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lunes, 29 de septiembre de 2025

El Emperador Invisible

lunes, 29 de septiembre de 2025
Cómo Roma y el Papado explican el poder del siglo XXI


Vivimos en un mundo que se nos presenta como una red de naciones soberanas que compiten y colaboran en un mercado global. Creemos en la ficción de que nuestros gobiernos nacionales son los actores principales en el escenario de nuestro destino. Sin embargo, una sensación persistente de impotencia nos invade. Sentimos que las decisiones cruciales que afectan nuestras vidas —nuestros trabajos, nuestra cultura, nuestro futuro— se toman en otro lugar, por fuerzas que no hemos elegido y a las que no podemos pedir cuentas.

Como ya se exploró en La Sombra del Faraón, las raíces de esta tiranía meritocrática moderna se hunden profundamente en la confluencia de la Reforma, el capitalismo y la expansión anglosajona, dotando al poder económico de una legitimidad de apariencia casi sagrada. Michael J. Sandel en La tiranía del mérito, señala cómo el propio relato meritocrático se origina en gran parte con la escisión protestante: al sustituir la mediación de la Iglesia católica por una ética del llamado individual, las sociedades anglosajonas incubaron el sustrato cultural que hoy sostiene el neoliberalismo. 

Además, Sandel advierte que la narrativa meritocrática no sólo falla en su promesa de justicia, sino que crea una élite prepotente y una clase baja humillada, legitimando así la desigualdad. Ahora, en el siglo XXI, ese legado ha evolucionado hacia una forma aún más sofisticada y elusiva: el poder del «Emperador Invisible».

Esta situación se aclara si actualizamos nuestro mapa histórico. Para entender la naturaleza del poder hoy, debemos mirar más allá del siglo XX y reconocer la silueta de una estructura mucho más antigua. El poder global actual no es una red descentralizada; es un imperio híbrido que ha fusionado, de una manera innovadora y casi invisible, los dos grandes modelos de poder de Occidente: la potestas del Emperador Romano y la autoritas del Papado. Y su capital, su «Nueva Roma», son los Estados Unidos.

I. El Emperador: la potestas de las legiones invisibles

El rol imperial de Estados Unidos no se ejerce principalmente a través de la conquista militar. Aunque su ejército siga siendo la fuerza dominante del planeta, su papel queda restringido a «eliminar» las trabas políticas que puedan complicar la asimilación posterior del territorio. La innovación de este nuevo imperio ha consistido en sustituir las legiones de hierro por legiones económicas y tecnológicas de una eficacia aún mayor.

Esta potestas se manifiesta a través de sus principales herramientas estratégicas:

  • El dólar como estandarte: desde el fin del patrón oro, el control de la moneda de reserva mundial le otorga una potestas financiera sin precedentes, la capacidad de financiar sus déficits y de sancionar a sus enemigos con una eficacia devastadora.
  • El control de las rutas comerciales: no solo las marítimas (en las que China es cada vez más relevante), sino las digitales. Las grandes plataformas tecnológicas (Google, Meta, Amazon, Microsoft), nacidas y protegidas en su seno, controlan las autopistas de la información y el comercio por las que transita el mundo.
  • Las instituciones como guarniciones: organismos como el FMI o el Banco Mundial actúan a menudo como las guarniciones del imperio, imponiendo una ortodoxia económica que beneficia al centro imperial a cambio de «ayuda» y estabilidad.

