Mostrando entradas con la etiqueta Grecia. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Grecia. Mostrar todas las entradas

jueves, 22 de mayo de 2025

Una mirada a la antigua Grecia

jueves, 22 de mayo de 2025

Cuando se habla de la antigua Grecia probablemente lo primero con lo que se la identifica es con el «nacimiento de la democracia». Es también habitual acompañar esta descripción con matizaciones cuyo objetivo parece que sea minimizar o relativizar el logro que supuso aquella transformación política, al recordar el «trato a las mujeres» o la «existencia de esclavización». Si bien esto es cierto, también lo es que estos conceptos no eran lo que caracterizaba a la Democracia Ateniense, sino que formaba parte de un legado de miles de años anterior, en el que los atenienses no tuvieron nada que ver. El siguiente es un fragmento adaptado extraído del documento El origen del patriarcado que intenta arrojar algo de luz sobre esta aparente confusión, difundida habitualmente desde todo tipo de medios:

Hay un momento en la historia de nuestra especie en la que ocurrió algo significativo. Tras la caída del Imperio Acadio, otros imperios fueron formándose y cayendo siguiendo un mismo patrón[1]. Lo positivo que tenía este proceso es que durante los periodos de relativa estabilidad y calma, florecían las artes, la cultura y la filosofía. Si bien el modelo patriarcal y jerarquizado continuaba en la misma medida —la fuerza continuaba siendo el parámetro decisivo, con el hombre como protagonista, situación fomentada además desde las creencias religiosas— sin embargo, los colectivos eran cada vez más cultos y sofisticados. En la zona que hoy se conoce como Grecia, florecieron unas ciudades-estado cuyas jerarquías —que dependían al fin y al cabo de la mano de obra de sus ciudadanos— perdían poder e influencia en la misma medida la población era cada vez más culta, mejor formada y con mayor autonomía[2]. En definitiva, la dinámica inversa a la [que había caracterizado a los colectivos humanos desde su expansión desde Oriente Medio]. Esto es importante porque demuestra que, si bien el desarrollo conllevó sobrepoblación, crisis y gobiernos autoritarios, con el tiempo y gracias a la eficaz pacificación que supone un imperio durante su periodo de expansión y sostenimiento, se alcanza otro umbral de prosperidad basado en la razón, el orden y el conocimiento. En este nuevo paradigma, los colectivos humanos reclaman una nueva manera de gobernar en la que la fuerza no sea el parámetro principal y en su lugar, una mayor eficiencia del gobierno en la mejora del bien común. 

En las ciudades-estado de la antigua Grecia se vivía con relativa prosperidad, pero eso no significaba que no tuvieran problemas. Uno de ellos eran los conflictos bélicos debidos entre otros motivos, al deseo de expandir su territorio, no tanto por los suyos sino también por los de las ciudades y pueblos vecinos[3]. En aquel momento, la división de trabajo por sexos y el modelo patriarcal ya venían ocurriendo en los colectivos humanos desde hacía unos cuantos siglos con anterioridad. Es decir, eran conceptos ya arraigados en los colectivos humanos. En este contexto, los responsables de la defensa de la ciudad y la gestión de la propiedad eran los hombres, teniendo las mujeres como principal función la reproducción y el cuidado doméstico.

El concepto de privilegio

Si «democracia» es el gobierno del pueblo según la etimología griega, según la romana «privilegio» es una «ley» (legium) «privada» (privi). Es decir, una ley que considera solo a un sector de la población. Si se tiene en cuenta para este propósito la definición proporcionada en la RAE[4], esta norma sería un privilegio si establece un beneficio sin tener que prestar un servicio que lo justifique. Sin embargo, cuando se define en medios de amplia difusión la «democracia ateniense» como[5] un sistema donde «solo los hombres tenían todos los derechos y las ventajas, y solo ellos se beneficiaban de tener acceso a la educación y el poder», llama poderosamente la atención la ausencia de la mención a las obligaciones que debían atender, en ocasiones, con su propia vida. Para evitar esta parcialidad marcada por los prejuicios de nuestro contexto actual, es justo tener en cuenta el contexto de entonces y el legado del cual se provenía.

Por una parte, el ciudadano varón no tenía otra opción más que prestar servicio militar y participar en los habituales conflictos bélicos que se sucedían, naturalmente, si deseaba continuar con su condición como tal. Además, eran los responsables de la manutención y de la educación de la familia, mujer e hijos. Debían participar en la esfera pública en asambleas que podía durar varios días, y hacerse cargo de las decisiones que se tomasen. Asumir cargos, así como los conflictos y responsabilidades derivados por este motivo. La mujer, por otro lado, tenía una función reproductiva insustituible que el hombre no podía cumplir. Por este motivo, como se ha visto, al aparecer los problemas de abastecimiento y crisis debidas por los conflictos en la competencia por controlar los recursos para asegurarlo, desde hacía siglos que el constructo social imponía a las mujeres una obligación a tal fin reproductivo, de la misma manera que imponía a los hombres la obligación de defender la sociedad de la que surgía. Estas obligaciones, sin embargo, dependerían del nivel de estabilidad y prosperidad económica así como de la formación y cultura del colectivo.

