Mostrando las entradas para la consulta Una democracia para España (II ordenadas por relevancia. Ordenar por fecha Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas para la consulta Una democracia para España (II ordenadas por relevancia. Ordenar por fecha Mostrar todas las entradas

lunes, 11 de julio de 2011

Una democracia para España (II)

lunes, 11 de julio de 2011

Viene de Una democracia para España (I)

Formas de implementar la democracia existentes

Sistema mayoritario

  • Es el sistema clásico y se basa en la representación por distritos, de forma que los candidatos que obtienen mayoría de votos en cada uno de ellos obtienen representación.
  • Existe en los EUA, Reino Unido y Francia, entre otros.
  • Según los teóricos en política es el más representativo, debido a que pese a perjudicar a partidos minoritarios y minorías étnico-culturales dispersas, establece una relación entre el político y el electorado que otorga una democracia de gran calidad y reduce significativamente el poder de los partidos. Con este sistema obtienen mayor presencia en los parlamentos los partidos cuyos políticos son del agrado de una mayoría, así como los partidos cuyos seguidores están localizados en distritos concretos.
  • Gracias a esta relación entre representantes y representados, que permite a aquellos conocer las inquietudes de estos, en la mayoría de estados de los EUA es habitual la celebración de numerosos referéndums. Se podría decir que, aún con todos los defectos que para mucha gente padece la sociedad norteamericana, poseen un sistema que les dota de gran soberanía ya que sus ciudadanos pueden presentarse a las primarias organizadas por el propio Estado, pueden elegir a sus representantes directamente, e incluso pueden revocarles el mandato legislativo gracias al sistema llamado recall. Esta capacidad recibe el nombre de «mandato imperativo», a diferencia del «mandato representativo» existente en Francia y Reino Unido en donde la capacidad de revocación esta eliminada o reducida.
image
Fig. 01: esquema simplificado del sistema mayoritario (fuente: elaboración propia)

miércoles, 13 de julio de 2011

Una democracia para España (III)

miércoles, 13 de julio de 2011
 
Conclusiones

Foto: La sociedad civil: de la teoría a la realidad
Explicar lo relacionado con la democracia presenta el problema de que en ocasiones se tropieza con paradojas auto-referenciales. Por ejemplo: la democracia es el gobierno del pueblo. Esto significa que la voluntad del pueblo es la que decide el camino. Pero, ¿y si el pueblo no quiere la democracia? ¿y si el pueblo elige un sistema que provoca que sus representantes gobiernen en base a sus intereses partidistas en lugar de a los de la sociedad? ¿es democrático esto?

sábado, 9 de julio de 2011

Una democracia para España (I)

sábado, 9 de julio de 2011

¿Son iguales todas las democracias? Uno de los efectos positivos del #15M ha sido el de abrir el debate sobre la calidad de las democracias. Antes de no mucho más de un par de años, una mayoría de personas pensaba que, como la democracia era el mejor de los sistemas, no hacía falta mejorarlo. No podíamos tener otro mejor. Por desgracia todos los males del sistema se han visto finalmente mostrados en toda su cruda realidad, como muchos venimos diciendo desde hace años. Haya democracia o no (que no la hay), es evidente que es mejorable. Como todo. Y en el caso de España esto se cumple con creces: 350 parlamentarios y más de 20 millones de votantes no podíamos impedir que nuestro presidente nos llevara directos al foso, llegando incluso a tener que intervenir Obama o Merkel para decirle lo que tenía que hacer.

martes, 16 de agosto de 2011

Hablemos bien de España (III)

martes, 16 de agosto de 2011

Ciencia y tecnología

Uno de los grandes problemas que la actual crisis ha evidenciado en España es la inexistencia de un sector tecnológico, industrial y científico, con capacidad de innovar y desarrollar alternativas que permitan abrir nuevas rutas para salir de la misma. En más de 30 años de supuesta democracia, las principales vías de ingresos siguen siendo ahora que la burbuja inmobiliaria ha estallado, los servicios, el turismo y el comercio interno. La ciencia y la tecnología continúan al margen  de los grandes proyectos. En las altas esferas apenas existe nadie de estos sectores en comparación con otros cuyos colegios profesionales disfrutan de grandes privilegios concedidos por el poder político, mientras el resto se esfuerzan por subsistir. Pero, ¿ha sido siempre así?. Al parecer no solo no ha sido así sino que a poco que se hubiera dedicado un poco de cuidado a reconocer la labor de muchos científicos, ingenieros e industriales emprendedores e innovadores, la situación podría haber sido totalmente distinta.

Además de los clásicos conocidos del autogiro de De la Cierva, el Submarino de Monturiol y Peral, el Talgo, la fregona, el chupa-chups; o los premios nobel de Ramón y Cajal y Severo Ochoa, existen otros logros científicos y de ingeniería españoles apenas conocidos y que pueden sorprender a más de uno. A mi por lo menos me causó ese efecto:

Diego Marín Aguilera: primer aviador español y pionero de la ciencia aeronáutica (1793):

Pues si, por increíble que parezca, la primera persona que realizo un auténtico vuelo no fueron los hermanos Wright, sino un español de Burgos. Tal vez no sepamos esto, ni la comunidad internacional lo recuerde, porque los propios convecinos de nuestro héroe, asustados e incrédulos, quemaron el aparato con el que había logrado la hazaña. Es verdad que los políticos que tenemos son nefastos, pero aunque resulte duro decirlo, poco hemos hecho los españoles por merecer otros cuando nos dedicamos a machacar a nuestro vecino solo por tener una idea diferente, y que además, funciona. Hoy en día su logro es recordado, pero tal vez, un poco tarde.

El primer helicóptero funcional (1924):

No solo el autogiro fue un logro de ingeniería que más tarde contribuiría al desarrollo del helicóptero, es que la llamada Libélula española es muy probablemente el primero de ellos. Tan solo se construyó un prototipo.

Leonardo Torres Quevedo, ingeniero español artífice del Spanish AeroCar y creador del primer robot teledirigido, el Telekino (1852-1936)

Telekino, el primer barco telegirigidoEste excepcional ingeniero, inventor y científico, miembro de la Academia de las Ciencias de Paris, de la Sociedad Matemática Española y de la Real Academia Española, es conocido mundialmente por ser el diseñador del Spanish Aerocar, un teleférico que una empresa española y con diseño y capital español, construyó en las célebres cataratas del Niágara, en El Canadá. Finalizado en 1916, aún hoy en día sigue prestando servicio de forma ejemplar. De hecho, este era el motivo de incluirlo aquí, pero finalmente otro dato más sorprendente si cabe me ha llamado la atención. Este singular hombre, tiene el honor de ser el primero en construir un sistema radio-controlado (el Telekino), el mismo o similar sistema que hoy en día se utiliza en misiles, sondas espaciales no tripuladas, juguetes, y un sin fin más de aplicaciones de control a distancia. La falta de financiación le impidió poner en práctica su logro. Murió en plena Guerra Civil, y con el, gran parte del futuro de España.
Nota (12/06/2020): Torres Quevedo posee otro logro relevante como fue construir la primera máquina de ajedrez autónoma inteligente, capaz de jugar contra un humano.