Sin embargo, la verdadera fuerza coercitiva se ejerce a través de mecanismos más profundos y estructurales que someten a los países a un dominio del que es casi imposible escapar:

  • La potestas financiera: es la capacidad de desestabilizar una economía con un simple clic. La amenaza de una degradación de la calificación crediticia por parte de las agencias (ubicadas en su mayoría en el centro imperial) puede encarecer la deuda de un país hasta hacerlo quebrar. Los flujos de inversión, controlados por sus grandes fondos, actúan como el pulgar de un césar: pueden dar vida a una economía o condenarla a la asfixia.
  • La potestas de la dependencia tecnológica: no se trata tanto de una «sanción tecnológica» directa, que como se ha visto en Europa puede ser contestada en el terreno legal. Es algo mucho más fundamental. Las grandes corporaciones del imperio no solo invierten; construyen los ecosistemas digitales (sistemas operativos, redes sociales, servicios en la nube, infraestructuras de comercio electrónico) de los que el resto del mundo se ha vuelto dependiente y cuyos datos son manejados desde el centro imperial. Salir de estos ecosistemas ya no es una opción viable sin arriesgarse al aislamiento y al colapso funcional. La soberanía digital es, en gran medida, una ilusión.
  • La potestas sobre la soberanía local: se crea una dependencia que, aunque pueda parecer mutua, es profundamente asimétrica. Los gobiernos locales, para atraer y mantener las inversiones que garantizan el empleo y la prosperidad (y por tanto, su propia supervivencia política), se ven obligados a competir entre sí ofreciendo ventajas fiscales y regulatorias. En la práctica, subordinan su soberanía a las necesidades del capital transnacional, cuya lealtad última reside igualmente en el centro del imperio. El poder real no lo tiene el político que corta la cinta de una nueva fábrica, sino la entidad anónima que puede decidir, en cualquier momento, llevársela a otro lugar.

II. El Papado: la autoritas del relato universal

Pero la fuerza bruta, como ya sabían los faraones, no es suficiente. El poder, para ser estable, necesita legitimidad. Y aquí es donde el imperio ejerce su segundo rol, el del Papado: el monopolizador del relato universal.

El Vaticano exportaba un relato de salvación metafísica. La Nueva Roma exporta un relato de salvación terrenal, cuyo núcleo no son valores en sí reprochables —libre mercado, democracia liberal, derechos individuales—, sino la forma en que se los absolutiza y convierte en un evangelio incuestionable, útil para legitimar su propio poder:

  • El libre mercado: presentado como el único sistema natural y eficiente para generar prosperidad.
  • La democracia liberal: presentada como la única forma legítima de gobierno.
  • Los derechos individuales: presentados como el valor supremo de la organización social, pero ignorando a los del colectivo.

Este relato es increíblemente poderoso. Otorga al imperio la autoridad moral para juzgar al resto del mundo, para «excomulgar» a las naciones que no siguen sus dogmas (los «estados canalla») —mientras tolera a los que les son útiles («nuestros "hijos de puta"»)— y para bendecir a sus propios misioneros: los CEOs de las grandes corporaciones actúan como los «obispos» de esta nueva fe, expandiendo el evangelio del mercado por todo el planeta. 

Pero el rasgo más estremecedor de todos es la monopolización de ambos relatos: el de la potestas y el de la autoritas, un poder que no requiere permiso para dictar su moral, algo que, salvo la propia Inquisición, pocas instituciones han detentado.

III. La gran hipocresía: «mercado libre» para las provincias, proteccionismo para «Roma»

Y aquí llegamos al núcleo de la genialidad y la perversión del sistema. El dogma del «libre mercado» que el Papado imperial predica con fervor solo se aplica de verdad fuera de sus murallas.

En la Periferia (el resto del mundo), el «libre mercado» es un arma para «puentear» a los gobiernos locales. Se utiliza para forzar la apertura de sus economías, desmantelar sus protecciones y permitir que los «obispos» corporativos operen con ventaja sobre las empresas locales. Cualquier intento de un «monarca medieval» (un presidente o primer ministro europeo, asiático o latinoamericano) de proteger su industria o a sus trabajadores es inmediatamente condenado como un acto de herejía proteccionista.

En el Centro del Imperio (Estados Unidos), sin embargo, la realidad es la opuesta: las grandes corporaciones no serían nada sin el «marco seguro» que les proporciona su connivencia con el poder político. El gobierno estadounidense utiliza su potestas para darles ventajas competitivas, rescatarlas si caen, proteger su propiedad intelectual y usar su poder diplomático para abrirles mercados.

