sábado, 9 de febrero de 2013

El futuro lingüístico

sábado, 9 de febrero de 2013
¿Quienes deben determinar el nombre de la lengua que se habla en Valencia y su normativa, políticos o científicos?:
«ni los unos ni los otros tienen nada que decir al respecto. Pero menos que nadie, los científicos. Es un asunto en el que sólo tiene que decidir la gente.»
Noam Chomsky
(Entrevista en "El País", 1998)

Asistimos a un momento en el que conceptos hasta ahora completamente inamovibles comienzan a ser cuestionados. El dinero, la economía, la democracia, los sistemas políticos y las fronteras que delimitan unos territorios que en la era global de Internet, van perdiendo cada vez más su sentido. Sin embargo, el hecho de que todavía exista gente que desee aferrarse a los cada vez más obsoletos paradigmas para conservar su Status Quo, provoca que la sociedad se polarice en un esquema muy similar al de las revoluciones: unas minorías favorecidas por el sistema, frente a unas mayorías que, por unos motivos que evolucionan según la época, cada vez lo rechazan con más fuerza.

A este ritmo, es muy probable que las actuales fronteras dejen de tener el significado que hasta ahora han tenido. Puede que tal vez en estos momentos, sin que nos hayamos dado cuenta, sean conceptos mucho más maleables y arbitrarios de lo que pensábamos. La soberanía de los países ha cambiado de manos. El pueblo sigue igual, pero las jerarquías cambian. Los nacionalismos lo saben bien, por eso quieren explotar esta  arbitrariedad para lograr sustituir una jerarquía por la de ellos, sin que el resto cambie significativamente. Las leyes, las instituciones y las lenguas, de forma similar, ya no son redactadas y reguladas acorde a los mismos criterios. La división idiomática, cede terreno a favor de lenguas francas como el inglés o el español (el chino se circunscribe a China, por lo que a pesar de ser de las más habladas, no tienen ese carácter ínter-cultural).

Según Noam Chomsky, aclamado y reconocido lingüista conocido por su activismo político, el concepto de «lengua nacional» es relativamente moderno. Probablemente se refiere a el, como un "efecto colateral" del surgir hace unos escasos tres siglos, de las actuales naciones-estado políticas. En España, fue la  dictadura franquista la que explotó de forma significativa esta identificación de lengua-nación, siendo los actuales nacionalismos los que continúan «la tradición».

¿Continuarán las lenguas entendiéndose como cotos cerrados regulados por jerarquías endogámicas?. ¿Volverá el pueblo a decidir sobre ellas, tal y como hacía en la antigüedad, cuando las lenguas no eran necesarias para evidenciar las diferencias?. ¿Continuarán las lenguas siendo utilizadas con propósito diferenciador y excluyente?

El futuro como siempre, tiene la respuesta.

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sábado, 12 de enero de 2013

Los nacionalismos

sábado, 12 de enero de 2013

 

(hace aprox. 150 años)

waving_flagLas monarquías llegaron al poder al lograr en su momento demostrar sobre el campo de batalla, que poseían mayor dominio estratégico militar y logístico que sus competidores. Posteriormente, ya sin competencia, se mantuvieron en el poder por monopolizar la acción coactiva de los estados monárquicos o imperiales. Esta perdida de legitimidad cada vez en mayor aumento, originó las revoluciones sociales de los siglos. XVIII~XIX y   principios del S. XX, que acabaron con la mayoría de ellas, o las forzaron a adaptarse a la nueva situación.
 
Con la creación del concepto de nación-estado(1)(4) basado en un sistema legal de derechos en lugar del autoritario por descendencia de las monarquías(2), se abría la posibilidad de la discrepancia. Aprovechando esta perdida de poder(5), viejas reivindicaciones de causas perdidas fueron sacadas a relucir por determinados grupos de interés. De esta forma, la Historia tal y como había llegado a nuestros días ya no era válida, y comenzó a reinterpretarse para poder justificar la apertura de antiguas heridas.
 
Los nacionalismos en general, utilizan de forma caricaturesca e incongruente la simbología y señas de las naciones primitivas medievales, al reivindicar con ellas la creación de Estados políticos modernos, sin pasar por el proceso social y político correspondiente. O peor aún, obviando e ignorando el proceso político por el cual ya se pasó, pero con distinto resultado. Estos, así como otros nacionalismos que aprovechan un resultado histórico más favorable al tener un Estado que sea compatible con sus pretensiones, pretenden legitimarse en ellos sin pasar por los filtros sociales adecuados, excluyendo a las opiniones criticas.
 
Principalmente, el periodo de La Reconquista es explicado de forma que se atribuye al fruto de aquel convulso periodo histórico, una especie de «destino preestablecido». Los sentimientos nacionalistas actuales son el resultado de desear otorgar a toda aquella lotería de la Historia, un significado especial y predeterminado. En algunos casos se llegan a auto-considerar como «el pueblo elegido». Igualmente, la guerra civil que supuso la disputa por la sucesión del Jefe de Estado (Guerra de sucesión Española), es entendida como un enfrentamiento entre Estados independientes(3). Las diferencias podrían haber tenido como resultado una secesión, pero no era esa la pretensión inicial. Finalmente, para bien o para mal, el resultado fue el que conocemos.
 
Naturalmente, de la misma forma que se crearon las actuales fronteras debido a un proceso histórico más o menos arbitrario, podrían proponerse otras igualmente válidas. Pero para ser admisible una modificación política (y no cabe duda de que es necesaria alguna), la propuesta debería mejorar el actual sistema que critican. Nada de eso se vislumbra, más bien al contrario, se aferran a cargos cuya legitimidad bebe de los mismos preceptos que manifiestan aborrecer.
 
