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lunes, 17 de febrero de 2014

El bueno, el feo, y el malo, de la informática

lunes, 17 de febrero de 2014

Microsoft

Desde el nacimiento de la informática doméstica y hasta hace bien poco, Microsoft ha dominado el mercado de ordenadores domésticos a pesar de lo rudimentario y poco atractivo de su sistema operativo. Su primitivo aspecto se debía seguramente al hecho de que el MS-DOS —basado en el QDOS, traducido literalmente como Sistema Operativo Rápido y Sucio— había sido ideado para ordenadores corporativos o entornos de oficina. Es muy probable pues que su éxito en otros ámbitos se haya debido a un factor fundamental: sus especificaciones de hardware abiertas.

Esta circunstancia permitía que los PC's fueran montados por diversos fabricantes —como Compact, HP o Dell—, o montados por los propios usuarios adquiriendo por separado sus piezas. Este tipo de usuario optaba por el PC clónico gracias a su bajo coste, además de que podía elegirse uno mismo la configuración hardware que mejor le conviniese —procesador, memoria, tarjetas gráficas, disco duro, todo en función del uso que se le desease otorgar—. Había que armarse de ingenio, un destornillador, y paciencia. «Valía la pena para ahorrarse una pasta», eso pensaba la mayoría.

¿Un martillo y una llave fija?
Fabricantes de dispositivos —con sus controladores o drivers—, programadores de juegos, utilidades que suplían las carencias del primitivo sistema operativo, y otro tipo de programas, todos ellos proliferaron pensados para la misma plataforma ahora ya universalizada. Gracias a esta presencia en el mercado doméstico, Microsoft llegó a dominar también el mercado corporativo con su suite de ofimática, la omnipresente Office y sistemas operativos de servidores.

De estos hechos se induce que Microsoft era y continua siendo —salvo algunos ligeros cambios estratégicos recientes— una empresa de software, cuyo mercado objetivo son las empresas. A pesar de que los usuarios domésticos eran un valor estratégico importante, sus problemas particulares —paradójicamente— no les interesaban más que lo justo.
«Surface Pro 2». Con la Surface Pro, Microsoft se incursiona por primera vez en su historia en la venta de hardware
Es decir, contrariamente a lo que muchos piensan, los problemas de los sistemas operativos domésticos de la empresa de Redmon —los Windows 9x— en relación a su estética cutre, sus numerosos fallos y la necesidad de mantenerlos constantemente, no eran debidos a que sus programadores no conocieran su trabajo, sino a otros factores: 
  1. Lo mismo que les hizo triunfar: su sistema abierto y la gran cantidad de software y dispositivos que cumplían con las bajas exigencias de especificación técnica. La combinación particular de componentes de distintos fabricantes que se limitaban a cumplir de forma ajustada dichas especificaciones, hacía muy difícil en la práctica la validación en cuanto a estabilidad y predicción de problemas de funcionamiento. Tan sólo algunas empresas como HP o Dell —entre otras— intentaban comprobar sus equipos y dar el mayor soporte post-venta posible.
  2. Por el perfil de usuario: el publico objetivo de Microsoft no era el mercado doméstico —apenas controlaba el proceso de fabricación-distribución-venta, simplemente ponía el software—, sino el corporativo —ofimática y servidores, ámbito en donde surgió el Windows NT, base de los sistemas operativos actuales desde el XP, tanto domésticos como corporativos—. Además, el usuario doméstico siempre aceptó las deficiencias de Windows a cambio de un menor coste y de tener cierta libertad sobre su equipo.

Estos factores ocasionaban que un sistema operativo se lanzara al mercado doméstico de forma apresurada, sin realizar suficientes comprobaciones y sin esmerarse en la estética. Al fin y al cabo, salvo las empresas, pocos iban a pagar por él.

Apple

Mientras tanto, el otro titan que pugnaba por alzarse vencedor en el mercado informático era Apple. El Apple II fue el primer computador que en sus inicios, logró hacer sombra a los PC's de IBM. Los factores de su éxito inicial fueron:
  1. Arquitectura abierta: Steve Wozniack diseñó al Apple II con una arquitectura bastante abierta —en un movimiento similar a lo que a posterior significó el despegue de su competidor—, lo que permitía ser ampliado y mejorado con hardware de terceros .
  2. Interfaz gráfica: este equipo fue el primero con capacidad de mostrar gráficos de forma nativa. Usaba dicha funcionalidad para añadir una capa entre el usuario y la máquina, eliminando la necesidad de la consola de comandos y con ella, conocer muchos aspectos del funcionamiento de la máquina.
  3. Montado y listo para funcionar: Steve Jobs estaba obsesionado con que sus computadores fueran lo más parecido a un electrodoméstico. A diferencia de las tendencias de la época —en las que el público más familiarizado con la tecnología adquiría los equipos en kits a falta de ser ensamblados— procuró que sus productos:
      • Se suministraran completamente montados y preparados para funcionar.
      • Les proporcionó un mejor control de la alimentación eléctrica, en cuanto a consumo y calentamiento. Gracias a estas mejoras de ingeniería podían prescindir de ventiladores, lo que los convertía también en silenciosos.
      1. Hoja de cálculo VisiCalc: la primera hoja de cálculo para computadores personales. Con este único programa, el computador pasó a ser de una herramienta de especialistas de la informática —y otras ramas de la ciencia— a una herramienta genérica profesional de negocios.
      Sin embargo, posteriores diseños fracasaron y sumieron a su empresa en décadas de ostracismo, con problemas financieros. Los motivos de esta circunstancia fueron probablemente:
      1. Estrategia de mercado incoherente: el atractivo visual de un sistema operativo no es un factor de peso para un mercado corporativo donde priman los resultados prácticos. En cuanto al mercado doméstico más propicio para sentirse atraído por dicha capacidad, el coste del equipo era excesivo en comparación con los de la competencia.
      2. Fallo de diseño: el aumento de capacidad de procesamiento no era compatible para la época con la obsesión de presentar un equipo montado y sin ventiladores de refrigeración. La intención era buena, pero no realista. Muchas unidades del Apple III tuvieron problemas de calentamiento, lo que empaño la imagen de la marca y significó un fracaso que marcó las décadas venideras.
      3. Restricciones de hardware: la necesidad obsesiva de Steve Jobs de especificar los requerimientos técnicos para que se ajustaran a su visión particular de lo que debía ser un computador —desde la estética al consumo eléctrico—, provocó finalmente que todo el proceso de fabricación y distribución para venta —desde el sistema operativo hasta el hardware— fuera controlado por la propia empresa. Esto permitía generar beneficios por la venta de los componentes, pero impedía abrir el mercado a otros fabricantes y empresas que aportaran sus ideas y sus clientes.

