martes, 6 de junio de 2006

Nuestra realidad inventada

martes, 6 de junio de 2006
La escasez de tiempo, y otras ocupaciones personales, complican la preparación de artículos en el estilo que se intenta dar a los mismos, esto es, basarse en la medida de lo posible en pruebas palpables más que en la opinión, aunque esta tenga también su papel. La búsqueda de documentos y el asociar los hechos con las proposiciones lógicas correspondientes, complican la confección de los trabajos, pero le proporcionan al autor de los mismos una gran satisfacción.

Resulta que revisando algunos artículos anteriores, dentro de la propia bitácora, es posible encontrar determinada información, evidencias que estaban ahí, inadvertidas.

La sociedad se fabrica (o se la dan fabricada) una realidad cómoda, útil para seguir los quehaceres cotidianos, pero llegado un momento, puede ocurrir que esta deje de cumplir su función. Seguir con ella puede acarrear más problemas, desencuentros con la realidad y confusiones, que otra cosa.

En el artículo publicado el pasado Viernes 13 de Enero, se realizaba la siguiente reflexión, entre otras:

En segundo lugar, pues que el Sr. Pérez Rubalcaba a pesar de su formación académica, su cargo y su experiencia política, no sabe encontrar respuesta a este tipo de incongruencias lógicas y parece desconocer el funcionamiento de la democracia en un estado de derecho

¿Cuál es la realidad? La solución más adecuada no se encontró aquel día, pero creo que se puede avanzar un paso más hacia ella. Seguramente, Rubalcaba conoce perfectamente el funcionamiento de la democracia, lo que ocurre es que ... no estamos en democracia.

Por este motivo, el partido en el gobierno y sus socios puede prácticamente hacer lo que quieran, logrando simplemente el suficiente apoyo parlamentario, desplazando si es necesario al resto de la oposición. Hoy le toca al PP, mañana... quién sabe. El único límite es no hacer algo cuyos medios de comunicación afines no puedan disimular.



Se puede hablar de un estado totalitario de partido múltiple, elegido cada cuatro años. O lo que es parecido, de una Oligarquía de Partidos.

Se admiten propuestas sobre como conseguir que los ciudadanos podamos tener un sistema político que nos permita decidir desde que se hace con nuestro dinero, el color de la bandera, o la lengua que se quiera emplear para nuestro negocio, educación o quehacer habitual; sin que todo esto siginifique un menoscabo en los derechos de los individuos primero, y por extensión, de la sociedad. En definitiva, que nos permita tener libertad política.

Nota : artículo revisado, modificado y reeditado. Artículo original