La autoridades políticas pretendientes de las jefaturas de los Estados propuestos, utilizan de forma conscientemente anacrónica mecanismos similares a los de las antiguas tribus, en cuanto a basar su legitimidad en el temor a peligros fuera del ámbito cultural de la «nación». La diferencia es que en el entorno completamente domesticado actual, aquellos ancestrales peligros ya no existen, debiéndose de inventar otros adecuadamente.
 

Famoso vídeo obtenido de un programa de la TV3, en la que la política Pilar Rahola se enfrenta a las incongruencias y reducción al absurdo de sus razonamientos nacionalistas, personificadas en un modesto e inteligente ciudadano del Valle de Arán. (fuente: You Tube)

 
De esta forma, las lenguas son utilizadas como punto de apoyo sobre el que sustentar las diferencias imaginarias necesarias respecto al entorno, por autoridades que para beneficio propio particular, logran su posición gracias al mismo sistema que critican y que repudian, cuyos antepasados paradójicamente, colaboraron en crear.
 
El pueblo, confundido por un mensaje envuelto de modernidad, pero con un trasfondo tan antiguo como el Ser Humano, sucumbe y forma bloques culturales homogéneos excluyentes, regulados y estandarizados bajo criterios e intereses exclusivamente políticos. En este escenario, el rechazo, la división, el victimismo y el enfrentamiento, son la norma.
 
Se pervierte de esta manera, la capacidad comunicativa del ser Humano para poder formar lazos de hermandad, de cooperación, de colaboración, que permitan incluso la competitividad bajo reglas establecidas colectivamente. El nacionalismo es otra forma por la que los políticos evitan que la sociedad se organice igual y libremente. Es otra forma de lograr hacernos creer que les necesitamos.
 
Continuará en Ensalada de lenguas (VI): El futuro lingüístico
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(1) El primer estado-nación surgió del Tratado de Westfalia (según fuentes) hace más de tres siglos, pero la evolución de los mismos hacía el concepto actual no comenzaría hasta después de la revolución francesa, entrado ya el S. XIX (fuente propia)
(2) Feudales inicialmente, y aristocráticas en su evolución posterior.
(3) Aunque podría hablarse de dos Estados diferenciados (Coronas de Castilla y Aragón), estaban unidos políticamente en un régimen de tipo federal. Una de las soluciones en caso de no llegar a acuerdo podría haber sido una separación en dos estados independientes, pero no se partía de esa situación ni era esa la pretensión inicial de los disconformes.
(4) En el caso español, la creación del concepto estado político moderno de la actualidad se originó tras la Guerra de la Independencia Española contra la Francia de Napoleón, de forma coetánea al resto de naciones-estado europeas.
(5) La perdida de poder y legitimidad de las autoridades políticas españolas frente al inicio de los nacionalismos llamados «periféricos», se puede establecer tras la Guerra hispano-estadounidense en el 1898, con derrota española y el surgir de la llamada «Generación del 98» de escritores.

miércoles, 26 de diciembre de 2012

Auge y caída del Imperio

miércoles, 26 de diciembre de 2012

Los siglos de oro (hace aprox. 500 años)

Prtada de Tirante el Blanco 1511Como es bien sabido, el matrimonio de los Reyes Católicos significó la unión política de los principales reinos de la península. Con la Conquista de Granada llevada a  cabo por estos monarcas, finalizó la presencia musulmana en la misma (hecho que es escogido por la historiografía nacional-católica como una de sus principales señas de identidad nacionalista)

No obstante, esta unidad política tenía ciertos matices, ya que las Coronas de Castilla y Aragón mantenían de forma independiente sus propias estructuras, leyes y normas internas. El latín se había relegado al ámbito religioso, y se habían comenzado a utilizar las «lenguas vulgares» para textos legales. Naturalmente, en un mundo en el que para ir al pueblo de al lado se tardaba un día entero, la evolución de estas transcurrió de forma bastante independiente al dejar de existir una referencia legal homogénea que sirviera de base, tal y cómo había sido el latín.

A grandes rasgos se puede decir que las diferencias lingüísticas fueron acentuándose con el paso del tiempo, hasta que llegó un momento en el que no pudo evitarse señalar las diferentes variantes lingüísticas de la península en función de su origen. Cervantes y otros autores mencionan las lenguas habladas en Portugal, Valencia, Cataluña, Castilla, Galicia, etc., además del vasco, que permanecía aislado durante todos estos siglos.

Un factor importante desde el punto de vista lingüístico, es que la estabilidad política conseguida tras varios siglos desde la caída de Roma, proporcionaron el desarrollo cultural y literario necesario que marcaría el inicio de la definición de los idiomas tal y como hoy los conocemos. El surgir de una literatura importante, el desarrollo de la imprenta, y la mejora de las comunicaciones (logísticamente hablando), haría que las lenguas que lograsen dicho estatus se expandieran y lograran reconocimiento fuera de las fronteras de la «nación» de origen. Este es el caso del Siglo de Oro Valenciano, cuya literatura ha sido utilizada artificialmente siglos después por el nacionalismo catalán, como base para definir su estándar lingüístico. El descubrimiento de América y la expansión del castellano (la variante del latín con la que se denominaba la lengua de la Corona de Castilla) propició el conocido Siglo de Oro Español, que estableció las bases de la literatura moderna(1).

La unidad de La Corona (hace aprox. 300 años)

Xàtiva. Almodí. Felip V i cadira (puesto del revés)
Con Carlos I (y V de Alemania), el Imperio Español disfrutó de la mayor gloria que cualquier otro imperio en la Historia haya conocido. Todo parecía ir relativamente bien(2) hasta que surgió el problema de la sucesión de Carlos II. Al no dejar descendencia, las diferencias entre los posibles aspirantes al trono y sus seguidores (y no ocurrírseles otra forma de dilucidar el problema) acabaron en una guerra civil en la que participaron en apoyo de los diferentes bandos, varios países del entorno europeo.