El «libre mercado» no es un principio; es una tecnología de poder imperial. Se impone a los demás para debilitar su soberanía, mientras que en casa se practica una estrecha alianza entre el poder político y el económico. 

IV. Los reyes vasallos y la confusión de la resistencia

Esto coloca a los líderes de los países periféricos en la posición de los antiguos reyes medievales. Tienen autoridad política en su feudo, pero saben que su prosperidad económica —y, por tanto, su capacidad para mantenerse en el poder— depende de no enfadar al Emperador Papal y de dar la bienvenida a sus «obispos» corporativos.

Esta situación genera la confusión que puede observarse en lugares como España: la izquierda local, a menudo usando un mapa ideológico obsoleto, ataca a un campeón nacional como Mercadona, sin darse cuenta de que el verdadero poder hegemónico reside en una estructura transoceánica que opera bajo un relato que su propio modelo de crítica posmodernista, inconsciente y negligentemente, ha contribuido a fortalecer.

El mapa, por tanto, queda mucho más claro. No vivimos en un mundo de iguales, sino en un imperio invisible, gobernado por una entidad de dos cabezas —una potestas económica y la autoritas de un relato de libertad, conceptos cuya apariencia de positividad obstaculizan una respuesta efectiva—. Este imperio ha perfeccionado el arte de la dominación, sustituyendo la conquista por la convicción y la fuerza bruta por la seducción de un relato que nos convence de que somos libres en la jaula más sofisticada jamás construida.

En definitiva, este fenómeno geopolítico no se sostiene por un «dominio colectivo» explícito como los totalitarismos de antaño. Se sostiene porque ha logrado inocular una ideología de atomización individual a escala masiva. El filósofo surcoreano-alemán Byung-Chul Han ha descrito en La sociedad del cansancio cómo la lógica neoliberal transforma la coerción externa en autoexigencia voluntaria: la forma más eficaz de gobernar un bosque no es poner un guardia en cada árbol, sino convencer a cada árbol de que su única misión en la vida es crecer más alto que el de al lado, sin importarle si el bosque entero se está secando. 

El logro del dogma neoliberal es hacer creer que se compite por la luz, ignorando el suelo que alimenta las raíces de todos.

domingo, 17 de enero de 2016

Safe Harbor y el email marketing

domingo, 17 de enero de 2016

Este enero se cumple el plazo de la decisión de la Unión Europea por la que se anula el acuerdo de transferencia de datos con EEUU vigente desde 1998. Este acuerdo —«Safe Harbour» (Puerto Seguro)— consistía en que este país era considerado seguro por la vieja Europa, pero tras todo lo revelado por el conocido Edward Snowden, ha dejado de serlo. Todo empezó en Irlanda, donde el ciudadano austriaco Max Schrems denunció que el uso de los datos personales de usuarios de la Unión Europea en los EEUU ponía en riesgo la privacidad de los mismos.

Debido a esta medida, los datos de los usuarios europeos que manejan estas empresas para ofrecer sus servicios no pueden ser transferidos a servidores en su país de origen. Por parte de estas empresas, implica que han debido adaptar sus sistemas a la nueva situación. Por parte de los usuarios y empresas europeas que hacen uso de sus servicios implica asegurarse que los datos de los clientes cumplen con el Safe Harbor, que como se ha explicado no se cumple para estas empresas salvo que sea acreditado.

En estos momentos un gran número de empresas del país norteamericano están en manos de los estados europeos. Google, Apple y Microsoft ya han sufrido en alguna ocasión las decisiones de los tribunales de justicia del viejo continente, y ahora les toca el turno —además de las mencionadas— a aproximadamente otras 4500 empresas norteamericanas que operan en Europa debido a la decisión tomada el año pasado por el Tribunal de Justicia de este continente. Entre estas empresas se encuentra el conocido servicio de marketing por correo electrónico MailChimp.

