viernes, 2 de mayo de 2008

El gobierno de las personas (4ª y última parte)

viernes, 2 de mayo de 2008
Los Estados Unidos y el concepto de democracia en España

Los Estados Unidos son un problema para la democracia en España y en gran parte del resto del mundo. Lo son porque pueden elegir directamente a su presidente o Jefe de Estado y del ejecutivo. Además, pueden elegir por separado a los congresistas del poder legislativo, y lo pueden hacer por distritos y al candidato que elijan. Los ciudadanos tienen también, la posibilidad de protestar oficialmente a sus representantes, incluso en caso extremo, revocarlo de su cargo.


Por otro lado, su poder judicial es seguramente el que goza de mayor autonomía en el mundo, consiguiendo que un ciudadano este bastante más a salvo que en prácticamente cualquier otro sito, de los desmanes que pueda tener un gobernante si todos los filtros anteriores fallasen.

Los partidos tienen mecanismos democráticos por los cuales se eligen a los que luego serán los candidatos para finalmente ocupar los cargos públicos. En definitiva, en cuanto a democracia representativa los EUA son seguramente el país que mejor y más modélicamente ha conseguido implementar esta para su gobierno.

Sin embargo...

El gobierno federal mantiene unas instalaciones en Guantánamo en donde se tortura y se recluye de forma penosa a presos políticos. Dicho gobierno, se cree con legitimidad para intervenir militarmente donde le plazca, y su Jefe de Estado goza de más poder que ningún otro ser humano sobre el planeta. Aunque dicho poder no pueda caer sobre los ciudadanos de su pais, si que decide sobre los del resto. La permisividad en la tenencia de armas y la cultura pistolera tradicional americana, crea en la juventud serios problemas como el del Instituto Columbine, además de una gran inseguridad en las calles. La cultura exageradamente capitalista fomenta la ausencia de valores, midiéndose casi todo en función del rendimiento económico. La propiedad intelectual no existe, solo la capacidad de explotar una idea (explotarla económicamente, claro), o se encuentra normal que los políticos se sometan a los patrocinadores económicos. El pavor al régimen comunista, heredado de la Guerra Fría (algo así como en España, la repulsa heredada de la Guerra Civil a todo lo que huela aunque sea de lejos, a antiguo régimen) provoca que tener un sistema de seguridad social, por ejemplo, sea casi pecado.

En definitiva, que los americanos han decidido utilizar uno de los sistemas más democráticos que existen, de la forma explicada. Ya, en realidad no tiene nada que ver una cosa con la otra, es su cultura y tienen derecho a tenerla como prefieran, pero, a ver quien explica esto aquí. A ver quien explica que esa es su forma de hacer las cosas y que un sistema democrático como en El Canadá, en Nueva Zelanda o incluso Chile (dejando aparte el sistema binomial), no tiene que acabar igual, como de hecho, no acaba.

Prejuicios

Esto se relaciona con el error común que pensar que ser democrático, es ser tolerante, enrollao, solidario hasta bajarse los pantalones (o sea, al contrario que en los EUA, supuestamente), pero al mismo tiempo, se piensa también que dejar que el gobierno esté bajo un mayor control de los ciudadanos es un peligro, ya que estos tiraran todos para su casa y se armará una buena. O sea, que tenemos que hacer lo que nos digan para ser buenos.

La solución no es que unas personas coarten la libertad a la del resto, con el pretexto de que son los gobernantes, o están al frente de un estado. Para que haya democracia, es decir, libertad e igualdad entre las personas, ha de haber una separación o independencia de poderes correcta, que limite que hayan excesos por parte de algún sector que ha acaparado un poder excesivo. En definitiva, lo que se ha estado hablando en los artículos anteriores del problema de la humanidad durante toda su existencia.

Conclusión

Para no engañarse, hay que ser conscientes de que todo sistema se basa por desgracia, en saber aprovecharse del de abajo en la jerarquía. Desgraciadamente, en todo grupo humano se cumplen una serie de premisas: aquel que o bien como antaño mediante la fuerza o el acaparamiento de recursos, o como antes y ahora mediante el fanatismo fundamentalista de cualquier índole, o en cualquier caso, mediante la manipulación y el convencimiento haciendo uso de las habilidades persuasivas, de su inteligencia o de su experiencia; unos seres humanos acaban aprovechándose de la falta de capacidad de otros.

