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viernes, 7 de octubre de 2016

La España que estámos construyendo

viernes, 7 de octubre de 2016
La España que construimos o más bien lo contrario

¿Ha fracasado el llamado «espíritu de la transición»? ¿cuál es la España que se ha construido desde entonces? ¿son los parámetros de convivencia actuales, la mejor alternativa a la guerra civil y la dictadura? Ya en se dijo que no era buen síntoma que en el 2004 un partido ganara contra pronóstico unas elecciones gracias a un atentado terrorista. Ni el partido que entonces estaba al frente del gobierno ni el aspirante habían presentado nada que realmente mereciera la pena. En la medida pudo influir aquel trágico y traumático suceso —que con toda probabilidad fue decisorio dada la igualdad de los rivales— significaba que el proyecto político de convivencia llamado España fracasaba... de nuevo.

Al hablar de proyecto político se habla de la creación de una serie de instituciones que representan a esa parte del pueblo que sí desea la convivencia. El problema es que en la construcción de ese proyecto y por mucho que sus protagonistas defiendan otra cosa, prevalecen sectores cuyos intereses no tienen nada que ver con la representación de la sociedad que aspira a construir un proyecto común, y sí más con el dogmatismo, las ansias de poder y de control. La España que estamos construyendo no se apoya sobre la convivencia, sino sobre el reparto de protagonismo. El que ocupan dos grandes partidos, uno de ellos infestado de mediocridad y de corrupción, pero que a pesar de ello continua logrando grandes resultados electorales, como si de esta manera los demás tuviéramos que aceptarlo.
La España del griterío y de la manifestación mediática pero inútil para lo que dice defender

Ante la ausencia de argumentos, la convivencia política en estos momentos consiste en el atropello y en la acusación, en muchas ocasiones de asuntos similares a los que el propio acusador comete. En el anuncio de casos de corrupción que llevan décadas siendo investigados, pero que salen a la luz pública únicamente cuando hace falta, cuando los mecanismos de pacto de no agresión ceden ante el exceso de una de las partes. Cuando la crisis económica complica que las bocas hasta ahora calladas lo continúen estando. Dos partidos que continúan ocupando la mayor parte de la escena política aunque no ofrezcan ninguna solución al problema de España, eternizando el enfrentamiento y viviendo de él. Son realmente los causantes del problema, avivándolo y viviendo a costa del apoyo logrado en base a transmitirlo a la sociedad.

Por un lado un Partido Popular cuyo núcleo es puramente dogmático, nacionalista, ultra-católico, de fe ciega en la jerarquía, sea militar o eclesiástica. Un partido en el que hay poca posibilidad para la disidencia, pero sí para la corrupción, salvo en la periferia, donde pueden existir ambas cosas. Y por el otro, de envidiosos ególatras cainitas, mentirosos y figurantes patológicos, que no dudan en darse codazos, zancadillas y puñaladas en cuanto se trata de estar al frente de un colectivo, aunque implique la práctica destrucción del mismo. Un Partido Socialista de más de un siglo de antigüedad que no es capaz de organizar un Comité Federal —su máximo órgano de gobierno interno— de forma racional y educada. Un partido que no se ha preocupado en absoluto de buscar constituirse como una alternativa sólida frente a la derecha que critican, tratando en verdad de colocarse a su lado. Hacerse un hueco en las estructuras de poder del sistema, sin aspirar a ser el necesario ejemplo de organización política de ciudadanos.

La España de la telebasura y la España real cada vez son más indistinguibles
GH se derrumba en audiencia: la competencia es muy fuerte, mejor ver las noticias
Pero el verdadero problema es lo que ocurre al margen de estas dos organizaciones reclutadoras de enfermos, ansiosos por el protagonismo y de colocarse en un estrado para sentirse importantes. Al otro lado del televisor, la sociedad asiste a este lamentable espectáculo como si estuviera viendo la enésima edición de la tele-basura de Gran Hermano. Pensamos que no tenemos nada que ver con eso, sin darse cuenta que se trata de las dos principales organizaciones de las cuales surgen los representantes políticos que deciden todos los aspectos que acaban influyendo de forma determinante en nuestra vida cotidiana: nuestra salud, nuestros servicios públicos, la educación de nuestros hijos, nuestra cultura, nuestra convivencia, todo, depende de gente que se mueve en los mismos círculos de que protagonizan los casos de corrupción o los poco edificantes y bochornosos recientes espectáculos políticos.

 El 15M —en concreto, las manifestaciones multitudinarias y transversales que se dieron en varias ciudades de España, precedidas en los meses anteriores de diversas iniciativas similares aunque menos multitudinarias— fuera o no organizado por grupos de activismos de izquierdas, lo cierto es que reflejaban el malestar de la sociedad y su desacuerdo generalizado. De todo aquello se ha materializado una organización en forma de partido conocida como Podemos. En el sistema político español, la única posibilidad práctica para solucionar el problema que los dos grandes partidos no sólo no solucionan sino que la agravan, es sustituyéndolo por otro —u otros—. Y este partido, si bien comenzó con unas ideas aplicables como alternativa a la situación, en cuanto ha entrado en el congreso nos ha recordado a todos el circo que realmente ha sido durante estos más de treinta años. En su afán de conseguir votos, ha replicado las mismas y viejas tácticas políticas partidistas buscando atraer votantes del PSOE, sin darse cuenta que de esta manera se puede acabar convirtiéndose en lo mismo de lo que se pretende huir. Afortunadamente les ha salido mal, ya que atraer a un voto socialista anquilosado y sectario de décadas de fidelidad es prácticamente imposible.

Esta España del griterío, de la acusación, de la desconfianza, del enfrentamiento, del miedo, de las manifestaciones inútiles, de absurdo «meme» en la red social de turno, de los falsos debates, de la burda y sucia agitación política, cuya memoria no va más allá del último «barsa-madriz», es la que desgraciadamente vamos a dejar a nuestros descendientes. Porque de los que ahora mismo depende, no va parece que vaya a salir nada mejor. 


lunes, 30 de marzo de 2015

Las jerarquías

lunes, 30 de marzo de 2015

Los dos sentidos del poder
¿Son necesarias las jerarquías? ¿Son todas iguales? ¿Son las jerarquías políticas incompatibles con la igualdad de los ciudadanos? Las jerarquías en general, son una forma de organizar elementos, clasificándolos y ordenándolos según un criterio. No han de ser necesariamente políticas, pueden ser de cualquier otro campo en el que sea posible subordinar unos elementos a otros. Como ejemplo, se pueden consideran los estados políticos como elementos y como el criterio de subordinación, las áreas geográficas que ocupan y a las que pertenecen. En este caso, el área determinada por el estado español está subordinada al área geográfica de la Península Ibérica, porque una está incluida dentro de otra:
        • Planeta Tierra
          • Eurasia
            • Europa
              • Península Ibérica
                • España
                • Portugal
Los criterios de subordinación pueden ser diversos y no todas las clasificaciones han de establecerse por una relación de «subordinación» vertical. También hay vínculos horizontales por los cuales es posible agrupar elementos, en caso de que puedan ser igualmente válidos —según un criterio arbitrariamente escogido—. Este tipo de organizaciones son las heterarquías, presentes en las organizaciones holocráticas —en las adhocracias se carece de jerarquía—. En el ejemplo propuesto Portugal y España corresponderían a una heterarquía de países peninsulares. Es necesario incidir en este punto ya que no es posible poner el enlace a la Wikipedia en español porque no existe. A pesar de ser un concepto evidente y cotidiano, resulta enormemente revelador que no le interese a ningún enciclopedista en nuestro idioma, un sistema de organización basado en la igualdad de sus elementos en lugar de en la subordinación. 