Antes de continuar, es necesario un pequeño paréntesis y volver a La Reconquista: los conflictos dinásticos o sucesorios que se sucedieron en la península en este periodo fueron en su mayoría de tipo diplomático, que acababan normalmente en forma de matrimonio(3). Además, los enfrentamientos militares entre señores feudales se llevaban a cabo con la participación de mercenarios a su servicio. El resultado en ambos casos consistía en la anexión o unificación política del territorio. En definitiva, se puede decir que por regla general, en la Reconquista los conflictos entre la nobleza no perjudicaban a la población, ya que el vencedor resultaba fortalecido y la estabilidad política mejorada, resultando beneficioso para sus intereses.

Sin embargo, en la Guerra de Sucesión Española se dieron varios factores que la diferenciarían de los anteriores enfrentamientos, y que es necesario analizar para comprender sus implicaciones posteriores:

Los motivos de la disputa fueron que la dinastía Borbón, originaria de Francia, pretendía de forma similar a aquel reino, unificar políticamente las dos coronas de Castilla y Aragón que mantenían sus diferencias internas, adoptando ambas el modelo de la Corona de Castilla. La estructura de la Corona de Aragón era de tipo federal (favorable al Archiduque Carlos de Austria), al contrario que la de Castilla que era centralista(4). Esto significaba que con la dinastía Borbón, las «naciones» inscritas en la Corona de Aragón perderían sus «fueros». Dicho de otra forma, perderían soberanía o autonomía.

Una de las consecuencia de esta situación es que el pueblo tomó parte o sufrió las consecuencias de este conflicto, de una forma más acentuada que en ocasiones anteriores. El bando perdedor lo hizo en algo más de una guerra. Sus leyes y su autogobierno, fruto del desarrollo histórico de siglos, se perdieron en un conflicto armado en la que los vencedores no poseyeron la legitimidad necesaria, tal y como debía ser percibida por los afectados. Por añadidura, algunas poblaciones sufrieron el castigo abusivo de Felipe V, al someter bajo pasto de las llamas a poblaciones enteras, como el caso de Játiva, solo por al apoyar al bando contrario.

Otra de las consecuencias de esta falta de legitimidad, es que al contrario que en la Reconquista, el pueblo no adoptó la lengua del poder político y continuó domésticamente (de forma similar al mozárabe) con sus lenguas locales propias. En definitiva, aunque la situación legal de un habitante de los territorios que apoyaron al bando perdedor no difería de la de cualquiera de otra parte, la perdida de capacidad para la autogestión era una falta que sólo podía comprender quien la había disfrutado.

Precisamente, en un intento por emular situaciones anteriores en la que el poder político marcaba las pautas lingüísticas, una de las nuevas normas que estableció el nuevo dirigente fue la unificación y oficialización idiomática. El problema es que lo que en aquel momento parecía una buena idea al elegir al castellano como base para la lengua oficial, posteriormente se ha convertido en una fuente continua de problemas. El español, nombre como internacionalmente se denominaba al castellano gracias a su expansión por el continente americano, reconocido y hablado en otras cortes europeas como símbolo de distinción, nunca fue aceptado completamente como lengua propia en los territorios que habían apoyado al bando perdedor, por los motivos mencionados. La creación de la R.A.E. y su intento de hacer de la Lengua Española una lengua franca para todas las regiones de España; así como del resto de países de habla hispana a través de sus respectivas academias; no ha llegado a convencer al suficiente número de gente.

La posibilidad de participar en los beneficios de la colonización de América, hasta ese momento no permitida para los habitantes de la Corona de Aragón, hizo que las oligarquías locales aceptaran la derrota y calmaran los ánimos de la población bajo su influencia, en los siglos venideros. La posterior perdida definitiva de las colonias a finales del S. XIX provocó que determinados intereses políticos de estas oligarquías removieran estos antiguos sucesos, con otras motivaciones e interpretaciones diferentes, de aquellos hechos históricos.

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(1) El galaico-portugués, nombre con el que se denomina en la actualidad a la variante del latín que en su día se hablaba en lo que hoy en día es Galicia y Portugal, tuvo también su momento de esplendor gracias a Alfonso X «El Sabio», que además de impulsar la lengua castellana lo hizo también con lo que posteriormente se convertiría en dos lenguas diferenciadas debido a la desunión política, aunque algunos filólogos continúan considerando su unidad lingüística.

(2) Carlos I se tuvo que enfrentar a dos rebeliones en Cataluña y Portugal, debido a discrepancias relativas a continuar sufragando sus campañas militares, gasto que cada vez era mayor y que a la postre dificultó el desarrollo interno español, al no destinar dichos recursos económicos a otro tipo de inversiones más productivas.

(3) La mayoría de anexiones territoriales lo fueron por acuerdos matrimoniales que contaban con el visto bueno papal, imposibles de ocurrir con el entorno musulmán por motivos obvios. Debido a esto, la reconquista es entendida más como un conflicto religioso que por pretensiones territoriales, aunque finalmente la tendencia natural a expandirse y la dificultad para establecer otro tipo de negociaciones, provocasen que finalmente fuera la lucha armada la que decidiese la situación

(4) En este sentido, este conflicto guarda un gran paralelismo con la Guerra Civil Norteamericana, excepto que en el caso norteamericano si que hubo pretensión de secesión (separación), situación que estaba contemplada en el acuerdo de confederación

jueves, 20 de diciembre de 2012

De aquellos polvos, vienen estos lodos

jueves, 20 de diciembre de 2012

Llegan los bárbaros (hace más de 1500 años)


Fíbula aquiliforme (M.A.N. Madrid) 01La Europa con la que las tribus centro-europeas se encontraron tras la caída de Roma, poseía unas características únicas respecto a otros periodos históricos y zonas geográficas. Es importante por tanto, prestar atención a la situación político-cultural de aquel momento:
  1. Desaparición del Estado Romano. Queda mucho tiempo para llegar a las fronteras políticas actuales. Europa es un continuo organizado en señoríos feudales de tipo militar.
  2. Existencia del latín como lengua «formal» (documentos religiosos y/o legales)
  3. Existencia de incipientes variantes del latín o latín vulgar, como lenguas locales a consecuencia del contacto con las tribus bárbaras, sin identificaciones claras respecto al territorio ni denominaciones específicas de las mismas, debido al continuo cambio de las fronteras por temas de uniones y separaciones dinásticas tribales (feudales).
  4. Inteligibilidad notables entre estas lenguas gracias a su cercano parentesco con el aún vigente latín.
  5. Ausencia de regulación en materia lingüística debido a la inexistencia de un poder político estable.
  6. Existencia de una misma y primera religión monoteísta en la Historia, con un residuo del antiguo poder político romano centrado en El Vaticano, y el Papa como un equivalente del César (cesaropapismo).