El gobierno de los EEUU está dando asistencia a las empresas de su país para que puedan continuar ofreciendo sus servicios en nuestro continente. No obstante, tal vez sea un buen momento para considerar otras opciones. Recientemente he recibido por correo información sobre el servicio de marketing por correo Mailrelay —del que ya se habló en otra ocasión—. En su comunicado proporcionan información importante sobre cómo eludir todos estos inconvenientes sin más que usar su servicios, ya que sus servidores cumplen 100% el requerimiento del Safe Harbor al operar todos en la Unión Europea. La oferta anuncia las siguientes ventajas:
  1. 6 meses gratis al pasar de Mailchimp a Mailrelay: aunque el servicio gratuito cumple las expectativas de la mayoría, ofrecen 6 meses gratis para ofrecer cobertura completa al pasar de un servicio a otro.
  2. Evitar problemas legales: para evitar que algún problema legal relacionado con el cumplimiento del Safe Harbour afecte al servicio de email marketing de tu proyecto, Mailrelai ofrece una guía paso por paso para efectuar la migración desde Mailchimp.
  3. Nueva interfaz: simple, moderna, fácil de usar y cumple con lo necesario desde el primer momento.
  4. En general, la empresa se puede calificar como el mejor servicio de email marketing en España por su adaptabilidad y constante evolución, además del resto de características que ofrece como listas, autorespondedores, formularios de inscripción, idioma, soporte técnico, etc.
Es una buena opción a tener en cuenta. Para más información puedes consultar sus manuales y el siguiente vídeo:



viernes, 25 de septiembre de 2009

Los Zapamonster

viernes, 25 de septiembre de 2009
Zapatero acusaba hace poco a García Escudero, diputado al servicio del Partido Popular, de no haber realizado nunca políticas solidarias. Lo decía como si la que se está realizando ahora por orden de su gobierno sea solidaria, y no todo lo contrario.

No solo esto es cuestionable, sino que habría que preguntarle a Zapatero si aparte de querer ser solidario con el dinero de todos los ciudadanos, el mismo también hace políticas solidarias, por ejemplo, no empleando el sueldo que se supone se merece en comprar cinturones de 500€ con el dinero que le damos por su trabajo, a pesar de tener más de un 18% de paro, logro que cualquiera de nosotros igualaría con los ojos cerrados.

Desde luego, de igual forma que los italianos desearían ser como Berlusconi, es probable que a los españoles nos gustase ser como nuestro presidente, para hacer lo que nos de la gana, sin dar resultado alguno, y además, cobrando de los que son perjudicados. Lo de Berlusconi no es nada comparado con esto.

Pero ya el colmo de los colmos de la incongruencia ha sido el capitulo protagonizado por la familia «presidencial» española, al pedir que se retirara de publicación una foto oficial (es decir, en nuestra representación y con nuestro dinero, nuevamente) con la Primera Dama estadounidense y su marido, el presidente Barack Obama. Por lo visto el motivo es que en dicha foto aparecen las hijas de ZP, perfectamente caracterizadas como extras de algún otro capitulo de la familia Monster, pero sin venir a cuento y fuera de contexto. No dudan en hacerlo, pero no desean que la gente lo vea aunque esa misma gente sea la que lo page, en todos los aspectos.

familiaZP

El gobierno tan solidario con dinero ajeno del Sr. Rodríguez Zapatero, encuentra normal que nuestras hijas no necesiten permiso paterno para abortar o para pedir en las farmacias la píldora poscoital, ya que son suficientemente maduras para decidir por ellas mismas y vestirse de Buffy Caza-vampiros, pero sin embargo, no lo son para salir en una foto ya que, según la encargada de decir las burradas que no se atreve a decir nuestro presidente en persona, la vicepresidenta F. De La Vega afirma que «la privacidad depende de los padres».

Para morirse de risa. O de espanto.