Hispano-Suiza, precursora de las grandes marcas industriales europeas (1901~1946):

Casi todo el mundo conoce esta marca española de automóviles y sus bonitos deportivos, lo que puede que no conozca tanta gente, yo al menos era uno de ellos, es que esta marca española era un referente industrial en la fabricación de motores de aviación, entre otras cosas. Era así hasta el punto de que la gran mayoría de aviones aliados que participaron en la Primera Guerra Mundial llevaban un motor de esta marca en sus entrañas, contribuyendo decisivamente a la victoria final. Las causas que favorecieron la aparición de esta marca en España fue el excepcional desarrollo industrial que se produjo en Cataluña a principios del Siglo XX. Las causas de su desaparición fueron los prejuicios antiburgueses de la Segunda República al estar esta marca relacionada con los automóviles de lujo, y posteriormente su absorción en el INI durante la dictadura franquista (desembocando en la actual Pegaso, prácticamente desaparecida). En ambos casos la empresa se colectivizo y se nacionalizó, sin existir ningún motivo para ello. Fueron las intervenciones políticas, más interesadas en sus propios intereses que en los de la sociedad, las que acabaron con esta insigne marca industrial.

Emilio Herrera, inventor del traje para vuelo estratosférico, precursor del traje de astronauta (1935):

Escafandra estratosférica de Emilio HerreraAsí es, no fue la Unión Soviética, pionera en la carrera espacial, ni nadie de los Estados Unidos de América. Fue un español de Granada el que construyó y probó con éxito el primer traje que se le podría llamar de astronauta. En qué se estuvo perdiendo el tiempo después, en lugar de aprovechar estos descubrimientos, no es necesario recordar. Tan sólo indicar que este hombre ejemplar fue el presidente de la República Española en el exilio, tras la Guerra Civil. Pueden imaginar por qué apenas nadie se acuerda hoy en día.

Eduardo Barreiros, uno de los artífices de las recuperaciones industriales de España y Cuba, auténtico emprendedor ejemplar (1919~1992):

El Taíno: motor diseñado enteramente por la emrpesa de Barreiros y que logró vencer en una dura prueba a un motor de la NissanA tenor de todo lo visto, si en España no disfrutamos hoy en día de una industria automovilística con tecnología propia como la tienen Italia, Francia, Alemania, Reino Unido y varios países más de nuestro entorno, capaz de generar puestos de trabajo, de exportar al exterior, y de generar de esta forma ingresos y progreso al país y a la sociedad que le da forma, es sencillamente por que no nos ha dado la gana. O al menos, no lo han querido así los dirigentes que en un momento u otro esa misma sociedad les ha apoyado para que tomaran dichas decisiones. La historia del industrial autodidacta Eduardo Barreiros lo demuestra, al ser una persona que gracias a sus propios méritos, su humildad, su ingenio, su capacidad de trabajo en equipo y de su voluntad de rodearse de los mejores, no de los más pelotas, creo prácticamente de la nada una industria de fabricación de vehículos que levanto al país en los momentos más difíciles. ¿Porque se frustró este impresionante proyecto? una vez más debido a las decisiones políticas y a un sistema que pretendía filtrar en exceso las iniciativas permitiendo tan solo aquellas que fueran favorables a los intereses de la oligarquía gobernante. El INI, órgano estatal que actuaba como un autentico cuello de botella para las iniciativas particulares, no concedió permisos a Barreiros para, entre otras cosas, la construcción de turismos, para no competir así con la Pegaso (propiedad del INI gracias a nacionalizar la Hispano-Suiza) y Seat, instaurada en Barcelona para contentar a las oligarquías nacionalistas catalanas. Lo más sorprendente para mi es que tuviera que irse finalmente a Cuba, desarrollando para ello un motor enteramente propio que fue capaz de superar en una dura prueba a otro de la mismísima Nissan.

La ciencia ficción

El género de la ciencia-ficción en España está considerado como algo minoritario, menospreciado por regla general, y mal comprendido la mayoría de las veces. Largo sería de contar los motivos, pero digamos que a la clase dirigente nunca les ha gustado este género por cuanto requiere de una mente abierta a otras posibilidades, mentes que no desean someterse a los caminos preestablecidos. Fuera de España sin embargo, la ciencia-ficción es un género que destaca en los principales países, desde la antigua Unión Soviética y la actual Rusia, hasta los EUA, pasando por Alemania o el Reino Unido. En España esta situación anómala respecto del resto de países desarrollados no es consecuencia de la inexistencia de escritores y aficionados, más bien lo es debido a la falta de conexión entre la clase dirigente y la sociedad que los padece.

Enrique Gaspar, primera novela en la que aparece una máquina del tiempo, anterior a la célebre de H. G. Wells (1887):

Portada de la obra de Enrique Gaspar, "El anacronópete"Parece ser que lo que todo el mundo creía, gracias a los esfuerzos de los países de habla anglosajona, no es cierto. No fue la famosa obra del no menos célebre escritor en dicha lengua H. G. Wells, versionada y llevada a la gran pantalla varias veces, la primera en la que aparecía una máquina capaz de viajar en el tiempo. Fue Don Enrique Gaspar y Rimbau, un madrileño afincado en Valencia, tierra fértil en este género, el que con su totalmente desconocida hasta hace muy poco obra,  “El Anacronópete”, el que ostenta el reciente reconocimiento internacional de ser el primero. ¿Quien ha puesto las cosas en su sitio? ¿ha sido algún grupo de fanáticos españolistas?, no, ha sido la mismísima British Library la que ha rescatado esta obra para darle el reconocimiento que se merece.

Conclusión

No era intención de hacer una serie de artículos «españolistas», de carácter sesgado y de apología nacionalista, pero se hace difícil hablar de estas cosas sin que a alguien le haya parecido así. La intención en todo caso era la poner las cosas en su sitio, ya que una cosa es no caer en tópicos de exaltación patriotera, y otra es caer por pasividad y tener que tragar, con los de otros lugares.