Hablando en cristiano (hace 1200 años)

Mosque of Cordoba SpainEn estas condiciones, apareció un nuevo personaje en escena: el Islam. A grandes rasgos, los musulmanes tenían muchas similitudes con la Roma cristiana. Salvo la obvia diferencia de tener otro mesías, el Imperio Musulmán aunó a diferentes pueblos y los comunicó entre ellos gracias al árabe, lengua en la que está escrito el Corán y gracias a la cuál se pueden comunicar todos los musulmanes, incluso hoy en día.

Llegaron a establecerse en prácticamente toda la península Ibérica, a excepción del norte montañoso de la misma. A tenor de los escasos pero evidentes registros documentales, el pueblo nativo no llegó a adoptar el árabe en su totalidad más que como lengua legal, continuando domésticamente («en la intimidad») con las lenguas derivadas del latín, aunque con una gran influencia del árabe. A este fenómeno se le conoce como «lengua mozárabe», que se da con mayor acuse en las zonas en donde más tiempo duró el establecimiento musulmán. En concreto, Andalucía y la zona sur del Levante.

Probablemente por este motivo la expresión «hablar en cristiano»(1) que ha llegado hasta nuestros días, parece recordar la gran similitud e inteligibilidad entre las variantes del latín que se formaban en Europa, y su diferenciación con la cultura distinta que se estableció en el sur del continente, con la que no llegó a fusionarse. Todavía en este periodo histórico no había surgido la necesidad de denominar a la lengua propia, más que como una diferenciación muy gruesa de otra  distinta coetánea.

Esta diferenciación podría interpretarse como una falta de adaptación a la cultura musulmana, tal vez por resultar demasiado ajena a la europea, a pesar de los ocho siglos que los musulmanes ejercieron su influencia.

La Reconquista: de aquellos polvos, vienen estos lodos (hace más de 500 años)

Guerreros cristianos y musulmanesPor unos motivos u otros, los descendientes de los antiguos pueblos con cultura greco-romana-cristiana anteriores al establecimiento musulmán, continuaron organizados y de forma gradual, fueron recuperando terrenos que antaño les habían pertenecido. A este periodo se le conoce internacionalmente como La Reconquista.

Transcurridos varios siglos de vacío político, el latín en Europa a duras penas subsistía más que como lengua estrictamente «legal», ámbito en el que la Iglesia influía notablemente, por lo que en ocasiones se confundía con lo religioso
 
Mientras tanto el pueblo, poco a poco, lo había ido adaptando a sus circunstancias y necesidades locales, sin ningún orden ni criterio . Fueron las entidades políticas que se fueron estableciendo las que, de forma similar a Roma, establecieron con el tiempo sus criterios lingüísticos oficiales (Alfonso X, 1252-1284), aunque no en todas partes se siguió el mismo modelo regulador.


La principal necesidad de los habitantes europeos se puede decir que consistía simplemente en poder vivir bajo cierto nivel de seguridad y comodidad. Por este motivo las poblaciones se reunían en las inmediaciones de las fortificaciones de los señores feudales.

La importancia pues del lugar de nacimiento, era determinante para la persona ya que marcaba completamente su futuro (de forma mucho más acentuada que en el mundo globalizado actual). En este marco se encuadran algunas teorías del concepto original de nación, que consistiría en la necesidad de la existencia de un entorno favorable al desarrollo social y cultural  de la persona desde su nacimiento, en clara analogía a la dependencia de la tribu.

Quien fuera el monarca y cualesquiera que fueran los símbolos que utilizase, era lo de menos mientras lograra dicho objetivo. De forma muy similar a lo que Roma consiguió otorgando la ciudadanía a los habitantes de aquellos pueblos cuyos dirigentes, no ofrecieran resistencia. Sin embargo, la dependencia y adoración hacía los símbolos tribales se comenzaría a dar en la medida se relacionase con la protección de la tribu o «nación» (en su sentido primitivo), llegando con el tiempo a convertirse en algo cercano a lo místico. La lengua tuvo que ser parte de este fenómeno, siendo las lenguas de los monarcas las variantes del latín que debido a su mayor prestigio, predominaran.

Mientras tanto, durante todo este periodo y antes de la expulsión de judíos y moriscos, en la península convivieron, se mezclaron y surgieron, nuevas variantes del latín con influencias del vasco, el árabe y las lenguas germánicas. Todo en una continua transformación e influencia mutua.

Con arreglo a estas premisas, se fueron configurando desigualmente «naciones» en forma de monarquías feudales. Estas, debido a su sistema rígido de formación y sucesión, además de todo tipo de enfrentamientos y disputas entre miembros de la nobleza, evolucionaron al capricho de los designios fortuitos del destino.