      De esta manera, Apple se convirtió por sus propios «méritos» en un fabricante de computadores minoritario, cuyos productos estaban restringidos normalmente a ámbitos relacionados con el diseño gráfico profesional —que podían permitirse la inversión en este tipo de tecnología— sin poder competir en ventas en el mercado doméstico. Una empresa de hardware opaca y aislada, con equipos prohibitivos para el usuario medio y cuyos repuestos eran servidos por la propia empresa a través de sus «tiendas Apple». No permitía que hubieran intermediarios.

      Algunas de las virtudes más alabadas de los computadores de la empresa fundada por Jobs, han sido —además de su atractiva estética— su gran estabilidad y su facilidad de funcionamiento y configuración. Mucha gente piensa que esto era debido a una especie de «sabiduría» de los programadores de una empresa «virtuosa». Sin embargo, la explicación más evidente y menos dogmática es mucho más prosaica: trabajar con configuraciones de hardware conocidas y completamente testeadas facilitaba la integración de los sistemas de forma que la configuración estaba preestablecida y el mantenimiento de los equipos era trivial. Debido a esto, su sistema operativo es prácticamente inservible en otros ordenadores que no entren dentro de sus caprichosas especificaciones. Con un hardware enmascarado tras una interfaz gráfica que parece pretender esconder que lo que se tiene delante es un computador.

      El iMac. Su relativo éxito salvó a la compañía y a Steve Jobs. Fuel el inicio de la inicial «i» en los modelos de la compañía. (foto: The Register)
      Aunque pueda parecer «sacrílego», se podría decir que fueron las decisiones de Steve Jobs las que condujeron a Apple por un camino complicado en sus inicios. Jobs dejó la empresa que él mismo fundó a principios de los años ochenta, por problemas con una directiva que no supo corregir ese tortuoso rumbo.

      Sin embargo, cuando regresó en 1997 su filosofía fue exactamente la misma. El cambio consistió en retirarse de la pelea por los computadores de escritorios dominados por su competidor, e introducirse en aquellos mercados incipientes en los que no estuviera. De esta manera surgió el reproductor de MP3 iPod. Pero lo más importante consistía en que el negocio se lograba —además de la venta de los reproductores— en la venta de contenidos a través —nuevamente— de su propia «tienda Apple»: iTunes —un negocio puramente comercial, que no tiene nada que ver con la informática—. Lo que vino después —iPhone, iPad— es recordado por todos.

      GNU-Linux

      En toda esta actividad del último cuarto del siglo pasado, el usuario consumista llamado a convertirse en el protagonista reciente de la economía, encontró en la tecnología una inagotable fuente de productos con el que lograr un nuevo estatus. Las mejoras tecnológicas no sólo aportaron avances a diversas áreas del conocimiento, también abrieron las fronteras del consumismo. Lo que antaño era un traje nuevo o un coche, ahora es el último modelo de smartphone, tablet, smartwatch, y sus diversas apps y accesorios de todo tipo y función.

      La informática había entrado definitivamente en lo cotidiano, sin embargo, los usuarios clásicos de computadores, aquellos pocos que heredaban el concepto original de la informática sin ninguna interfaz que «enmascarase» de forma gráfica el verdadero funcionamiento —al menos, a nivel lógico— de su equipo, eran cada vez más ninguneados.

      Se encontraban a expensas de las decisiones de las grandes corporaciones. No les satisfacían las soluciones que el mercado les ofrecía, que además de ser ineficientes, inestables o caras, eran en cualquier caso y por encima de todo, cerradas y privativas.

      Richard Stallman y Linus Torvalds

      Richard Stallman era un programador del conocido y prestigioso MIT que observó que el software que se incluía en los computadores y que permitía acceder a todo su potencial, permanecía oculto a los usuarios supuestamente dueños de los equipos, impidiéndoles en la práctica serlos plenamente. Stallman tuvo que dejar su trabajo para que su proyecto de software libre no estuviera influido por su contrato, por el cual el dueño del código que realizaba era el MIT, y no él. Así nació la Free Software Foundation (FSF).

      Torwalds y Stallman (foto: Ubuntu guía)
      Esta fundación tenía como objetivo dar soporte al proyecto de crear un sistema operativo libre, en el sentido de que su código era accesible y modificable por los propios usuarios. Esto no significaba que fuera necesario hacerlo, sino que era posible hacerlo. En definitiva, el usuario elige cómo —en función de su nivel de conocimientos en la especialidad— desea utilizar su equipo, el cual sin el software no sería nada.

