Debe ayudar a reconocer las falacias más comunes y peligrosas de la lógica y la retórica. Muchos buenos ejemplos se pueden encontrar en religión y política, donde sus practicantes se ven a menudo obligados a defender proposiciones contradictorias. 

Para ello, elaboró una lista de las 20 falacias y aberraciones lógicas más habituales con ejemplos de cada una de ellas. Algunos de los casos no me parecen del todo acertados, pero ¿quien soy yo para criticar al gran Carl Sagan? —bueno, estoy seguro que él no me dejaría caer en un argumento de autoridad del él mismo:
    1. ad hominem —del latín «contra el hombre», significa que se ataca al argumentador y no el argumento (por ejemplo: el reverendo Dr. Smith es un fundamentalista bíblico conocido, por lo que sus objeciones a la evolución no será necesario tomar en serio)
    2. argumento de autoridad (por ejemplo: el presidente Richard Nixon debería ser reelegido porque tiene un plan secreto para acabar con la guerra en el sudeste asiático —pero como era secreto, no había forma de que el electorado lo evaluara por sus méritos, el argumento se convertía en un «confiar en él porque él era el presidente»: un error, como se vio después)
    3. argumento ad consequentiam [o de las consecuencias adversas] — (por ejemplo: un Dios que castiga y recompensa debe existir, sino la sociedad sería mucho más anárquica y peligrosa quizás incluso ingobernable. O también: el demandado en un juicio por asesinato ampliamente publicitado debe encontrarse culpable, de lo contrario, será un estímulo para los demás hombres a asesinar a sus esposas)
    4. argumento ad ignorantiam [o apelar a la ignorancia] la afirmación de que todo lo que no se ha demostrado falso debe ser cierto, y viceversa (por ejemplo: no hay evidencia convincente de que los ovnis no están visitando la Tierra, por lo que existen los ovnis y vida inteligente en otros lugares del Universo. Otro ejemplo: pueden haber tropecientos millones de otros mundos, pero no hay constancia de que alguno de ellos tenga la calidad moral de la Tierra, por lo que seguimos siendo el centro del Universo). Esta ansia por aprovechar la ambigüedad a su favor es lo que se critica con la frase: la ausencia de evidencia no es evidencia de su ausencia.
    5. alegato especial, a menudo usada para rescatar una proposición en serios problemas retóricos (por ejemplo, ¿cómo puede un Dios compasivo condenar las generaciones futuras al tormento porque, violando las normas, una mujer indujo a un hombre a comer una manzana? alegato especial: no entiendes la sutil Doctrina del Libre Albedrío. Otro ejemplo ¿cómo puede ser igualmente la misma persona un Dios Padre, el Hijo y el Espíritu Santo?, alegato especial: no entiendes el misterio divino de la Trinidad. Otro más: ¿cómo pudo Dios permitir que los seguidores del Judaísmo, el Cristianismo y el Islam cada uno a su modo siguiendo medidas heroicas de amabilidad y compasión amorosa cometieran tanta crueldad durante tanto tiempo? alegato especial:: usted no entiende el libre albedrío de nuevo, y de todos modos, Dios se mueve en formas misteriosas)
    6. petición de principio, también llamada asumir la respuesta (por ejemplo, debemos instituir la pena de muerte para desalentar el crimen violento, pero, ¿es un hecho que la tasa de delitos violentos descienda cuando se impone la pena de muerte?. Otro caso: el mercado de valores cayó ayer a causa de un ajuste técnico y venta de acciones con beneficios de los inversionistas —pero ¿hay alguna evidencia independiente para el papel causal del «ajuste» y la venta con beneficios; ¿hay alguna utilidad en esta supuesta explicación?)
    7. sesgo de selección [o selección observacional], también llamada la enumeración de circunstancias favorables, o como el filósofo Francis Bacon describió, contar los éxitos e ignorar los errores (por ejemplo, un Estado se jacta de los presidentes que ha producido, pero no dice nada sobre sus asesinos en serie)
    8. generalización apresurada —un pariente cercano del sesgo de selección (por ejemplo, se dice que 1 de cada 5 personas es china. "¿Cómo es esto posible? conozco a cientos de personas, y ninguna de ellas es china. Atentamente" O: "he sacado tres sietes seguidos. Esta noche no puedo perder.")
    9. malinterpretar la naturaleza de la estadística (por ejemplo, el presidente Dwight Eisenhower expresa asombro y alarma al descubrir que la mitad de todos los estadounidenses tienen inteligencia inferior al promedio);
    10. inconsistencia (por ejemplo, ejecutar un plan de prevención para el peor de los males que un un potencial adversario militar sea capaz, pero ignorar de manera parsimoniosa proyecciones científicas sobre los peligros ambientales porque no están completamente "probados". O también: atribuir la disminución de la esperanza de vida en la antigua Unión Soviética a las fallas del comunismo hace muchos años, pero nunca atribuir la alta tasa de mortalidad infantil en los Estados Unidos (en la actualidad la más alta de las principales naciones industriales) a los fracasos del capitalismo. Otro caso: considerar razonable que el universo siga existiendo siempre en el futuro, pero juzgar absurda la posibilidad que haya tenido duración infinita en el pasado);
