¿Cómo era la sociedad hace 30 años? La revolución de las
nuevas tecnologías junto a la aparición de nuevos dispositivos portátiles y la mejora en las telecomunicaciones, ha provocado una sucesión de cambios graduales en los últimos veinte años que pueden resultar imperceptibles, pero que han modificado sensiblemente nuestra realidad cotidiana.
Inicialmente Google era tan sólo un motor de búsqueda innovador, pero se ha convertido en un gestor monstruoso y globalizado que maneja cantidades de información que hasta hace poco se hubiera considerado ciencia-ficción, y además, disponible para cualquier usuario: geolocalización, digitalización de documentos, robótica, automatismos, almacenamiento en la nube, blogs, vídeos, música, y en continúo desarrollo de nuevas áreas de investigación.
Las redes sociales comenzaron tímidamente, pero han acabado siendo el paradigma básico en nuestra forma de comunicarnos. No solo a través de las nuevas tecnologías, sino también sustituyendo en algunos casos a la comunicación personal. Medios de comunicación, políticos, empresas, la práctica totalidad de la sociedad está pendiente del último trendig topic.
Sin embargo, un área que siempre ha estado ahí pero que no ha experimentado aparentemente grandes cambios —hasta hace poco— es la del comercio electrónico. Esta forma de comercio existe desde los años setenta —sus orígenes son aún anteriores— en forma de «
venta por catálogo». Con el desarrollo de Internet, se trasladó dicho modelo al nuevo medio sin más que publicar el catálogo en una página web. La
burbuja de las «punto.com» de finales del S.XX apagó aquel inicial entusiasmo.
La empresa española
Weblisten sorprendió a finales de siglo con un nuevo modelo de distribución y venta de música, pero el entorno político y empresarial no estaba preparado. Fue
cancelada por decisión judicial. Sin embargo, pocos años después
Steve Jobs abría
iTunes, que era lo mismo salvo que tenía el beneplácito de la industria musical y que se le añadía el importante «gancho» del
iPod primero, y del
iPhone después. En estas tiendas el usuario seleccionaba lo que deseaba desde su hogar o desde su dispositivo portátil, y se lo descargaba al instante, previo pago por algún método electrónico. En este campo surgió
Paypal, un sistema intermediario por el que con tan sólo proporcionar un correo electrónico es posible enviar y recibir pagos, sin que sea necesario facilitar datos bancarios, más que a la propia empresa gestora de la transacción. Otro sistema similar surgido como competencia es el
Google Wallet.
La tienda
Amazon se ha convertido en un gigante de referencia no sólo del comercio electrónico, sino del comercio global a todos los niveles. Desde
China, la superpotencia económica, está surgiendo con fuerza la competencia con
AliBaba —el nombre no me inspira confianza, pero ellos sabrán—. Otros casos son por ejemplo
TMart,
Deal Xtreme o
Asia Pads.
Tras estos acontecimientos, la rutina de «irse de compras» por medios electrónicos, con todo lo que ello conlleva —es decir, pago incluido— comenzaba a formar parte de lo habitual. El siguiente paso era la fusión del concepto de «red social» con el del mundo comercial. Es decir, una red formada por usuarios que realizan intercambios comerciales entre ellos: esto es lo mismo que decir
EBay,
SegundaMano,
Mil Anuncios, etc., —por supuesto, también hay quien abre
su propio e-comercio—.
Esta
autogestión del comercio de productos se está extendiendo a ámbitos diversos. En la literatura, por ejemplo, los autores noveles —principalmente— comienzan a editar, publicar e incluso vender de forma electrónica sus propias obras. Ejemplos de ello son
Bubok,
Lulu o
Byeink.
¿Que es lo que falta por completar este escenario? ¿Cuál es el eslabón que no se ha mencionado, que puede ser el siguiente paso evolutivo del comercio electrónico?:
el transporte de mercancías.
Amazon sorprendió al mundo con la noticia de que ella misma iba a gestionar el envío y transporte de mercancías directamente a los compradores
mediante drones automáticos que por geolocalización acudirían a puntos de entrega previstos. La también mencionada
Alibaba notifica que
ha invertido en una compañía de correos de Singapur, con la intención de expandirse al resto del mundo.
Estas soluciones pueden ser válidas para las grandes empresas, pero los
usuarios de a pie, hemos de acudir a las compañías de correos y mensajería habituales. Como respuesta, estas ponen cada vez más
facilidades para que cualquier usuario con una simple llamada
telefónica o rellenando un formulario en la web, pueda enviar de vivienda a vivienda un determinado producto.
Pero, ¿qué compañía escoger entre toda la cada vez mayor oferta?. La
start-up española
Packlink ofrece una solución con un comparador de empresas de mensajería.
Con tan sólo introducir origen, destino y dimensiones del paquete a enviar, el servicio selecciona y muestra las posibles empresas de mensajería que pueden satisfacer el pedido configurado, indicando datos relevantes como precio y tiempo de transporte. El sistema gestiona además todo el proceso con la empresa seleccionada, desde el formulario de pedido hasta el pago correspondiente. Se trata pues de un
gestor de pedidos de envío completo.
Y esto seguramente, es sólo el principio de lo que ha de venir.