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martes, 18 de diciembre de 2012

Naciones hijas de Roma

martes, 18 de diciembre de 2012

Roma (hace 2000 años)

castilla-y-leon-el-acueducto-de-segovia-l4[1]Fueron necesarios unos tres siglos para que Hispania fuera enteramente Romana. Durante este tiempo algunos pueblos se resistieron con energía, sin embargo, muchos otros encontraron que les resultaba más conveniente realizar ciertos pactos y aliarse con Roma.
Esta situación podría explicarse gracias a dos factores principales: 1) Por un lado, el enorme poderío militar romano que provocaba que cualquier pueblo se lo pensase dos veces antes de enfrentarse a su poderosa máquina bélica. 2) y por otro, Roma había absorbido de la cultura clásica griega el concepto político de ciudadanía. Los pueblos vencidos en combate pasaban a formar parte del mercado de esclavos en la que Roma basaba gran parte de su sistema económico, pero los que adoptaban la cultura romana y se integraban en el imperio, pasaban a ser nuevos ciudadanos romanos de pleno derecho.
Con esta táctica de otorgar la ciudadanía romana a aquellas poblaciones que aceptaran integrarse en Roma, lograron que paulatinamente toda Hispania se convirtiera en una provincia más. Debido a esto, sus ciudadanos fueron adoptando el latín como lengua y las antiguas tribus fueron romanizadas, asimilando parte de su cultura al mismo tiempo (como ocurrió con Grecia).
Se puede observar que a pesar de poseer suficiente capacidad para barrer militarmente a un pueblo (como así hicieron en algunos casos), la oferta de integrarse en igualdad con el resto de romanos se podía considerar de una enorme generosidad. Puede intuirse con esta circunstancia que el grado de voluntariedad en la aceptación de un mayor poderío militar y cultural, y la identificación con el nuevo poder político además de la percepción de legitimidad que ofrezca este, influye notablemente en la absorción de la cultura invasora y en el grado de preservación de la nativa.

Naturalmente, hay una excepción. No toda la península fue asimilada y romanizada. Lo que actualmente recibe el nombre de País Vasco, se mantuvo aislado de los acontecimientos que en los siglos posteriores iban a sucederse.
No obstante, esta circunstancia no ha sido explicada con el suficiente detalle, por no hablar de cierto tabú. Los nacionalismos que surgirían a finales del S. XIX y principios del S. XX, tan vigentes hoy en día en pleno S. XXI, se caracterizaron por reinterpretar todos esos siglos para amoldarlos a sus propios intereses (falacia del historiador)
Los vascones originales, fueron uno de los primeros pueblos en evitar el enfrentamiento con Roma, constituyéndose como aliados suyos y abrazando con profusión la cultura romana. Hay que aclarar que este pueblo no ocupaba el territorio que actualmente corresponde al País Vasco, sino el de Navarra y parte de Aragón. Fue siglos después, cuando parte de aquellos vascos originales se retiraron por motivos desconocidos (falta de adaptación, renegados, necesitados de la protección imaginaria de la tribu, etc.) hacia el territorio montañoso que hoy se le conoce por tal nombre, en donde pudieron aislarse de la cultura greco-romana, que a la postre estaba llamada a moldear el mundo.

Las naciones (hace 1000 años)

58616_157402630939543_100000094205543_526907_1932136_n[1]Es difícil conocer qué sentirían los antiguos europeos tras los siglos que sucedieron a la caída de Roma. Se puede afirmar que el ser humano seguía siendo el mismo que aquellos antiguos cazadores-recolectores, los cuales día a día se forjaban un futuro que para ellos no tenía mayor horizonte que el próximo amanecer. Se puede suponer por tanto que desde lo más profundo del ser humano, retornaba de nuevo aquel mismo sentimiento de desprotección que movió a las sociedades primitivas a organizarse alrededor de tótems.

Sin embargo, salvo el reducto Papal, con Roma tan sólo existente en la memoria  y con una Europa perdida y dejada al capricho de bandidos, piratas y señores feudales ansiosos de poder y gloria, se tuvo que partir de una situación muy distinta con la que Roma se encontró en su momento.

Las tribus bárbaras del norte, que hasta ese momento habían mirado con asombro la magnificencia de Roma, ahora podían entrar en los territorios que antaño la formaban sin relativa oposición. Los habitantes europeos, de cultura greco-romana todavía (con el latín como lengua y de religión monoteísta), recibieron a estas tribus fusionándose con ellas y creando un nuevo concepto de organización social que marcaría la evolución política del mundo hasta nuestros días: la nación.

Continua en Ensalada de lenguas (III): llegan los barbaros
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sábado, 15 de diciembre de 2012

Ensalada de lenguas

sábado, 15 de diciembre de 2012
¿Qué ocurre con los idiomas en la península Ibérica? ¿qué significa hablar catalán «en la intimidad»? ¿hablan portugués los gallegos, o hablan gallego los portugueses? ¿que pasa con el catalán y el valenciano que hasta hay peculiares sentencias judiciales? ¿se habla castellano o español? ¿es el andaluz un idioma?

Para comprender el origen de todas estas cuestiones es necesario armarse de una buena objetividad, y desprenderse de todos aquellos tópicos y tendenciosas comprensiones de la Historia, modificada y manipulada la mayor parte de las veces por intereses muy alejados de la precisión académica. Hasta la misma tradición universitaria ha acabado condicionada por intereses políticos, sucumbiendo al partidismo general, prácticamente omnipresente en la sociedad.

Es importante establecer un punto de partida adecuado, sorteando aquello de «¿qué fue primero, el huevo o la gallina?». Por tanto, se entiende que hay que volver atrás en el tiempo, al punto mismo en el que no existían ni naciones, ni lenguas.

Índice

  1. Los primeros balbuceos
  2. El nombre de las lenguas
  3. La lengua franca
  4. Roma
  5. Las naciones
  6. Llegan los barbaros
  7. Hablando en cristiano
  8. La Reconquista: de aquellos polvos, vienen estos lodos
  9. Los siglos de oro
  10. La unidad de La Corona
  11. Los nacionalismos
  12. El futuro lingüístico

Los primeros balbuceos(hace más de 100.000 años)

Independientemente de cuál fue el momento y lugar preciso en el que la especie humana comenzó a emitir sus primeras palabras, nos basta ahora mismo con ser conscientes de que con estas, los seres humanos primitivos fueron capaces de expresar ideas abstractas, más allá de las meras necesidades animales. Parece suficiente con suponer que en aquellos momentos, cada tribu utilizó los sonidos que mejor les parecieron con los que representar e identificar a sus temores, sus necesidades, y sus virtudes.