El caso es que a principios de siglo pasado, España era líder en la industria de la automoción, aeronáutica, marina, sistemas de telecontrol, y la incipiente tecnología espacial. Ahora España es un país en quiebra, a punto de ser rescatado. Los únicos responsables de esto somos nosotros mismos. No se trata de darnos un valor especial, ni reclamar «nuestro glorioso destino unido en lo universal», ni nada por el estilo. Se trata sencillamente de superar ese «inferiorismo» que se arrastra desde la autocracia de la posguerra, y de saber que podemos ser tan buenos como cualquier otro país. Sólo hay que trabajar un poco, en la dirección correcta. Ya estamos tardando.

lunes, 29 de septiembre de 2025

El Emperador Invisible

lunes, 29 de septiembre de 2025
Cómo Roma y el Papado explican el poder del siglo XXI


Vivimos en un mundo que se nos presenta como una red de naciones soberanas que compiten y colaboran en un mercado global. Creemos en la ficción de que nuestros gobiernos nacionales son los actores principales en el escenario de nuestro destino. Sin embargo, una sensación persistente de impotencia nos invade. Sentimos que las decisiones cruciales que afectan nuestras vidas —nuestros trabajos, nuestra cultura, nuestro futuro— se toman en otro lugar, por fuerzas que no hemos elegido y a las que no podemos pedir cuentas.

Como ya se exploró en La Sombra del Faraón, las raíces de esta tiranía meritocrática moderna se hunden profundamente en la confluencia de la Reforma, el capitalismo y la expansión anglosajona, dotando al poder económico de una legitimidad de apariencia casi sagrada. Michael J. Sandel en La tiranía del mérito, señala cómo el propio relato meritocrático se origina en gran parte con la escisión protestante: al sustituir la mediación de la Iglesia católica por una ética del llamado individual, las sociedades anglosajonas incubaron el sustrato cultural que hoy sostiene el neoliberalismo. 

Además, Sandel advierte que la narrativa meritocrática no sólo falla en su promesa de justicia, sino que crea una élite prepotente y una clase baja humillada, legitimando así la desigualdad. Ahora, en el siglo XXI, ese legado ha evolucionado hacia una forma aún más sofisticada y elusiva: el poder del «Emperador Invisible».

Esta situación se aclara si actualizamos nuestro mapa histórico. Para entender la naturaleza del poder hoy, debemos mirar más allá del siglo XX y reconocer la silueta de una estructura mucho más antigua. El poder global actual no es una red descentralizada; es un imperio híbrido que ha fusionado, de una manera innovadora y casi invisible, los dos grandes modelos de poder de Occidente: la potestas del Emperador Romano y la autoritas del Papado. Y su capital, su «Nueva Roma», son los Estados Unidos.

I. El Emperador: la potestas de las legiones invisibles

El rol imperial de Estados Unidos no se ejerce principalmente a través de la conquista militar. Aunque su ejército siga siendo la fuerza dominante del planeta, su papel queda restringido a «eliminar» las trabas políticas que puedan complicar la asimilación posterior del territorio. La innovación de este nuevo imperio ha consistido en sustituir las legiones de hierro por legiones económicas y tecnológicas de una eficacia aún mayor.

Esta potestas se manifiesta a través de sus principales herramientas estratégicas:

  • El dólar como estandarte: desde el fin del patrón oro, el control de la moneda de reserva mundial le otorga una potestas financiera sin precedentes, la capacidad de financiar sus déficits y de sancionar a sus enemigos con una eficacia devastadora.
  • El control de las rutas comerciales: no solo las marítimas (en las que China es cada vez más relevante), sino las digitales. Las grandes plataformas tecnológicas (Google, Meta, Amazon, Microsoft), nacidas y protegidas en su seno, controlan las autopistas de la información y el comercio por las que transita el mundo.
  • Las instituciones como guarniciones: organismos como el FMI o el Banco Mundial actúan a menudo como las guarniciones del imperio, imponiendo una ortodoxia económica que beneficia al centro imperial a cambio de «ayuda» y estabilidad.

Sin embargo, la verdadera fuerza coercitiva se ejerce a través de mecanismos más profundos y estructurales que someten a los países a un dominio del que es casi imposible escapar:

  • La potestas financiera: es la capacidad de desestabilizar una economía con un simple clic. La amenaza de una degradación de la calificación crediticia por parte de las agencias (ubicadas en su mayoría en el centro imperial) puede encarecer la deuda de un país hasta hacerlo quebrar. Los flujos de inversión, controlados por sus grandes fondos, actúan como el pulgar de un césar: pueden dar vida a una economía o condenarla a la asfixia.
  • La potestas de la dependencia tecnológica: no se trata tanto de una «sanción tecnológica» directa, que como se ha visto en Europa puede ser contestada en el terreno legal. Es algo mucho más fundamental. Las grandes corporaciones del imperio no solo invierten; construyen los ecosistemas digitales (sistemas operativos, redes sociales, servicios en la nube, infraestructuras de comercio electrónico) de los que el resto del mundo se ha vuelto dependiente y cuyos datos son manejados desde el centro imperial. Salir de estos ecosistemas ya no es una opción viable sin arriesgarse al aislamiento y al colapso funcional. La soberanía digital es, en gran medida, una ilusión.
  • La potestas sobre la soberanía local: se crea una dependencia que, aunque pueda parecer mutua, es profundamente asimétrica. Los gobiernos locales, para atraer y mantener las inversiones que garantizan el empleo y la prosperidad (y por tanto, su propia supervivencia política), se ven obligados a competir entre sí ofreciendo ventajas fiscales y regulatorias. En la práctica, subordinan su soberanía a las necesidades del capital transnacional, cuya lealtad última reside igualmente en el centro del imperio. El poder real no lo tiene el político que corta la cinta de una nueva fábrica, sino la entidad anónima que puede decidir, en cualquier momento, llevársela a otro lugar.

II. El Papado: la autoritas del relato universal

Pero la fuerza bruta, como ya sabían los faraones, no es suficiente. El poder, para ser estable, necesita legitimidad. Y aquí es donde el imperio ejerce su segundo rol, el del Papado: el monopolizador del relato universal.

El Vaticano exportaba un relato de salvación metafísica. La Nueva Roma exporta un relato de salvación terrenal, cuyo núcleo no son valores en sí reprochables —libre mercado, democracia liberal, derechos individuales—, sino la forma en que se los absolutiza y convierte en un evangelio incuestionable, útil para legitimar su propio poder:

  • El libre mercado: presentado como el único sistema natural y eficiente para generar prosperidad.
  • La democracia liberal: presentada como la única forma legítima de gobierno.
  • Los derechos individuales: presentados como el valor supremo de la organización social, pero ignorando a los del colectivo.