    11. non sequitur —del latín «no se sigue» (por ejemplo: nuestra nación prevalecerá porque Dios es grande. Pero casi todas las naciones asumen que esto se cumple para ellas también; la expresión alemana era «Gott mit uns» [Dios está con nosotros]). Normalmente, los que caen en la falacia non sequitur suele ser por no tener en cuenta las alternativas posibles;
    12. post hoc, ergo propter hoc — del latín «sucedió después, por lo que fue causada por» (por ejemplo, Cardenal Jaime Sin, Arzobispo de Manila: «conozco a... una persona de 26 años de edad que parece de 60 porque toma pastillas [anticonceptivas]» O: Antes de que las mujeres pudieran votar, no había armas nucleares)
    13. pregunta sin sentido (por ejemplo, ¿Qué pasa cuando una fuerza irresistible se encuentra con un objeto inamovible? Pero si hay una cosa tal como una fuerza irresistible no puede haber objetos inamovibles, y viceversa)
    14. falsa dicotomía —considerar sólo los dos opciones extremas en un continuo de posibilidades intermedias (por ejemplo, «claro, póngase de su parte, mi marido es perfecto, yo siempre estoy equivocada» O bien: «Si usted no ama a su país, es que lo odia» O bien: «Si no eres parte de la solución, eres parte del problema»)
    15. a corto plazo frente a largo plazo —un subconjunto del Principio del tercero excluido, pero tan importante como para prestarle una atención especial (un ejemplo, no podemos costear programas para alimentar a niños desnutridos y educar a los niños en edad preescolar. Necesitamos hacer frente con urgencia a la delincuencia en las calles. Otro: ¿por qué explorar el espacio o el ejercicio de la ciencia fundamental cuando tenemos tan enorme déficit presupuestario?);
    16. pendiente resbaladiza, relacionado con el Principio del tercero excluido (por ejemplo, si permitimos el aborto en las primeras semanas de embarazo, será imposible impedir la muerte de un bebé a término. O a la inversa: si el Estado prohíbe el aborto incluso en el noveno mes, pronto nos dirá que hacer con nuestros cuerpos en el momento de la concepción);
    17. confusión de correlación y causalidad (por ejemplo, una encuesta muestra que más graduados universitarios son homosexuales que aquellos con menor educación, por lo que la educación hace a las personas gay. O: los terremotos andinos están correlacionados con las aproximaciones más cercanas del planeta Urano, por lo que —a pesar de la ausencia de correlación alguna con el más cercano y masivo Júpiter— ésta las provoca)
    18. hombre de paja —caricaturizar una posición para que sea más fácil de atacar (por ejemplo, los científicos suponen que los seres vivos simplemente aparecieron juntos por casualidad —una formulación que ignora deliberadamente la visión darwiniana central, que la Naturaleza aprovecha lo que funciona y desecha lo que no. O —esto también es una falacia de corto frente a largo plazolos ecologistas se preocupan más por los caracoles y búhos manchados que por las personas)
    19. evidencia suprimida o medias verdades (por ejemplo, una «profecía» increíblemente precisa y ampliamente citada del intento de asesinato del presidente Reagan se mostró en la televisión, pero —un detalle importante— ¿fue grabado antes o después del evento? Otro ejemplo: los abusos del gobierno exigen un revolución, hasta para hacer una tortilla se han de romper algunos huevos. Sí, pero es probable que se convierta en una revolución en la que mueran más personas incluso que bajo el régimen anterior? ¿Qué sugieren la experiencia de otras revoluciones? ¿Todas las revoluciones contra regímenes opresivos son deseables y por los intereses del pueblo?)
    20. uso de ambigüedades para evadir la cuestión [palabras de comadreja] (por ejemplo, la separación de poderes de la Constitución de los EE.UU. especifica que los Estados Unidos no pueden llevar a cabo una guerra sin una declaración por el Congreso. Sin embargo, a los presidentes se les da el control de la política exterior y la dirección de las guerras, las cuales son herramientas potencialmente poderosas para conseguir que ellos mismos sean reelegidos. Por tanto, Presidentes de cualquier partido político pueden verse tentados de organizar guerras mientras agitan la bandera y hablan de «acciones policiales», «incursiones armadas», «ataques preventivos», «pacificación» , «salvaguarda de los intereses americanos», y una amplia variedad de «operaciones», como la «Operación Causa Justa». El uso de eufemismos para la guerra son uno más de la amplia clase de reinvenciones del lenguaje con fines políticos. En palabras de Talleyrand, «el arte importante de los políticos es el de encontrar nombres nuevos para instituciones que bajo sus nombres antiguos se han convertido en odiosas para la gente» )

      Sagan termina el capítulo con una advertencia necesaria :

      Como todas las herramientas, el kit del escéptico y demás recomendaciones pueden ser mal utilizadas, aplicadas fuera de contexto, o incluso como una rutina sin llegar a ser meditadas. Pero aplicadas juiciosamente pueden ser una herramienta que marque la diferencia —y no menos importante, permite evaluar nuestros propios argumentos antes de ser presentados a los demás.

      Nota: traducido por el autor del artículo (manteniendo el ratón por encima se accede al original en inglés). En aquellos casos en los que ha sido necesario, se ha optado por la denominación en latín —u otra alternativa más adecuada en nuestro idioma—, dejando entre corchetes la traducción literal. Aquí una lista de falacias en el idioma inglés.
       
      Fuente: Brain Picking