viernes, 9 de agosto de 2024

La hegemonía imperialista (occidental)

viernes, 9 de agosto de 2024


Aunque poca gente se acuerde, en el primer cuarto del siglo pasado países como Rusia, China o Japón, vivían en modelos de sociedad feudales. En Rusia y China derrocaron a sus gobiernos basados en dinastías hereditarias, pero lo que ha venido después no ha sido cualitativamente diferente en cuanto a la rigidez jerárquica[1]. Japón fue de hecho un imperio —hasta el final de la 2GM— en Gran Bretaña todavía resonaban las fanfarrias y España acababa de perder sus últimas colonias en Cuba y Filipinas. Naturalmente, no hay grandes ejércitos desembarcando en lejanas tierras dispuestos a asimilar a la población local «en nombre de la civilización», esta práctica dejó de ser bien vista desde que un señor con bigote decidió antes de mediados de siglo pasado conquistar más de media Europa de maneras nada sutiles y educadas. Desde entonces, si bien los despliegues militares han continuado sucediéndose, se ha evitado mostrar de manera tan explícita los deseos de acaparar recursos de otros territorios y sobre todo, de su población. Pero detrás de lo que parece ser una mera fachada mediática, hay claros indicios de que gran parte de aquella ansia imperialista continúa vigente hoy en día en las principales culturas del planeta, si bien, trasladadas al ámbito de lo económico o al llamado poder blando. Desde la occidental[2] hasta la del bloque de los países emergentes, con Rusia y China a la cabeza, se mantiene una dura competencia que emula a las de antaño y que manifiesta dichas ansias de dominación por ambas partes. Algunos de esos indicios serían:

·   Nostalgia del pasado imperialista romano. Repetición de sus mismos errores.

Ese Imperio romano en el que piensan los [hombres] es una versión muy limitada de lo que fue la antigua Roma

Mikel Herrán, arqueólogo y divulgador[3]
 

·    Uso del ideario nazi en estrategias y propaganda en la política y en los medios de comunicación actuales.  

Lo único que conocemos del nazismo por la literatura y el cine es la Shoah, la matanza de judíos. Pero el ideario nacionalsocialista estaba formado por muchos elementos más que hoy se desconocen y que han acabado hibridándose con el capitalismo tecnológico. Hoy los asumimos como rasgos básicos del mundo actual y, sin embargo, proceden de la Alemania nazi

José Manuel Querol, profesor de la Universidad Carlos III de Madrid[4]

 

·     Culturas corporativas y políticas basadas en el culto al líder, normalmente de perfiles prepotentes. Trabajadores y ciudadanos permanentemente disgustados e insatisfechos, adictos al consumismo o a la búsqueda de un éxito laboral que transcurre por someterse a filosofías corporativas abusivas.

Las personas con un desarrollo profesional caracterizado por el exceso de confianza −aquellos empleados que se creen mejores que los demás, aunque la evidencia sugiera lo contrario− pueden alcanzar el éxito con relativa facilidad aunque sean unos incompetentes

Margaret Ann Neale, profesora emérita comportamiento organizacional Univ. Stanford[5]

 

La patocracia corporativa. Tiene mucho que ver con los políticos porque, al fin y al cabo, es el mismo tipo de personalidad haciendo trabajos distintos. Quizá los políticos tengan rasgos más narcisistas porque buscan el aplauso, la atención mediática, mientras que los CEO son más del tipo psicópata. A ellos les importa menos la atención o la admiración, quieren poder y riqueza

Steve Taylor, profesor de Psicología Univ. Manchester[6]

 

Occidente tiene muchas trampas. Te animan a maximizar y te dan muchas opciones, y eso te hace sumamente infeliz

José Manuel Rey Simó, doctor en Matemáticas y profesor Univ. Complutense de Madrid[7]

 

La vida no puede ser trabajar toda la semana e ir el sábado al supermercado

Juan Luis Arsuaga, paleoantropólogo[8]

 

·   Políticas exteriores (Reino Unido, Francia, EEEUU, Bélgica, Rusia, China, India etc.) basadas en el despliegue de tropas para controlar militarmente una zona con objetivos económicos no reconocidos, o acuerdos con dictadores locales para someter a la población en la extracción de minerales y otros recursos que no se invierten en economía local (Irán, Irak, Afganistán, Congo Belga, Argelia, Marruecos, Arabia Saudí). En otros casos como el de Rusia, uso de la fuerza militar para invadir y controlar un país vecino.