Con esta descripción se pretende relacionar de una manera más matizada y dentro de su contexto, la relación entre «derechos políticos» y «responsabilidades», que no obedecían simplemente a una cuestión de sexos o de roles de género. Por ejemplo, no todos los hombres podían participar en las decisiones políticas, de la misma manera que no tenían la misma obligación de prestar un servicio militar. Ahora bien, en caso de problemas, los hombres libres, que no tenían la condición de ciudadano, podían verse llamados a filas[6], cosa que no se daba con las mujeres, las cuales también tenían un papel aunque alejado del enfrentamiento violento. En definitiva, todo el asunto de la participación política en la antigua Grecia y en concreto, en Atenas, reviste de mucha mayor complejidad que la habitual simplificación que se ofrece en la actualidad. Por añadidura, alguien podría pesar que la mujer en Atenas seguía estando relegada y supeditada a depender de un varón a pesar de toda esta relación entre derechos y responsabilidades. Sin embargo, la realidad añade un singular matiz con la figura de las heteras [7], mujeres que gracias a disfrutar de una condición favorable —familia, educación, inteligencia, atractivo físico y otros condicionantes— decidían convertirse en mujeres libres que podían ejercer normalmente de bailarinas o maestras, hasta participar en los simposios al mismo nivel de debate que cualquiera de los filósofos de la época. Todavía más sorprendente se hace cuando a poco que se investiga se descubre que no solo hacía falta pertenecer a una buena familia o ser atractiva, sino que si una mujer era hábil —circunstancias muy similares en definitiva, a las de cualquier otra época— podía dedicarse a la medicina, artesanía y comercio como principal sustento, sin necesidad de supeditarse a un varón[8].

Tampoco hay que excederse e idealizar en exceso aquella época, marcada por temporadas de escasez y conflictos bélicos que forzaban al varón a dedicarse a actividades militares y a la mujer, por su condición biológica, a la labor reproductiva por la que debía supeditarse a un varón. Constructos sociales que marcaban una desigualdad, pero esta ya no era definida tanto por un deseo de someter a la mujer o de permanecer en el poder, como por las posibilidades de la época y por el legado previo de siglos de condicionamiento biológico en un entorno definido por el inapelable crecimiento exponencial y las leyes de la termodinámica. Ámbito científico cuya evolución marcaría siglos más tarde, durante la Revolución Industrial, la posibilidad de redefinir estas dinámicas de poder, recursos y uso de la fuerza por primera vez en la historia del ser humano.

Durante todo este tiempo, a lo largo y ancho del planeta, diferentes modelos de patriarcado han existido. Además de en Roma, pilar de la cultura occidental donde continuó un similar modelo patriarcal —en el que la mujer tenía más derechos que en épocas posteriores[9]—, otras expresiones se dieron en la Confederación Iroquesa o el Pueblo tlaxcalteca de América, patriarcados que también supusieron ejemplos de gobierno más participativos e inclusivos una vez alcanzaron un desarrollo. Y no se puede pasar por alto a China, cuyas raíces de su particular patriarcado se remontan a Confucio, basado en la armonía y el orden, todavía vigente hoy en día a pesar de la revolución que parece haberse circunscrito al ámbito político, adaptando las tradiciones culturales a las circunstancias del Partido Comunista Chino[10]. Las mismas condiciones se han dado en todas partes y una misma especie humana ha tenido que optar por soluciones muy similares. La principal diferencia es que Occidente ha alcanzado una hegemonía que le ha hecho ser el blanco de todas las protestas y reivindicaciones. La pregunta que cabría realizarse ahora sería qué han ganado realmente las mujeres en todos estos siglos de avances. Es decir ¿por qué en la era de las «democracias liberales» se continúa hablando de este asunto?

Para más información consultar el documento adjunto o la entrada anterior.

[1] "Así fue el final del primer gran imperio, y nos enseña una buena lección", El Confidencial, 6 de enero de 2019, https://www.elconfidencial.com/alma-corazon-vida/2019-01-06/imperio-historia-cambio-climatico_1739066/.

[2] Solón y Clístenes como filósofos, y Pericles como estratega político y militar.

[3] Guerras Médicas y del Peloponeso

[4] "Privilegio", Diccionario de la lengua española (DLE), Real Academia Española, acceso 5 de marzo de 2025, https://dle.rae.es/privilegio.

[5] "¿Cuál fue la primera civilización de la historia?", Muy Interesante, acceso 16 de febrero de 2025, https://www.muyinteresante.com/historia/62537.html.