Actualización 27/9/2009: parece ser que la gente, a tenor por los videos, fotos y comentarios que circulan por la red, se está dedicando de forma equivocada a ridiculizar a las niñas, cuando se debería hacerlo con los padres, los responsables de este desaguisado a cargo del erario público. Por otro lado, blogueros que normalmente son críticos hacia lo políticamente correcto, solo observan este hecho e ignoran incomprensiblemente la vergonzosa actitud de los Zapatero. Si se debe proteger a las niñas, de quien habría que hacerlo es de sus padres por exponerlas de esta forma.

miércoles, 18 de marzo de 2009

España: marzo de 2004

miércoles, 18 de marzo de 2009

El 11 de septiembre de 2001, menos de tres años antes de la fecha que abre el título de este artículo, la mayoría de ciudadanos de todo el mundo observamos atónitos como un par de aviones comerciales se estrellaban contra los tal vez, edificios económicos más emblemáticos y representativos del capitalismo del mundo, y de a la vez, nación más poderosa del mismo.

La indefensión y pánico por la que es imaginable pasarían los desdichados pasajeros de los aviones, o la visión de gente del interior de los edificios que prefieren lanzarse al vacío a una muerte segura, antes que pasar por otra igualmente certera pero tal vez más horrible aún a causa del fuego; son una conjunción de factores que no pueden ser considerados como simples hechos traumáticos: conmoción, sorpresa, temor, desconcierto. Los esquemas hasta ese momento habituales, en cuanto al orden establecido, a la seguridad, a la falta de enemigos que occidente y su máximo representante había dejado de tener desde que cayera la antigua Unión Soviética, parecía que se desmoronaban al mismo tiempo que lo hacían ante nuestros alucinados ojos, las Torres Gemelas.

George W. Bush, anterior jefe del ejecutivo de los EUA ¿Qué clase de mundo estábamos construyendo y dejando a nuestros descendientes? Puede que pensase mucha gente. Desde algunos foros y medios de comunicación el panorama que anunciaban era el de una guerra entre occidente y el nuevo enemigo a batir: el fundamentalismo islámico terrorista, y a los que les apoyan. Otros esperaban la reacción del Jefe del Ejecutivo del país violentado, un polémico presidente George W. Bush que poco después invadiría Iraq, escogiendo para ello el motivo que más les convino, fuera cierto o no, y que a la postre no lo fue.

«Proyecto Matriz», base de la supuesta trama conspiranoica relacionada con el 11S Todo lo relacionado con el trágico y brutal atentado en Nueva York, está rodeado de extrañas circunstancias. Se ha hablado de una conspiración, en la que el propio George W. Bush podría estar implicado, sospecha a la que también ha contribuido el polémico director de cine Michael Moore, con su película Fahrenheit 9/11. Lo que es indudable en cualquier caso, es el impresionante carácter mediático de los sucesos, llegándose a definir los mismos como un episodio de hipnosis colectiva, al modo de un espectáculo televisivo.

Pero dejando a un lado todas estas cuestiones misteriosas; seguramente irresolubles para la mayoría de ciudadanos y que lo único que parecen conseguir es la distracción de otros problemas más importantes; hay algo que a pesar de ser muy verificable y que afecta de lleno a estos, ha pasado desapercibido para la mayor parte de la sociedad, o al menos, no suele ocupar una parte importante en los debates sobre el tema. Algo que comenzó a gestarse en aquellas fechas y se padeció en España tres años después: la utilización política (y electoralista en el caso español) de un crimen.

Nótese que no se refiere el asunto a la participación o implicación en el crimen, sino en la postura que se tenga ante él. Y al decir postura se refiere a la forma de actuar y lo que se demuestra con ello, no a las grandilocuentes y demagógicas declaraciones a las que nos tienen acostumbrados nuestros políticos y medios de comunicación.