Más de un siglo después de que Europa deforestase África en busca de caucho la historia se repite. Con China

—Fuente: Xataca[9]

Hace sesenta años, China e India se enzarzaron en una corta guerra por una disputa fronteriza que terminó con China como ganador y una tregua provisional

—Fuente: La Razón[10]

 

·     Cultura del narcisismo, egoísmo e individualismo en redes sociales como Instagram, Facebook, YouTube, X (ex-Twitter)… Uso de datos para fines estadísticos, publicitarios y de control de tendencias sociales aprovechando vacíos legales y la laxitud de políticos poco diligentes.

Desde la década de los 80 hasta nuestros días el comportamiento narcisista está aumentando en nuestra sociedad al mismo ritmo que lo hace la obesidad

(Twenge & Campbell, 2009)[11]

Empresas como Facebook y YouTube diseñaron sus redes sociales para atraer a la gente hacia la versión más dañina y destructiva de este impulso de creación de comunidades, porque es más eficaz para generar compromiso y aumentar sus ingresos

Max Fisher, periodista The New York Times[12]

 

El capitalismo, al igual que el feudalismo en la década de 1780, está siendo sustituido por un nuevo sistema extractivo mucho más explotador y distinto

Yanis Varoufakis, economista y activista político[13]

·   Países emergentes como China que hacen uso de su diferente legado cultural y filosófico para proyectar constituirse como imperios mediante estrategias no previstas en el ideario caduco y rancio occidental, aprovechando las flaquezas y debilidades de sus competidores. Apertura al mercado capitalista externamente, pero empleando fuertes regulaciones internas de mercado, control poblacional, limitación de la privacidad y autocracia política.

Este aburguesamiento de un sector de la burocracia fue visible en la China imperial, estuvo presente durante el gobierno del Kuomintang y reapareció bajo el PCCh a partir de 1979, para finalmente convertirse en un rasgo dominante del capitalismo chino

Au Loong-Yu, activista político internacional[14]

Las herramientas políticas actuales han demostrado ser vulnerables a las amenazas internas y externas: desinformación, propaganda política en los medios, desigualdad económica, y una ciudadanía cada vez más desconectada de unas instituciones que dicen defender más de palabra que con los actos, los valores clásicos de la Ilustración occidental. Pero para reformar estas herramientas son necesarias unas condiciones previas de estabilidad social, que el actual sistema no puede proveer, encontrándose occidente en un círculo vicioso creado por su propio éxito (Douthat, 2021). La hegemonía de la que Occidente disfrutaba durante tanto tiempo le permitió descuidar estos aspectos, pero este período de dominio está llegando a su fin. Otros imperios, que hasta ahora actuaban como observadores, aprovechan el declive de Occidente para salir de su ostracismo y comenzar a ocupar un papel más protagónico en el escenario global.



[1] Hubo revoluciones en cuanto significaron un derrocamiento del régimen político, pero no ha existido una revolución social como ocurrió en Europa con los modelos liberales.

[2] Es la que ha acabado alzándose como la de mayor influencia mundial siguiendo con la inercia imperialista desde el Neolítico.

[14] https://rebelion.org/es-china-una-potencia-imperialista/ [acceso 26/05/2024]


·   Twenge, J. M., & Campbell, W. K. (2009). The narcissism epidemic: Living in the age of entitlement. Free Press. https://psycnet.apa.org/record/2009-05058-000

·   Douthat, R. (2021). La sociedad decadente: Cómo nos hemos convertido en víctimas de nuestro propio éxito. Editorial Ariel (ePub)

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