      Este proyecto logró finalmente su meta cuando el ingeniero de software finlandés Linus Torwalds liberó con la licencia GNU —creada por la FSF— el núcleo de un sistema operativo equivalente al sólido y eficaz UNIX, pero adaptado a los sistemas basados en INTELx86. El mundo conoció así al pingüino más famoso de la historia: El LINUX.

      Seguro que alguien se estará preguntando a estas alturas quienes son entonces, el bueno, el feo y el malo de la informática. Que sea el lector el que tome la decisión sobre este punto.

      domingo, 9 de febrero de 2014

      La posesión como un fin en sí mismo

      domingo, 9 de febrero de 2014
      Pensamos que si seguimos poniendo grandes productos delante de los consumidores, estos seguirán abriendo sus carteras

      En los inicios de la era de la informática doméstica —años 70 del siglo pasado— el computador se convirtió en un producto comercial cuya finalidad consistía en ser vendido. Cuantos más, mejor. De esta manera se alejaba de los principios originales que llevaron a su desarrollo. Como herramienta enormemente versátil los PC's y computadores en general dieron beneficios a muchos fabricantes de hardware, así como a programadores de juegos y de aplicaciones. El liderazgo del MS-DOS —y Windows posteriormente— en los hogares apenas reportaba ingresos directos a Microsoft, aunque se valió de ello para desplazar a IBM como líder de la oficina —centrándose en el mercado corporativo, sus verdaderos clientes—.

      Y así fue como lo que en un principio fue una herramienta universal, pasó por ser una herramienta para la oficina, y de ahí, a ser simplemente una herramienta universalizada —esto es, susceptible de ser un producto vendible a todo tipo de mercados, sin que tuvieran que conocer nada de su funcionamiento necesariamente—. El computador se convirtió en muchos casos como una especie de «caja mágica» que había sido adquirido por el público por mera presión comercial, sin saber muy bien qué hacer con él. De esta manera, surgía una nueva manera de entender el computador como un fin en si mismo.

      Mientras que algunos usuarios se entretenían overclockeando su equipo o se hacían con algún entorno de programación —QBasic o Turbo Pascal— para darle de esta manera un sentido propio a su ordenador en el sentido «clásico», otros tipos genéricos de usuario aparecían: uno de ellos fue el usuario consumista —cuyo protagonismo ha ido en ascenso hasta hoy en día— que ansiaba la posesión de un computador por una mera cuestión de imagen personal y de estatus social. Necesitaban tener un «buen equipo», dotado de «lo último» en tecnología. Un segundo nuevo tipo de usuario era aquel que valoraba la informática como herramienta, pero no estaba interesado en saber apenas nada de ella. Quería que se lo dieran todo hecho. Estos dos tipos de usuario vivían en constante contradicción y lucha interior: aunque no les interesaba la informática y no deseaban hacer más que un mínimo esfuerzo en relación a ella, al mismo tiempo, la necesitaban urgentemente.

      Mientras, Microsoft y Apple peleaban por el mercado corporativo con clara ventaja del primero. No fue hasta que la empresa de la manzana comenzó a explotar a las nuevas clases de usuario cuando inició su carrera hacía el liderato actual, alejándose del PC de escritorio dominado por su competidor. Parte del primer tipo clásico de usuarios interesados en la informática como especialidad, se dieron cuenta de que eran meras marionetas y que difícilmente eran dueños de su computador plenamente. De aquí surgieron varias iniciativas que dieron forma al proyecto GNU-Linux. Pero esta, es otra historia.

      jueves, 6 de febrero de 2014

      Érase una vez, un computador

      jueves, 6 de febrero de 2014
      El ordenador nació para resolver problemas que antes no existían
      —Bill Gates


      Sala de computadores y almacenamiento en cinta magnética de los años 70
      Foto: El Cedazo
      En sus inicios, los computadores eran enormes armatostes que ocupaban salas enteras. Los ingenieros y matemáticos que diseñaban estos dispositivos lo hacían con la principal finalidad de convertirlos en herramientas universales. Unos dispositivos que dado su coste y tamaño, eran utilizados por las instituciones públicas, científicas o militares, que podían permitírselo.

      Lo que para unos era un fin en sí mismo —los desarrolladores—, para otros —gestores públicos, militares, científicos de otras áreas distintas de la informática— era un medio para lograr otros objetivos —desde cálculo de órbitas estratosféricas a trayectorias balísticas, pasando por censos estadísticos—.

      La mejora tecnológica y la consiguiente disminución de tamaño y abaratamiento de los componentes, propiciaron la existencia de ordenadores más apropiados para un negocio o domicilio. De esta forma, surgió el concepto de «computador personal». IBM acuñó el concepto de «PC» o Personal Computer, desarrollado en respuesta al Apple II de APPLE —Otros fabricantes importantes fueron WANG o SUN—.

      En esta época el mercado informático se destinaba a profesionales o empresas . Aún no existía el concepto de «informática doméstica». Por tanto, las técnicas de marketing empleadas estaban orientadas a ese tipo de usuario, que valoraba la inversión que realizaba —dinero, tiempo o esfuerzo— en función del resultado práctico que alcanzaba. Por tanto, la estética y funcionalidad de los programas —software— que se incluían en los computadores, no cumplían con más funciones preestablecidas que las propias de su gestión informática, ni se limitaba en manera alguna que el usuario pudiera configurar su sistema arreglo a sus prioridades.

