viernes, 28 de noviembre de 2014

El cambio de modelo educativo

viernes, 28 de noviembre de 2014
Si Internet está suponiendo un cambio de paradigma a nivel social y económico, una situación similar puede estar ocurriendo en el ámbito de la educación. En concreto, en la auto-educación. Como se vio en un artículo anterior, el conocido escritor y divulgador científico Isaac Asimov —entusiasta defensor de la autoeducación— predijo un tiempo en el que todo el saber humano estaría al alcance de la mayoría de la población.

Si bien quedan muchas zonas en el planeta subdesarrolladas, hay iniciativas para dotar de acceso a Internet a estas zonas y de está manera, a las fuentes de información —posibilitando su uso educativo, y por supuesto, el comercial—. La cuestión es que por primera vez en la Historia existe la tecnología para que la gente tenga a su disposición todo el saber acumulado de la Humanidad, cuando quiera y donde quiera.

Un ejemplo del valor de la autoeducación y del acceso a la misma, es Steve Jobs. Si bien puede que su valía como persona no fuera del todo ejemplar en otros aspectos, el relato que forma su caso particular tiene un valor que está por encima de su protagonista. Jobs no acabó sus estudios universitarios, sin embargo, aprovechó el tiempo de una manera distinta a la que el canon oficial marcaba. Se las arregló para poder asistir a las asignaturas que más le interesaban, aunque el conjunto de ellas no le valieran para título alguno. Todas aquellas materias las usó posteriormente en su vida laboral, con el resultado que conocemos. Si bien tuvo que asistir a las clases presenciales, el concepto de diseñar tu mismo tu carrera académica, es hoy en día más viable gracias a las nuevas tecnologías.

La tendencia a dar cada vez más importancia a la enseñanza «en-línea» es clara. La oferta es de cursos con obtención de titulación oficial —de carácter formal—, como de otros temas de carácter complementario, pero no menos importantes. En ambos casos se pueden encontrar cursos gratuitos como de pago. El objetivo es, antes que el de obtener un título impreso en un papel para colgarlo en tu habitación, sencillamente el de aprender.

Esta nueva oferta recibe el nombre de MOOCs (Massive Online Open Courses), y lo están ofertando las principales universidades de todo el mundo. El patrón que se sigue continua basándose en el clásico de profesor-alumno, si bien con todas las ventajas de la no-localización. Aunque fue el MIT en el 2001 el pionero en aplicar las nuevas tecnologías a la enseñanza, el acontecimiento que marcó un antes y después fue un curso sobre inteligencia artificial preparado por el profesor de la Stanford University, Sebastian Thrun, que superó los 160.000 alumnos matriculados. Tras el éxito de esta iniciativa, un colectivo de profesores fundo Coursera.

En España hay una cierta tradición consolidada con los cursos a distancia: Además de CEAC, en el ámbito universitario todo el mundo conoce a la UNED (Universidad a distancia), si bien estos centros utilizaban medios tradicionales —correo— hasta la aparición de Internet. La UOC es una de las primeras universidades en España en la que se podía obtener un título, de forma completamente «en-línea». En general, la mayoría de universidades tiene una oferta de cursos a distancia.

La necesidad de un título oficial es un requisito ineludible para muchas ofertas de trabajo. Sin embargo, en ninguna parte impiden que completes la formación con lo que encuentres más interesante, bien por inquietud personal, o por que analizas que es lo más adecuado para un sector profesional determinado.

En cualquier caso, hay un problema a tener en cuenta: que en España tenemos una cultura de méritos deficiente, y un entorno político que influye negativamente en el laboral, de manera que las iniciativas y el desarrollo provienen en su mayoría de fuera de nuestras fronteras.

Pero sobre todo, siguiendo la tendencia actual, cada vez es más importante en la educación lo que decida cada uno sobre su futuro.

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    miércoles, 15 de octubre de 2014

    catalán y castellano

    miércoles, 15 de octubre de 2014
    En la Edad Media habían muchos castillos en toda Europa, no sólo en "Castilla"
    «porque el español nació en la calle, no en un monasterio ni debajo de ninguna piedra [..] los localismos [que pretenden vincular el nacimiento del idioma a un monasterio concreto] son una patochada»
    Gonzalo Santonja, director del Instituto de la Lengua de Castilla y León
    (Artículo de "20minutos")

    El origen del castellano

    La versión «oficial» sobre el origen de la lengua castellana establece que su nacimiento se remonta nada más y nada menos que a la propia formación del Reino de Castilla. La cuestión es, ¿puede un texto encontrado en un pequeño reino medieval ser el origen de una lengua que ha sufrido tantas transformaciones?

    Me explico. El texto más antiguo en castellano es un documento que es tan parecido con la actual lengua llamada de esta manera, como lo pueden ser un huevo y una castaña. Sí, está claro que las lenguas evolucionan, pero, ¿precisamente de ese texto? Según el análisis filológico mostrado en la Wikipedia hay una serie de notas técnicas muy especializadas —tanto que parecen buscadas con lupa— que sugieren que aquel es un texto protocastellano. De cualquier manera, ¿quien lo va a discutir en una España en donde las mayorías dictan la realidad de las cosas?

    Puede que se encuentren en ese texto algunos detalles que sean el germen de lo que luego se llamaría «el castellano». Necesariamente, en la lengua que hablamos hoy en día hay elementos que se han de encontrar en el latín vulgar hablado hace casi mil años. Pero escoger un texto concreto como «el fundador» es una «patochada», como unos de sus propios descubridores afirma.

    Podría escogerse como «fundador» cualquier texto que haya contribuido de alguna manera decisiva a la formación de la lengua, todo estriba en el momento que se desee escoger como «punto de partida». Por ejemplo, la lengua vasca es una de las que ha aportado un elemento diferenciador único al castellano, ¿significa eso que todos los aportes anteriores o posteriores –íberos, celtas, etc.– que diferenciaban a ese latín vulgar del resto no importan?