Las jerarquías en una democracia

No obstante, si en una democracia se parte de una situación de igualdad podría pensarse que se trata de una heterarquía de ciudadanos. Pero para poder realizar tal agrupación es necesario definir un criterio. En una democracia la situación de igualdad inicial se debe a una inexistencia de criterio definido, no a una igualdad real. A lo sumo, se podría hablar de un sustrato social —cultural y político— mínimo, pero insuficiente para crear estratos. La democracia es el único sistema cuya forma final se auto-define constantemente.

La población

Cada miembro de la sociedad tiene una habilidad, conocimiento y —fundamentalmente— una voluntad distinta. Por lo tanto, la primera necesidad que surge en una democracia con un número de miembros elevado, es la de establecer una jerarquía en función de su utilidad y capacidad, según el criterio de la mayoría. La función de los sistemas políticos consiste precisamente en esto: gestionar el capital humano y material de una sociedad para hacer frente a los retos y problemas a los que haya que enfrentarse. Una de las primeras materializaciones de esta situación es la elaboración de un Proceso Constituyente, por la que la sociedad elige a unos representantes para la labor específica de diseñar el nuevo sistema político.

Esta situación implica varias cosas —algunas suelen brillar por su ausencia en las democracias europeas—. Una es el carácter temporal de estas estructuras sociales creadas —ha de serlo ya que la sociedad es un grupo compuesto de individuos que cambian como consecuencia de su desarrollo en el seno de la misma—. Otra es la de la permanente capacidad de la sociedad para decidir sobre dicha jerarquía creada. En definitiva, existe una cultura de soberanía ciudadana que impregna todos los ámbitos y entornos sociales —político, económico, empresarial, cultural, etc.— de forma que en una democracia las jerarquías son decididas desde la base de la sociedad.

El criterio de la mayoría

Los criterios por los cuales en una democracia se eligen a las jerarquías son definidos por la mayoría en el propio momento de la elección. El único límite en principio, son aquellas decisiones que afecten al propio sistema que las hace posibles, el cual consiste en dar voz a todos en igualdad, incluidas las minorías. Es decir, no es ni mejor ni peor criterio que cualquier otro, ya que el «bien y el mal» son conceptos bastante subjetivos en la mayoría de ocasiones. Un representante elegido puede ser asiduo de locales de alterne y al mismo tiempo, actuar con responsabilidad y buen hacer en su función pública. O puede ser totalmente al contrario, la cuestión es que es la mayoría la que decide.

Para servir a Dios y al Rey

Naturalmente, la democracia «perfecta» descrita anteriormente supone una ruptura respecto a la división cultural y política existente. A muy grandes rasgos, en el viejo continente la tradición de las antiguas aristocracias y las jerarquías eclesiásticas continúa ejerciendo su influencia —salvo algunos como Francia y la antigua Unión Soviética que se los quitaron de encima por la vía rápida, con distinto resultado, eso sí— . Alemania y Reino Unido son dos casos tan particulares como completamente distintos: en el país germánico la estructura política fue establecida por los Aliados tras la Segunda Guerra Mundial, mientras que Inglaterra es uno de los pocos casos en los que los logros democráticos se han alcanzado con reformas políticas, en lugar de con revoluciones, extendiéndose al resto del Reino Unido.

En los países mediterráneos no hemos superado la caída del antiguo Imperio Romano. Desde la época medieval se continúa intentando emular la magnificencia y pomposidad imperial romana, olvidando sus errores y a dónde les llevaron. Este cesaropapismo es la causa por la que se refieren a nosotros como los PIGS —Portugal, Italia, Grecia y Spain—, en los que la cultura dominante se caracteriza por una sociedad pasiva que espera que se lo den hecho y unos dirigentes más preocupados en la pompa y la rimbombancia, que en su servicio al público. En este tipo de culturas las jerarquías son decididas desde su propia cima, es decir, en sentido contrario al de una democracia ideal. Esto ocasiona que el resultado de la acción de mando acabe favoreciendo principalmente a los intereses particulares de cada eslabón jerárquico, más que a la base de la sociedad.

Siendo realistas

Pensar en una sociedad en la que todo se decide de forma inapelable desde la base tiene un preocupante parecido con la dictadura del proletariado, base del sistema comunista. De hecho el propio Vladimir Lenin propuso como forma de organización de la clase obrera el llamado centralismo democrático. En realidad, su idea no era descabellada, el problema es que aunque de boquilla digan una cosa, me temo que al resto de comunistas no les gusta la idea de rendir cuentas ante la mayoría o que su cargo sea permanentemente revocable, tal y como proponía el líder ruso. Ya saben el poder es el poder, y aquí no se salva nadie.

Como opuestas a este intento de organización democrática se suelen encontrar las «democracias capitalistas», en las que es el poderío económico el criterio final que decide los eslabones de la jerarquía, dejando la participación ciudadana como algo simbólico, una especie de «acto de condescendencia» paternalista. El resultado es que las añejas instituciones europeas y el poder económico se alían en mutuo beneficio, conformando una especie de nuevo «despotismo ilustrado».
Creo sinceramente, como tú, que las instituciones bancarias son más peligrosas que los ejércitos preparados; y que el principio de prestar dinero para devolver posteriormente, denominada financiación, no es otra cosa que estafa futura a gran escala

Puede parecer una locura, pero tal vez el único lugar del mundo —que conozco— en el que se haya puesto en práctica la democracia de Lenin fueran los EEUU, en sus inicios. En aquel entonces se partía de cero, sin jerarquías definidas y con el pueblo como único poder que se auto-organizaba. Era así hasta el punto de que se quitaban de encima a quien no les gustaba, colgándoles del árbol más próximo. Luego vino el poder económico que allí tuvo un camino mucho más fácil que en Europa, ya que a pesar de advertirlo Thomas Jefferson, una vez controlaron el dinero no tuvieron quien se les opusiera para decidir sobre todas las cosas. A las oligarquías económicas, los políticos de aquel país que sí están bajo mecanismos de revocación de mandato —que han sido utilizados con efectividad— les importan un pimiento. Mientras no sean de utilidad para el mercado, claro.