      Tan sólo en su parte física —el hardware— era donde se les dotaba de elementos diseñados específicamente acorde a la función principal para la que iban destinados. De ahí que los primeros computadores personales tuvieran un diseño y estética de «herramienta de oficina», la cual perduró en el tiempo aún fuera de dicho ámbito.

      IMB PC del año catapúm
      Foto: UPM
      Hasta este momento, la importancia del computador continuaba residiendo en su concepción como «herramienta de propósito general»—. Los ingenieros los creaban con la idea de que el usuario con preparación pudiera darles la utilidad final que se ajustara a sus necesidades. Esto exigía que tuviera claro cuáles eran éstas y qué debía hacer para solucionarlas. No  hacía falta que fuera ingeniero informático o tuviera que saber diseñar un computador, pero como cualquier otra herramienta, era necesario un mínimo aprendizaje para poder usarla y mantenerla —incluso una máquina de escribir tradicional a pesar de su limitada función, requería de cierto adiestramiento y cuidados—.

      Las tareas burocráticas y de contabilidad fueron las funciones principales para las que las empresas destinaban su inversión en nuevas tecnologías, con IBM (International Business Machines, o Internacional de Máquinas de Oficina) como el rey indiscutible en la fabricación y venta de computadoras de oficina. 

      Mientras, el mercado doméstico era un campo sin explorar. Algunas marcas modestas —Sinclair, Commodore, Atari, Amstrad, entre otras— lanzaron equipos con un hardware sencillo —sin monitor incluido, con el teclado de goma o embebido en un mismo bloque junto a la CPU y sin medios de almacenamiento externo— que se popularizaron rápidamente en los hogares.

      Commodore 64
      Foto: Wikipedia
      Estos equipos —si bien no eran más que juguetes— heredaban el mismo concepto de sus antecesores: su sistema operativo apenas ofrecía más que un entorno de programación en donde el usuario debía esforzarse aprendiendo a programar, llegando a leer incluso ¡libros en papel! para aprender, pasando tardes enteras tecleando un programa en memoria y disfrutar tras horas de trabajo. Eran desde luego, otros tiempos.

      Obviamente, el futuro de la informática doméstica no podía pasar por aquí ¿verdad?. Aunque estos equipos mejoraron y surgieron publicaciones y comunidades de usuarios que compartían programas, la multiplicidad de sistemas y su incompatibilidad complicaba las cosas. Hacía falta algo más.

      El PC clónico.

      Debido a algunos errores de diseño, Apple perdió la carrera por el mercado corporativo en favor de IBM, la cual comercializó un computador de bajo coste a los que se les dotó del sistema operativo —en realidad, poco más de un mero gestor de disco— PC-DOS de Microsoft. Debido a su buen resultado en términos prácticos, otros fabricantes quisieron hacerle la competencia logrando mediante ingeniería inversa «clonar» la BIOS de un equipo de IBM. De esta forma podía comercializarse PC's bajo marcas distintas de IBM.

      PC Clónico «del montón»
      Foto: revista PC Actual
      Gracias a que Microsoft —no se sabe si en un alarde de ingenio estratégico de Bill Gates o por pura chiripa— tenía la concesión de poder comercializar su sistema de disco —MS-DOS— prescindiendo de IBM, miles y miles de clones de su PC, con el alma de Microsoft, cubrieron la superficie del planeta.

      martes, 11 de septiembre de 2012

      Guerra Samsung vs Apple, o la innovación engañosa

      martes, 11 de septiembre de 2012
      Comparativa Apple-Samsung
      (Fuente: Cadena SER)
      Es noticia estos días que un jurado de California ha sentenciado que "Samsung copió a Apple". La conclusion que pretenden transmitir algunos medios es la de que "Jobs tenía razón". Pero, ¿la misión de jueces y jurados es la de otorgar victoria moral dando la razón postuma a alguien, o es la de ser objetivo en la resolución de una acusación presentada de una forma concreta y ante la existencia (o ausencia) de una serie de pruebas, dentro de un marco legal preexistente? Desde luego, pienso que está más cerca de lo segundo.

      No obstante, tampoco sería sensato obviar que esta resolución judicial, pone sobre la mesa diversas cuestiones importantes sobre el mundo empresarial actual, y cómo la tecnología está cambiando los modelos competitivos y la sociedad.
       

      Las patentes

      Los registros de patentes se idearon en una época en la que las ideas o conceptos no podían transmitise con la gran rapidez ni facilidad con las que ahora es posible realizar. Sería una cuestión demasiado larga de abordar en este artículo, pero hay que señalar que hasta ahora las patentes consistían principalmente en el registro de productos completos, con la inclusión de planos detallados y descripciones más o menos complejas de la funcionalidad del producto.

      En los últimos tiempos, desde la proliferación de las nuevas tecnologías y la mejora en las comunicaciones, la industria se ha dedicado a proteger su negocio y buscar los tan asiados (a la vez que perdjudiciales) monopolios a base de patentar todo tipo de cuestiones anecdóticas (pellizcar la pantalla, recorrer una lista, rotar un documento, etc). En definitva, las empresas de tecnología, sobre todo las relacionadas con los dispositivos portátiles, están utilizando un anticuado modelo legal de registro de la propiedad intelectual como herramienta estratégica comercial, de dudosa utilidad al usuario.