El nombre de las lenguas

Aunque puede parecerlo, determinar el  momento a partir del cuál estos grupos comenzaron a ponerle un nombre a su propio lenguaje no es tan evidente.  Es decir, mientras que la tribu identificaba mediante símbolos (escritos o sonoros) lo que le era de necesidad o utilidad según sus creencias (utensilios, peligros, dioses, etc.), la perentoriedad o urgencia de hacerlo con el propio idioma se intuye que debía ocupar un segundo plano.

Se puede asumir perfectamente que las tribus de la antigüedad se identificaban con su habla, en el momento encontraron otras tribus que utilizaban un código o idioma distinto. Parece muy probable por tanto, que el habla de un grupo reconocible como tal no recibiera más nombre que «la lengua de» el grupo o tribu en cuestión (independientemente de las variantes que dentro de esta lengua existieran).

Por ejemplo, la «lengua ibera» recibe tal nombre al ser la que utilizaba dicha tribu. Pero este es el nombre que el resto de culturas e historiadores le han puesto, asociando cada tribu con una lengua. Además de la confusión que esto puede llevar, tampoco se está seguro de cuál era el nombre que el propio grupo le daba. La necesidad de denominar a una lengua apenas era necesario más que para diferenciarla del resto, ya que la lengua propia era la habitual y no necesitaba de mayor seña.

En la medida las lenguas poseen un elevado carácter simbólico como elemento de identificación tribal, provoca que las diferencias lingüísticas hayan sido la causa de enfrentamientos sociales en diversos momentos de la Historia. El contacto con otros grupos y el uso de distinto bagaje cultural, hacía tambalear la propia esencia de la tribu, símbolo máximo de seguridad y protección real que conocían. En este miedo atávico reside con toda probabilidad el origen de la xenofobia. Es necesario aún hoy en día, un fuerte componente racional para no verse sometido a su influencia.

Sin embargo, según este razonamiento no es la lengua en sí misma lo que importaba, sino su identificación con la tribu y su relación con la protección que se supone ofrecía el seno de la misma, como una extensión del útero materno. Si llegado el caso este temor al alejamiento de la tribu «de nacimiento» se superaba, la lengua no era más que una herramienta para la comunicación y con ello, un beneficio de los interlocutores.

La lengua franca (hace 2300 años)

Guerrero de Moixent. Mejor ejemplo arqueológico de guerrero íberoEn virtud de que la mayoría de los estudios apuntan a que los Iberos eran un conjunto de varias castas y grupos culturales no necesariamente homogéneos, y de los diferentes tipos de escrituras hallados relacionadas con el íbero, hay teorías que sugieren que la lengua ibera era lo que se denomina una «lengua franca», es decir, una lengua que es usada por varios pueblos o tribus con el ánimo de la mutua compresión y entendimiento. El cualquier caso, parece que en las lenguas de los pueblos que poblaban Iberia (incluyendo el vasco) se podían encontrar ciertas similitudes que sin llegar a emparentarlas, denotaban una intención de intercambio social.

El surgimiento de este tipo de lenguas interculturales o inter-tribales, viene a demostrar cómo la convivencia entre pueblos hace que tiendan a converger hacia signos culturales comunes que conviven en paralelo con los antiguos. Estos pueden llegar a ser sustituidos o no, según se desarrolle el transcurso de los siglos. Si la convivencia es pacífica y no hay otros intereses, lo natural en el ser Humano es establecer lazos culturales y de comunicación con otras tribus, etnias o grupos, simplemente si representa un beneficio muto. El miedo atávico de «separarse de la tribu» al hablar otra lengua, aunque sigue existiendo, se diluye y se transforma, al sentir la protección de algo mayor que ella misma.

No me imagino a nadie en la antigüedad diciendo cosas como «derecho a vivir en íbero», «en suevo», o cualquier cosa equivalente a la época. Sólo la enemistad por disputas por algún recurso (agua, bosques, etc.), o por intereses de los dirigentes políticos (que tanto en aquella época como tristemente aún ahora, lo son porque saben manejar y manipular a los miembros de su tribu) podría tener como consecuencia la prohibición o el rechazo a establecer algún lazo cultural con otra tribu.

Un hecho que alteró esta convivencia para bien o para mal, y que a la postre constituyó un hito fundamental en la Historia de la Humanidad, fue la llegada de los Romanos, la creación del Estado como un concepto capaz de superar definitivamente al de tribu, y la implantación de una lengua oficial como una lengua franca, que permitía la comunicación entre los pueblos que formaban la República y a posteriori, el vasto Imperio Romano: el latín.

miércoles, 14 de noviembre de 2012

El error informático

miércoles, 14 de noviembre de 2012

¿Se equivocan los ordenadores? ¿Por qué la informática tiene esa mala imagen? ¿Por qué se achacan con total naturalidad errores graves a «errores informáticos»? ¿Por qué no se solucionan? ¿Acaso los ordenadores toman decisiones por su cuenta, como en las películas? ¿Qué clase de ciencia es la informática? Algunas personas —paradójicamente no suelen estar especializadas en informática— opinan que esta área de la ingeniería no es una «ciencia exacta», y que por ello la programación de estos dispositivos esta sujeta a ambiguos vaivenes político-sociales. Si bien puede haber algo de cierto en esto, no es debido a la propia tecnología en concreto.

