Aunque poca gente se acuerde, en el primer cuarto del siglo pasado
países como Rusia, China o Japón, vivían en modelos de sociedad feudales. En
Rusia y China derrocaron a sus gobiernos basados en dinastías hereditarias,
pero lo que ha venido después no ha sido cualitativamente diferente en cuanto a
la rigidez jerárquica.
Japón fue de hecho un imperio —hasta el final de la 2GM— en Gran Bretaña
todavía resonaban las fanfarrias y España acababa de perder sus últimas
colonias en Cuba y Filipinas. Naturalmente, no hay grandes ejércitos
desembarcando en lejanas tierras dispuestos a asimilar a la población local «en
nombre de la civilización», esta práctica dejó de ser bien vista desde que un
señor con bigote decidió antes de mediados de siglo pasado conquistar más de
media Europa de maneras nada sutiles y educadas. Desde entonces, si bien los
despliegues militares han continuado sucediéndose, se ha evitado mostrar de
manera tan explícita los deseos de acaparar recursos de otros territorios y
sobre todo, de su población. Pero detrás de lo que parece ser una mera fachada
mediática, hay claros indicios de que gran parte de aquella ansia imperialista
continúa vigente hoy en día en las principales culturas del planeta, si bien,
trasladadas al ámbito de lo económico o al llamado poder blando. Desde
la occidental
hasta la del bloque de los países emergentes, con Rusia y China a la cabeza, se
mantiene una dura competencia que emula a las de antaño y que manifiesta dichas
ansias de dominación por ambas partes. Algunos de esos indicios serían:
· Nostalgia
del pasado imperialista romano. Repetición de sus mismos errores.
Ese Imperio romano en
el que piensan los [hombres] es una versión muy limitada de lo que fue la
antigua Roma
—Mikel
Herrán, arqueólogo y divulgador
· Uso del
ideario nazi en estrategias y propaganda en la política y en los medios de
comunicación actuales.
Lo único que conocemos del nazismo por la literatura y el cine
es la Shoah, la matanza de judíos. Pero el ideario nacionalsocialista estaba
formado por muchos elementos más que hoy se desconocen y que han acabado
hibridándose con el capitalismo tecnológico. Hoy los asumimos como rasgos
básicos del mundo actual y, sin embargo, proceden de la Alemania nazi
—José Manuel Querol, profesor de la Universidad Carlos III de Madrid
· Culturas
corporativas y políticas basadas en el culto al líder, normalmente de perfiles
prepotentes. Trabajadores y ciudadanos permanentemente disgustados e
insatisfechos, adictos al consumismo o a la búsqueda de un éxito laboral que
transcurre por someterse a filosofías corporativas abusivas.
Las personas con un
desarrollo profesional caracterizado por el exceso de confianza −aquellos
empleados que se creen mejores que los demás, aunque la evidencia sugiera lo
contrario− pueden alcanzar el éxito con relativa facilidad aunque sean unos
incompetentes
—Margaret
Ann Neale, profesora emérita comportamiento
organizacional Univ. Stanford
La patocracia
corporativa. Tiene mucho que ver con los políticos porque, al fin y al cabo, es
el mismo tipo de personalidad haciendo trabajos distintos. Quizá los políticos
tengan rasgos más narcisistas porque buscan el aplauso, la atención mediática,
mientras que los CEO son más del tipo psicópata. A ellos les importa menos la
atención o la admiración, quieren poder y riqueza
—Steve
Taylor, profesor de Psicología Univ.
Manchester
Occidente tiene muchas
trampas. Te animan a maximizar y te dan muchas opciones, y eso te hace
sumamente infeliz
—José
Manuel Rey Simó, doctor en Matemáticas y
profesor Univ. Complutense de Madrid
La vida no puede ser
trabajar toda la semana e ir el sábado al supermercado
—Juan
Luis Arsuaga, paleoantropólogo
· Políticas
exteriores (Reino Unido, Francia, EEEUU, Bélgica, Rusia, China, India etc.)
basadas en el despliegue de tropas para controlar militarmente una zona con
objetivos económicos no reconocidos, o acuerdos con dictadores locales para
someter a la población en la extracción de minerales y otros recursos que no se
invierten en economía local (Irán, Irak, Afganistán, Congo Belga, Argelia,
Marruecos, Arabia Saudí). En otros casos como el de Rusia, uso de la fuerza
militar para invadir y controlar un país vecino.
Más de un siglo después
de que Europa deforestase África en busca de caucho la historia se repite. Con
China
—Fuente: Xataca
Hace sesenta años,
China e India se enzarzaron en una corta guerra por una disputa fronteriza que
terminó con China como ganador y una tregua provisional
—Fuente: La
Razón
· Cultura
del narcisismo, egoísmo e individualismo en redes sociales como Instagram,
Facebook, YouTube, X (ex-Twitter)… Uso de datos para fines estadísticos,
publicitarios y de control de tendencias sociales aprovechando vacíos legales y
la laxitud de políticos poco diligentes.
Desde la década de los
80 hasta nuestros días el comportamiento narcisista está aumentando en nuestra
sociedad al mismo ritmo que lo hace la obesidad
—(Twenge &
Campbell, 2009)
Empresas como Facebook
y YouTube diseñaron sus redes sociales para atraer a la gente hacia la versión
más dañina y destructiva de este impulso de creación de comunidades, porque es
más eficaz para generar compromiso y aumentar sus ingresos
—Max
Fisher, periodista The New York Times
El capitalismo, al
igual que el feudalismo en la década de 1780, está siendo sustituido por un
nuevo sistema extractivo mucho más explotador y distinto
—Yanis
Varoufakis, economista y activista político
· Países
emergentes como China que hacen uso de su diferente legado cultural y
filosófico para proyectar constituirse como imperios mediante estrategias no
previstas en el ideario caduco y rancio occidental, aprovechando las flaquezas
y debilidades de sus competidores. Apertura al mercado capitalista
externamente, pero empleando fuertes regulaciones internas de mercado, control
poblacional, limitación de la privacidad y autocracia política.
Este aburguesamiento de
un sector de la burocracia fue visible en la China imperial, estuvo presente
durante el gobierno del Kuomintang y reapareció bajo el PCCh a partir de 1979,
para finalmente convertirse en un rasgo dominante del capitalismo chino
—Au Loong-Yu, activista político internacional
Las herramientas políticas actuales han
demostrado ser vulnerables a las amenazas internas y externas: desinformación,
propaganda política en los medios, desigualdad económica, y una ciudadanía cada
vez más desconectada de unas instituciones que dicen defender más de palabra
que con los actos, los valores clásicos de la Ilustración occidental. Pero para
reformar estas herramientas son necesarias unas condiciones previas de estabilidad
social, que el actual sistema no puede proveer, encontrándose occidente en un
círculo vicioso creado por su propio éxito (Douthat, 2021). La hegemonía de la
que Occidente disfrutaba durante tanto tiempo le permitió descuidar estos
aspectos, pero este período de dominio está llegando a su fin. Otros imperios,
que hasta ahora actuaban como observadores, aprovechan el declive de Occidente
para salir de su ostracismo y comenzar a ocupar un papel más protagónico en el
escenario global.
Hubo
revoluciones en cuanto significaron un derrocamiento del régimen político, pero
no ha existido una revolución social como ocurrió en Europa con los modelos
liberales.
Es la
que ha acabado alzándose como la de mayor influencia mundial siguiendo con la
inercia imperialista desde el Neolítico.
· Douthat,
R. (2021). La sociedad decadente:
Cómo nos hemos convertido en víctimas de nuestro propio éxito. Editorial
Ariel (ePub)