Este relato es increíblemente poderoso. Otorga al imperio la autoridad moral para juzgar al resto del mundo, para «excomulgar» a las naciones que no siguen sus dogmas (los «estados canalla») —mientras tolera a los que les son útiles («nuestros "hijos de puta"»)— y para bendecir a sus propios misioneros: los CEOs de las grandes corporaciones actúan como los «obispos» de esta nueva fe, expandiendo el evangelio del mercado por todo el planeta. 

Pero el rasgo más estremecedor de todos es la monopolización de ambos relatos: el de la potestas y el de la autoritas, un poder que no requiere permiso para dictar su moral, algo que, salvo la propia Inquisición, pocas instituciones han detentado.

III. La gran hipocresía: «mercado libre» para las provincias, proteccionismo para «Roma»

Y aquí llegamos al núcleo de la genialidad y la perversión del sistema. El dogma del «libre mercado» que el Papado imperial predica con fervor solo se aplica de verdad fuera de sus murallas.

En la Periferia (el resto del mundo), el «libre mercado» es un arma para «puentear» a los gobiernos locales. Se utiliza para forzar la apertura de sus economías, desmantelar sus protecciones y permitir que los «obispos» corporativos operen con ventaja sobre las empresas locales. Cualquier intento de un «monarca medieval» (un presidente o primer ministro europeo, asiático o latinoamericano) de proteger su industria o a sus trabajadores es inmediatamente condenado como un acto de herejía proteccionista.

En el Centro del Imperio (Estados Unidos), sin embargo, la realidad es la opuesta: las grandes corporaciones no serían nada sin el «marco seguro» que les proporciona su connivencia con el poder político. El gobierno estadounidense utiliza su potestas para darles ventajas competitivas, rescatarlas si caen, proteger su propiedad intelectual y usar su poder diplomático para abrirles mercados.

El «libre mercado» no es un principio; es una tecnología de poder imperial. Se impone a los demás para debilitar su soberanía, mientras que en casa se practica una estrecha alianza entre el poder político y el económico. 

IV. Los reyes vasallos y la confusión de la resistencia

Esto coloca a los líderes de los países periféricos en la posición de los antiguos reyes medievales. Tienen autoridad política en su feudo, pero saben que su prosperidad económica —y, por tanto, su capacidad para mantenerse en el poder— depende de no enfadar al Emperador Papal y de dar la bienvenida a sus «obispos» corporativos.

Esta situación genera la confusión que puede observarse en lugares como España: la izquierda local, a menudo usando un mapa ideológico obsoleto, ataca a un campeón nacional como Mercadona, sin darse cuenta de que el verdadero poder hegemónico reside en una estructura transoceánica que opera bajo un relato que su propio modelo de crítica posmodernista, inconsciente y negligentemente, ha contribuido a fortalecer.

El mapa, por tanto, queda mucho más claro. No vivimos en un mundo de iguales, sino en un imperio invisible, gobernado por una entidad de dos cabezas —una potestas económica y la autoritas de un relato de libertad, conceptos cuya apariencia de positividad obstaculizan una respuesta efectiva—. Este imperio ha perfeccionado el arte de la dominación, sustituyendo la conquista por la convicción y la fuerza bruta por la seducción de un relato que nos convence de que somos libres en la jaula más sofisticada jamás construida.

En definitiva, este fenómeno geopolítico no se sostiene por un «dominio colectivo» explícito como los totalitarismos de antaño. Se sostiene porque ha logrado inocular una ideología de atomización individual a escala masiva. El filósofo surcoreano-alemán Byung-Chul Han ha descrito en La sociedad del cansancio cómo la lógica neoliberal transforma la coerción externa en autoexigencia voluntaria: la forma más eficaz de gobernar un bosque no es poner un guardia en cada árbol, sino convencer a cada árbol de que su única misión en la vida es crecer más alto que el de al lado, sin importarle si el bosque entero se está secando. 

El logro del dogma neoliberal es hacer creer que se compite por la luz, ignorando el suelo que alimenta las raíces de todos.

lunes, 11 de noviembre de 2024

Fuera del Coliseo: la Roma olvidada y los orígenes de la democracia

lunes, 11 de noviembre de 2024


La antigua Roma es una civilización que ha fascinado a la humanidad durante siglos. Su legado se encuentra presente en numerosos aspectos de nuestra vida cotidiana, desde el derecho y la política hasta el arte y la arquitectura. Sin embargo, la imagen que se tiene de esta antigua civilización a menudo está sesgada y simplificada ¿Qué le viene a la mente al lector cuando oye su nombre? Es muy probable que sean gestas imperiales, fastuosas y desinhibidas fiestas o expansionismo militar. Esta visión parcial, limitada a la Roma decadente que llegó a nuestros días y que olvida los logros que se alcanzaron en su creación, impide una comprensión completa de su compleja y rica cultura que podría ser útil para entender los desafíos a los que la sociedad se enfrenta actualmente. Al explorar más allá de los estereotipos, se descubre que la influencia de Roma es mucho más que grandes ejércitos y gestas imperiales en ámbitos como los siguientes:

  • Derecho y Justicia: código legal, igualdad, derecho consuetudinario o jurisprudencia.
  • Política y Gobierno: república, Senado, cónsules, leyes, democracia (representativa).
  • Arquitectura y Urbanismo: arcos, columnas, acueductos, ciudades, ingeniería civil.
  • Religión y Mitología: politeísmo romano, cristianismo (posterior).
  • Literatura y Retórica: poesía, oratoria, sátira, historia.
  • Idioma: latín, lenguas romances, gramática, vocabulario, escritura.
  • Calendario: meses, años, agricultura, festividades.
  • Educación: retórica, filosofía, historia, escuelas, maestros.
  • Ingeniería y Tecnología: construcciones, materiales, innovación, caminos, puentes.
  • Valores y Conceptos: ciudadanía, participación, virtud, honor, destino, ley y orden, difusión cultural, pluralismo, integración.

Comprender la complejidad de la antigua Roma nos permite reflexionar sobre los desafíos que enfrentamos en nuestra sociedad actual, como el equilibrio entre el poder individual y el bien común o el papel del ciudadano en su gobierno. Probablemente, el lector desconozca que el concepto de «república» tiene su origen en la Roma antigua y significa «cosa del pueblo». Hablar de Roma en el mundo actual dominado por streamers cuyo principal contenido es cómo se hacen unos huevos fritos o cómo se han superado cierto nivel de algún juego popular en un momento determinado, donde los trending topics están copados por anécdotas de políticos o personajes populares, como futbolistas o cantantes pop, no suele llevar a ninguna parte ya que en el mejor de los casos, tanto público como los mencionados generadores de contenido, poseen la visión sesgada y limitada que nos ha llegado hasta nuestros días. A modo de demostración puede señalarse la de los magnates de algunas de dichas redes sociales como Facebook (Instagram) o X (Twitter), personajes que se supone que están en lo más alto de lo que se entiende como meritocracia en un Occidente dominado por el interés económico. 