El término «correcto»

El dicho dice que «en el término medio está la virtud». Yo no creo que sea así siempre, pero si nos alejamos de posturas radicales e inamovibles —que pueden estar tanto en los extremos como en cualquier punto medio elegido dogmáticamente— se encuentra un campo de posibilidades mucho mayor.

El verdadero punto de enfrentamiento que existe está en nuestra propia naturaleza: por un lado nuestra mente racional nos estimula a crear organizaciones funcionalmente lógicas, pero por otro lado, el instinto tribal nos hace dejarnos llevar por el animal que llevamos dentro. Parece que se acaba buscando un macho alfa como líder de «la manada». La variable «personas» en muchas ocasiones escapa a nuestro control, pero no hay más remedio que lidiar con ella.
Como resultado final de nuestra historia evolutiva conviven en cada uno de nosotros dos identidades, la individual y la colectiva. Negar la existencia de cualquiera de las dos naturalezas es cerrar los ojos a la realidad. Mientras que la identidad individual nos empuja al egoísmo y a la insolidaridad, la colectiva nos puede llevar al abismo, porque nos hace fácilmente manipulables. [...] ¿Será posible que algún día el ser humano pueda superar su permanente contradicción entre el individuo y el grupo? ¿Nos habrá conducido la evolución hacia un callejón sin salida? La respuesta, amigo lector, está en el viento.
Juan Luis Arsuaga (El collar del Neardental)

Hay casos, como los entornos empresariales privados, en los que es complicado pensar en una jerarquía decidida desde la base. Sin embargo, sí que es posible pensar en jerarquías de doble sentido, o en tramos, donde haya participación de los trabajadores. En otros entornos especializados como los profesionales —técnicos, judiciales, etc.—, los científicos o los académicos, es posible —y conveniente— establecer meritocracias en los que el criterio sea lo más objetivo posible. En cualquiera de estos casos es fundamental, al igual que ocurre con la democracia, una cultura de convivencia compatible con el sistema deseado. El poder, sea cuál sea, no es tonto. Tomará las decisiones que más fácil le sea aplicar sin demasiada oposición. Si se cambian las actuales jerarquías pero no se ponen límites a las que vengan, se logrará cambiar los collares. Pero los perros, serán los mismos.

jueves, 2 de enero de 2014

Necesidad de límites

jueves, 2 de enero de 2014
El poder tiende a corromper. El poder absoluto corrompe absolutamente

Foto: midiario.com
Esta archiconocida cita se ha repetido tantas veces que la saturación provoca que nos pase por un oído y salga por el otro. Forma parte del paisaje. Ruido de fondo. Se piensa que es de esos tópicos o refranes curiosos ante los que uno no hace más que encogerse de hombros. Un juego de palabras inocuo. Puede que haya gente que piense que esta frase es inexacta. Que solo se aplica a ciertas personas. Seguro que algunos creen conocer gente que si estuviera en el poder sabrían «poner las cosas en su sitio»: su partido de toda la vida —ese con el que su abuelo lucho de joven— y toda esa conocida y rancia cantinela.

Otros creen que cualquiera con un pasado humilde es incapaz de abusar de una situación de poder. Luego, cuando alguno de ellos logra llegar a él y está el suficiente tiempo como para hacer abuso, surge la sorpresa: ¡con lo bueno que parecía cuando lo conocimos! ¡lo encantadora que era esta mujer, y cómo se ha vuelto ahora! ¡lo humilde que era su familia y lo prepotente y soberbio que se ha vuelto! Es igual, no pasan de ser comentarios de bar y nadie se acuerda de lo advertidos que estaban. Los hay también, por supuesto, que ansían llegar al poder a cualquier precio para dar rienda suelta a sus desmanes.

Sin embargo, creo que hay una respuesta científica a esta cuestión, aplicable a toda la especie humana. Una explicación antropológica que puede dar respuestas a estas eternas cuestiones que desde la Grecia Clásica se les llama hibris: el ser humano tiene cerca de medio millón de años de antigüedad. Sin embargo, la Historia «sólo» recoge unos tres mil años. En la mayor parte de la existencia de nuestra especie —miles y miles de años— el ser humano vivió en la escasez. Para obtener el sustento diario, debía realizar un gran esfuerzo físico y mental. Un fallo, una falta de eficacia, y ese día no se comía o podía morir alguien.

El inevitable y necesario desarrollo tecnológico mejoró las condiciones de vida, y posibilitó la formación de grandes imperios. Pero todos ellos llevaron de forma invariable a la corrupción, desigualdad y abuso de poder. Es decir, cuando sobre un ser humano recaía el poder suficiente de forma que dejaba de tener necesidades, poseyendo todo cuanto podía desear, su naturaleza se pervertía. Esto se puede extender a las monarquías absolutistas, algunas ordenes religiosas y en general, a las sectas y partidos políticos.
El poder es el último afrodisíaco.
Henry Kissinger (1923)

No es necesario ser todopoderoso para ello. En la medida a una persona se le facilitan en exceso las cosas, se vuelve igualmente débil, dependiente, caprichoso y envidioso. Como les ocurre a los niños malcriados que se les ha mimado en exceso. No es una cuestión de ideologías ni de clases, es simplemente nuestra naturaleza. Y ocurre tanto en el sufragio de la Alemania que eligió a Hitler como gobernante sin control, como en la dictadura proletaria de la comunista Unión Soviética de Stalin.

El problema surge en todo tipo de ámbitos y es causa de adicciones —drogas, alcohol, redes sociales, etc— , obesidad, consumismo, etc. Se puede decir que allá donde no hallan unos límites con la suficiente efectividad, el descontrol y el exceso se apodera tarde o temprano de una cantidad significativa de afectados.

Se puede pensar que es una cuestión de educación. Qué duda cabe que a través del autocontrol es posible moderar estos comportamientos, pero aquí es donde se encuentra la verdadera naturaleza del problema. Nuestro ser carece de mecanismos evolutivos naturales que de forma instintiva, eviten automáticamente comportamientos abusivos sobre nuestro entorno —sobre nosotros mismos o los demás—. Únicamente pueden reducirse mediante el autoaprendizaje consciente, pero nunca se va a poder eliminar la tendencia natural a aprovechar cualquier circunstancia favorable que nos proporcione placer —alimentos, dinero, sexo, más poder, etc—. El también conocido dicho de que la sed de poder es insaciable, no es únicamente un recurso metafórico, es estrictamente cierto. El ser humano no está preparado para no tener adversidades.
Casi todos podemos soportar la adversidad, pero si queréis probar el carácter de un hombre, dadle poder.
Abraham Lincoln (1808-1865)

Por tanto, es casi tan necesario como el aire que respiramos, que nos pongamos límites que no dependan de nosotros mismos. Debemos crear un entorno político y social con personas que no nos permitan cualquier cosa, que nos frenen cuando sea necesario y debemos corresponderles de la misma manera. Si esto se aplica para cualquiera, la necesidad de establecer límites se hace todavía más perentoria si se trata de representantes políticos que viven de nuestro trabajo.