      Muchas de las patentes que Apple ha presentado en su denuncia frente a Samsung son de este tipo, y se puede decir que son una foma de utilizar los sistema legales para alcanzar las mayores cuotas de mercado posible. No es la primera vez que Apple la utiliza, ni es desde luego, la única empresa que lo esá haciendo. La propia Samsung también ha denunciado a Apple, así como Motorola a Blackberry, y otros casos más.
       

      La innovación

      Otra de las conclusiones que algunos medios deducen de esta resolución judicial, es la de que Apple innova, y Samsung no. Esto sólo se puede entender si reducen (de forma completamente irracional a mi entender) las trayectorias de ambas empresas a este único hecho.

      Samsung es una empresa puntera en su campo tecnológico, es lider mundial en fabricación y venta de pantallas gracias entre otras cosas, a sus innovaciones en este campo. Es más, es proveedora de la propia Apple, la cuál, a pesar de ser vendedora de hardware, muy pocos de los componentes que utliza en sus equipos son ideados por ella. Entre otras empresas que si que son innovadoras en tecnología además de Samsung y que también proveen a Apple, destaca la japonesa Sony.

      Apple ha destacado por aplicar de forma diferente dicha tecnología, y sobre todo, en la de aumentar la imagen de "valor añadido" de sus productos. Es decir, salvo en sus inicios con los computadores personales, la vuelta de Jobs a la empresa no ha implicado el desarrollo de nada que no existiera previamente, simplemente le ha cambiado la apariencia y lo ha acompañado de una campaña de imagen, eso si, revolucionaria. Apple ha innovado en marketing, no en tecnología.

      QTek S100 (año 2005)
      Por ejempo, el iPod muchos consideran el "primer" reproductor de MP3, cuando realmente fue el MPMan el primero de ellos. De forma similar, el iPhone no fue ni con mucho, el primer "smartphone". La primera empresa que unió los mundos de las PDA`s (dominada por Windows Mobile) con el de la telefonía (con Nokia y Motorola al frente), fue la empresa británica QTek (adquirida posteriormente por HTC). De nuevo, el concepto de "tablet" actual es poco más (o menos) que los tablet PC que Microsoft desarrolló orientados al mundo corporativo, pero adaptados al usuario "estandar" y un entorno más doméstico. La diferencia de los tablet PC con los de ahora, es que aquellos eran ordenadores completos de propósito general y los actuales son apenas algo más que ordenadores de mano con pantalla muy grande.

      Con el sistema de patentes descrito, es muy difícil que una empresa no "copie" alguna de las características que otra compañía haya implementado previamente. Esto no significa que haya copiado el desarrollo de dicha idea, tan sólo su apariencia. Por otro lado, Microsoft ha cambiado su anterior interfaz de escritorio  por el nuevo sistema "Metro" que va a utilizar en los terminales móviles. La diferencia estética es clara, aunque funcionalmente es prácticamente lo mismo. Que los iconos sean monocolor y de forma cuadrada no creo que sea impedimento si llegará el caso a que Apple quisiera presentar otra demanda por cualquiera de las multiples y variopintas patentes que ha acumulado.

      ¿Cuál es la diferencia entre Windows Phone 7/8 y el sistema operativo Android que Samsung utiliza en sus dispositivos? Sobre todo, la cuota de mercado que le quitan a Apple. Que Google/Samsung ha copiado la estética de los productos de Apple es tan obvio como seguramente irrelevante. La cuestión importante es si el resultado es mejor o peor para el usuario, algo en lo que es este el que ha de tener la última palabra. No un juez.

      Enlace relacionado:

      sábado, 1 de septiembre de 2012

      Guerra Adobe vs Apple, o cómo ignorar al usuario

      sábado, 1 de septiembre de 2012
      Cuando una empresa rompe con los «estándares» es normal que se susciten ciertas críticas al enfrentarse al status quo logrado por otras compañías que han apostado fuerte por dichos modelos. Por otro lado, muchas empresas intentan aprovecharse de su posición para imponer sus decisiones de diseño sobre otras soluciones más arraigadas. Aunque estas maniobras son apuestas muy arriesgadas, puede reportar grandes beneficios al monopolizar el mercado, en caso de salir bien. Como ejemplo de fracaso, Sony se equivocó cuando decidió no dar soporte al formato MP3 en sus «revolucionarios» MiniDisc, con un formato propietario de compresión llamado Atrac.

      Apple por el contrario, constituye todo un paradigma exitoso de esta práctica, demostrándo una confianza excepcional y una fe ciega en el éxito comercial de sus productos a pesar de las grandes limitaciones que en algunos casos adolecen. La empresa de la manzana viene comercializando desde hace varios años en sus dispositivos portátiles (la principal brecha junto con «La Nube» para desbancar a Windows y sus PC's de escritorio) unos sistemas cerrados en los que resulta «imposible» instalar nada que no haya pasado por el consentimiento y caja de los propietarios. La justificación de esta práctica suele ser que esto es por el bien del usuario, al asegurar unos mínimos de fiabilidad y estabilidad del  producto final, no permitiendo que programas de terceros no aprobados estropeen la «imagen de perfección y pulcritud» que el fallecido Steve Jobs parecía desear proporcionar a los productos de la compañía que fundó junto con Stephen Wozniak.

      Uno de estos programas que ha sido eliminado del universo Mac fue nada más y nada menos que el plugin para reproducir archivos Flash en los navegadores. La compañía Adobe, propietaria de este formato, había logrado prácticamente convertir a la tecnología Flash en un estándar, salvo en que requería demasiados recursos. No obstante, muchos sitios de Internet utilizan (todavía) este formato para sus presentaciones, vídeos, juegos, y animaciones de bienvenida en sus páginas de inicio.

