miércoles, 14 de noviembre de 2012

El error informático

miércoles, 14 de noviembre de 2012

¿Se equivocan los ordenadores? ¿Por qué la informática tiene esa mala imagen? ¿Por qué se achacan con total naturalidad errores graves a «errores informáticos»? ¿Por qué no se solucionan? ¿Acaso los ordenadores toman decisiones por su cuenta, como en las películas? ¿Qué clase de ciencia es la informática? Algunas personas —paradójicamente no suelen estar especializadas en informática— opinan que esta área de la ingeniería no es una «ciencia exacta», y que por ello la programación de estos dispositivos esta sujeta a ambiguos vaivenes político-sociales. Si bien puede haber algo de cierto en esto, no es debido a la propia tecnología en concreto.

El Mark II (1947) fue un proyecto construido en la universidad de Harvard y financiado por la Marina de los Estados Unidos. En su diseño y construcción participaron algunos de los mejores ingenieros y científicos del momento, tras la Segunda Guerra Mundial. Hasta ese momento estas máquinas eran fiables y totalmente precisas, y sobre todo, hacían lo que se les pedía. Por ello, se utilizaban para tareas que requerían de gran seguridad y precisión, como trayectorias balísticas y órbitas de vuelos estratosféricos. Pero un día, el Mark II dejó de responder como se esperaba. No es difícil imaginar la sorpresa que experimentarían los científicos que lo manejaban, al comprobar como un ordenador matemáticamente preciso hasta ese instante, se «equivocaba».

La causa del error no fue que el programa hizo algo distinto para lo que estaba concebido. El Mark II no realizaba muchas operaciones —comparado con los actuales— pero las que hacía obedecían a un determinismo completamente científico. Cada línea de código debería estar validada según la lógica matemática, y debía ajustarse a la arquitectura física del ordenador, compuesta de circuitos electromecánicos regidos por las leyes de la física. La causa fue ni más ni menos que una polilla. Un «bicho», bug en inglés. Al introducirse una de ellas en la enorme circuitería del voluminoso Mark II, impidió el funcionamiento de uno de sus miles de aparatosos relés electromagnéticos, que en los albores de la ingeniería informática, formaban la mayor parte de su interior. Desde entonces, cada «sorpresa» que dan los programas informáticos se le denomina como bug. Por lo mismo, depurar un programa se traduce en inglés como debugger —quitar los bichos—.

La informática ha evolucionado hacia algo muy distinto de un proyecto científico y tecnológico como empezó siendo, como tampoco la propia Internet se parece a lo que en su día se pensó. Los programadores ya no son exactamente matemáticos o físicos, son en algunos casos, simples aficionados autodidactas. Los equipos se fabrican en serie, en abarrotadas fábricas en China, y las motivaciones que mueven a todos ellos son muy distintas de las de aquellos profesores de universidad, científicos y militares. Y por supuesto, los errores informáticos no son causados por «bichos».

Para entender lo que le ha pasado a la informática propongo explicar otra rama de la ingeniería: la Arquitectura. La Wikipedia la define al mismo tiempo como «Arte o técnica». Qué duda cabe que tiene algo de ambas. Para diseñar un edificio, hay que tener en cuenta la resistencia estructural del mismo, lo que implica el cálculo matemático de resistencias, tensiones, presiones y todo un gran número de parámetros físicos. Para su funcionalidad, hay que tener un gran conocimiento del entorno social y de los usuarios. Para su estética, hay que tener una sensibilidad y gracia especial. En resumen, la Arquitectura se compone de varias capas, desde la basada en la propia realidad física, hasta el más puro arte conceptual.

Con la informática es muy similar, con la diferencia que la gente no se mete dentro de los ordenadores y no existe el riesgo de que al derrumbarse, queden sepultados dentro de ellos. Por ello, nadie en su sano juicio dejaría en manos de una PC clónica con W95, el cálculo de la trayectoria de un satélite orbital, o la gestión de un sistema de monitorización médica a enfermos graves. Sin embargo, la informática se utiliza, y bastante, en estas áreas, lo que pasa es que los criterios de calidad y márgenes de error que se utilizan en estos sistemas, no tienen nada que ver en absoluto con los de «ir por casa». A pesar de la lógica aplastante de este argumento continúa existiendo una gran confusión con este asunto.