Al igual que en otras fases de nuestra evolución, es la mente racional la única que nos puede salvar de nuestra falta de adaptación al entorno totalmente controlado y falto de peligros que —paradójicamente— nos estamos construyendo. Seamos racionales pues.


domingo, 17 de abril de 2011

El problema global

domingo, 17 de abril de 2011
«En la tierra hay suficiente para satisfacer las necesidades de todos, 
pero no tanto como para satisfacer la codicia de algunos»
Mahatma Gandhi
Mahatma Gandhi
¿Qué ocurriría si el resto del mundo se levanta un día, y desea acabar con el hambre, guerras e injusticias que les azotan? ¿qué pasaría si decidieran llevar el mismo nivel de vida que occidente? ¿dejaría de ser el problema ajeno y lejano que contemplamos a través de nuestro televisor? Seguramente sí. Recuerdo que en cierta conversación que mantuve hace tiempo, dudaba que el día que los chinos (refiriéndome a la población, no a su gobierno) decidieran librarse de sus oligarquías y construir lo mismo que en occidente llevamos haciendo desde hace mucho tiempo, con nuestras casas, nuestros coches y nuestra cultura del consumismo, existieran los suficientes recursos en el planeta para hacerlo. ¿Pero acaso no tienen derecho a hacer lo mismo? ¿qué les impide intentarlo?

miércoles, 2 de junio de 2010

MANIFIESTO CIUDADANO

miércoles, 2 de junio de 2010

Los ciudadanos de España, por encima de ideologías e intereses personales, encontramos necesario un cambio en el sistema político actual que posibilite de la mejor forma el gobierno por parte de la Sociedad Civil. Resulta evidente que el actual sistema aprobado en referéndum en 1978, se encuentra viciado y genera desconfianza constante y palpable entre la población. De este modo, entendemos que no cumple satisfactoriamente con su función principal y acarrea graves problemas de todo tipo debido a la falta de legitimidad y representatividad. Es claro que tanto las acciones del Ejecutivo como las del Legislativo responden más a estrategias políticas de los partidos que las diseñan, que a necesidades de la Sociedad Civil, ocasionando gran tendencia a la corrupción en casos de cohecho, prevaricación, tratos de favor, desigualdad, privilegios desorbitados, etc, al no existir mecanismos de control ni independencia de los poderes democráticos.

Encontramos igualmente necesario que el sistema político que sustituya al actual, así como el proceso de transición correspondiente, han de ser decididos y asimilados por la Sociedad Civil. Para ello, deberá existir un autentico y necesario debate entre toda la sociedad, incluyendo a las fuerzas políticas, la Corona, jerarquías eclesiásticas y a cualquier otro grupo, sindicato, colegio profesional, asociación o movimiento, que deberán dejar a un lado por un momento sus intereses particulares, ideologías y creencias, para colaborar o al menos no impedir, el inicio de un proceso constituyente mediante la creación de una asamblea formada por representantes elegidos directamente, que deberán estar cualificados para poner sobre la mesa las soluciones necesarias y así la Sociedad Civil pueda asimilarlas y elegirlas, sometiéndolas a aprobación popular en referéndum.

Con la mirada puesta en el futuro y deseando dejar lo mejor para las futuras generaciones, como ciudadanos civilizados que creen en los sistemas legales y que respetan el legado que sus antepasados nos dejaron, pero sin dejar de observar sus defectos, entendemos que la Sociedad Civil ha de agotar, mientras sea posible, todos los trámites legales que le permitan ejercer su soberanía en la formación y elección de dicha asamblea. Este proceso ha de implicar la aprobación de un Periodo Constituyente que tenga como fruto la disolución de las Cortes y la formación de una Asamblea Constituyente, principalmente en base a los artículos 167 y 168 de la actual Constitución Española de 1978.

El método que se propone a continuación de elección de los representantes de dicha Asamblea y de los asuntos a tratar en ella, puede que cause recelos en una gran parte de nuestros conciudadanos, pero es necesaria una reforma representativa para que no se oxide el engranaje de nuestro sistema democrático. Tras más de treinta años de una partidocracia dominada por las luchas entre partidos, que han infectado y dividido al conjunto de la sociedad, será necesaria una gran labor de diálogo, sin que deba interpretarse como una debilidad ni como falta de convencimiento, pero sí de una muestra de convivencia pacifica y voluntad cívica.

Los ciudadanos que apoyamos este manifiesto proponemos los siguientes aspectos fundamentales:

A. Periodo Constituyente

Previamente a la formación de la Asamblea Constituyente y durante un periodo de 12 a 18 meses de transición que tendrá como objetivo dar tiempo a la Sociedad Civil a perfilar la base de las futuras instituciones democráticas y a debatir las decisiones políticas; se elegirán y definirán los siguientes conceptos:
  1. Delegados provinciales: representantes por los actuales distritos provinciales, los cuales en coordinación permanente, definirán el futuro mapa de los distritos electorales.
  2. Distritos electorales: tendrán un censo aproximado de 100.000 habitantes y se constituirán procurando grupos heterogéneos de población, de tal manera que se garantice la representatividad.
  3. Candidaturas a los distritos: los aspirantes se darán a conocer a los ciudadanos, manteniendo reuniones con ellos a través de foros vecinales, deportivos, universitarios, etc. Los partidos irán engrasando la maquinaria para la nueva realidad electoral.
B. Asamblea Constituyente

Para que los representantes que finalmente compongan la Asamblea Constituyente merezcan tal consideración, se proponen las siguientes condiciones óptimas:
  1. Elección libre y directa de los representantes por distritos mayoritarios uninominales, a doble vuelta
  2. Sometimiento de las decisiones tomadas a los necesarios referéndums vinculantes en circunscripción única.
  3. Candidaturas abiertas e independientes, tanto de ciudadanos como de representantes de los partidos políticos.
Cualquier otro sistema distinto al propuesto implicará una menor representatividad objetiva. La circunscripción única para la aprobación definitiva, debe evitar que la presencia de territorialidades afecten al conjunto. Finalizado el proceso constituyente la Asamblea se disolverá, quedando definidos en una nueva Constitución los aspectos a continuación.