    Otro ejemplo. El Cantar del mío Cid, un texto de referencia del castellano antiguo, en su versión original. En el se observa un texto sin «ñ» con la «ç» y con palabras como «exida» —muy similar a la forma valenciana «eixida» («salida»)— o «finiestra» —equivalente a «finestra» («ventana» en «catalán genérico»)—. Estas palabras se han perdido y en su lugar se han introducido otras, como consecuencia de la evolución posterior que es la que realmente ha dado forma a la lengua, no un simple texto de hace diez siglos.

    Se puede decir que originalmente, las diferencias entre lo que hoy en día insisten en decirnos que se llamaba «catalán», «aragonés», «castellano» o «gallego», no eran apenas tales, sino en todo caso, diferentes formas de denominar al latín vulgar. De alguna manera, el punto de partida era en todos los casos prácticamente el mismo.

    El castellano no ha surgido en Castilla, y de ahí se ha extendido al resto, de la forma en la que nos lo quieren hacer entender. Ha sido la evolución política posterior y su intervención en asuntos lingüísticos la que ha dado forma a estas lenguas, tal y como hoy las conocemos. Para ilustrar mejor la idea, pensemos en una historia ficticia alternativa, pero que pudo haber sido totalmente posible:

    «leonés» en lugar de castellano

    Supongamos que en lugar de «Castilla» hubiera sido «León» el título que la corona hubiera recibido. Para no aburrir al lector, se puede resumir que en aquel entonces los territorios se los repartían entre los herederos como si fueran trufas —a la gente casi le daba igual un rey que otro—. La cuestión es que el Rey de Castilla, Fernando III, heredó de carambola el Reino de León. A la formación política resultante le llamó Corona de Castilla, porque para eso era rey.

    Bueno, rey, pero no como los del absolutismo que vendría siglos después. Entonces debían ser magnánimos con el pueblo, por eso el latín se relegó a ceremonias religiosas, y los reyes comenzaron a usar «la lengua del pueblo». Pero claro, ¿de qué pueblo, el de León o el de Castilla?

    Este proceso es el que no nos han contado nunca, pero fuera lo que fuera que hablaban en León —¿porque en León hablarían «algo», no?— no podría ser muy distinto al latín vulgar que se hablaba en Castilla. Pensemos en Fernando III —el primer rey de Castilla y León— en algo que no se suele mencionar cuando de un estudio de este tipo se trata: ¿qué clase de latín vulgar hablaba?

    No existe una manera precisa de conocer cómo se formó la lengua que se hablaba en la Corona tras la unificación de los reinos de Castilla y León, pero sabemos tres cosas:
    1. Que el padre de Fernando III era originario del antiguo Reino de León y su madre, de Castilla. No se sabe qué peso tendría cada vínculo en la lengua final que el monarca usara, pero sabemos que el infante Fernando pasó la mayor parte de su infancia y juventud en el entorno de su padre, la corte del Rey de León,
    2. Que aunque el pueblo poco podía aportar en una época en la que no existían escuelas públicas,  era sin embargo el que «daba vida» a la lengua.
    3. Que la Iglesia utilizaba el latín, todavía considerada como la «lengua culta», por lo que se mantenía al margen salvo para recoger y guardar los textos.
    Lo que parece más sensato suponer —y lo más importante— es que el latín vulgar hablado en la Corona de Castilla resultante de la unificación, fue una combinación natural entre lo hablado previamente en los respectivos reinos, sin que resulte relevante el peso de las distintas variantes. No obstante, resulta curioso comprobar como en el trabajo de Alfonso X —El hijo de Fernando— y su iniciativa de proyectar una importante literatura en latín vulgar, hay una especial predilección lingüística por la parte oriental de la península. Es así hasta tal punto que el origen literario de lo que hoy en día algunos llaman galaico-portugués, está en este trabajo.

    Por lo tanto, el llamado «castellano» podría ser perfectamente un «leonés» llamado así por tomar el nombre de la propia Corona de Castilla. El «leonés» que se habla ahora sería un «residuo» de todo lo que no pudo ser incluido en el nuevo castellano de Alfonso X —al crear un estándar siempre hay partes «periféricas» que quedan fuera—

    ¿Qué hubiera ocurrido de llamarse «Corona de León» en lugar de «Corona de Castilla»? Sospecho que el castellano que hablamos ahora hubiera pasado a llamarse «leonés» y hoy en día estaríamos situando el origen de la lengua en algún lugar del antiguo Reino de León, convenientemente escogido. Todo esto suponiendo que el nombre de «castellano» provenga del nombre de la Corona de la que «heredaba» su nombre, ya que podrían existir otros motivos que modificarían sustancialmente nuestra impresión de los hechos y la idea de que «lo castellano» se extendía por la península.

    «Señores del castillo»

    En algunos pasajes de El Quijote se puede comprobar como el vocablo «castellano» tenía significados distintos a los usados actualmente. Existía otro que, sorprendentemente, está ignorado en la Wikipedia en español —existe sin embargo en la versión en catalán— y que puede resultar fundamental para una mejor comprensión de las cosas. Ese otro significado de «castellano» es mucho más prosaico y completamente obvio: el señor encargado de la custodia del castillo —«Alcaide» sería lo usado en la Wikipedia—.

    Viendo don Quijote la humildad del alcaide de la fortaleza, que tal le pareció a él el ventero y la venta, respondió:
    -Para mí, señor castellano, cualquiera cosa basta, porque mis arreos son las armas, mi descanso el pelear, etc.
    El Quijote, Don Miguel de Cervantes

    La «lengua castellana» por tanto, podría tratarse de una manera genérica de referirse a la lengua de los señores feudales, los cuales normalmente usaban la lengua de la corte real, lo que sería un símil de «lengua oficial» En cualquier sitio, llamaban «castellano» a la lengua «legal» o lengua de la autoridad, independientemente de donde viniera aquella.

    Parece como si se hubieran aprovechado de esta polisemia para utilizar sólo el significado que les convenía, ignorando el resto, pretendiendo que Castilla y su «castellano original» se extendía por la península. La realidad parece indicar por el contrario, que «el castellano» era en realidad una denominación ambigua y genérica de una lengua desprovista de identidad. Una lengua que se construía «sobre la marcha» en el uso por parte de una gente que, en aquellos pretéritos tiempos, carecía de «nacionalismo lingüístico».