Tras el atentado del 11S ¿al lado de quien se colocaba cada uno? ¿era suficiente una discrepancia con la cultura o la sociedad norteamericana, o con su dirigente George W. Bush conocido ya en aquel entonces antes de Irak por sus abusos bélicos, para manifestar cierta conveniencia de cualquier tipo por estos atentados? ¿aporta algo útil a la valoración política de una legislatura, la voluntad de uno o unos asesinos, que de esta forma se convierten en inadvertidas herramientas criminales al servicio de una ideología?

Famosa fotografía representativa de la Guerra Civil Española La respuesta a estas preguntas va a depender seguramente mucho según de la sociedad en cuyo seno se hagan. En sociedades tribales primitivas, o en aquellas en donde no se han superado algunos episodios violentos como una Guerra Civil, y en las que la aniquilación del contrario como método político no se ha llegado a desterrar del todo, existirá en mayor medida quien piense, aunque sea para sus adentros: ¡ya era hora que alguien le bajara los humos a estos norteamericanos!

Los anteriores presidentes de España y los EUA, en una de sus polémicas reuniones En España salieron muchos de estos demonios a la luz, debido a las similares por trágicas circunstancias del atentado en Madrid, el 11 de marzo de 2004. La implicación española en la guerra de Irak, merced al apoyo que Aznar manifestó con el envío a dicho país de tropas de apoyo logístico, convirtió la cuestión de la autoría del atentado en un elemento potencialmente clave desde un punto de vista electoral, como si los cuatro años anteriores no fueran suficientes para evaluar la gestión, y el capricho asesino de un grupo de descerebrados fundamentalistas, tuviera que ser el que lo decidiera. Seguramente ellos, políticos y medios de comunicación, conscientes de que tras 30 años de la partidocracia a la que nos habían sometido, la sociedad española no había aprendido realmente apenas nada de lo que implica una democracia y Iñaki Gabilondo, protagonista de algunos de  los más lamentables episodios de manipulación mediatica.temerosos de la influencia que en los electores pudiera tener el atentado —algo que en una sociedad madura no debería ocurrir jamás— corrieron a la desesperada a lanzar titulares, emitir comunicados, y realizar llamadas telefónicas en donde se insinuara la participación de ETA, o directamente se emitieran falsas e infundadas noticias sobre terroristas suicidas en el atentado, que nunca existieron.

Javier Bardem artista subvencionado por el actual ejecutivo español, berreando en contra de AznarManifestaciones el día de la jornada de reflexión del 13 de Marzo de 2004, delante de uno de los partidos participantes de dichas elecciones, y que había estado al frente del gobierno en la legislatura anterior realizando las labores legales de representación que el sistema político le permitía, merced a la mayoría absoluta que disfrutaba gracias a los votos que los electores le dieron en su día. No había crimen, todo era legal, aunque la labor de gobierno y sobre todo de representación haya sido desastrosa. Sin embargo, las declaraciones o denominaciones de «Aznar asesino» o «PP terrorista» fueron habituales durante aquellos días y los años siguientes aún hasta nuestros días, mientras se ha tenido que oír como se le llamaba a alguien como Otegi, que no ha tenido tapujos en mostrar su apoyo a grupos terroristas, hombre de Paz.

Según este escenario, tras un atentado terrorista los culpables no eran los criminales que lo habían perpetrado, eran en cambio unos políticos que, para bien o para mal, habían realizado las labores que su cargo les permitía. El culpable no era tampoco el sistema político que lo sustentaba, a pesar de la evidencia. De esta forma, el asesinato se convertía en elemento de propaganda electoral, asunto que no parece haberles desagradado a los que les ha beneficiado, y del que se aprovecharon en su día todo lo que pudieron.