C. Representación de la Sociedad Civil

Para que las instituciones del Estado articulen los mecanismos de representación de la Sociedad Civil de forma que se defienda lo siguiente:
  1. Representatividad
  2. Igualdad ante la ley
  3. Defensa de los derechos individuales del ciudadano frente a los posibles abusos de las mayorías
Se divide el poder en tres ramas independientes con atribuciones distintas y con la misión de que cada una vigile el cumplimiento de la otra en la noble tarea de la representación civil: legislativo, ejecutivo y judicial.

D. Independencia de los poderes
  1. Legislativo: es el máximo órgano de representación social. Confecciona y aprueba el marco legal. Se elegirá de forma similar a la Asamblea Constituyente:
    1. Elección libre y directa de los representantes por distritos mayoritarios uninominales, a doble vuelta.
    2. Sometimiento del representante a la revocación de su cargo, a través del mecanismo que se decida.
    3. Candidaturas abiertas e independientes, tanto de ciudadanos como de representantes de los partidos políticos.
    4. La división por distritos electorales será tal que garantice la representación y la igualdad.
  2. Ejecutivo: gobierno y representación internacional dentro del marco legal definido por el legislativo. El Jefe del Ejecutivo y/o el Jefe de Gobierno, deberá ser elegido de forma independiente al Legislativo en distrito mayoritario único uninominal a doble vuelta.
  3. Judicial: aplicación y vigilancia del cumplimiento de la ley. Los órganos superiores del Poder Judicial serán elegidos por la parte de la Sociedad Civil perteneciente al mundo jurídico (jueces, abogados colegiados, catedráticos de derecho, oficiales de Juzgado, policía judicial, etc.) en base a criterios de mérito y excelencia.
E. Forma de Estado
  1. Jefatura del Estado: deberá resolverse de una vez por todas el debate entre la Monarquía y la República, decidiéndose en referéndum libre tras el periodo constituyente. Independientemente del resultado, el Jefe del Estado deberá tener solo aquellos privilegios acordes a la importancia de su función, por lo que esta deberá estar definida y vigilada en su cumplimiento en la medida correspondiente, por el resto de las ramas del poder de la Sociedad Civil.
  2. División y organización territorial: partiendo de la integridad
    territorial del Estado Español, estado centralista, estado federal o cualquiera que sea la solución decidida, no ha de implicar una desigualdad ante la ley de ninguno de sus habitantes, lo que significa que el marco principal de derechos y obligaciones no puede ser modificado desde ninguna otra parte que no sea el conjunto del territorio. Igualmente, la llamada solidaridad interterritorial no ha de ser excusa para la financiación indefinida de proyectos o subvenciones de una parte del territorio a costa del resto.

F. Participación ciudadana

El nuevo sistema que La Sociedad Civil consiga ha de estar basado en eliminar todos los obstáculos para la participación del ciudadano en la vida política, a través de referendums y un sistema de Iniciativas Legislativas Populares que lo permita. Las competencias descentralizadoras del estado deberán desarrollarse lo más cerca posible del ciudadano, para garantizar el control de sus representantes, es decir, deberán desarrollarse a nivel de municipio.

G. Financiación de partidos, sindicatos y otras subvenciones con dinero público

La financiación con dinero publico de cualquier agrupación, causa o proyecto, debe considerarse como un atentado contra la propiedad privada si no existe el previo, adecuado y suficiente consentimiento del origen de los fondos, que no es otro que el de La Sociedad Civil y los ciudadanos que la forman.

Firmado: España, 1 de junio de 2010

Ciudadanos por la democracia


Adhesión al manifiesto

sábado, 8 de mayo de 2010

Mercado libre vs. Sociedad libre

sábado, 8 de mayo de 2010
Centro comercial, "templos" del consumismo ¿Es un mercado libre síntoma inequívoco de una sociedad libre? ¿proporciona un mercado ausente de regulación una prueba evidente de libertad en una sociedad? ¿una sociedad libre no ha de permitir ninguna regulación en su mercado?

Desde el entorno llamado liberal claman por un mercado libre como si del principal estandarte de dicha corriente ideológica se tratara. Sin embargo, el resultado de dejar alegremente que las principales entidades bancarias del país que más presume de su libertad engordaran de flatulencias hasta liberar un enorme pedo financiero mundial, es un hecho sintomático evidente de que algo funcionó mal. Pero lo que en un primer momento parece una refutación del liberalismo, al menos el del mercado, resulta ser todo algo más complicado si examinamos detenidamente el problema.

Allá por el año 2002, un tal Alan Greenspan por aquel entonces presidente de la Reserva Federal de los EUA, en un acto a mi entender de inusitada prepotencia y enorme irresponsabilidad, decidió que las entidades bancarias iban a dejar de tener apenas margen para sus ganancias.

Qué duda cabe que si todo el mundo hubiera sido mejor, menos avaricioso, menos ambicioso, menos despreocupado, en definitiva, si se hubiera tenido una mayor cultura del coraje, cuando al listo de turno se le ocurrió lo de las hipotecas subprime y la titulización en paquetes juntando churras con merinas, la mayoría, desde las agencias de rating pasando por las entidades bancarias y llegando hasta, no nos olvidemos, los clientes que aplaudían contentos la hipoteca interminable de alto riesgo que les acababan de regalar con tan solo presentar cromos del coyote, hubieran actuado de otra forma y muy probablemente, poco de todo lo que está ocurriendo ahora hubiera sucedido.

Alan Greenspan, anterior presidente de la Reserva Federal de los EUANo tener en cuenta todos estos aspectos de la condición humana y quitarles las ganancias a unas organizaciones que tienen como principal cometido conseguir el mayor número de ellas(1) y lo peor, despreocupándose de lo que ocurra luego, ponen a Mr. Greenspan como alguien más peligroso que un mono con una cuchilla de afeitar.

Si la intervención de la Reserva Federal fue desacertada, y la posterior dejadez fue peor, yo me pregunto si el problema es la intervención en si misma o la verdadera cuestión que nos debería interesar es de donde sale el poder que detenta dicha organización y otras como en Banco Central Europeo o el Fondo Monetario Internacional. Es decir ¿por qué se habla de la necesidad de un mercado libre, y no de una sociedad libre? ¿por qué se asume que las organizaciones monetarias internacionales o supraestatales forman un oligopolio invulnerable? ¿qué clase de mercado libre puede haber existiendo semejantes monstruos de poder absoluto sobre todo el orbe?

Tanto si admitimos que los ciclos económicos son consecuencia de las intervenciones al no dejar que el mercado fluya, se reorganice y se autoregule en función de la oferta y la demanda, como si es por basar la economía en un crecimiento ilimitado que ha de sufrir recesiones periódicas inevitables; el desastroso resultado es similar: la sociedad ha de estar al pairo de lo decidan unos señores sin su control, o de los vaivenes de un mercado que se les escapa igualmente por no disponer de las herramientas o controles adecuados a pesar de padecer sus consecuencias.