    El catalán

    ¿Qué tiene que ver el catalán con el castellano? Pues más de lo que mucha gente cree, por varios motivos:
    1. Parten de un similar latín vulgar, en el que las distintas influencias originales marcaron un papel importante, pero no mayor que la evolución posterior que es la que marcó realmente las diferencias.
    2. El origen de la denominación de «catalán» es probablemente el mismo que «castellano». Eran distintas formas de llamar al mismo concepto.
    3. La teoría de «expansión» del castellano denota un nacionalismo que es imitado por el nacionalismo catalán, el cual se basa en la idea de que «el catalanismo» se expandió por la Corona de Aragón, de habla no castellana. Este «nacionalismo castellano» fue utilizado por el franquismo para su teoría de «construcción nacional».
    Los puntos nº 1 y 2 se han visto en la primera parte de este artículo. El punto nº 2 proviene de varias teorías que intentan explicar el origen del término «catalán», o «cataluña», que a día de hoy hasta los más acérrimos catalanistas admiten no conocer. Consiste en asumir que «catalán» y «castellano», significan lo mismo, es decir, los encargados de la custodia del castillo.

    Versiones —actuales— de «castellano»
    LenguaTraducción
     Catalán «castellá»
     Gallego «castelá» o «castelán»
     Occitano «castelhan»
    Tabla 1.—

    Versiones —actuales— de «catalán»
    LenguaTraducción
     Catalán «catalá»
     Gallego «catalán»
     Occitano «catalan»
    Tabla 2.—

    El termino «catalán» es muy similar a «castellano», en lenguas que no tienen nada que ver entre sí —salvo por supuesto, en que tienen el mismo origen— como gallego —«castelán»— y occitano —«castelhan»—, donde son interpretadas como «lengua castellana» —o «español»— en la mayoría de los casos, ignorando otros significados que eran comúnmente usados en la antigüedad.

    Hoy en día ya nadie vive en los castillos y por tanto, la figura del «alcaide» o «señor del castillo» ya no existe. Con el paso de las centurias, el termino «castellano» se centró en su significado más «localista». La progresiva diferenciación lingüística hizo que lo que en su día tenía el mismo significado, paso a definir cosas —falacia del historiador— que para muchos implican un abismo insalvable: Castellano y catalán. Catalán y castellano.

    Y el punto nº 3 es el mejor de todos, ya que paradójicamente, el nacionalismo catalán imita punto por punto al nacionalismo castellano impuesto por el dictador Franco. La teoría castellanista fue en su día defendida por Menendez Pidal, y el franquismo pronto la convirtió en su guía de referencia. Sin ánimo de poner en duda el importante trabajo de este filólogo, lo que parece claro es que ha existido una utilización política de su trabajo que lo ha llevado hasta extremos cercanos al límite de lo aceptable. 

    El nacionalismo catalán, conocedor de los prejuicios grabados a fuego en el acervo cultural español, cincelado a partir del castellano, ha creado una teoría similar pero aplicada a su caso particular, que resulta irrefutable por la «España castellana» sin que se tengan que poner en tela de juicio las propias suposiciones, prejuicios y nacionalismos no reconocidos. Desmontar el nacionalismo catalanista implica desmontar primero el nacionalismo castellano.

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    domingo, 5 de octubre de 2014

    La lengua como conflicto

    domingo, 5 de octubre de 2014
    Inglés y... spanglish
    Licencia
    El continente americano puede recorrerse desde una parte a otra de los polos, sin que sea necesario hablar más de una o dos lenguas: inglés y español. El francés y las lenguas nativas que aún perduran, acompañan a alguna de las dos más habladas del planeta en el uso por parte de los habitantes de aquel continente.

    ¿Qué es lo que pensaran los americanos tanto de una parte como de otra, de la situación en el Viejo Continente? Con la Unión Europea y el uso del inglés como segunda lengua esta situación está cambiando, pero queda mucho camino para poder hablar de una Europa en la que todos sus habitantes puedan entenderse a través de una o dos lenguas. Todo esto, por supuesto, a falta de determinar si esta situación es deseada, y por quien.

    ¿Es necesario buscar alguna unificación lingüística? Es complicado responder a esta pregunta ya que lo «necesario», es un concepto sujeto a una gran subjetividad. La gente se aferra al pasado más inmediato, a la época en la que surgieron los Estados actuales, y no cesa de reinterpretar el pasado para acomodarlo a su idea de nación. Pero lo importante es saber quien ha de decidir el futuro y en base a qué intereses.

    Sin embargo, la pregunta de si Europa ha reproducido siempre el mito de la «babel» es más clara y evidente de responder. Por más intentos de reinterpretar el pasado, la Historia siempre da la misma respuesta, y esta es efectivamente, no: hubo un tiempo en que era posible recorrer la Europa Occidental y el resto de la cuenca mediterránea, con tan sólo necesitar una sola lengua: el latín. Todas las lenguas actuales de la Europa mediterránea provienen de la lengua utilizada en la Roma Clásica —salvo lógicamente, el griego y el vasco—. Todas por tanto, están emparentadas. Si retrocedemos un poco más, todas las lenguas europeas —incluidas las germánicas—  tienen algún antepasado común, lo que conforma el bloque lingüístico indoeuropeo.

    Estamos acostumbrados en Europa a que en Alemania se hable alemán, en Austria se hable austriaco, en Francia el francés, en Italia el italiano, y así sucesivamente. De esta manera se confunden lenguas con territorios creando asociaciones carentes de fundamento racional —falacia de la falsa analogía—. Por ejemplo, si asumimos, como la apariencia sugiere, que, todo país formado en base a una reglas —arbitrariamente establecidas— tiene «su» lengua; de la misma manera, para una lengua minoritaria hablada en un determinado «territorio» ha de corresponderle su propio país, delimitado con el mismo tipo de fronteras que separan España de Portugal o de Francia. No es necesario señalar que por motivos obvios, para ciertos intereses resulta conveniente fomentar y difundir dicha confusión.