[6] "Conflictos armados en la antigua Mesopotamia", World History Encyclopedia, acceso 5 de marzo de 2025, https://www.worldhistory.org/trans/es/1-21541/conflictos-armados-en-la-antigua-mesopotamia/. Esta fuente muestra que en las ciudades-estado, antes de los imperios, los reyes mantenían guardias personales principalmente como símbolo de autoridad más que como cuerpos defensivos ante amenazas externas. En tiempos de conflicto, se recurría al alistamiento de ciudadanos.

[7] "Heteras y cortesanas en la Grecia clásica", Historia National Geographic, acceso 21 de febrero de 2025, https://historia.nationalgeographic.com.es/a/heteras-cortesanas-grecia_17148.

[8] "La mujer en la antigua Grecia", World History Encyclopedia, acceso 21 de febrero de 2025, https://www.worldhistory.org/trans/es/2-927/la-mujer-en-la-antigua-grecia/.

[9] Domínguez Arranz, Almudena, y Vanessa Puyadas Rupérez. "Más allá de la domus: experiencias femeninas en espacios masculinos". Dialnet, acceso 21 de mayo de 2025, https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=7526679.

[10] "Xi Jinping is trying to fuse the ideologies of Marx and Confucius", The Economist, acceso 12 de febrero de 2025, https://www.economist.com/china/2023/11/02/xi-jinping-is-trying-to-fuse-the-ideologies-of-marx-and-confucius.


sábado, 25 de agosto de 2007

La democracia clásica ... y la actual

sábado, 25 de agosto de 2007
Remontándonos al siglo VI adC, en la antigua Grecia, surgieron en aquel entonces lo que podrían ser los antecedentes de las formas de gobierno existentes hoy en día en el mundo occidental. Lejos de pretender realizar un análisis exhaustivo, se van a destacar algunas peculiaridades y analogías de los sistemas de aquel entonces, y se realizarán algunas correspondencias con lo que hoy en día se le llama democracia, sobre todo en Europa.

Constitución Soloniana y la Timocracia

Previamente a lo que se conoce como Democracia Griega o Democracia Ateniense, y tal vez como precursora de esta, existió otro tipo de sistema político llamado timocracia. Se considera su creador a Solón, unos de los llamados Siete Sabios de Grecia, siendo su principal característica la diferenciación entre los habitantes por su capital o pertenencia de tierras, así como por la concesión de la condición de ciudadano. Estos tenían diferentes capacidades de intervención política en función de su clase social, determinada como se decía, por sus bienes. En el último escalafón (pero con posibilidad de participación) estaban los Thetes, los cuales eran artesanos o trabajadores manuales, de bajo nivel adquisitivo.

Este sistema político es también llamado oligocracia u oligarquía (gobierno de algunos), en diferenciación a lo que vendría después, la democracia (gobierno del pueblo). La cuestión está en determinar quienes son esos algunos y a quien se le llama pueblo. Uno de los factores importantes de esta reforma era que se permitió por primera vez la intervención de alguien distinto a la aristocracia, en la intervención en asuntos públicos y políticos. De cualquier forma, la timocracia en efecto, era un timo de democracia.

Definición de ciudadano

En la antigua Grecia, se distinguía entre libre y ciudadano. «Libre» era todo aquel que no era esclavo, y normalmente lo formaban las mujeres, extranjeros (no nacidos en Atenas, en este caso) y el resto de la población que no era ciudadana, por algún motivo. Es decir, la condición de ciudadanía era la que dotaba a la persona libre de capacidad de intervención política en los asuntos de la ciudad-estado, y lo formaban normalmente (en función del sistema político), varones libres, nativos del lugar. El resto no tenía capacidad de decisión, si bien era libre en los demás aspectos.

El ciudadano, tanto en la timocracia como en la democracia griega, poseía el derecho de al menos decidir y participar activamente en el gobierno de forma periódica, cada ocho o nueve días, mediante su participación en las asambleas, en donde se congregaban hasta varios miles de ciudadanos. Algunos autores han llegado a denominar a la antigua democracia griega, como el gobierno de los pobres.

Colina Pnyx: lugar de encuentro de las asambleas de ciudadanos en la antigua democracia griega.

¿Cuál es la realidad? Debido a los prejuicios culturales de la época, ni siquiera en la Democracia Griega la totalidad de la población tenía derecho a decidir en los asuntos públicos, es decir, al gobierno. La condición de ciudadanía era adquirida tan solo por una parte de la población, pero esta, era plenamente capaz de decidir en su gobierno.

Sin embargo, salvando esta diferencia cultural, ninguno de entre los que hoy en día se nos considera ciudadanos, tiene más derechos políticos que los Thetes de la timocracia, ya que tan solo intervenimos cada cuatro años, durante un instante, y únicamente para elegir a unas siglas.

Esto no es un timo, es un atraco.