Los logros de la humanidad a lo largo de su historia, los que la gente buena y capaz han podido llevar a cabo ayudados por otros, han sido precisamente los de limitar el grado de aprovechamiento de las clases gobernantes, además de lograr que esta, la clase dirigente, no sea siempre la misma. Como se decía al principio, contrariamente a lo que piensa mucha gente, la democracia no es un sistema político en donde todo el mundo ha de ser gente dialogante, guay, enrollada, no, la democracia basa su principio en justamente lo contrario. Es un sistema férreo en donde se vigila que nadie, sea quien sea y ocupe el cargo o posición que ocupe, ponga la pierna encima al de al lado: es un sistema que se basa en la desconfianza.

Las personas nos comportamos de forma egoísta, y a poco que tenemos la oportunidad nos aprovechamos del inferior cuanto podemos. Gracias a que hay leyes, ese aprovecharse de los demás está regulado. Según como sean las leyes, se logrará en mayor o menor medida que todos tengamos igualdad de oportunidades, y seamos libres de actuar. El resto corre de nuestra cuenta.

Creer que las personas no podemos idear un sistema político justo y eficaz en nuestros momentos de lucidez, es como creer que las personas no somos capaces de crear un programa de ordenador lógico, optimizado y correcto, para por ejemplo, escribir este artículo y que ustedes lo puedan leer, cuando lo deseen.

jueves, 1 de mayo de 2008

El gobierno de las personas (3ª parte)

jueves, 1 de mayo de 2008
Algunas respuestas a los artículos anteriores

Existen determinados vicios meméticos fácilmente observables en la sociedad española que impiden a esta superar ciertas fases. Maniqueísmos, sectarismos, envidias y algunos defectos más, parecen unirse para apuntar en la misma dirección y sentido negativo. Los factores positivos que tiene la sociedad española que podrían compensar, parecen apuntar en otra dirección, ignorando los males mencionados al ir por otro lado. Precisamente el primer punto que se va a exponer trata de esto:

...yo de política no opino...

Esta expresión, recogida incluso en un blog, evidencia la incomodidad habitual de la gente para hablar de política, cosa hasta cierto punto comprensible por los motivos que se verán más adelante. El problema es que parece que se ha automatizado este comportamiento, se ha generado un rechazo sistemático, tal vez ante la perspectiva de lo que se nos avecina cuando alguien menciona un temita de estos.

Esta auto-exclusión de la política, arraigada en la ciudadanía, es nefasta a la hora de pretender que los políticos actúen por el interés común. Si el ciudadano se desentiende y deja a los políticos que hablen, discutan y peleen por «sus asuntos»... ¿que se puede esperar de ellos?

No se trata de arreglar el mundo, pero, alguna opinión tendremos que tener. ¿Por qué ha de valer más la opinión de un político, que tampoco va a arreglarlo y que la mayoría de las veces se mueve más por motivos personales, enchufes, prebendas y pelotazos? Puede que hasta lo estropee más. Realmente, rara vez lo arreglan.

En una democracia funcional, la opinión de los ciudadanos es la verdaderamente importante si se desea tener un control sobre las acciones y resultados de las mismas, que protagonizan nuestros representantes políticos. Dicho de otra forma, no se trata de decidir aspectos de gobernación, esta labor la cumplen esos representantes que se han elegido para la que supuestamente tienen capacidad, sino precisamente de evaluar el grado de esta en función del resultado y de como afecta a la sociedad. No es únicamente la discusión en el Bar de la esquina, sino la posibilidad de intervenir en el gobierno que efectúan nuestros representantes ¿que otra cosa puede ser sino, la democracia?

El evitar opinar ni tan siquiera, o hacerlo a escondidas o con temor a la contestación, es síntoma claro de la falta de libertad política que el actual sistema propicia, incluyendo en este a la propia sociedad.

La crítica entendida como elemento totalitario

Es difícil opinar cuando el mero hecho de hacerlo, es interpretado como un ataque directo a la otra persona (o grupo) en caso de no coincidir. Se está tan acostumbrado a la polémica dialectal, que el dar tu propia versión te convierte en un adversario para los que no opinan de la misma forma.