      Como respuesta a esta situación, antes de que el nuevo estándar HTML5 se presentara como una alternativa evidente, Adobe protestó lógicamente a este acto de «discriminación». Digo lógicamente ya que tratándose de dos empresas en un entorno altamente competitivo, estaba obligada al igual que la gran mayoría a defender su producto, fuera bueno o no, fuera mejor o no.

      El problema de esta situación es su gran similitud con la política: dos grandes partidos mayoritarios que se tiran constantemente los trastos a la cabeza, con unos objetivos que consisten en sacar el mayor rédito electoral antes que el de satisfacer las necesidades políticas de sus representados. En este caso, dos grandes empresas compiten por defender sus productos, enfocados casi exclusivamente en su éxito comercial, quedando relegado a un plano completamente anecdótico las necesidades, gustos y preferencias de los usuarios.

      Hace poco tiempo Adobe admitió que desistía en mejorar su producto para dispositivos móviles, para dedicarse al HTML5, y más recientemente Android anuncia que retira de su "Market" en-línea la aplicación para reproducir Flash. De nuevo, algunos medios vuelven a mirar el dedo cuando se señala a La Luna y afirman que «Jobs tenía razón».

      Si bien es cierto que desde un punto de vista puramente técnico Flash adolecía de graves puntos débiles y que la defensa de su producto respondía simplemente a autoprotección, también es cierto que la alternativa a este formato no estaba preparada. Además, parece que el mercado se olvida de otro factor que si bien no pertenece al ámbito tecnológico es igual o más importante: el usuario.

      «JailBroken iPhone»

      Una cosa es no dar soporte como va a hacer Android, y otra muy distinta es lo de Apple, al imposibilitar o dificultar enormemente que un usuario instale la aplicación, aunque asuma riesgos, y opte por ejecutar animaciones Flash a pesar de los recursos que vaya a suponerle en cuanto a batería, memoria, estabilidad, seguridad o los que sean, siempre y cuando sea conocedor de ello. Al fin y al cabo se trata de más ni menos que la libertad de elección del usuario.

      Por algún motivo, Apple tiene algún problema con este tema, y por ello, a pesar de que sus clientes gastan bastantes «recursos monetarios» en comprar sus productos, estos se encuentran con que no pueden hacer con ellos lo que deseean. Sus motivos tendrán y sus cosas desearan. Mientras tanto, la cuota de mercado baja un día tras otro frente a productos con el sistema operativo Android, sin que parezca que entiendan el «mensaje» que los usuarios les envían.

      Enlaces relacionados

      domingo, 22 de abril de 2012

      El consumismo

      domingo, 22 de abril de 2012
      Consumista mostrando un producto que considerará obsoleto un año después¿Es el llamado consumismo una consecuencia inevitable del capitalismo o mercado libre?. Esto puede ser tan cierto como decir que el crimen es una consecuencia de la libertad. ¿Donde está el límite entonces entre esto y la sana competencia, y sobre todo, quien lo establece? Parece que el llamado neoliberalismo sorprende de nuevo con otra contradicción. De nuevo, su idea de libertad les lleva al extremo, y por lo que se puede descubrir, convierten al consumismo en una de sus principales doctrinas. El deseo de no intervención en el mercado tiene como consecuencia llegar a admitir cualquier forma de comercialización, incluso fomentarla y elogiarla. Apenas se ponen límites a las técnicas de mercadotecnia utilizadas para lograr que los ciudadanos compren un determinado producto.

      Por supuesto, ninguno de nosotros somos nadie para decir lo que es malo para alguien, esto es cierto, pero ¿y el conjunto de la sociedad? ¿y la medicina o la ciencia? ¿no tienen nada que decir?.  Una cosa es tener límites éticos flexibles, y otra cosa es desear no tener límite alguno. No saber distinguir entre vicio y placer, entre disfrute y necesidad, es ya un problema. Sin embargo, es muy sencillo hacerlo: por ejemplo, la cerveza no es un elemento indispensable para que el ser Humano sobreviva. Tomarse una cerveza un soleado domingo por la mañana en un parque, es un placer. Necesitar ir todos los días al bar a tomarse varias, no. Lo primero es disfrute, lo segundo, un vicio.

      De forma similar, comprarse ocasionalmente lo último en tecnología, o un producto de una determinada marca en concreto, será por regla general, un capricho que podemos tomarnos ocasionalmente. Hacerlo siempre, convertir en una necesidad algo que no lo es en absoluto para subsistir habitualmente, es crear vicio. Si además, hacemos enormes colas días antes de la salida a venta de un producto, que no sabemos bien para qué, ni porqué, pero que necesitamos tener para creernos algo mejores, me atrevería a llamarlo enfermedad. Por creer que comprando un buen producto que no sea mediocre, vamos a dejar de serlo nosotros.

      Una mujer fumando, símbolo absurdo de la liberación femenina., producto de la propaganda manipuladora.Bien, pues de esta forma han hecho multimillonarias ganancias algunas empresas, en diversos sectores. Empresas que han basado su publicidad en hacer pensar a la gente que van a ser mejores por tener un producto determinado, desde tecnología a automóviles. Y les ha funcionado. Si hay un ejemplo claro de vicio que además de inútil, es perjudicial para el ser Humano pero gracias al cual se han enriquecido ciertas personas, ese el el tabaco. Una de las pocas ocasiones en la que han surgido algunas voces de protesta.