Hace un año comenzaron a aparecer en cierta red social de vídeos[1] cortos una serie de publicaciones sobre la Roma antigua. Por lo visto, el descubrimiento de aquella época y de su cultura causó una conmoción mediática[2]. Es cierto que como tantas otras modas pasajeras fue sustituida al poco, pero se evidenció que mientras un sector de la población vive alegre ignorante de las circunstancias que han moldeado el mundo a su alrededor y hacia donde les encaminan, existe otro sector no poco influyente y poderoso que, sin embargo, en lugar de proponer corregir los errores que llevaron a que aquel antiguo imperio se extinguiera por su propia inoperancia, sus declaraciones hacen sospechar que desean revivirlos. Aunque Mark Zuckerberg y Elon Musk no son comparables en el tipo de actividades que realizan y sus consecuencias, y no todos los problemas actuales son responsabilidad de ellos, sí que monopolizan cierto grado de atención mediática, a través de la cual han compartido con otros artistas e influencers una visión maniquea y estereotipada de la antigua cultura romana ¿Por qué ocurre esto? ¿Qué es lo que recuerdan estas personas? Son varios los investigadores que han estudiado cómo «las sociedades “postclásicas [...] han imaginado, recreado y reinventado la Antigüedad»[3], siendo la historiadora Mary Beard la que más ha documentado sobre este asunto alineándolo junto a ciertas reivindicaciones feministas:

  • Idealización del pasado[4]: se trivializan los aspectos más oscuros del Imperio, como la esclavitud, la violencia y las desigualdades sociales.
  • Búsqueda de identidad: la estabilidad del recuerdo de la antigua Roma permite la construcción de una identidad occidental cada vez más difusa y falta de referentes.
  • Refugio en un pasado glorioso[5]: en momentos de crisis, la nostalgia por un pasado percibido como más simple y poderoso puede ser una forma de escapar de la realidad. 
  • Reivindicación de una masculinidad tradicional[6]: la vinculación de Roma con el poder, la fuerza y la conquista la convierte en un referente atractivo para aquellos que buscan reafirmar una masculinidad que hoy en día resulta rancia y anacrónica. 

Aunque todo esto pueda parecer anecdótico, no lo es tanto si se analiza el origen y consecuencias de esta visión incompleta de una cultura que ha llegado hasta nuestros días, reproduciendo inconscientemente comportamientos equivalentes a los imperialistas[7] en nuestro contexto actual. Esta nostalgia de la Roma que muestran películas como Gladiator (Ridley Scott, 2000)[8], con un marcado carácter imperialista en unos parámetros de grandiosidad[9], fuerza, orden y expansionismo, junto a los continuos intentos de replicarla una y otra vez, desde Alejandro Magno, Carlomagno, la Evangelización en América, el Sacro Imperio Romano Germánico, la estética y su idealización durante el nazismo en Alemania y sus aliados en Italia y España, los Zares en la Rusia imperial, hasta el Capitolio en los EE.UU., provocan hacernos la pregunta:

¿Hasta qué punto cayó el Imperio Romano?

Roma alcanzó su máxima expansión con el imperio tras varios siglos de aplicar los conocimientos que definirían una parte singular de la cultura occidental: las asambleas de Mesopotamia y Atenas, los cónsules, el Senado y el Consejo de la Republica, hasta que con el paso al imperio, quedarse finalmente en un único emperador y el Senado. Durante la época imperial, las amenazas políticas externas sucumbieron ante el poder militar de Roma y las amenazas internas lograban ser acalladas tras la mano de hierro del poder político. Sin embargo, la asignatura de la que nadie quiere hablar fue precisamente la que nadie quería ver: su insostenibilidad económica, social y política. En los puntos siguientes se van a destacar algunos aspectos que no son fruto de algún nuevo descubrimiento histórico, sino de un análisis distinto, no sujeto a los intereses políticos o subjetivos que se han encargado de construir el relato histórico que Occidente conoce. Aunque los puntos enumerados a continuación merecerían un análisis más detallado, se considera que por motivos de espacio y para hacerlo más asequible, será suficiente con un título y una breve descripción, dejando al lector que los compruebe por sí mismo, ya que como se ha indicado, no hay nada nuevo salvo el enfoque y el deseo de objetividad:

  1. La pérdida de la República y sus valores de libertad, igualdad y participación ciudadanalas crisis sociales, políticas, económicas y militares, acabaron con ciertas estructuras políticas monopolizado todo el poder de Roma en un único emperador y eliminando la posibilidad de participación ciudadana[10]. Si bien en el corto plazo logró «salvar los muebles», esta acción es el «génesis» de la mayoría de males que hasta nuestros días están aquejando a Occidente, alejándose del ideal democrático que se inició en la democracia ateniense, que la república representativa de Roma aplicó a una escala de población mayor. Este «fracaso» de la democracia a ojos de la sociedad es un «fantasma» que lleva paseando su espectral figura desde entonces, apareciendo en los momentos que como ahora, los responsables no son capaces de resolver los problemas para los cuales se supone ocupan sus puestos públicos.
  2. El fin del expansionismo: como consecuencia de posponer los problemas reales de gestión de los recursos, materiales y humanos, y ante el aumento de la corrupción y la desigualdad, la sociedad romana dejó de tener implicación en los problemas de un imperio dependiente de mercenarios y militares profesionales. Como consecuencia, Roma comenzó a sucumbir ante las presiones  militares de los pueblos fronterizos, viendo como su principal método para resolver sus problemas de ineficacia interna, que era la anexión de territorios y su  extracción de recursos, dejó de funcionar.
  3. La pérdida de legitimidad: la sociedad romana comenzó a encontrarse en una situación difícil. Por un lado, la vuelta al activismo político y la convocatoria de la huelga que fue el origen de la participación ciudadana y la creación del Consejo de la Plebe, no surgió de nuevo. Aquel activismo democrático había desaparecido de la cultura romana. Sin embargo, la corrupción, la desigualdad y el endeudamiento de la sociedad iban en aumento. Los políticos eran una clase privilegiada que, sin embargo, no servía para su propósito. La sociedad tenía que «buscarse la vida» al mismo tiempo que se encogía de hombros ante la existencia de esta clase social inoperante.
  4. El clavo ardiendo del Cristianismo: ante el creciente endeudamiento de una sociedad que no sabía cómo salir de su decadencia y con un poder político cada vez menos legitimado, surgió un movimiento populista cuyo lema principal fue «perdona a tus deudores». La adopción de una fe cristiana cada vez más popular fue probablemente lo que permitió a los emperadores romanos y sus instituciones continuar ejerciendo de líderes sociales y conservar su estatus en un territorio unificado ahora por una creencia común[11]. Sin embargo, el empobrecimiento social continuó su avance de manera paulatina, por lo que las instituciones romanas, inoperantes pero a pesar de todo, oficialmente activas, fueron sustituidas por otros líderes locales cuya importancia iría en aumento, a pesar de seguir dependiendo de Roma.
  5. La sociedad feudal: la antigua culta, organizada y prospera sociedad romana, se convirtió sin que nadie quisiese advertirlo —ya que implicaría aceptar el fracaso del único orden establecido que habían conocido durante siglos— en masas de plebeyos ignorantes y analfabetos que buscaban el orden y protección local que habían desaparecido, a pesar de que en Roma continuaba existiendo un líder del que dependían las uniones políticas y la aprobación de proyectos: el Papa. Los líderes locales sustituyeron a las antiguas estructuras de orden cívico romanas, cuyo único legado fue el uso de la religión como justificación política a través de los obispos, proporcionando la única posibilidad de seguridad en un mundo a merced de piratas y saqueadores. Dicha sustitución implicaba continuar dependiendo de la centralidad de Roma, aunque se tuviera autonomía en los asuntos locales. De aquí surgió la sociedad laica, diferenciada de la eclesiástica que continuaba gobernando desde Roma[12].
  6. La Doctrina del descubrimiento[13]: analizado con la objetividad que proporciona la distancia temporal y política, resulta sorprendente que la Europa resultante del desmantelamiento político de Roma, en lugar de revisar los acontecimientos y establecer un curso de acción diferente, continuara haciendo esencialmente lo mismo: la necesidad de recursos externos llevó a comerciantes y exploradores de las penínsulas Itálica e Ibérica a aventurarse a remotos confines de la lejana Asia, fuera por tierra o por mar. La noticia de que existían tierras vírgenes sin explorar y habitadas por «infieles», acabó por convertir en objetivo «político» la asimilación de esas «nuevas» tierras con la excusa de la evangelización, pero en definitiva, se trataba de lo mismo que se estaba haciendo desde que aquellos jinetes de Cáucaso invadieran Europa a caballo[14].
  7. La Roma cultural: la prueba de qué clase de Roma seguía presente en las mentes y corazones de los habitantes europeos, podría situarse en el hecho de que cuando por fin las antiguas tribus bárbaras que bordeaban los límites del imperio pueden sorprendidas, acceder a los nuevos territorios feudales, lo hacen adoptando sus mismas señas, filosofía y legitimidad, asumiendo la autoridad papal de Roma, sin que mediase batalla ni imposición alguna. Al contrario, eran ellos mismos los que ansiaban ocupar el lugar de los antiguos dirigentes romanos, convirtiéndose en continuadores de su legado y de la cultura que definió al imperio.

La Roma actual

Es desde esta tesitura cuando se puede entender cuál es la Roma que ha llegado hasta nuestros días, anhelada por los zares, cancilleres y caudillos varios, llegando incluso a inspirar al sistema presidencial de EE.UU., influyendo en la definición del concepto de Destino Manifiesto que ha caracterizado a la cultura del país norteamericano[15]. La Roma de la democracia representativa es olvidada como un fracaso, solo recuperada en parte tras la Revolución Francesa, para volver de nuevo al terror imperialista. Todo parece indicar que aunque se hable de «democracia», parece una mera excusa o «justificación» para en la práctica, implementar en el propio territorio[16] un imperialismo grabado en una parte significativa del acervo cultural occidental, el cual, debido a ignorar su presencia y no ser conscientes del problema que supone las dinámicas cortoplacistas para mantener el estatus sobre otra valoración, acaba definiendo los mismos estilos de autoridad, liderazgo y organización, que incluso los países más meritocráticos han acabado sucumbiendo en el plano económico, perpetuando la tendencia expansionista y colonialista que ha caracterizado a Occidente y que le está llevando a perder su hegemonía[17] y poner en riesgo los escasos (pero fundamentales) logros alcanzados en cuanto a derechos individuales políticos. Con una creciente merma en la confianza en unas instituciones que eran el máximo logro de la Ilustración, la última era de esplendor de la cultura occidental, que no se basaba en la dominación ni en la supremacía, sino en la tolerancia y el conocimiento científico, claramente en retroceso hoy en día ¿Qué consecuencias tiene este sesgo? ¿Qué se ha olvidado de Roma que podría ser útil a la sociedad para enfrentarse a los desafíos de hoy en día?

La Roma olvidada

A lo largo de este artículo se ha explorado cómo la percepción idealizada de la Roma antigua ha influido en la comprensión de la historia en la sociedad actual. La nostalgia por un pasado glorioso y la búsqueda de una identidad sólida han llevado a una idealización de la Roma imperial, dejando a un lado tanto sus aspectos más oscuros como determinados logros importantes que poco tenían que ver con el imperio que todos recuerdan. Esta visión distorsionada ha tenido consecuencias significativas, desde la justificación de acciones imperialistas hasta la legitimación de prácticas autoritarias, pasando por un nihilismo que influye en la manera en cómo la sociedad se relaciona con las instituciones democráticas y sus representantes, entorpeciendo y añadiendo ruido a la necesaria resolución de los desafíos que desde las décadas recientes se enfrenta el mundo occidental. Roma, en sus momentos más singulares alcanzados en la fase más madura y sólida de la república, logró transcender de la dependencia de la acumulación en las sociedades estratificadas y jerarquizadas habituales desde el Neolítico, al equilibrar adecuadamente la participación de sus ciudadanos con el necesario orden cívico. El imperio en el que se convirtió después logró su magnificencia no por sus conquistas y anexiones, sino gracias al legado surgido de aquella república participativa y democrática, que convendría revisitar para ser conscientes de lo que supuso, y para remediar los errores que llevaron a su desaparición.