¿Qué es más liberal entonces, anhelar la libertad del mercado, o la de las personas de una sociedad que sufre en conjunto males que no controla?

(1) Hay que aclarar que los Bancos y otras entidades financieras actuaron exactamente igual que si a cualquiera de nosotros nos redujeran el sueldo a la mitad (y si no, que se lo pregunten a los ciudadanos Griegos que se han manifestado multitudinariamente por el mismo motivo), aunque hay que aceptar por supuesto, las diferencias insalvables entre las ganancias de unos y otros. No obstante, que haya gente peor no suele ser una buena excusa (en La India o en África hay mucha gente peor que en Grecia) y en cualquier caso, el problema surge cuando los recortes vienen de una autoridad no lo suficientemente legitima y representativa.

miércoles, 17 de marzo de 2010

Los Tres Poderes

miércoles, 17 de marzo de 2010

Normalmente, los poderes del estado que han de representar la soberanía de la sociedad civil, reciben los clásicos nombres de Judicial, Legislativo y Ejecutivo. Sin embargo, los tres poderes que hay en España son:

  1. Poder político:
    • Administración o funcionariado
    • Justicia
    • La Corona
    • Partidos políticos, sindicatos, y otras asociaciones o agrupaciones relacionadas (de victimas, Nunca Mais, los de «la ceja», etc.)
    • La Iglesia (la Católica, claro)
    • Colegios profesionales tradicionales (abogacía, médicos, telecos, arquitectos –principalmente–)

  2. Poder mediático: que se pelearán a ver a quien le hacen más la pelota a los anteriores, ya que de lo contrario, les pondrán todas las dificultades legales que puedan y harán todo lo posible para que sean expropiados o cerrados , dando para ello la excusa que mejor convenga según el momento.
    • Prensa
    • Radio
    • TV

  3. Poder económico: los que acordarán sustanciosos contratos con cualquiera de los anteriores, para promocionar y apoyar sus proyectos a cambio de tratos de favor, en detrimento del resto de empresas más modestas aunque más numerosas, dejando al resto de ciudadanos en general en claro agravio comparativo.
    • Bancos
    • Multinacionales
    • Energéticas

Si estás en alguno de los grupos anteriores, dependerá de ti que es lo que quieras hacer y por lo que quieras luchar o reivindicar, pero si no estás relacionado con alguno de ellos, por ejemplo, si no eres gay ni inmigrante (colectivos de interés populista para el poder político), si no eres un artista que ha logrado caerle en gracia a alguno de los poderes anteriores, si eres trabajador de una pequeña o mediana empresa o eres autónomo…

Entonces, si deseas ser una persona emprendedora y ser valorada más por tus méritos o por tus ideas comerciales que por tus enchufes o amigos, o deseas que así sea valorado todo el mundo; si deseas ser tan solo un ciudadano independiente, la base de la sociedad civil en un sistema democrático; entonces en cualquiera de estos casos estimado compañero, entonces estás jodido.

domingo, 7 de marzo de 2010

Ingeniería social inversa

domingo, 7 de marzo de 2010
Si se fusionan los conceptos de «ingeniería social» y el de «ingeniería inversa», probablemente conocidos por el lector, el resultado que se obtiene podría ser el que da título a este artículo. El primero de ellos puede referirse a ciertas practicas delictivas en el ámbito de la informática realizadas con el objetivo de obtener información confidencial, pero el significado utilizado en este blog, es el del diseño de determinadas coyunturas socio-culturales desde el poder político o mediático; los únicos con la suficiente capacidad de influir en la sociedad a gran escala; destinadas a obtener un comportamiento predeterminado de la misma.

Manipulación socialPor supuesto, cualquier acción tomada por el poder político-mediático provocará necesariamente algún efecto en la sociedad. Lo que se pretende entonces es averiguar cuales de esas acciones son tomadas con el objetivo expreso de lograr un efecto calculado. El filtrado de noticias, la elección de determinados titulares, la creación de leyes de escaso valor social pero de gran poder provocador en ciertos sectores de la misma  no afines políticamente hablando, son algunas de las herramientas posibles. Yendo más lejos, existen algunos grupos que sostienen que los sucesos traumáticos del 11M o del 11S, y otros como el de la Gripe A, son también herramientas cuyo objetivo pasaría por la utilización política de la supuesta reivindicación sectaria a través del terror.

De la misma forma que la ingeniería inversa pretende descifrar los códigos fuente de los programas a partir del comportamiento de sus ejecutables, o pretende descubrir el principio de funcionamiento del «man nen dokey» partiendo del funcionamiento de sus piezas mecánicas, con la ingeniería social inversa se intenta descubrir por donde pretenden los dirigentes de la sociedad encaminar nuestras necesidades y temores, y con qué objetivos, partiendo de los actos que perpetran cada día. Para ello, la principal técnica que se propone será la de demostrar las falacias en las que necesariamente han de incurrir los «ingenieros sociales» para lograr este tipo de objetivos.

martes, 1 de diciembre de 2009

Ningún político será más que yo

martes, 1 de diciembre de 2009

1984 actualizado Si hay alguna forma de defender la verdad, o la igualdad, es precisamente evitando que estas dependan de un grupo cerrado de personas que toman las decisiones. Todavía más si el acceso a dicho grupo implica el sometimiento a su disciplina interna, limitando por lo tanto la igualdad de oportunidades al establecer de entrada un filtro ideológico y la sumisión a un partido. En la famosa novela de George Orwell, 1984, su autor presenta un escenario distópico con un «Ministerio de la Verdad» a través del cuál se pretende tener un control total sobre el conocimiento de los acontecimientos pasados.

Quien controla el pasado controla el futuro. Quien controla el presente controla el pasado
George Orwell

Según se relata en la novela, la pretensión final es que «La Verdad» dependa del interés de una casta cerrada de gobernantes y por lo tanto, el resultado nada tenga que ver con aquella. Algo parecido ocurre con el igualmente archiconocido Ministerio de Igualdad (igual dá, para los amigos) del gobierno Español, cuya inclusión en el propio nombre del ministerio de aquello que se pretende controlar y asegurar, en función de las teorías particulares de unos tecnócratas o los asesores de vete tu a saber qué, parece que ha de tener un resultado que como muchos nos tememos, no tenga nada que ver con aquello que se aparenta defender.

B. Aido Sin ir mas lejos, parece ser que la igualdad de los españoles de este ministerio consiste en señalar con el dedo a las personas de un determinado sexo, y establecer por ley y por sistema, que su presencia es obligada independientemente de su valía o de sus méritos, probablemente por que no sabrían como evaluarlos ni valorarlos. O lo que es lo mismo, que si fuera por los méritos, dichos gobernantes que toman estas decisiones no estarían donde están, haciendo lo que hacen ni ganando sus desorbitados sueldos, merecidos según el exclusivo criterio de dicha casta gobernante. Independientemente del sexo que sean, por supuesto, y al margen de lo que pensemos usted y yo, a pesar de cobrar gracias a nuestro sueldo.