    El problema es que el proceso que dio lugar a las lenguas y el de formación de los países ha seguido caminos paralelos, pero realmente no hay ningún motivo para dar por hecho inevitable que dichos caminos están total e irremediablemente vinculados. No creo que en Hispanoamérica interpreten que hablar «español» implique «ser español», en absoluto. Aún así existe cierta insistencia —política— por llamarle «castellano» en recuerdo de sus orígenes, pero igualmente, no creo que el hacerlo les convierta —ni mucho menos— en «castellanos». Por algún extraño motivo en Europa este asunto está todavía más viciado, lo que hace que en algunos lugares puedas pertenecer a algún grupo étnico distinto creado «ad-oc», en función de la lengua que hables.

    La cuestión es que si las fronteras actuales fueron decididas tras la caída de Roma en un proceso histórico en función de criterios coyunturales, arbitrarios y subjetivos —además de la influencia lógica de la situación geográfica como penínsulas, separación por ríos, cordilleras montañosas, etc.—, para las lenguas se puede aplicar lo mismo. Si ahora cruzamos una determinada línea y la gente habla algo distinto a lo que hablaban al otro lado de dicha línea, no es porque esa gente tenga una genética sustancialmente distinta, ni es porque sean de «otra tribu», ni es porque el aire que se respira es distinto.

    Sólo es el resultado de un azaroso proceso histórico en donde una serie de personas en un lado de la línea acumularon cierto poder y decidieron que en «su» trozo, las cosas se hacían de una manera distinta a la del otro lado de la línea, afectando, normalizando y regulando todo lo que entendían requería serlo, contando para ello, unas veces más y otras menos, con la participación de la gente. Y la lengua era tan susceptible de ser regulada como cualquier otra cosa.

    Y así es como en cada lugar, los señoríos feudales fueron acumulando poder y territorios y decidiendo las cosas como les venía en gana dentro del ámbito geográfico de su influencia. En un proceso similar al de la formación de grumos en nuestro desayuno, se fueron creando diferencias cada vez más grandes hasta que, tal vez inadvertidamente, acabaron por no entender a su vecino.

    Llegados a esta situación se generó lo que en física se denomina una ruptura de la simetría: dos territorios antaño unidos y con una sola lengua, se separan y se identifican cada uno con ideas distintas de «nación» vinculada a la lengua, de forma que no pueden volver a unirse sin pasar por un proceso social complicado más o menos traumático. Traumas que hoy en día lejos de intentar solucionar más bien al contrario se alimentan, con claros objetivos políticos.

    Por esto, es muy probable que las lenguas habladas en la península ibérica tuvieran en su momento un antepasado común llamado en la actualidad «latín vulgar» —en la antigüedad a nadie se le ocurría llamarle así, claro—, inteligible por sus habitantes y relativamente homogéneo. Si como es previsible en algún momento necesitaron denominar a la lengua que hablaban, a falta de acuerdo o de norma establecida, en cada zona le llamaron como creyeron conveniente, generándose así el germen de las diferencias actuales.

    No se trata de míticas cualidades ancestrales, sino simplemente porque la gente, condicionada por el propio lenguaje vivo y cambiante, llamó a las mismas cosas de diferente manera, entre ellas a la propia lengua. De esta manera, inconscientemente, las hicieron distintas.

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    jueves, 18 de septiembre de 2014

    Seis puntos sobre la crisis bancaria

    jueves, 18 de septiembre de 2014
    Los bancos siguen desempeñando un papel en el sistema, sin que por el momento, haya un sustituto
    Se ha hablado mucho sobre crisis, rescates bancarios y deuda publica. Todo el mundo dice tenerlo claro, pero se dan soluciones dispares. Mientras tanto, los ciudadanos tenemos que seguir funcionando. Sabedores de la preocupación de la sociedad, algunos bancos ofrecen como valor añadido el trato personalizado al cliente y muestran sus opiniones, como el Banco Mediolanum. Pero continua existiendo confusión.

    Sectores muy relacionados con el mundo económico han criticado duramente el enorme gasto publico que España estaba acumulando y señalan como prioridad la necesidad de su reducción. Por otro lado, sectores más críticos con el capitalismo replican señalando que dicho gasto era debido a los rescates bancarios. Pero de nuevo, el sector afín al mercado acude rápido a señalar un dato importante: el rescate no ha sido a la banca privada, sino a entidades controladas por políticos, como Cajas de Ahorros y filiales bancarias. No se trataría entonces de «auténticos» bancos privados.

    En lo único en lo que parece que hay cierto acuerdo es en que se ha gastado dinero público en asuntos «indebidos». Sin embargo, en cuanto se ha de concretar qué es y qué no es lo indebido, o señalar a los responsables y aportar soluciones, la empanada mental es impresionante.