      El marketing o mercadotecnia, surgió como una forma de estudiar las necesidades de la sociedad, de forma que las empresas o iniciativas particulares que mejor las satisficieran, tuvieran mayor éxito. De esta forma, todos salían ganando. Todo el que tuviera algo que ofrecer que sirviera a la sociedad, era recompensado, y a cambio, la sociedad evolucionaba. Sin embargo, según diversas fuentes a las que he tenido acceso, esta situación cambio por completo tras la 2ª Guerra Mundial.

      Los victoriosos Estados Unidos de América se convirtieron a partir de ese momento en los libertadores, en el ejemplo a seguir. Un país que desde sus inicios supo controlar al poder político, pero que nunca aprendió a controlar a su poder económico, se convirtió en el referente mundial y llamada a ser su 1ª potencia. En este caldo de cultivo surgieron ciertos nuevos personajes como los Rockefeller, o instituciones desvinculadas del poder político como la Reserva Federal (FED), que vendrían a decidir el destino de todos los habitantes del planeta.

      Edward Bernays, sobrino de Sigmund Freud e inventor del término eufemístico «Relaciones públicas», para referirse a la manipulación de las masas.Otro de los nombres que intervinieron decisivamente en la configuración actual de la economía global, fue Edward Bernays, sobrino de Sigmund Freud. Edward utilizó lo que había aprendido de su tío para explotar económicamente las debilidades humanas. Se inició así la era del consumismo, por la cuál no era suficiente satisfacer las necesidades de la sociedad, sino que había que generarlas, crearlas donde no las había, convertirlas en vicios. Hoy en día esto continua igual, manifestándose en conceptos como la Obsolescencia Programada o el Diseño Emocional. Debido a estas técnicas los usuarios no consumirán productos ateniéndose a sus necesidades reales, sino en función del ansia económica de las empresas que mejor exploten sus debilidades, en la medida estas prácticas mercantilistas dificultan descubrir cuales son aquellas.

      Volviendo a la pregunta del inicio, esta tendencia de mercadotecnia cada vez más aplaudida no ha existido siempre, como se ha visto. Todo sistema tiene a la degradación, por el simple principio de la termodinámica. Si no se toman medidas, finalmente, todos los defectos que inevitablemente tendrá cualquier sistema que se proponga en cualquier ámbito, acabarán por crecer hasta corromperlo. Estas técnicas de control emocional de las masas como el consumismo, que dificultan la solución de los problemas sociales, serían según este postulado, consecuencia de la dejadez y de la manipulación que la explota, para evitar que se intervenga. Es en estos casos, bien sea a través de la religión, de la política o de la economía,  donde se comprueba cómo el poder busca continuamente nuevas formas de perpetuarse.

      viernes, 11 de noviembre de 2011

      La economía del bien común

      viernes, 11 de noviembre de 2011
      bien común
      ¿Debe estar la economía al servicio de la sociedad?. Si es así, entonces  ésta ha de tener los instrumentos políticos adecuados para poder decidir sobre dicha función. De lo contrario, no hay forma de impedir que la sociedad se convierta en una mera consumidora pasiva, a expensas de los que dominen el mercado.

      Cada vez más gente piensa que el capitalismo actual no es válido, motivo para el que existen fundamentadas razones. El problema es la deriva que puede ocasionar hacía posturas tradicionalmente de extrema izquierda. Por ejemplo, instaurar una economía planificada y la eliminación de la propiedad privada, medidas que serían totalmente nefastas tanto individual como colectivamente, como también demuestran los hechos.

      Desde este rincón se viene defendiendo que el problema no es tanto el capitalismo en si mismo, como el anteponer sus premisas sobre la voluntad democrática de los pueblos (en definitiva, anteponer un sistema económico sobre el político, lo que es una aberración desde el principio). Si se lograra un mercado libre de la siguiente manera, no veo en qué podría ser perjudicial. Más bien parece que al contrario:
      • Compuesto por individuos con igualdad de oportunidad, y un sistema judicial que lo sostenga.
      • Un mercado regulado para impedir cualquier intento por romper estas condiciones en beneficio de unos pocos.
      • Competencia por ofrecer los mejores productos, bajo una reglas decididas por el conjunto de la sociedad a través de los mecanismos adecuados.
      El problema es que  este no es el «mercado libre» que hasta ahora hemos tenido. En los EUA, el mercado libre consiste en que las grandes corporaciones y otras entidades político-financieras, tienen vía libre para influir con toda la fuerza de la que dispongan sobre el poder político. De la misma forma, hacen uso de la libertad que el sistema legal les ofrece, para subyugar con el consumismo (las llamadas «máquinas de felicidad») a la sociedad.

      En Europa, las sociedades apenas disponen de mecanismos políticos de participación. Sus políticos monopolizan el poder. Por tanto, el poder económico de los EUA y todo el europeo que le sea afín, tan sólo tiene que «influir» adecuadamente sobre un puñado de jefes políticos, para tener sometida a la población entera. Con la única excepción de Suiza y recientemente, Islandia. El problema es por tanto, simple y llanamente, no disponer de la suficiente democracia

      Tal vez el primer problema de capitalismo, cuya gravedad está en función de la cultura de la sociedad en concreto, es la no reinversión de las ganancias en la propia empresa o en la sociedad. De esta forma, un empresario puede tener una empresa con éxito, ganar mucho dinero, gastarlo en yates, cochazos y otro tipo de productos más erótico-festivos, y el resto desviarlo a paraísos fiscales. La empresa finalmente acabará obsoleta y quebrará, dejando a sus empleados en paro. Situación que no le importará lo más mínimo al empresario protagonista, ya que podrá volver a comenzar para dejar en el miserable paro de nuevo a muchos ciudadanos y continuar enriqueciéndose. Mientras tanto, la sociedad no sólo no ha recibido beneficio alguno, si no que ha de observar atónita, como su dinero ha ido parar a no se sabe dónde.