Esto es lo que les pasa a los que están en el Ministerio de Asuntos Exteriores y de Cooperación con su reciente apoyo a la campaña Maltrato Zero contra el maltrato doméstico. O bueno, habría que decir más bien, del maltrato de las personas de sexo masculino hacia las de sexo femenino (lo que se conoce incorrectamente como «de género»). El resto de maltratos entre personas que ocurren a diario en dicho ámbito, no tienen cabida en esta campaña.

Seguramente alguien pensará que este sector, el femenino, es el más afectado por la violencia o maltrato entre personas, por su relación afectiva o sexual. Este es precisamente parte del problema, que solo los grupos mayoritarios y por lo tanto, de mayor valor electoralista, son los que preocupan a ese grupo de personas sometidas a la decisión de una cúpula política, que toman las decisiones. En todos los ámbitos, ya sea el social, laboral o político, si no perteneces a un grupo homogéneo que presente un interés electoralista, ya sea organizado o no, solo entonces podrás defender tu dignidad en el ámbito concreto relacionado con el grupo, llegando incluso a poder recibir un sin fin de subvenciones o ayudas, en claro agravio comparativo al resto de personas que tenemos la desgracia de pertenecer a ese otro grupo heterogéneo, diverso y disperso por definición, llamado sociedad civil o también clase media, que ha de ganarse el sueldo día a día con esfuerzo, dedicación y empeño; para que todo este proceso pueda seguir adelante y los demás puedan recibir subvenciones o merecer la atención de campañas mediáticas.

mujer menos yo Ejemplos de estos casos de trato desigual, paradójicamente buscando lo contrario, son la «discriminación positiva» hacia la mujer, hacia algunos colectivos gays o hacia el colectivo de artistas y actores de cine, por poner los ejemplos más conocidos. El origen de este problema es con toda probabilidad la dependencia que los poderes del estado tienen de esa cúpula política formada por las cumbres de las jerarquías de los partidos. Poderes que en teoría, deberían representar la soberanía de esa sociedad civil, que en la práctica, es la más perjudicada con el agravio comparativo y el trato asimétrico.

hombre más yo Tal es así que el eslogan más conocido de la campaña mencionada, promueve un trato asimétrico entre el hombre y la mujer de forma que, tal y como reza dicho eslogan («ningún hombre podrá ser mas que una mujer», y «ninguna mujer menos que un hombre») el hombre si es susceptible de ser menos que la mujer. Todo menos buscar esa igualdad que valdría tanto para unos casos como para otros, y muchos más tan merecedores de esa atención. Puede que el motivo de esquivar este justo y equitativo trato, sea el temor de someterse los mismos que traman este tipo de estrategias, a esa igualdad de oportunidades que deberíamos tener todos los españoles a los cargos que ocupan, o al control de la eficacia en su desempeño, sin tener que pasar por el filtro de un partido.

La otra parte de esta trampa es la de la apelación al sentimiento, el populismo o la demagogia, por la que resulta complicada la critica a este tipo de campañas por el temor a ser tachado de machista, fascista o similares. Es decir, a la discriminación abierta o permitida de una parte de la sociedad civil a otra por expresar una opinión distinta o por tener un sexo distinto, poniendo al publico en general a favor de unas campañas que, por buena intención que en principio estas tengan, acaban constituyéndose en meras imposiciones ideológicas o partidistas. Otro ejemplo de esto fue el famoso «No a guerra» eficazmente promovido por el mencionado y subvencionado colectivo de artistas (actualmente desaparecido a pesar de que continúan prestándose apoyo a conflictos bélicos) por el que al expresar cierto acuerdo favorable al apoyo por parte de tropas españolas a la ocupación norteamericana y británica de Irak, aunque fuera dese un punto de vista geoestratégico, te convertía en una malvado asesino y en un amante de las guerras. De forma similar, el opinar que a una unión civil entre personas de distinto sexo no se le debe llamar matrimonio, te convierte en un repudiado homófobo, a pesar de que la diferencia entre dicha unión y un matrimonio legal pueda ser simplemente nominativa.

Por todos estos motivos y para que los políticos no manejen a su antojo el dinero de los que se supone que representan, para que sus sueldos, sus pensiones, sus dietas, superiores en comparación a los del resto de ciudadanos y que reciben para efectuar dignamente el noble desempeño de representarnos, puedan estar sujetos a control de su eficacia y buen hacer. Para que cualquier ciudadano tenga las mismas opciones de acceder a un cargo publico o de representante, sin depender del favor de los gobernantes. Para que las simples pero fundadas sospechas de corrupción sean suficientes para retirar o deponer a un político de su cargo, sin esperar a la decisión de sus compañeros o jefes de partido, o a una resolución judicial de un «juez amigo». Para que este, el Poder Judicial, esté al servicio de la sociedad civil y no de la casta gobernante.

Por todo esto, propongo la siguiente campaña:

LOGO_CAUSA

domingo, 1 de noviembre de 2009

¡Viva Honduras!

domingo, 1 de noviembre de 2009

honduras_escudo Tal vez recuerden los lectores aquella estrafalaria anécdota que protagonizó el inefable sr. Don Federico Trillo, en la que les hizo gritar a las tropas de EL Salvador un sonoro ¡viva Honduras!. Es más probable incluso que estén al tanto de la situación de crisis política que se está viviendo allí desde que el Jefe del Ejecutivo de aquel país decidió que la constitución le importaba un pimiento, y en vista de que se le acababa su mandato y no podía ser reelegido, puso a prueba el sistema a ver si podía cambiar por su cuenta esa situación. Como no podía ser de otra forma, la cámara de representantes que en este país centroamericano es elegida de forma directa por el pueblo, se opuso a esta violación de su principal texto legal y destituyó al que hasta ese momento era el jefe del Poder Ejecutivo: Manuel Zelaya.

El presidente depuesto Manuel ZelayaComo se muestra de forma detallada en el blog Memento mori, esta destitución de Zelaya distaba bastante de ser anticonstitucional. Sin embargo, la comunidad internacional defendía lo contrario. Bueno, mejor dicho, los que defendían lo contrario eran los colegas de Zelaya, es decir, los jefes de estado de la comunidad internacional esa. Hablando claro, los que ocupan cargos similares a Zelaya como Obama o Zapatero, probablemente para que no cunda el ejemplo no vaya a ser que les toque a ellos ser los siguientes. Sin embargo, una parte de esa comunidad internacional que estaba tan de acuerdo en la ilegalidad de la destitución de Zelaya, ha resultado no estarlo tanto: un congresista de los EUA, Aaron Schock, se hace eco de un informe presentado por la Biblioteca del Congreso del mismo país donde afirma todo lo contrario.