    Agitando los mismos hechos con la mano, ambos sectores reclaman sin embargo medidas contrapuestas, a cada cual más radicales: por un lado se piden nacionalizaciones de aquellas entidades a las que se ha rescatado, y por otro, la prohibición de entidades bancarias publicas —como cajas de ahorro— debido al descontrol que han supuesto. Sin embargo, si nos apartamos de posturas dogmáticas la situación tiene otro aspecto:
    1. Tal vez llamar «banqueros» a directores ejecutivos de entidades financieras semi-públicas puestos a dedo por políticos sea excesivo, pero en cualquier caso, lo verdaderamente importante y en lo que parece que hay cierto acuerdo es que los políticos han tomado decisiones incorrectas, antes, durante y tras los comienzos de los desplomes financieros.
    2. El déficit público se debe en su mayor parte a dichos rescates. Da igual que hayan sido a entidades públicas que privadas. La cuestión es que no se ha debido a un gasto excesivo en educación, ni en sanidad, ni en desarrollo, ni en investigación.
    3. El dilema no consiste únicamente en si se nacionaliza o se rescata con dinero público un banco quebrado. El problema es si esta pretensión no se acompaña de otra de cambio fundamental en las instituciones democráticas que afecte al sistema de representación y control de los políticos que los manejarían. Desde el 15M, ambas exigencias suelen ir acompañadas. Por tanto, es absurdo prohibir las nacionalizaciones con la excusa de que «los políticos son malos». Lo que hay que hacer es ponerles límite.
    4. La principal diferencia entre un banquero y un político —o alguien que depende de ellos— es que el primero tiene su negocio en riesgo. El segundo no arriesga prácticamente nada, al menos en España. Pero precisamente por esta impunidad y prepotencia política, la sospecha de acuerdos poco transparentes entre el poder político y la banca privada se hace demasiado insoportable como para no tratarlos con cuidado.
    5. No se puede meter en el mismo saco a los bancos de EEUU junto con los de España. Sin entrar en lo que sería un largo debate sobre los pros y los contras del sistema norteamericano, la cuestión es que la situación es completamente distinta a la de España. Para empezar, los bancos de EEUU que han estado implicados en las causas de la crisis son entidades de servicios financieros. Esto es, de especulación pura y dura, negocio que apenas existe en España —por lo menos reconocido—. En este país donde el poder judicial apenas se diferencia del político y en donde se permiten instituciones como las SICAV, que sólo benefician a las grandes fortunas mientras el ciudadano es sacudido a impuestos, no hacen falta. Ya se especula suficiente con la confianza de los ciudadanos.
    6. Esta excesiva inocencia o confianza en el sistema político por parte de la sociedad, es la que nos hace a todos culpables de la actual situación, aunque sea por pasividad. Pero que seamos culpables, no es lo mismo que ser responsables. Lo son los que ocupan cargos que se supone existen para evitarnos estas situaciones, o que manejan una información privilegiada que han utilizado exclusivamente en su favor.
      Un consejo: a la hora de tomar decisiones o de valorar, la situación, no nos dejemos influir por la pelea de gallos en la que se ha convertido este asunto, como con tanta frecuencia suele ocurrir en la polarizada sociedad española.

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      jueves, 24 de julio de 2014

      Arqueología informativa

      jueves, 24 de julio de 2014

      «El millonario terrorista islámico Ben Laden amenaza con nuevos atentados contra objetivos norteamericanos» (año 1998)




      • Texto de la noticia: «El millonario terrorista islámico Ben Laden amenaza con nuevos atentados contra objetivos norteamericanos»
      • Medio: periódico «Las Provincias»
      • Fecha: Jueves, 20 de agosto de 1998
      • Lugar de la foto: en la vía pública de un pueblo de la Comunidad Valenciana    

      martes, 15 de julio de 2014

      Sociopatía en las redes

      martes, 15 de julio de 2014
      Yao Ming, el meme de intenet más famoso
      ¿Están cumpliendo las redes sociales con su cometido? ¿cuál se supone que es este? ¿están mejorando la comunicación entre las personas, o simplemente están trasladando un problema de un medio natural a otro tecnificado?

      Son varios los medios especializados los que advierten que las redes sociales mal utilizadas pueden hacer padecer a sus usuarios algún tipo de principio de sociopatía, entendida esta como una desconexión de la sociedad real, creándose una imagen y un entorno social en la red a medida de sus sueños, aislándose en él sustituyendo incluso a las relaciones de persona a persona. El usuario, se encuentra con que no soporta cómo el resto de la sociedad le ve, debido a lo cuál necesita construirse un «nuevo perfil», en donde de forma virtual vuelca en él sus anhelos, miedos y esperanzas. Como consecuencia, nunca soluciona verdaderamente su auténtico problema.

      Esta situación no es distinta sustancialmente a lo que ha ocurrido desde la misma aparición del teléfono, en donde mucha gente se pasaba horas hablando de temas intrascendentes, dejando a un lado otros aspectos de la vida que podrían reportarle un mayor beneficio personal que perder horas colgado de un terminal —procrastinación—. La diferencia es que la tecnología ahora es mejor, pero los avances logrados sólo se dirigen a cumplir de forma eficiente con el cometido básico de comunicar mediante el envió de un mensaje —voz o sonido, texto o imagen— a un destinatario. Para qué es el mensaje y cuantas veces lo utilicemos y cuando, es algo que sigue siendo potestad de la persona. Si no se es capaz de autocontrolarse y ponerse límites, la mejora tecnológica no sólo no va a solucionarnos la vida, sino que nos la va a complicar más.

      Always BHappy
      Tal vez conocedores de este problema, ha surgido entre otras la aplicación Always Bhappy, que intenta marcar una serie de pautas en el usuario que se supone «saludables». Según aseguran en la página de descarga de Always BHappy, el conjunto de actividades que se proponen está respaldado por profesionales de la comunicación y la psicología.



      Personalmente, creo que lo mejor es dejar de depender totalmente del teléfono móvil, pero para los más «enganchados», para los que han perdido la capacidad de organizar sus vidas fuera de una red social, tal vez pueda serles útil.

      sábado, 28 de junio de 2014

      El fundamento de la ciencia (Carlo Rovelli)

      sábado, 28 de junio de 2014
      El fundamento de la ciencia es mantener la puerta abierta a la duda. Precisamente porque seguimos cuestionando todo, especialmente nuestras propias premisas, estamos siempre dispuestos a mejorar nuestro conocimiento. Por lo tanto, un buen científico nunca tiene "certeza". Esta falta de certeza es, precisamente, lo que permite alcanzar conclusiones más fiables que las de aquellos que tenían certeza sobre las suyas: gracias a que el buen científico estará listo para cambiar a un punto de vista diferente si surgen mejores evidencias, o nuevos argumentos. Por lo tanto, la seguridad no sólo no sirve de nada,  es en realidad perjudicial, si valoramos la fiabilidad.
      Carlo Rovelli (físico teórico)
      Foto: Wikimedia


      Leído en: Brain Picking

      viernes, 20 de junio de 2014

      El mundo postmoderno

      viernes, 20 de junio de 2014
      La posmodernidad viene definiendo los parámetros de la cultura popular desde que surgiera a principios de los 70. ¿Cuales fueron sus orígenes? ¿qué factores coincidieron para crearse esa corriente cultural? ¿es realista esa desconfianza el en género humano y su pesimismo del futuro? Aunque puede que no sea una respuesta definitiva a estas intrigantes cuestiones, el siguiente fragmento nos acerca bastante a una explicación de la situación a la que tarde o temprano, nos tendremos que enfrentar como especie:

      Hasta hace unos decenios, hasta que estuvo en la mano del hombre la posibilidad de destruir la vida entera del planeta, los argumentos anti-progresistas (por lo que al aspecto científico y técnico del progreso se refiere) carecían de fundamento serio y parecían no más que los usuales presagios agoreros que han acompañado siempre al progreso de la humanidad, como los aullidos de los canes que flanquean, sin detenerlas, a las caravanas. Hasta hace poco, insistimos, la dimensión moral y artística del progreso podía, sí, ponerse en tela de juicio, puesto que en ese terreno los ciclos de esplendor y decadencia, de puritanismo e inmoralidad, parecen sucederse alternativamente, sin presentar una continuidad progresiva. En cambio, la índole acumulativa y progresiva del lado científico y técnico parecía indiscutible. Sin embargo, justo en el momento de su máximo progreso ocurre que esta cultura científica, aparentemente todopoderosa continua siendo manejada por un ser humano moralmente frágil, sujeto a regresiones y anomalías afectivas que lo pueden poner en el trance de hacer un uso irracional de la fuerza aniquiladora que su «neocortex» es capaz de desatar. Ahora bien, si esto ocurre, se provocaría el colapso de toda la civilización y, con él, la regresión inexorable de los supervivientes a niveles mentales tan rudimentarios como los de los primitivos.
      José Luis Pinillos, La Mente Humana (1969), pág. 42.

      Descubierto por casualidad en un antiguo ejemplar de la mítica colección RTVE, comprado hace poco en un local de libro antiguo. En el se explica, entre otras cosas, cómo el ser humano se encuentra en una encrucijada en la que su mente instintiva o animal, evoluciona a un ritmo distinto de su parte racional. Esta última, le hace capaz de las más increíbles proezas excepto la más primordial de ellas: controlar o dominar a su parte irracional.

      Publicado originalmente en el blog Al Final de la Eternidad el 19 de junio de 2014

      martes, 17 de junio de 2014

      La educación necesaria

      martes, 17 de junio de 2014
      La autoeducación es, creo firmemente, el único tipo de educación que existe.
      Isaac Asimov

      Imagen: Flickr
       ¿Está la educación diseñada para ayudarnos, o realmente de lo que se trata es formar a carne de cañón para el mundo laboral? ¿qué función cumple la universidad en este ámbito? En la oferta laboral de un país cuya economía consiste en servicios y turismo, los puestos que venían siendo desempeñados por técnicos provenientes de la Formación Profesional, son ahora ocupados en muchas ocasiones por universitarios que han pasado años hacinados en las universidades de la época de la burbuja, estudiando unas carreras que ahora no pueden aprovechar como pensaban. Esto hace preguntarse a mucha gente si realmente no será más práctico hacer un curso a distancia como por ejemplo los de la conocida CEAC.

      Isaac Asimov, conocido divulgador científico y escritor de ciencia-ficción, autor de la frase que encabeza el artículo, opinaba que la educación tradicional tenía un excesivo carácter impuesto: todo el mundo ha de aprender lo mismo, en el mismo lugar y al mismo ritmo, sin tener en cuenta los gustos, las necesidades y las capacidades de cada alumno. Asimov venía a decir que por encima de un mínimo necesario para asegurar una base educativa común, debería existir un punto en donde fueran las circunstancias de cada persona las que decidieran la línea futura, sin estar constreñidos por los actuales rígidos patrones educativos.


      El educador y escritor Sir Ken Robinson, opinaba unos años después de forma similar. Para él, la educación sigue unos patrones obsoletos, originados en la época de la Revolución Industrial y orientados a formar a la gente en las áreas más técnicas, dejando la parte más creativa y artística en segundo lugar. Robinson critica que actualmente en las escuelas se forma a los alumnos para desenvolverse en entornos ordenados y predecibles, donde las matemáticas ocupan un papel primordial. Sin embargo, es cuando ocurre lo inesperado y los planes se vienen abajo —como en la crisis actual—, cuando hay que usar esa parte creativa e imaginativa actualmente menospreciada, para salir del atolladero.


      El todo caso, cualquiera de los que hemos recibido educación pública en los últimos 40 años podemos coincidir en que ésta no se corresponde adecuadamente con lo que posteriormente, en el mundo adulto y laboral, nos encontramos. Durante la Transición, con el advenimiento de las nuevas fuerzas políticas, se transmitió un optimismo que esas mismas fuerzas políticas destrozaron con su mal ejemplo. En el ambiente laboral, el caciquismo, el peloteo, la sumisión y el nepotismo, conceptos que no entraban en ninguna asignatura, son sin embargo una norma excesivamente necesaria para desenvolverse.

      Nos vendieron un mundo en el que la lógica, la educación y el respeto entre iguales debía ser la norma. Pero la diferencia con el mundo que uno se encuentra cuando acaba la formación académica es de tal calibre, que difícilmente se puede evitar pensar que de lo que se trataba —y probablemente se trate— en el fondo, es crear a marionetas al servicio de unos intereses que poco tienen que ver con nuestro desarrollo personal.

      Ahora bien, lo queramos o no, ese es el mundo que nos ha tocado vivir. Lamentarnos no sirve de nada, y es necesario conocer cómo funciona y cuales son esas normas reales que nadie nos ha contado, para encaminar nuestra vida lo más cerca posible de nuestros objetivos y nuestros sueños.

      Los títulos oficiales en España tienen el mismo valor que algunos artículos de la Constitución Española de 1978. Aquellos que defienden la igualdad de los ciudadanos, por ejemplo. Ambos casos son igualmente oficiales y defendidos por el Estado, pero los problemas que estas afirmaciones adolecen en su realización práctica, responden a una laxitud legal y formal que se arrastra desde sus orígenes, a la que las instituciones oficiales y empresas se acogen para lo que les interesa. Como consecuencia, los títulos apenas tienen mayor valor que para establecer filtros en convocatorias, normalmente de puestos por debajo de la capacitación teórica de lo que se exige.

