Día del genocidio

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Hace tiempo me encontré en un blog de clara orientación filoterrorista, independentista vasco y anti todo lo que huela a español, con la sorprendente (para mi) afirmación de que la conquista española de las Américas supuso un genocidio del pueblo nativo.

Tengo que confesar que, si bien había escuchado de todo respecto a la clásica Leyenda Negra sobre la conquista y colonización española del nuevo continente, era la primera vez que escuchaba en relación a este tema el término «genocidio»

Creo que hay suficiente evidencia para pensar que, con todos los defectos dada la época y el nivel cultural de muchos de los caciques españoles que llevaron a cabo la colonización de las nuevas tierras en nombre su reina, ha resultado ser si no la que más, una de las que más ha respetado a la población nativa, llegando a mezclarse con ella de forma totalmente notoria y permitiendo que personajes como Evo Morales lleguen a ser jefes de estado de las naciones políticas creadas gracias a la transmisión de la cultura greco-latina, imitada desde hace siglos por el resto de culturas del globo y que a la postre, ha marcado el curso de la historia de la Humanidad y de todos los pueblos que la forman.

¿De donde viene entonces la obsesión por utilizar este término? Tras hacer algunas averiguaciones encontré que parece ser que en términos numéricos la colonización europea del nuevo continente supuso una drástica reducción de la población nativa. ¿Fue debido a las conquistas militares que arrasaron a toda la población, mujeres y niños incluidas? ¿fue a causa de la actitud de los caciques mencionados que, a pesar que necesitaban mano de obra para cultivar y cuidar al ganado en las nuevas tierra de cultivo y ganadería que se creaban, aniquilaron por capricho genocida a la población? No, la causa no fue ninguna de las mencionadas.

A pesar de que desde el punto de vista actual no fueron modélicas muchas de las actitudes de los protagonistas de aquellos actos —la lejanía con la autoridad y la falta de cultura hizo estragos— la explicación de la muerte de un gran número de la población indígena nativa no fue otra que la enfermedad. Los colonizadores podían haber realizado no solo un genocidio, sino haber aniquilado por completo, si esa era la intención, a la población local. Sin embargo se puede comprobar como esto no fue así en absoluto. La causa fue simplemente, un desgraciado e inadvertido accidente de la Historia.

La aparición de personas de un continente lejano y separado por el océano, tuvo como efecto secundario algo que a buen seguro —siglos antes de que Pasteur descubriera el motivo de las transmisiones de las enfermedades— nadie en todo el planeta podía prever. Fueron los que en aquel momento tenían la capacidad para lograr la hazaña de cruzar el océano y la valentía para adentrarse en una zona inexplorada y rodeada de extraños mitos tenebrosos, paradójicamente, los que provocaron la transmisión de enfermedades para las que la población nativa carecía de defensas.

Puedo comprender que personas ignorantes manipuladas por nacionalismos radicales, furibundos e irracionales llamen a este trágico accidente de la Historia un genocidio, puedo entender, aunque me cueste, que políticos corruptos igualmente ignorantes y tan caciques o más como muchos de los que participaron en la colonización, lo utilicen para sus fines partidistas a falta de otra cosa constructiva que ofrecer. Pero la gota que ha colmado el vaso ha sido que recientemente una persona que no me apetece revelar, competente y que creía lo suficientemente sensata como para no dejarse manipular por el entorno nacionalista que se vive en Cataluña, haya caído en el mismo error.

No entiendo muy bien lo que pasa, pero esta confusión deliberada y claramente interesada, que mantiene a mucha gente en la más profunda ignorancia de la compresión de los términos utilizados y de una interpretación de la Historia en función de la época y no a conceptos actuales, puede resultar interesante para los políticos que tienen la falta de escrúpulos necesaria para aprovecharse de ella, pero no creo que nos lleve a ninguna parte. Con suerte.