El Mark II (1947) fue un proyecto construido en la universidad de Harvard y financiado por la Marina de los Estados Unidos. En su diseño y construcción participaron algunos de los mejores ingenieros y científicos del momento, tras la Segunda Guerra Mundial. Hasta ese momento estas máquinas eran fiables y totalmente precisas, y sobre todo, hacían lo que se les pedía. Por ello, se utilizaban para tareas que requerían de gran seguridad y precisión, como trayectorias balísticas y órbitas de vuelos estratosféricos. Pero un día, el Mark II dejó de responder como se esperaba. No es difícil imaginar la sorpresa que experimentarían los científicos que lo manejaban, al comprobar como un ordenador matemáticamente preciso hasta ese instante, se «equivocaba».

La causa del error no fue que el programa hizo algo distinto para lo que estaba concebido. El Mark II no realizaba muchas operaciones —comparado con los actuales— pero las que hacía obedecían a un determinismo completamente científico. Cada línea de código debería estar validada según la lógica matemática, y debía ajustarse a la arquitectura física del ordenador, compuesta de circuitos electromecánicos regidos por las leyes de la física. La causa fue ni más ni menos que una polilla. Un «bicho», bug en inglés. Al introducirse una de ellas en la enorme circuitería del voluminoso Mark II, impidió el funcionamiento de uno de sus miles de aparatosos relés electromagnéticos, que en los albores de la ingeniería informática, formaban la mayor parte de su interior. Desde entonces, cada «sorpresa» que dan los programas informáticos se le denomina como bug. Por lo mismo, depurar un programa se traduce en inglés como debugger —quitar los bichos—.

La informática ha evolucionado hacia algo muy distinto de un proyecto científico y tecnológico como empezó siendo, como tampoco la propia Internet se parece a lo que en su día se pensó. Los programadores ya no son exactamente matemáticos o físicos, son en algunos casos, simples aficionados autodidactas. Los equipos se fabrican en serie, en abarrotadas fábricas en China, y las motivaciones que mueven a todos ellos son muy distintas de las de aquellos profesores de universidad, científicos y militares. Y por supuesto, los errores informáticos no son causados por «bichos».

Para entender lo que le ha pasado a la informática propongo explicar otra rama de la ingeniería: la Arquitectura. La Wikipedia la define al mismo tiempo como «Arte o técnica». Qué duda cabe que tiene algo de ambas. Para diseñar un edificio, hay que tener en cuenta la resistencia estructural del mismo, lo que implica el cálculo matemático de resistencias, tensiones, presiones y todo un gran número de parámetros físicos. Para su funcionalidad, hay que tener un gran conocimiento del entorno social y de los usuarios. Para su estética, hay que tener una sensibilidad y gracia especial. En resumen, la Arquitectura se compone de varias capas, desde la basada en la propia realidad física, hasta el más puro arte conceptual.

Con la informática es muy similar, con la diferencia que la gente no se mete dentro de los ordenadores y no existe el riesgo de que al derrumbarse, queden sepultados dentro de ellos. Por ello, nadie en su sano juicio dejaría en manos de una PC clónica con W95, el cálculo de la trayectoria de un satélite orbital, o la gestión de un sistema de monitorización médica a enfermos graves. Sin embargo, la informática se utiliza, y bastante, en estas áreas, lo que pasa es que los criterios de calidad y márgenes de error que se utilizan en estos sistemas, no tienen nada que ver en absoluto con los de «ir por casa». A pesar de la lógica aplastante de este argumento continúa existiendo una gran confusión con este asunto.

Como se ha visto, la informática parte de leyes físicas, ecuaciones matemáticas y proposiciones lógicas, básicamente. Todas ellas ciencias exactas. Sin embargo, su evolución y mejora de procesamiento, la ha llevado a realizar programas más complejos y para funciones muy diversas. Los programadores han de tener cierto «toque» personal, que en algunos casos podría considerarse alguna forma de arte. Y esto es debido a que los ordenadores no tienen que tratar únicamente con fórmulas matemáticas, sino que han de dedicarse a cosas como la llamada «interfaz gráfica de usuario».

Los recientes sistemas operativos dedican una gran parte del tiempo en el procesamiento de gráficos y en organizar la información para que el usuario sin preparación pueda utilizar un computador, algo que en los primeros años no era necesario, ya que antes de la aparición del ordenador doméstico, sus usuarios asumían que debían conocer las herramientas y adaptarse a ellas, y no al revés —cuando aprendemos a conducir un coche nos adaptamos su funcionamiento, y no al contrario—.

Con los nuevos entornos gráficos iniciados por Apple en 1983, los requerimientos de consistencia lógico-matemáticos no eran los mismos que con los computadores dedicados al cálculo matemático y cuya forma de comunicarse era mediante tarjetas perforadas. Ahora lo importante es que el usuario tenga un escritorio con iconos bonitos. A partir de este momento el computador se convirtió en un producto comercial, alejándose de su pasado y comercializándose aún sabiendo que su código estaba sin verificar acorde a criterios científicos —es muy caro hacer esto—, o directamente estaba repleto de errores—los Windows 95~XP—. Sabían que al usuario no le iba a importar, bien por lo cool que era su producto, o bien porque se lo habían pasado en un DVD «pirata».

La excepción a esta situación podría ser el sistema UNIX, un SO (sistema operativo) creado por dos científicos del MIT. Este SO funciona como un reloj, es preciso y siempre hace lo que ha de hacer y lo que se espera de él, salvo ciertas tolerancias presentes en todo proyecto de ingeniería. Basándose en él han surgido otros SO que han heredado parte de su eficacia, pero al que le han añadido la mencionada interfaz de usuario personalizada a criterio de los programadores (Linux, Mac OS X).