La república romana: la primera democracia representativa

Surgida en un contexto marcado por constantes luchas y tensiones, la República romana, contra todo pronóstico, desarrolló un sistema político representativo inspirado en las experiencias de participación ciudadana en algunas ciudades-estado griegas. Al instaurar un sistema de pesos y contrapesos entre los cónsules y crear órganos representativos como el Senado y el Consejo de la plebe, los romanos lograron un equilibrio de poder que evitó la concentración excesiva de autoridad. Este sistema, aunque desde nuestra perspectiva actual estaba limitado por las desigualdades sociales propias de su época, sentó las bases para el desarrollo de futuras repúblicas. A través de los siglos, el estudio del sistema iniciado por Roma continúa ofreciendo valiosas lecciones sobre la importancia de la representación, la división de poderes y el control de los abusos de autoridad, principios que siguen siendo fundamentales en nuestras democracias modernas. 

Un recuerdo más adecuado de Roma nos acercaría a la época más madura de la república, cuyo modelo de participación ciudadana logrado gracias al esfuerzo conjunto de la plebe, contrasta marcadamente con nuestras democracias contemporáneas. En la Roma republicana, la política era un asunto que concernía a todos los ciudadanos, independientemente de su origen social. Esta inclusión era un elemento fundamental para garantizar la estabilidad y la legitimidad del sistema político. La política no era un espectáculo reservado a unos pocos, sino una actividad en la que los ciudadanos participaban de manera directa y constante. A través de las asambleas locales, como los comicios, los romanos elegían a sus representantes y debatían sobre los asuntos públicos. El Concilium Plebis, la asamblea exclusiva de la plebe[18], era un espacio fundamental donde se tomaban decisiones que afectaban directamente a la vida de los ciudadanos. Esta participación activa y constante en la vida política creaba un vínculo estrecho entre los gobernantes y los gobernados, asegurando que las decisiones políticas reflejaran las necesidades y aspiraciones de la comunidad. Hoy en día, a pesar de los avances tecnológicos que facilitan la comunicación y la organización, la participación ciudadana parece haberse debilitado. Los debates polarizados y la creciente distancia entre los ciudadanos y sus representantes han eclipsado el espíritu participativo que caracterizó a la Roma republicana que ha provocado la pérdida o decadencia de algunos valores que entonces eran habituales:

  1. El sistema de pesos y contrapesos: separación de poderes entre el Senado, los cónsules y los tribunos de la plebe evitaba la concentración excesiva de poder en una sola persona o institución.
  2. La importancia del derecho: una de las mayores contribuciones de esta civilización a la humanidad. Un sistema legal complejo y sofisticado, basado en principios como la igualdad ante la ley y la justicia.
  3. La educación cívica: formaban a los ciudadanos para participar activamente en la vida política.
  4. El valor de la comunidad: los ciudadanos se identificaban con su ciudad y estaban dispuestos a sacrificarse por el bien común.
  5. La importancia del debate y el diálogo: se valoraba el debate y el diálogo como herramientas fundamentales para resolver los conflictos entre opiniones diferentes.

Un patriarcado anacrónico

Tal y como apunta la historiadora Mary Beard, uno de los factores que provocan ese recuerdo sesgado de la Roma imperial es la idealización de un patriarcado que parece aliviar la crisis de masculinidad que algunos sectores de la población podrían padecer, debido a la necesaria evolución de los roles de género clásicos. El problema es que el debate polarizado actual no logra proporcionar una respuesta adecuada a dicha crisis, lo que provoca que se intente buscar en otros lugares, como idealizaciones del pasado. Pero esta medida «de emergencia» empeora todavía más la confusión, añadiendo ruido al intento de aprender de la historia que nos ha llevado hasta nuestros días, para entender el presente. En efecto, Roma tenía una estructura patriarcal[19], pero dicho modelo social no debería definirse siguiendo parámetros actuales, sino entendiéndose dentro de su contexto histórico y social: la necesidad tanto de la defensa del territorio como de aumentarlo en la época expansionista imperial, hacía que fuera necesaria la actividad militar. Dada la coyuntura en cuanto a avances médicos y por la propia idiosincrasia biológica, que la mujer fuera «relegada» a tareas domésticas siendo el hombre el responsable de jugarse la vida en combates cuerpo a cuerpo, visto de esta manera, es difícil observar una verdadera discriminación por motivos de sexo sino a una cuestión meramente práctica. Por otro lado, una prueba de que a pesar del carácter patriarcal de la roma antigua y que la mujer estaba supeditada al hombre en muchos aspectos, también es cierto que en cuanto existía la oportunidad, es decir, cuando una mujer quedaba libre de su condición de dar hijos al imperio, apenas existían trabas para que esta pudiera disponer de herencia, gestionar sus propiedades o negocios, incluso dedicarse a profesiones «liberales» como médico o abogada. Algunos de estos aspectos que podrían ayudar a matizar la visión sobre el papel de la mujer en Roma serían:
  1. Patrimonio y herencia[20]: en algunos casos podían heredar bienes y propiedades, especialmente si no tenían hermanos varones, lo que les permitía cierta independencia económica y mayor margen de maniobra.
  2. Profesiones liberales[21]: si bien era menos común, podían dedicarse a profesiones liberales como la medicina, la enseñanza o la abogacía.
  3. Negocios y comercio[22]: algunas de las pertenecientes a familias adineradas se involucraban en actividades comerciales y financieras: administraban propiedades, realizaban préstamos y participaban en transacciones comerciales.
  4. Influencia en la vida familiar[23]: a pesar de estar subordinadas legalmente, tenían una gran influencia social al ser responsables de la educación de los hijos, de la gestión del hogar e incluso de la administración de las propiedades familiares.
  5. Cultos religiosos[24]: participaban en ceremonias y rituales, y algunas incluso ocupaban posiciones de liderazgo en ciertas sectas religiosas.
En definitiva, el sistema social romano es recordado; tanto como para intentar recuperar una masculinidad idealizada y anacrónica surgida de esa visión sesgada del modelo social romano —que usa su patriarcado como justificación pero que ignora la coyuntura en la que surgió— como para victimizar a la mujer por parte de un feminismo igualmente hegemónico que consólida todavía más el error.

