martes, 13 de agosto de 2024

Los dueños del relato y la fórmula hispana

martes, 13 de agosto de 2024

En el momento actual convendría hacer un pequeño paréntesis y observar ciertos detalles de lo ocurrido en el intervalo histórico que nos ha llevado a la situación actual. Aunque un análisis más profundo sería conveniente desde el punto de vista de este ámbito académico, no sería adecuado para este artículo por motivos de extensión y de relevancia, pues bastará con evidenciar algunos hechos observables. Es conocido el dicho que nos avisa que «la historia la escriben los ganadores». En esta ocasión, no se trata de poner en duda todo lo que conocemos, pero se puede afirmar con claridad que en el mundo globalizado actual el ganador y con ello, el dueño del relato, es el mundo anglosajón-protestante. Parte de este relato tiene como principal y primer exponente la conocida leyenda negra basada en las cartas del misionero Bartolomé de las Casas, en las que se denosta todo lo que la Corona Española hizo en su exploración y conquista a lo largo y ancho del globo, especialmente en el continente americano. Este relato ha calado de tal manera que resulta complicado realizar una visión objetiva que compare los logros y deficiencias de los distintos modelos de expansión territorial, conquista y anexión cultural y política de los ámbitos anglosajón e hispano en su resultado en cuanto a los modelos de colonialismo, de sociedad y su sostenibilidad:

1.   Si bien la expansión territorial europea sobre el continente americano se fundamentaba en la Doctrina del Descubrimiento[1] como base de su legitimación para la conquista de tierras no cristianas, el mundo hispano ha sido el que más capacidad de autocrítica ha manifestado con diversas medidas:

  1. Provisión Real de Burgos (1500), basadas en la Doctrina de los Justos Títulos
  2. La Controversia de Valladolid (1550-1551)
  3. Leyes de Indias (1500~1700)

2.       Paradójicamente, esta capacidad de autocrítica del ámbito hispano que le debilitó internamente fue inexistente en el mundo anglosajón y protestante, que ha llegado hasta la actualidad con:

  1. Destino Manifiesto (creencia del siglo XIX en los Estados Unidos)
  2. Doctrina Monroe (1823)
  3. Imperialismo extractivo y expropiador —Gran Bretaña y otros países europeos de ámbito protestante—
  4. Intervencionismo militar —Estados Unidos principalmente— (Filipinas, Vietnam, Corea, Afganistán, Irak)

3.  El resultado en Hispanoamérica, inspirado en el sistema social romano y teniendo como objetivo y justificación la evangelización, dio lugar a castas jerárquicas que, a pesar de su desigualdad implícita, permitió cierta movilidad social y llevó al mestizaje y a la convivencia con las tribus indígenas que perduran hoy.

4.    En la américa anglosajona ha existido un marcado desplazamiento indígena y una visión más orientada al comercio y la economía, así como al autogobierno de los colonos.

Si bien todo imperialismo es una tendencia que hay que superar, no es menos cierto que son la base cultural sobre la que forzosamente se ha de partir[2] para enfrentarse a los retos del futuro. Persiste una gran crítica y resistencia a aceptar que, tal vez, algunas facetas que distinguieron al modelo hispano serían útiles en el mundo actual, en el que la tendencia extractiva de países periféricos parece tocar fondo, situación que imperios que hasta ahora han permanecido fuera de la contienda geopolítica del tablero de la Historia, aprovechan para mover sus piezas. En previsión de lo que pueda venir, habrá que considerar que la integración social, la sostenibilidad económica y la capacidad de autocrítica, serán cualidades útiles en el mundo exhausto actual.