      En definitiva, dentro de los engranajes del funcionamiento de la sociedad, los títulos son necesarios y hasta cierto punto convenientes. Pero se ha de tener muy en cuenta que por ellos mismos, no te aseguran absolutamente nada. Es en tu día a día laboral, donde vas a forjar tu futuro, y donde te van a ser necesarias todas las aptitudes posibles. Estas las habrás obtenido probablemente durante tu vida académica, pero con toda seguridad que te serán necesarias muchas otras —seguramente, inconexas con tu formación anterior— si no deseas verte arrollado por la realidad.

      miércoles, 11 de junio de 2014

      Las 20 falacias más comunes, según Carl Sagan

      miércoles, 11 de junio de 2014
      Foto: ver fuente del artículo
      El conocido científico Carl Sagan siempre mostró preocupación por el camino que la sociedad tomaba respecto a la ciencia y el conocimiento. Como divulgador, aconsejaba hacer uso del marco científico como la forma más eficiente de enfrentarse a los problemas. Además del llamado Kit del Esceptico y sus normas o consejos para eludir engaños o equivocaciones existentes en los medios de comunicación y redes sociales, también aconsejaba sobre cómo evitar que las cometamos nosotros mismos. Estas eran sus palabras:
      Además de enseñarnos qué hacer cuando se evalúa un reto al conocimiento, cualquier buen kit de detección de tonterías —kit del escéptico— también debe enseñarnos qué no hacer. Debe ayudar a reconocer las falacias más comunes y peligrosas de la lógica y la retórica. Muchos buenos ejemplos se pueden encontrar en religión y política, donde sus practicantes se ven a menudo obligados a defender proposiciones contradictorias. 