Conclusión

Una visión menos simplista de Roma y un tratamiento de su historia crítico y objetivo, permitiría apreciar tanto los avances que se lograron durante la República —como la separación de poderes y la participación ciudadana— como los errores cometidos durante la misma que la hicieron fracasar. Problemas que anticipaban la lucha de clases[25] que nunca se llegaron a solucionar, con las graves consecuencias en forma de violentas revoluciones que a lo largo de la historia se han sucedido, al ignorar las demandas y necesidades de los ciudadanos. A pesar de lo inspirador que puede resultar el recuerdo de cómo la sociedad romana se organizó para exigir algo tan simple como un órgano de representación que les permitiese participar y decidir en los asuntos que les incumbían, resulta impensable hoy en día a pesar de todos los avances en comunicación. Esta implicación y responsabilidad de la sociedad, este orgullo democrático, permitió a Roma vencer a monarquías e imperios que anhelaban y envidiaban su prosperidad social y económica. Una situación que choca con la actual, donde la fragmentación y polarización ideológica dificultan lograr una sociedad civil consciente de su importancia, dejándola a merced de intereses políticos y económicos alejados de ella. La República romana nos enseña que una sociedad fuerte y próspera es aquella en la que los ciudadanos se sienten involucrados, respondiendo con compromiso hacia el bien común y hacia unas instituciones que se hagan merecedoras de su confianza. La participación activa en la vida política no es solo un derecho, sino una responsabilidad. Pero para que esto sea posible es necesario volver a ser aquellos ciudadanos que construyeron la primera democracia representativa, la que a pesar de sus errores, alumbró la cultura más influyente que el mundo ha conocido ¿Será capaz la humanidad de tan siquiera, igualar aquel logro sin repetir sus errores?



[3] «Patricia González Gutiérrez, Casey Haughin-Scasny o Paloma Martín-Esperanza, entre otras» [https://culturacientifica.com/2023/10/27/el-imperio-romano-en-el-que-se-supone-piensan-los-hombres/]

[8] «películas tan influyentes como Gladiator, y series como Roma o Spartacus han popularizado una imagen de la antigua Roma totalmente estereotipada y reduccionista» —Óscar Aguado-Cantabrana [https://www.elperiodico.com/es/the-conversation/20231003/mperio-romano-supone-piensan-hombres-92857168]   

[9] «Roma es la luz», afirma el protagonista de Gladiator en conversación con el emperador estoico Marco Aurelio, quien con la sabiduría del poder, le advierte de la corrupción que carcome a un Imperio muy alejado ya de la idea original republicana. La película sumerge al espectador en un laberinto moral al aceptar los defectos del Imperio, pareciendo legitimar cierta visión «civilizadora» de Roma, dejando en manos del individuo la responsabilidad de luchar contra la injusticia. [https://www.youtube.com/watch?v=1joZZtrOfOc]

[10] El proceso de transición de la República Romana al Imperio fue un periodo largo y complejo, marcado por la creciente desigualdad social, las guerras civiles y el fortalecimiento del ejército. El asesinato de los hermanos Graco en el siglo II a.C., en un intento por llevar a cabo una reforma agraria para reducir las crecientes desigualdades entre patricios y plebeyos, fue un punto de inflexión que, junto a la posterior consolidación del poder militar para continuar la expansión territorial de Roma en su enfrentamiento con Cartago, lo que a la larga socavaría las instituciones republicanas. La figura de Julio César, que ascendió al poder gracias a su popularidad entre las tropas, ejemplifica la creciente influencia del ejército en la política romana y la tendencia a un régimen autocrático. Este proceso culminó con el establecimiento del Principado de Augusto en el año 27 a.C., marcando el inicio del Imperio Romano. Las consecuencias de la dinámica de esta transición fueron las que probablemente, llevarían a su caída siglos después, causando un impacto duradero en la historia de Occidente.

[11] «el cristianismo no disminuyó el poder del emperador romano (cristiano), sino que lo reforzó. Pero lo hizo con unas coordenadas religiosas completamente nuevas»  —Mary Beard [https://www.eldebate.com/cultura/libros/20231118/emperador-roma-imperio-como-legado-roma-mundo_154440.html] 

[12] «La Edad Media realizó una curiosa combinación entre la diversidad y la unidad. La diversidad fue el nacimiento de las incipientes naciones... La unidad, o una determinada unidad, procedía de la religión cristiana, que se impuso en todas partes... esta religión reconocía la distinción entre clérigos y laicos, de manera que se puede decir que... señaló el nacimiento de una sociedad laica» —Le Goff, Jacques (2007). La Edad Media explicada a los jóvenes. Barcelona: Paidos. ISBN 978-844-93-1988-4

[13] «las bulas de Nicolás V, Dum diversas (1452) y Romanus Pontifex (1455), y la de Alejandro VI (1493), Inter caetera, no son expresión de la fe católica, son escritos en un período histórico concreto y relacionados a cuestiones políticas, para solucionar la guerra y evitar conflictos entre España y Portugal y buscar ayuda de los reyes para la evangelización» [https://blog.cristianismeijusticia.net/2023/05/02/la-doctrina-del-descubrimiento-nunca-fue-catolica]  

[15] Esta doctrina influyó en la posterior definición de la doctrina Monroe, por la cual EE.UU. se acabaría creyendo en la «obligación» de responder a nivel mundial en cualquier lugar que supusiese una «amenaza» a sus intereses [https://es.wikipedia.org/wiki/Doctrina_del_destino_manifiesto] [https://es.wikipedia.org/wiki/Doctrina_Monroe].

[16] Al igual que antaño lo fue la «evangelización» o en el presente bulos como la presencia de «armas de destrucción masiva», para justificar acciones militares fuera de su propio ámbito político.

[18] «solemos olvidar, ya sea por desinterés o por desconocimiento a la república [romana] de tipo más abierto en la que la lucha entre los patricios y plebeyos tuvo sus frutos para las clases más bajas. Estas empezaron a ver cómo sus intereses empezaban a verse representados» [https://archivoshistoria.com/el-tribuno-de-la-plebe-y-su-evolucion-en-la-republica-romana/]

[19] Siguiendo la tendencia que se inició desde ciertas fases avanzadas del Neolítico, la división de trabajo por roles (https://www.forbes.com.mx/division-trabajo-sexos-empezo-europa-durante-neolitico/) y debido a la dependencia de, tanto de expansionismo territorial como también de su defensa, se necesitaban miembros de la sociedad que realizaran tareas de violencia intrapersonal, asignadas desde hacía siglos a los hombres (http://www.historiayarqueologia.com/2021/04/nuevas-evidencias-sugieren-la-division.html), suceso que se ha observado incluso en sociedades matriarcales (https://es.wikipedia.org/wiki/Islas_Trobriand). La diferencia es que en este caso el ámbito militar ocupó mayor protagonismo, lo que otorgó a dicho sexo la prioridad que caracteriza al patriarcado.

[20] «En la república de Roma había mujeres abogadas o médicas y escribían tratados, lo que no ocurrió hasta el S.XIX [la  mujer] tenía más derechos de los que ha ostentado en otras épocas [podía heredar o divorciarse simplemente repudiando al marido]» [https://www.lavanguardia.com/cultura/20231013/9296315/pensando-imperio-romano.amp.html]

[21] Ibid.

[23] Ibid.