viernes, 9 de agosto de 2024

La hegemonía imperialista (occidental)

viernes, 9 de agosto de 2024


Aunque poca gente se acuerde, en el primer cuarto del siglo pasado países como Rusia, China o Japón, vivían en modelos de sociedad feudales. En Rusia y China derrocaron a sus gobiernos basados en dinastías hereditarias, pero lo que ha venido después no ha sido cualitativamente diferente en cuanto a la rigidez jerárquica[1]. Japón fue de hecho un imperio —hasta el final de la 2GM— en Gran Bretaña todavía resonaban las fanfarrias y España acababa de perder sus últimas colonias en Cuba y Filipinas. Naturalmente, no hay grandes ejércitos desembarcando en lejanas tierras dispuestos a asimilar a la población local «en nombre de la civilización», esta práctica dejó de ser bien vista desde que un señor con bigote decidió antes de mediados de siglo pasado conquistar más de media Europa de maneras nada sutiles y educadas. Desde entonces, si bien los despliegues militares han continuado sucediéndose, se ha evitado mostrar de manera tan explícita los deseos de acaparar recursos de otros territorios y sobre todo, de su población. Pero detrás de lo que parece ser una mera fachada mediática, hay claros indicios de que gran parte de aquella ansia imperialista continúa vigente hoy en día en las principales culturas del planeta, si bien, trasladadas al ámbito de lo económico o al llamado poder blando. Desde la occidental[2] hasta la del bloque de los países emergentes, con Rusia y China a la cabeza, se mantiene una dura competencia que emula a las de antaño y que manifiesta dichas ansias de dominación por ambas partes. Algunos de esos indicios serían:

·   Nostalgia del pasado imperialista romano. Repetición de sus mismos errores.

Ese Imperio romano en el que piensan los [hombres] es una versión muy limitada de lo que fue la antigua Roma

Mikel Herrán, arqueólogo y divulgador[3]
 

·    Uso del ideario nazi en estrategias y propaganda en la política y en los medios de comunicación actuales.  

Lo único que conocemos del nazismo por la literatura y el cine es la Shoah, la matanza de judíos. Pero el ideario nacionalsocialista estaba formado por muchos elementos más que hoy se desconocen y que han acabado hibridándose con el capitalismo tecnológico. Hoy los asumimos como rasgos básicos del mundo actual y, sin embargo, proceden de la Alemania nazi

José Manuel Querol, profesor de la Universidad Carlos III de Madrid[4]

 

·     Culturas corporativas y políticas basadas en el culto al líder, normalmente de perfiles prepotentes. Trabajadores y ciudadanos permanentemente disgustados e insatisfechos, adictos al consumismo o a la búsqueda de un éxito laboral que transcurre por someterse a filosofías corporativas abusivas.

Las personas con un desarrollo profesional caracterizado por el exceso de confianza −aquellos empleados que se creen mejores que los demás, aunque la evidencia sugiera lo contrario− pueden alcanzar el éxito con relativa facilidad aunque sean unos incompetentes

Margaret Ann Neale, profesora emérita comportamiento organizacional Univ. Stanford[5]

 

La patocracia corporativa. Tiene mucho que ver con los políticos porque, al fin y al cabo, es el mismo tipo de personalidad haciendo trabajos distintos. Quizá los políticos tengan rasgos más narcisistas porque buscan el aplauso, la atención mediática, mientras que los CEO son más del tipo psicópata. A ellos les importa menos la atención o la admiración, quieren poder y riqueza

Steve Taylor, profesor de Psicología Univ. Manchester[6]

 

Occidente tiene muchas trampas. Te animan a maximizar y te dan muchas opciones, y eso te hace sumamente infeliz

José Manuel Rey Simó, doctor en Matemáticas y profesor Univ. Complutense de Madrid[7]

 

La vida no puede ser trabajar toda la semana e ir el sábado al supermercado

Juan Luis Arsuaga, paleoantropólogo[8]

 

·   Políticas exteriores (Reino Unido, Francia, EEEUU, Bélgica, Rusia, China, India etc.) basadas en el despliegue de tropas para controlar militarmente una zona con objetivos económicos no reconocidos, o acuerdos con dictadores locales para someter a la población en la extracción de minerales y otros recursos que no se invierten en economía local (Irán, Irak, Afganistán, Congo Belga, Argelia, Marruecos, Arabia Saudí). En otros casos como el de Rusia, uso de la fuerza militar para invadir y controlar un país vecino.