      Cada uno puede gastarse el dinero en lo que quiera, dirán algunos. El problema es que esta forma de actuar es completamente incongruente con las propias reglas del sistema capitalista, que consiste en el crecimiento continuo. Si no se reinvierte en el negocio para mejorarlo, para hacerlo más competitivo y en definitiva, más útil a la sociedad (o al bien común), no sirve para nada. Y si encima los poderes públicos y políticos participan de este expolio a la sociedad, entonces ya estamos hablando de un auténtico atentado social. Esto es lo que ha estado ocurriendo con la burbuja inmobiliaria, que no ha generado crecimiento ni productividad real ninguna, y que ahora lleva a millones de ciudadanos al paro.

      En este sentido no es suficiente con tener democracia. Es necesario conocer estos defectos y problemas potenciales para prevenirlos. En el revelador vídeo a continuación, recomendado por un compañero, se proponen una serie de medidas alternativas a este sistema. Está presentado por el autor de la propuesta, Chistian Felber:

      sábado, 8 de mayo de 2010

      Mercado libre vs. Sociedad libre

      sábado, 8 de mayo de 2010
      Centro comercial, "templos" del consumismo ¿Es un mercado libre síntoma inequívoco de una sociedad libre? ¿proporciona un mercado ausente de regulación una prueba evidente de libertad en una sociedad? ¿una sociedad libre no ha de permitir ninguna regulación en su mercado?

      Desde el entorno llamado liberal claman por un mercado libre como si del principal estandarte de dicha corriente ideológica se tratara. Sin embargo, el resultado de dejar alegremente que las principales entidades bancarias del país que más presume de su libertad engordaran de flatulencias hasta liberar un enorme pedo financiero mundial, es un hecho sintomático evidente de que algo funcionó mal. Pero lo que en un primer momento parece una refutación del liberalismo, al menos el del mercado, resulta ser todo algo más complicado si examinamos detenidamente el problema.

      Allá por el año 2002, un tal Alan Greenspan por aquel entonces presidente de la Reserva Federal de los EUA, en un acto a mi entender de inusitada prepotencia y enorme irresponsabilidad, decidió que las entidades bancarias iban a dejar de tener apenas margen para sus ganancias.

      Qué duda cabe que si todo el mundo hubiera sido mejor, menos avaricioso, menos ambicioso, menos despreocupado, en definitiva, si se hubiera tenido una mayor cultura del coraje, cuando al listo de turno se le ocurrió lo de las hipotecas subprime y la titulización en paquetes juntando churras con merinas, la mayoría, desde las agencias de rating pasando por las entidades bancarias y llegando hasta, no nos olvidemos, los clientes que aplaudían contentos la hipoteca interminable de alto riesgo que les acababan de regalar con tan solo presentar cromos del coyote, hubieran actuado de otra forma y muy probablemente, poco de todo lo que está ocurriendo ahora hubiera sucedido.

      Alan Greenspan, anterior presidente de la Reserva Federal de los EUANo tener en cuenta todos estos aspectos de la condición humana y quitarles las ganancias a unas organizaciones que tienen como principal cometido conseguir el mayor número de ellas(1) y lo peor, despreocupándose de lo que ocurra luego, ponen a Mr. Greenspan como alguien más peligroso que un mono con una cuchilla de afeitar.

      Si la intervención de la Reserva Federal fue desacertada, y la posterior dejadez fue peor, yo me pregunto si el problema es la intervención en si misma o la verdadera cuestión que nos debería interesar es de donde sale el poder que detenta dicha organización y otras como en Banco Central Europeo o el Fondo Monetario Internacional. Es decir ¿por qué se habla de la necesidad de un mercado libre, y no de una sociedad libre? ¿por qué se asume que las organizaciones monetarias internacionales o supraestatales forman un oligopolio invulnerable? ¿qué clase de mercado libre puede haber existiendo semejantes monstruos de poder absoluto sobre todo el orbe?

      Tanto si admitimos que los ciclos económicos son consecuencia de las intervenciones al no dejar que el mercado fluya, se reorganice y se autoregule en función de la oferta y la demanda, como si es por basar la economía en un crecimiento ilimitado que ha de sufrir recesiones periódicas inevitables; el desastroso resultado es similar: la sociedad ha de estar al pairo de lo decidan unos señores sin su control, o de los vaivenes de un mercado que se les escapa igualmente por no disponer de las herramientas o controles adecuados a pesar de padecer sus consecuencias.

      ¿Qué es más liberal entonces, anhelar la libertad del mercado, o la de las personas de una sociedad que sufre en conjunto males que no controla?

      (1) Hay que aclarar que los Bancos y otras entidades financieras actuaron exactamente igual que si a cualquiera de nosotros nos redujeran el sueldo a la mitad (y si no, que se lo pregunten a los ciudadanos Griegos que se han manifestado multitudinariamente por el mismo motivo), aunque hay que aceptar por supuesto, las diferencias insalvables entre las ganancias de unos y otros. No obstante, que haya gente peor no suele ser una buena excusa (en La India o en África hay mucha gente peor que en Grecia) y en cualquier caso, el problema surge cuando los recortes vienen de una autoridad no lo suficientemente legitima y representativa.