Los medios de comunicación, especialmente entre ellos el Grupo Prisa, debieron de continuar con sus experimentos sociológicos, y unos meses después de aquel lamentable marzo de 2004 que ha significado un cambio en la historia de España y la constatación del fracaso de la transición, en septiembre, nos sorprendía a los que estábamos en sus listas de correo con una repugnante campaña publicitaria:

Imágen principal de la lamentable campaña de promoción del Grupo Prisa

La muerte de unas 3000 personas se utilizaba tranquilamente para una campaña de promoción. Pero claro, es que los 3000 muertos eran gringos (sic). Afortunadamente, el experimento no les fue muy bien, y tuvieron que pedir perdón por esta campaña unos días después, dando todo tipo de escusas gratuitas. No obstante, el partido que desde entonces desempeña la labor de gobernación (y sus medios afines, como el citado) y a falta de conocimiento para hacer otra cosa, ha tenido que rentabilizar al máximo lo que interpretaban como un factor clave que les hizo volver al poder: la utilización política del atentado del 11M.

De esta forma, se ha tergiversado, falseado y mentido, sobre las noticias relacionadas sobre el sumario y el posterior juicio. Con un sumario en cuyas fuentes se había eliminado de forma completamente irregular toda referencia a ETA, motivo por el cuál esta no podía aparecer y por tanto, imposible realizar cualquier tipo de juicio sobre su participación o su ausencia. A pesar de ello en algunos diarios, entre ellos EL PAÍS, se afirmaba en uno de sus titulares que el tribunal descartaba al citado grupo terrorista, lo que no puede ser cierto por los motivos explicados. Lo importante es transmitir una idea, independientemente de su veracidad, algo que desde luego no es propio de un medio de comunicación, sino más bien de un instrumento de propaganda política.

J.L.R. Zapatero, actual presidente del gobierno La implicación aunque fuera indirecta en el atentado, no es conveniente desde un punto de vista político. Se anteponen de esta forma los intereses partidistas a los de esclarecer el trágico suceso. Toda la pantomima política se vendría abajo como un castillo de naipes, si se admitiera que la banda terrorista ETA aparecía por algún sitio aunque fuera tangencialmente, desmontando de esa forma un elemento clave en su estrategia electoral. Si a esto se le añade la muy apresurada destrucción de los trenes que contrasta de forma espectacular con la practica habitual en la investigación de un desastre aéreo, por ejemplo, no queda otro camino que desconfiar, no del gobierno tan solo, sino del mismo sistema político que permitió los abusos del anterior presidente, y que permite los del actual.

Más información:  

viernes, 2 de mayo de 2008

El gobierno de las personas (4ª y última parte)

viernes, 2 de mayo de 2008
Los Estados Unidos y el concepto de democracia en España

Los Estados Unidos son un problema para la democracia en España y en gran parte del resto del mundo. Lo son porque pueden elegir directamente a su presidente o Jefe de Estado y del ejecutivo. Además, pueden elegir por separado a los congresistas del poder legislativo, y lo pueden hacer por distritos y al candidato que elijan. Los ciudadanos tienen también, la posibilidad de protestar oficialmente a sus representantes, incluso en caso extremo, revocarlo de su cargo.


Por otro lado, su poder judicial es seguramente el que goza de mayor autonomía en el mundo, consiguiendo que un ciudadano este bastante más a salvo que en prácticamente cualquier otro sito, de los desmanes que pueda tener un gobernante si todos los filtros anteriores fallasen.

Los partidos tienen mecanismos democráticos por los cuales se eligen a los que luego serán los candidatos para finalmente ocupar los cargos públicos. En definitiva, en cuanto a democracia representativa los EUA son seguramente el país que mejor y más modélicamente ha conseguido implementar esta para su gobierno.

Sin embargo...

El gobierno federal mantiene unas instalaciones en Guantánamo en donde se tortura y se recluye de forma penosa a presos políticos. Dicho gobierno, se cree con legitimidad para intervenir militarmente donde le plazca, y su Jefe de Estado goza de más poder que ningún otro ser humano sobre el planeta. Aunque dicho poder no pueda caer sobre los ciudadanos de su pais, si que decide sobre los del resto. La permisividad en la tenencia de armas y la cultura pistolera tradicional americana, crea en la juventud serios problemas como el del Instituto Columbine, además de una gran inseguridad en las calles. La cultura exageradamente capitalista fomenta la ausencia de valores, midiéndose casi todo en función del rendimiento económico. La propiedad intelectual no existe, solo la capacidad de explotar una idea (explotarla económicamente, claro), o se encuentra normal que los políticos se sometan a los patrocinadores económicos. El pavor al régimen comunista, heredado de la Guerra Fría (algo así como en España, la repulsa heredada de la Guerra Civil a todo lo que huela aunque sea de lejos, a antiguo régimen) provoca que tener un sistema de seguridad social, por ejemplo, sea casi pecado.