Más de un siglo después de que Europa deforestase África en busca de caucho la historia se repite. Con China

—Fuente: Xataca[9]

Hace sesenta años, China e India se enzarzaron en una corta guerra por una disputa fronteriza que terminó con China como ganador y una tregua provisional

—Fuente: La Razón[10]

 

·     Cultura del narcisismo, egoísmo e individualismo en redes sociales como Instagram, Facebook, YouTube, X (ex-Twitter)… Uso de datos para fines estadísticos, publicitarios y de control de tendencias sociales aprovechando vacíos legales y la laxitud de políticos poco diligentes.

Desde la década de los 80 hasta nuestros días el comportamiento narcisista está aumentando en nuestra sociedad al mismo ritmo que lo hace la obesidad

(Twenge & Campbell, 2009)[11]

Empresas como Facebook y YouTube diseñaron sus redes sociales para atraer a la gente hacia la versión más dañina y destructiva de este impulso de creación de comunidades, porque es más eficaz para generar compromiso y aumentar sus ingresos

Max Fisher, periodista The New York Times[12]

 

El capitalismo, al igual que el feudalismo en la década de 1780, está siendo sustituido por un nuevo sistema extractivo mucho más explotador y distinto

Yanis Varoufakis, economista y activista político[13]

·   Países emergentes como China que hacen uso de su diferente legado cultural y filosófico para proyectar constituirse como imperios mediante estrategias no previstas en el ideario caduco y rancio occidental, aprovechando las flaquezas y debilidades de sus competidores. Apertura al mercado capitalista externamente, pero empleando fuertes regulaciones internas de mercado, control poblacional, limitación de la privacidad y autocracia política.

Este aburguesamiento de un sector de la burocracia fue visible en la China imperial, estuvo presente durante el gobierno del Kuomintang y reapareció bajo el PCCh a partir de 1979, para finalmente convertirse en un rasgo dominante del capitalismo chino

Au Loong-Yu, activista político internacional[14]

Las herramientas políticas actuales han demostrado ser vulnerables a las amenazas internas y externas: desinformación, propaganda política en los medios, desigualdad económica, y una ciudadanía cada vez más desconectada de unas instituciones que dicen defender más de palabra que con los actos, los valores clásicos de la Ilustración occidental. Pero para reformar estas herramientas son necesarias unas condiciones previas de estabilidad social, que el actual sistema no puede proveer, encontrándose occidente en un círculo vicioso creado por su propio éxito (Douthat, 2021). La hegemonía de la que Occidente disfrutaba durante tanto tiempo le permitió descuidar estos aspectos, pero este período de dominio está llegando a su fin. Otros imperios, que hasta ahora actuaban como observadores, aprovechan el declive de Occidente para salir de su ostracismo y comenzar a ocupar un papel más protagónico en el escenario global.



[1] Hubo revoluciones en cuanto significaron un derrocamiento del régimen político, pero no ha existido una revolución social como ocurrió en Europa con los modelos liberales.

[2] Es la que ha acabado alzándose como la de mayor influencia mundial siguiendo con la inercia imperialista desde el Neolítico.

[14] https://rebelion.org/es-china-una-potencia-imperialista/ [acceso 26/05/2024]


·   Twenge, J. M., & Campbell, W. K. (2009). The narcissism epidemic: Living in the age of entitlement. Free Press. https://psycnet.apa.org/record/2009-05058-000

·   Douthat, R. (2021). La sociedad decadente: Cómo nos hemos convertido en víctimas de nuestro propio éxito. Editorial Ariel (ePub)