Por tanto, el error informático no es debido a un «defecto», o a una «imprecisión» o característica propia e inherente a la informática. Ni tampoco es ineludible. Por el contrario, los problemas típicos de la informática son debidos a la introducción de criterios alejados de su naturaleza, fundamentalmente los comerciales. Allá donde los criterios de programación pasan por filtros distintos que los de la lógica o la propia construcción física, hacen que la informática pierda su carácter de ciencia y no se le pueda exigir la precisión que se pueda esperar de una de ellas. Salvo que se refleje en el contrato comercial, claro.

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martes, 23 de octubre de 2012

Pensar mal, para poder acertar

martes, 23 de octubre de 2012
¿Que mejor defensa que un buen ataque?, al menos, eso dicen los comentaristas deportivos. Es indudable que acusar tu primero para defenderte de lo mismo, es una manera tan efectiva como poco «elegante». El ataque ad-hominen, el hombre de paja, y otro tipo de falacias similares podrían englobarse en otra que llamaríamos espejo, ya que realmente estamos reflejando en el otro nuestra propia suciedad mental. Si acusas de robar, o de mentir, ya colocas en posición incómoda a la otra persona para que precisamente puedas hacer tu lo mismo. El «¡y tu más!» tan tristemente conocido.

Incluso se podría decir que deseamos que roben o mientan el mayor número de gente, para así también hacerlo tú, o sentirte justificado. «Mal de muchos, consuelo de tontos». Una persona que prefiero no recordar me dijo una vez que lo que tenía de «bueno» el gobierno franquista era «que dejaban defraudar un poco». De esta forma, me decía, la gente se calmaba al creerse que había «engañado» al Estado franquista. Patético. Tanto como los políticos que en lugar de analizar las causas del fraude fiscal y atajarlo, deciden aumentar la imposición fiscal lo que hará que el fraude aumente todavía más.

Es que aún hoy en día, en esto que algunos llaman «democracia», todos los gobiernos de España han supuesto que sus ciudadanos van a robar, van a mentir y van a defraudar, continuando con «la tradición». Todos menos ellos mismos, los políticos, claro. Estos gozan de inmunidad hasta el punto de que pueden robar en un supermercado, sin problemas. Sin embargo, un ciudadano autónomo ha de pagar por adelantado el IVA (no vaya a ser que luego se le olvide —sic—), o no pueden contratar a un familiar suyo con el mismo régimen fiscal que contratando a cualquier otra persona. («¡Ja, ni que fuéramos tontos!, contratando a tu hermanito de bulto para chanchullear luego con sueldos y cotizaciones, y que quede todo «en casa», ehhhh???» ). Los trabajadores por cuenta ajena simplemente, están cogidos por los güevos.

En el extranjero, hasta hace poco, los servicios de transporte público no tenían a nadie que de forma permanente, controlara el pago del billete. El típico español se ríe ante esta circunstancia («¡anda que voy a pagar yo el ticket, ja, pues no soy listo ni ná!»). Naturalmente, lo que ocurre fuera no es que sean tan gilipollas que no hace falta controlar el pago de los servicios públicos (de hecho, lo hacen, sin previo aviso). Lo que ocurre en muchos sitios del extranjero es otra cosa, tiene un nombre y se llama civismo. Saben que un mal uso del servicio público no trae ningún beneficio, y a la larga, empeorará dicho servicio. Son capaces de ver el cuadro general (Big Picture, como dicen los anglosajones), y saben controlar el pequeño y absurdo beneficio inmediato, más propio de los chiquillos.

Las colillas de tabaco. Un amigo me contó que en el extranjero salió a fumar en una ocasión fuera del edificio, ya que en cuyo interior no estaba permitido (en esto, igual que aquí). Inadvertidamente, a pesar que el suelo estaba impoluto, tiró la colilla en un gesto automático con los dedos, ¡zas!. Un coche al azar que pasaba por aquel lugar en ese mismo instante, tocó su claxon en tono de reprimenda. En España esto es impensable. La ley anti-tabaco ha servido para poco más que trasladar un problema de educación de dentro, a fuera de los establecimientos. A terrazas y parques infantiles, en donde de forma todavía más despreocupada que antes al sentirse plenamente «legitimados», apestan con su humo a todo aquel que tiene la mala suerte de estar a su lado. Por no hablar de las cenizas y colillas que dejan amontonadas en aquellos puntos en donde se les permite hacerlo («encima que me prohíben fumar dentro, no voy a ser cuidadoso con las colillas, ¡vamos, ni que fuera tonto!»)

Los nacionalismos españoles resultan muy curiosos. Digo españoles porque todos los que hay en España son iguales, aunque ninguno lo admita. Unos se escandalizan de que les quieren «españolizar», pero no tienen ningún reparo en «catalanizar» a quien sea, en su comunidad o fuera de ella. A pesar de que el nacionalismo catalán critica con saña al castellano (¿?), en el fondo se alegra profundamente de su existencia y además, repite todos y cada uno de las supuestos abusos y defectos de los que le acusa.

Hasta hace no mucho nos parecía normal que un político «listo» usara su cargo para su propio beneficio. Apabullantes y demoledores hechos han sido necesarios para que esta situación respecto a los políticos comience a cambiar ligeramente (la mayoría de criticas a los políticos todavía tienen un trasfondo puramente partidista y tendencioso), pero todavía queda gente sobre todo de generaciones de la posguerra, que consideran que una «buena persona» no vale para político. Ni tan siquiera para defender legítimamente su propio interés como ciudadano. Por esto llaman perroflautas a los que; intentando arreglar bajo su criterio la situación política por la que pasa España; inician caminos que aquellos no entienden o que confunden con estereotipos pasados de moda.

En definitiva, en España solemos pensar mal de los demás («piensa mal y acertarás», dicen). Cuando se dice «la gente», muchas veces, demasiadas, es con tono despectivo. Mentimos y falseamos datos con rapidez, para adelantarnos al vecino. Que no crean que somos gilipollas. El problema es que se hace de forma que provocamos la reacción que presuponemos. Pensamos tanto y tan mal de los demás, que al final, logramos acertar. Somos así de listos.