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miércoles, 26 de septiembre de 2012

La crísis como síntoma de un mal antiguo

miércoles, 26 de septiembre de 2012
La sociedad se enfrenta constantemente a su autoorganización


¿Qué es peor de la crisis, ella en sí misma, o que la están padeciendo los más débiles en lugar de los más ricos y poderosos? Hay algunas opiniones que piensan que esta situación por la cuál las diferencias entre clases se están acentuando responde a motivos ideológicos. Un resurgir del tradicional paradigma de la izquierda de «lucha de clases», que tanto entusiasma al sindicalismo en España. 

Este concepto asume de origen unas diferencias en la sociedad debido a las cuales esta se divide en clases. Y postula que estas están por naturaleza, enfrentadas. Nunca me ha gustado esta idea. Puede que fuera cierta en épocas pretéritas, pero el mundo moderno se ha caracterizado por la búsqueda de la igualdad de oportunidad, de forma que siendo cualquiera que fuera la clase en la que uno nace, está en su mano la oportunidad para cambiar su estatus. La igualdad ha de consistir por parte de los Estados modernos, en proveer a las «clases» más desfavorecidas de los medios que otras clases disponen para lograr sus fines (becas, subvenciones, etc.). Naturalmente, estas ayudas con fondos públicos han de someterse a algún tipo de auditoría, ya que de otra forma pueden utilizarse como pretexto para otros fines (electoralistas, políticos, particulares, demagógicos, populistas, etc.). En definitiva, para no extendernos, se trata de lograr que las clases no necesiten enfrentarse entre si, que la sociedad pueda entenderse como un todo, y que las diferencias por nacimiento puedan ser mitigadas, pero siempre y cuando el afectado así lo desee. La «lucha de clases» y quien defiende su existencia,  se alimentan de lo contrario, de mantener en constante enfrentamiento a la sociedad por haber nacido en entornos distintos. Una idea que me parece abominable de ser así.

Ahora bien, ¿se ha conseguido esa igualdad de oportunidad? Durante un tiempo a muchos de nosotros nos ha parecido que sí. Si comparamos los medios con los que cuenta la sociedad desde sus más bajos estamentos con los de otras épocas, podemos pensar que así es. Sin embargo, si observamos más detenidamente se puede ver como lo que ha aumentado es el nivel general, manteniéndose las diferencias prácticamente intactas. Por añadidura, el aumento de este nivel general ha sido a costa de aumentar las diferencias con otros países, o incluso sumirlos en el caos y la guerra para obtener sus productos. 

En Europa, las antiguas divisiones de clases se fueron suavizando gracias a diferentes revoluciones sociales, pero nunca se logró completamente el objetivo. Más bien, los ánimos se lograron calmar trasladando el problema a otra parte, fuera de nuestras fronteras. En los EUA se logró partir de un estatus inicial de la sociedad mucho más igualitario, sin embargo, los poderes económicos que han surgido allí y que han llegado a dominar el mundo, han creado otra clase aristocrática tan absolutista y dictatorial como las que habían en el viejo continente. Por tanto, no es que la lucha de clases cobre de nuevo sentido debido a que las clases dirigentes deseen retomarla y empobrecer a la sociedad, por motivos ideológicos. Lo creo por dos razones, además de lo mencionado:

Primero, a estas alturas la ideología no es más que una herramienta para contentar a las hordas de fanáticos que siguen incondicionalmente a los grupos políticos mayoritarios. En ultima instancia es simplemente el deseo de poder y dinero, independientemente del partido o «poder fáctico» que sea, los que motivan sus actos.

Y segundo, cualquier sistema, incluidas las dictaduras, sabe que la clase media es un valor indispensable si no se desea hundir definitivamente al país, con ellos detrás. La clase media ha sido y es, el objetivo a «exprimir» u «ordeñar», pero no aniquilar. ¿A qué obedece entonces este empobrecimiento que está afectando a las clases más desfavorecidas?: Simplemente, los recursos no son los mismos que antes, debido a que la población ha aumentado y nos hemos hecho más dependientes de la energía. Más cómodos. 

Consumo indiscriminado de recursos de una sociedad que no sabe ponerse límites

Mientras tanto, se ha vivido aceptablemente, engañados a base de mejorar artificialmente el nivel de las clases bajas, o incluso, de dejar entrar a ciertos grupos influyentes en las clases dirigentes para que formaran parte de ellas. Pero se han ignorado los problemas que habían de fondo. Problemas de control de las élites, de control de los políticos, de control de la economía y sobre todo, de obtención de recursos con los que contentar a una sociedad cada vez más acomodada y que exige más. No se ha hecho nada por solucionar todo esto, y ahora que el sistema empieza a hacer agua, no esperemos que sea afrontada por todos por igual. La élites políticas y financieras que nos habían tenido la boca tapada con demagogia, subvenciones o canales de tv, que ya nos tienen donde ellos querían, acomodados y vendidos al sistema, nos lo hacen pagar. 

En resumen, el problema de ahora no es nuevo, es el de siempre, que es la ausencia de democracia. Pero una democracia que exija cierto esfuerzo a la sociedad, que se ponga límites, no la que se alimenta de demagogia. Y ahora que el sistema se hunde, son los de abajo los que pagan. Ahora se evidencia el síntoma, pero el mal es antiguo.