La sucesión en la Historia Española de sistemas de gobierno autoritarios, incluido en gran medida el actual, en donde el ganador del poder posee una capacidad de decisión que hace tambalear (dictadura de la mayoría) la garantía de los derechos individuales (educación, lengua, justicia...), o en donde las decisiones tomadas lo son por motivos electoralistas, sin creer en ellas, ni ser verdaderamente demandadas por la sociedad, es con toda probabilidad el causante de este vicio. La pluralidad se convierte en temor, en un defecto en lugar de en una virtud, y el dialogo se hace muy difícil. Se asume que la opinión distinta está en contra tuya, sin entender que simplemente es eso, distinta. Se sustituye el debate por la polémica.

Política y principios

Estos ticks nefastos vistos hasta ahora, se resumen y se pueden ejemplificar en los debates suscitados en torno a dos sucesos recientes: la acusación a Aznar por «crímenes de guerra» y el «no a la guerra», protagonizados en parte ambos por el actor Javier Bardem, recientemente oscarizado.

Se asume con normalidad pasmosa que se ataque políticamente a algún gobernante (o ex) utilizando cualquier pretexto sin creer en absoluto en el. Se defiende la difamación y la calumnia del adversario, y se utilizan eslóganes mediáticos y demagógicos como el «no a la guerra», admitiendo final y abiertamente que se hace únicamente por motivos políticos, y que la carga humanitaria que pueda tener el mensaje, solo es útil y válida cuanto más daño cause en la imagen social del adversario. Esto que puede tener algún tipo de sentido en profesionales de la política, resulta descorazonador cuando es protagonizado por un ciudadano cualquiera, haciendo suyo lo que en realidad son estratagemas políticas urdidas por las «inteligencias» de los partidos.

Sectarismo, maniqueísmo, confundir la parte por el todo

Este sectarismo arraigado prácticamente desde chiquillos, se extiende a todos los ámbitos sociales y se manifiesta de varias formas. Uno de los más habituales es el de confundir la parte por el todo. Se asume que en cuanto varias personas se agrupan, se crea como una especie de amalgama impersonal (colectivismo), que hace desaparecer cualquier atisbo de independencia o individualidad, de forma tal que lo opinado por alguien es admitido y asimilado tanto externamente como por los propios integrantes del grupo, como perteneciente a todos y cada uno de sus componentes.

Claramente se puede observar este fenómeno, en los partidos políticos, donde la discrepancia está prácticamente prohibida, o se interpreta esta como «división», tal y como está ocurriendo últimamente en el Partido Popular tras las últimas elecciones. Están conmocionados por haberse dado cuenta de algo sorprendente ¡¡cualquiera puede ser elegido por votación a presidente del partido, sin que lo elijan a dedo!!

Otro ámbito fuente o sumidero, según se analice, de estos comportamientos es el Fútbol. Un escenario en donde el espectador prácticamente se olvida que existe el resto del mundo. Únicamente dos opciones sobre el terreno, y durante la contienda, los seguidores de un bando no verán nada de lo bueno que haga el contrario, y al mismo tiempo, cualquier trampa, argucia o falta cometida por el propio, es ignorada, admitida e incluso aplaudida. Si si, estoy hablando ahora de fútbol, no del último debate electoral.

Como ejemplo ilustrativo de estos conceptos, puede valer este enlace de un artículo de un blog, en donde además de justificarse veladamente la negociación con terroristas, se pretende incapacitar al PP al completo para criticar esta medida, mostrando únicamente a Zaplana reunido con unos señores desconocidos que según se dice, son terroristas. La cuestión de si la critica a la negociación está justificada o no, carece de importancia, solo importa que está mal criticar, según a quién, y según quien lo haga.

Relativismo

Esta carencia de posturas firmes imposibilita estipular un camino determinado, fijarse unos objetivos a cumplir y evaluar los logros alcanzados. Pero eso si, permiten a los que lo practican, permanecer en el poder todo el tiempo que quieran y bajo cualquier situación. Se puede ser nacionalista catalán si se requiere para ganar las elecciones, juguetear si hace falta con grupos y asociaciones pro-terroristas e independentistas, y al mismo tiempo ser más españolista que nadie (aunque tengan que copiar).

Como dijo aquel gran personaje de la historia moderna de España: im-presionante (en dos palabras)


continuará...