      Para ello, elaboró una lista de las 20 falacias y aberraciones lógicas más habituales con ejemplos de cada una de ellas. Algunos de los casos no me parecen del todo acertados, pero ¿quien soy yo para criticar al gran Carl Sagan? —bueno, estoy seguro que él no me dejaría caer en un argumento de autoridad del él mismo:
        1. ad hominem —del latín «contra el hombre», significa que se ataca al argumentador y no el argumento (por ejemplo: el reverendo Dr. Smith es un fundamentalista bíblico conocido, por lo que sus objeciones a la evolución no será necesario tomar en serio)
        2. argumento de autoridad (por ejemplo: el presidente Richard Nixon debería ser reelegido porque tiene un plan secreto para acabar con la guerra en el sudeste asiático —pero como era secreto, no había forma de que el electorado lo evaluara por sus méritos, el argumento se convertía en un «confiar en él porque él era el presidente»: un error, como se vio después)
        3. argumento ad consequentiam [o de las consecuencias adversas] — (por ejemplo: un Dios que castiga y recompensa debe existir, sino la sociedad sería mucho más anárquica y peligrosa quizás incluso ingobernable. O también: el demandado en un juicio por asesinato ampliamente publicitado debe encontrarse culpable, de lo contrario, será un estímulo para los demás hombres a asesinar a sus esposas)
        4. argumento ad ignorantiam [o apelar a la ignorancia] la afirmación de que todo lo que no se ha demostrado falso debe ser cierto, y viceversa (por ejemplo: no hay evidencia convincente de que los ovnis no están visitando la Tierra, por lo que existen los ovnis y vida inteligente en otros lugares del Universo. Otro ejemplo: pueden haber tropecientos millones de otros mundos, pero no hay constancia de que alguno de ellos tenga la calidad moral de la Tierra, por lo que seguimos siendo el centro del Universo). Esta ansia por aprovechar la ambigüedad a su favor es lo que se critica con la frase: la ausencia de evidencia no es evidencia de su ausencia.
        5. alegato especial, a menudo usada para rescatar una proposición en serios problemas retóricos (por ejemplo, ¿cómo puede un Dios compasivo condenar las generaciones futuras al tormento porque, violando las normas, una mujer indujo a un hombre a comer una manzana? alegato especial: no entiendes la sutil Doctrina del Libre Albedrío. Otro ejemplo ¿cómo puede ser igualmente la misma persona un Dios Padre, el Hijo y el Espíritu Santo?, alegato especial: no entiendes el misterio divino de la Trinidad. Otro más: ¿cómo pudo Dios permitir que los seguidores del Judaísmo, el Cristianismo y el Islam cada uno a su modo siguiendo medidas heroicas de amabilidad y compasión amorosa cometieran tanta crueldad durante tanto tiempo? alegato especial:: usted no entiende el libre albedrío de nuevo, y de todos modos, Dios se mueve en formas misteriosas)
        6. petición de principio, también llamada asumir la respuesta (por ejemplo, debemos instituir la pena de muerte para desalentar el crimen violento, pero, ¿es un hecho que la tasa de delitos violentos descienda cuando se impone la pena de muerte?. Otro caso: el mercado de valores cayó ayer a causa de un ajuste técnico y venta de acciones con beneficios de los inversionistas —pero ¿hay alguna evidencia independiente para el papel causal del «ajuste» y la venta con beneficios; ¿hay alguna utilidad en esta supuesta explicación?)
        7. sesgo de selección [o selección observacional], también llamada la enumeración de circunstancias favorables, o como el filósofo Francis Bacon describió, contar los éxitos e ignorar los errores (por ejemplo, un Estado se jacta de los presidentes que ha producido, pero no dice nada sobre sus asesinos en serie)
        8. generalización apresurada —un pariente cercano del sesgo de selección (por ejemplo, se dice que 1 de cada 5 personas es china. "¿Cómo es esto posible? conozco a cientos de personas, y ninguna de ellas es china. Atentamente" O: "he sacado tres sietes seguidos. Esta noche no puedo perder.")
        9. malinterpretar la naturaleza de la estadística (por ejemplo, el presidente Dwight Eisenhower expresa asombro y alarma al descubrir que la mitad de todos los estadounidenses tienen inteligencia inferior al promedio);
        10. inconsistencia (por ejemplo, ejecutar un plan de prevención para el peor de los males que un un potencial adversario militar sea capaz, pero ignorar de manera parsimoniosa proyecciones científicas sobre los peligros ambientales porque no están completamente "probados". O también: atribuir la disminución de la esperanza de vida en la antigua Unión Soviética a las fallas del comunismo hace muchos años, pero nunca atribuir la alta tasa de mortalidad infantil en los Estados Unidos (en la actualidad la más alta de las principales naciones industriales) a los fracasos del capitalismo. Otro caso: considerar razonable que el universo siga existiendo siempre en el futuro, pero juzgar absurda la posibilidad que haya tenido duración infinita en el pasado);
        11. non sequitur —del latín «no se sigue» (por ejemplo: nuestra nación prevalecerá porque Dios es grande. Pero casi todas las naciones asumen que esto se cumple para ellas también; la expresión alemana era «Gott mit uns» [Dios está con nosotros]). Normalmente, los que caen en la falacia non sequitur suele ser por no tener en cuenta las alternativas posibles;
        12. post hoc, ergo propter hoc — del latín «sucedió después, por lo que fue causada por» (por ejemplo, Cardenal Jaime Sin, Arzobispo de Manila: «conozco a... una persona de 26 años de edad que parece de 60 porque toma pastillas [anticonceptivas]» O: Antes de que las mujeres pudieran votar, no había armas nucleares)
        13. pregunta sin sentido (por ejemplo, ¿Qué pasa cuando una fuerza irresistible se encuentra con un objeto inamovible? Pero si hay una cosa tal como una fuerza irresistible no puede haber objetos inamovibles, y viceversa)
        14. falsa dicotomía —considerar sólo los dos opciones extremas en un continuo de posibilidades intermedias (por ejemplo, «claro, póngase de su parte, mi marido es perfecto, yo siempre estoy equivocada» O bien: «Si usted no ama a su país, es que lo odia» O bien: «Si no eres parte de la solución, eres parte del problema»)
        15. a corto plazo frente a largo plazo —un subconjunto del Principio del tercero excluido, pero tan importante como para prestarle una atención especial (un ejemplo, no podemos costear programas para alimentar a niños desnutridos y educar a los niños en edad preescolar. Necesitamos hacer frente con urgencia a la delincuencia en las calles. Otro: ¿por qué explorar el espacio o el ejercicio de la ciencia fundamental cuando tenemos tan enorme déficit presupuestario?);
        16. pendiente resbaladiza, relacionado con el Principio del tercero excluido (por ejemplo, si permitimos el aborto en las primeras semanas de embarazo, será imposible impedir la muerte de un bebé a término. O a la inversa: si el Estado prohíbe el aborto incluso en el noveno mes, pronto nos dirá que hacer con nuestros cuerpos en el momento de la concepción);
        17. confusión de correlación y causalidad (por ejemplo, una encuesta muestra que más graduados universitarios son homosexuales que aquellos con menor educación, por lo que la educación hace a las personas gay. O: los terremotos andinos están correlacionados con las aproximaciones más cercanas del planeta Urano, por lo que —a pesar de la ausencia de correlación alguna con el más cercano y masivo Júpiter— ésta las provoca)
        18. hombre de paja —caricaturizar una posición para que sea más fácil de atacar (por ejemplo, los científicos suponen que los seres vivos simplemente aparecieron juntos por casualidad —una formulación que ignora deliberadamente la visión darwiniana central, que la Naturaleza aprovecha lo que funciona y desecha lo que no. O —esto también es una falacia de corto frente a largo plazolos ecologistas se preocupan más por los caracoles y búhos manchados que por las personas)
        19. evidencia suprimida o medias verdades (por ejemplo, una «profecía» increíblemente precisa y ampliamente citada del intento de asesinato del presidente Reagan se mostró en la televisión, pero —un detalle importante— ¿fue grabado antes o después del evento? Otro ejemplo: los abusos del gobierno exigen un revolución, hasta para hacer una tortilla se han de romper algunos huevos. Sí, pero es probable que se convierta en una revolución en la que mueran más personas incluso que bajo el régimen anterior? ¿Qué sugieren la experiencia de otras revoluciones? ¿Todas las revoluciones contra regímenes opresivos son deseables y por los intereses del pueblo?)
        20. uso de ambigüedades para evadir la cuestión [palabras de comadreja] (por ejemplo, la separación de poderes de la Constitución de los EE.UU. especifica que los Estados Unidos no pueden llevar a cabo una guerra sin una declaración por el Congreso. Sin embargo, a los presidentes se les da el control de la política exterior y la dirección de las guerras, las cuales son herramientas potencialmente poderosas para conseguir que ellos mismos sean reelegidos. Por tanto, Presidentes de cualquier partido político pueden verse tentados de organizar guerras mientras agitan la bandera y hablan de «acciones policiales», «incursiones armadas», «ataques preventivos», «pacificación» , «salvaguarda de los intereses americanos», y una amplia variedad de «operaciones», como la «Operación Causa Justa». El uso de eufemismos para la guerra son uno más de la amplia clase de reinvenciones del lenguaje con fines políticos. En palabras de Talleyrand, «el arte importante de los políticos es el de encontrar nombres nuevos para instituciones que bajo sus nombres antiguos se han convertido en odiosas para la gente» )

          Sagan termina el capítulo con una advertencia necesaria :

          Como todas las herramientas, el kit del escéptico y demás recomendaciones pueden ser mal utilizadas, aplicadas fuera de contexto, o incluso como una rutina sin llegar a ser meditadas. Pero aplicadas juiciosamente pueden ser una herramienta que marque la diferencia —y no menos importante, permite evaluar nuestros propios argumentos antes de ser presentados a los demás.

          Nota: traducido por el autor del artículo (manteniendo el ratón por encima se accede al original en inglés). En aquellos casos en los que ha sido necesario, se ha optado por la denominación en latín —u otra alternativa más adecuada en nuestro idioma—, dejando entre corchetes la traducción literal. Aquí una lista de falacias en el idioma inglés.
           
          Fuente: Brain Picking