Por si fuera poco, un diario de Honduras daba noticia de que la ONU disponía de un informe en donde se posicionaba de forma similar. Esta organización compuesta por políticos y diplomáticos designados por las jefaturas de los respectivos países (o sea, amigos de los jefes de estado), corrió despavorida al día siguiente a aclarar este asunto, con la escusa de que este era «uno de los muchos informes» que recibe esta organización internacional, pero que no era su postura final.

conflicto civil HondurasParece bastante claro que las jefaturas de estado y los diplomáticos designados por ellos no van a aceptar nunca que su poder está a disposición de otros, que no son omnímodos, como seguramente les gustaría. Los Jefes de Estado de repúblicas presidencialistas como los EUA o los Jefes de Gobierno de sistemas partidocráticos como México, Italia o España, detentan un poder que es el que más se acerca al de las monarquías absolutistas. Paradójicamente, tienen más poder que los Reyes o Jefes de Estado actuales en los vestigios de estos sistemas de estado hereditarios. El mayor y más sagrado límite a esta acumulación de poder es precisamente el límite de mandato, que como queda claramente reflejado en la Constitución de Honduras ningún cargo publico puede ni tan siquiera promover su reelección. Cosa que Zelaya había infringido clara y descaradamente con el referéndum, fuera vinculante o no.

Pienso que dadas las circunstancias, los ciudadanos de Honduras se merecen todo nuestro ánimo para que sepan solucionar democráticamente este problema, que aprendan y que aprendamos todos de esta situación que pienso es un ejemplo del que hay que tomar nota, y a ver si la próxima vez no se exceden tanto como en esta ocasión y no se saca a punta de pistola a la gente de sus casas. Aunque se lo merezcan.

Por todo esto, propongo que (ahora si Sr. Trillo) dediquemos a sus ciudadanos un animoso ¡Viva Honduras!


sábado, 17 de enero de 2009

La paradoja judicial

sábado, 17 de enero de 2009
juecesEn el ámbito de la lógica, es conocida la llamada Paradoja del mentiroso. Esta paradoja es del tipo de autorreferencia y ocurre cuando en el lenguaje natural (el utilizado normalmente, para entendernos) se forman frases que pese a estar perfectamente construidas, pierden sentido al referenciarse a si mismas, contradiciéndose de ser falsas, y negándose a si mismas en caso de ser ciertas, no pudiendo llegar a ninguna conclusión. Son frases mal construidas desde un punto de vista de la lógica al ser zonas a las que esta no llega con los escasos elementos utilizados (la propia frase), siendo necesario un punto de referencia externo para resolverlas.
 
Parece ser que los redactores y periodistas de EL PAIS no conocen nada de esto, y a pesar de tener supuestamente largas carreras completadas, obsequian a sus lectores con aberraciones lógicas como la siguiente:
 
Titular de la noticia en «EL PAÍS»


Deténgase el lector un instante en este punto. ¿No son los miembros del Poder Judicial jueces también? ¿No son los jueces miembros del Poder judicial igualmente?
Antes de continuar intentando dar explicación a esto y pasando por alto la «objetividad» del ¿periódico? al denominar como «tretas» la estrategia de los jueces, haga otro pequeño alto de nuevo el amable lector, esta vez frente al concepto de «huelga». Acudiendo a las diversas fuentes (diccionario de la RAE, la Wikipedia, etc.), se puede comprobar a grandes rasgos como la huelga es una forma de protesta o reivindicación por parte de unos trabajadores o colectivo social, para ejercer una presión frente a una dirección de la organización a la cual prestan unos servicios, y sobre la que no tienen otros medios de control o gobierno.
 
De esta definición se desprende inmediatamente que hay una diferenciación entre trabajadores y mandos, y que los primeros no tienen ningún poder de decisión sobre los segundos, pero al contrario si. Únicamente a través de los sindicatos (teóricamente, la representación de los trabajadores) y en las negociaciones establecidas en el marco legal laboral externo a ambos (no pueden influir sobre el), en los convenios colectivos se toman acuerdos tomando en consideración a las partes implicadas. El resto del tiempo la única forma de control es la de la protesta a través de manifestaciones y huelgas. Exactamente las mismas y únicas herramientas que tenemos los ciudadanos para mostrar la disconformidad con la forma de llevar a cabo la labor gobernativa, salvo la negociación colectiva de cada cuatro años. No somos ciudadanos, somos trabajadores las 24 horas del día, y nuestros jefes, los que nos mandan, los políticos que prometieron servirnos y nos pidieron que confiáramos en ellos. Los muy caraduras y mentirosos.
 
Pero aunque parece que la solución a esta paradoja está cada vez más cerca, todavía falta volver a la pregunta que se quedaba en suspenso algunos párrafos antes, sobre los protagonistas de la historia: los jueces. Para resolverla hay que pasar entonces por diferenciar estos mismos jueces entre jefes y trabajadores. Unos que mandan y otros que obedecen. Independientemente de si se está de acuerdo o no con los motivos de la huelga, la cuestión es ¿por qué necesitan hacerla?
 
Todo poder independiente debe autogestionarse ¿tendría sentido que fueran a huelga los diputados del congreso, miembros del legislativo? Si existe algún problema, son estos diputados los que tendrían el poder para arreglarlo. Si no hacen huelga es o bien porque disponen de dicho poder para autogestionarse, o porque no les dejan hacerla.
 
De todo esto se puede llegar a la conclusión de que los poderes del estado no son independientes, como algunos sospechábamos, y que los medios de comunicación no tienen ninguna intención en explicarlo a sus lectores, a los que engaña y confunde retorciendo titulares con tal de deformar los sucesos para que «encajen» con la «voluntad oficial», cosa que también sospechábamos. Si han de hacer huelga es porque no tienen otro mecanismo de protesta y autogestión, ya que de lo contrario pondrían en práctica las medidas que creyeran convenientes, o elevarían las protestas mediante los mecanismos para ello.
 
Seguramente lo que al gobierno (poder ejecutivo) le gustaría, a tenor de lo incomodo que les resultan estas reivindicaciones «y libertades» que se toman los jueces, es que al igual que los diputados, estos formaran parte de los partidos o estuvieran supeditados a estos como lo están los jefes del Poder Judicial, al mando del colectivo en huelga. Parece evidente entonces que para llegar a un cargo en la rama jurídica, no hay que tener el favor de los propios jueces para ser elegido, sino el del poder ejecutivo-legislativo.
 
Por lo tanto, el colectivo de jueces solo tiene dos opciones para arreglar las cosas: hacerse amigo de algún jefe de partido o de un buen número de diputados…
o, hacer huelga.