En definitiva, que los americanos han decidido utilizar uno de los sistemas más democráticos que existen, de la forma explicada. Ya, en realidad no tiene nada que ver una cosa con la otra, es su cultura y tienen derecho a tenerla como prefieran, pero, a ver quien explica esto aquí. A ver quien explica que esa es su forma de hacer las cosas y que un sistema democrático como en El Canadá, en Nueva Zelanda o incluso Chile (dejando aparte el sistema binomial), no tiene que acabar igual, como de hecho, no acaba.

Prejuicios

Esto se relaciona con el error común que pensar que ser democrático, es ser tolerante, enrollao, solidario hasta bajarse los pantalones (o sea, al contrario que en los EUA, supuestamente), pero al mismo tiempo, se piensa también que dejar que el gobierno esté bajo un mayor control de los ciudadanos es un peligro, ya que estos tiraran todos para su casa y se armará una buena. O sea, que tenemos que hacer lo que nos digan para ser buenos.

La solución no es que unas personas coarten la libertad a la del resto, con el pretexto de que son los gobernantes, o están al frente de un estado. Para que haya democracia, es decir, libertad e igualdad entre las personas, ha de haber una separación o independencia de poderes correcta, que limite que hayan excesos por parte de algún sector que ha acaparado un poder excesivo. En definitiva, lo que se ha estado hablando en los artículos anteriores del problema de la humanidad durante toda su existencia.

Conclusión

Para no engañarse, hay que ser conscientes de que todo sistema se basa por desgracia, en saber aprovecharse del de abajo en la jerarquía. Desgraciadamente, en todo grupo humano se cumplen una serie de premisas: aquel que o bien como antaño mediante la fuerza o el acaparamiento de recursos, o como antes y ahora mediante el fanatismo fundamentalista de cualquier índole, o en cualquier caso, mediante la manipulación y el convencimiento haciendo uso de las habilidades persuasivas, de su inteligencia o de su experiencia; unos seres humanos acaban aprovechándose de la falta de capacidad de otros.

Los logros de la humanidad a lo largo de su historia, los que la gente buena y capaz han podido llevar a cabo ayudados por otros, han sido precisamente los de limitar el grado de aprovechamiento de las clases gobernantes, además de lograr que esta, la clase dirigente, no sea siempre la misma. Como se decía al principio, contrariamente a lo que piensa mucha gente, la democracia no es un sistema político en donde todo el mundo ha de ser gente dialogante, guay, enrollada, no, la democracia basa su principio en justamente lo contrario. Es un sistema férreo en donde se vigila que nadie, sea quien sea y ocupe el cargo o posición que ocupe, ponga la pierna encima al de al lado: es un sistema que se basa en la desconfianza.

Las personas nos comportamos de forma egoísta, y a poco que tenemos la oportunidad nos aprovechamos del inferior cuanto podemos. Gracias a que hay leyes, ese aprovecharse de los demás está regulado. Según como sean las leyes, se logrará en mayor o menor medida que todos tengamos igualdad de oportunidades, y seamos libres de actuar. El resto corre de nuestra cuenta.

Creer que las personas no podemos idear un sistema político justo y eficaz en nuestros momentos de lucidez, es como creer que las personas no somos capaces de crear un programa de ordenador lógico, optimizado y correcto, para por ejemplo, escribir este artículo y que ustedes lo puedan leer, cuando lo deseen.