Como se ha visto, la informática parte de leyes físicas, ecuaciones matemáticas y proposiciones lógicas, básicamente. Todas ellas ciencias exactas. Sin embargo, su evolución y mejora de procesamiento, la ha llevado a realizar programas más complejos y para funciones muy diversas. Los programadores han de tener cierto «toque» personal, que en algunos casos podría considerarse alguna forma de arte. Y esto es debido a que los ordenadores no tienen que tratar únicamente con fórmulas matemáticas, sino que han de dedicarse a cosas como la llamada «interfaz gráfica de usuario».

Los recientes sistemas operativos dedican una gran parte del tiempo en el procesamiento de gráficos y en organizar la información para que el usuario sin preparación pueda utilizar un computador, algo que en los primeros años no era necesario, ya que antes de la aparición del ordenador doméstico, sus usuarios asumían que debían conocer las herramientas y adaptarse a ellas, y no al revés —cuando aprendemos a conducir un coche nos adaptamos su funcionamiento, y no al contrario—.

Con los nuevos entornos gráficos iniciados por Apple en 1983, los requerimientos de consistencia lógico-matemáticos no eran los mismos que con los computadores dedicados al cálculo matemático y cuya forma de comunicarse era mediante tarjetas perforadas. Ahora lo importante es que el usuario tenga un escritorio con iconos bonitos. A partir de este momento el computador se convirtió en un producto comercial, alejándose de su pasado y comercializándose aún sabiendo que su código estaba sin verificar acorde a criterios científicos —es muy caro hacer esto—, o directamente estaba repleto de errores—los Windows 95~XP—. Sabían que al usuario no le iba a importar, bien por lo cool que era su producto, o bien porque se lo habían pasado en un DVD «pirata».

La excepción a esta situación podría ser el sistema UNIX, un SO (sistema operativo) creado por dos científicos del MIT. Este SO funciona como un reloj, es preciso y siempre hace lo que ha de hacer y lo que se espera de él, salvo ciertas tolerancias presentes en todo proyecto de ingeniería. Basándose en él han surgido otros SO que han heredado parte de su eficacia, pero al que le han añadido la mencionada interfaz de usuario personalizada a criterio de los programadores (Linux, Mac OS X).

Por tanto, el error informático no es debido a un «defecto», o a una «imprecisión» o característica propia e inherente a la informática. Ni tampoco es ineludible. Por el contrario, los problemas típicos de la informática son debidos a la introducción de criterios alejados de su naturaleza, fundamentalmente los comerciales. Allá donde los criterios de programación pasan por filtros distintos que los de la lógica o la propia construcción física, hacen que la informática pierda su carácter de ciencia y no se le pueda exigir la precisión que se pueda esperar de una de ellas. Salvo que se refleje en el contrato comercial, claro.

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martes, 23 de octubre de 2012

Pensar mal, para poder acertar

martes, 23 de octubre de 2012
¿Que mejor defensa que un buen ataque?, al menos, eso dicen los comentaristas deportivos. Es indudable que acusar tu primero para defenderte de lo mismo, es una manera tan efectiva como poco «elegante». El ataque ad-hominen, el hombre de paja, y otro tipo de falacias similares podrían englobarse en otra que llamaríamos espejo, ya que realmente estamos reflejando en el otro nuestra propia suciedad mental. Si acusas de robar, o de mentir, ya colocas en posición incómoda a la otra persona para que precisamente puedas hacer tu lo mismo. El «¡y tu más!» tan tristemente conocido.

Incluso se podría decir que deseamos que roben o mientan el mayor número de gente, para así también hacerlo tú, o sentirte justificado. «Mal de muchos, consuelo de tontos». Una persona que prefiero no recordar me dijo una vez que lo que tenía de «bueno» el gobierno franquista era «que dejaban defraudar un poco». De esta forma, me decía, la gente se calmaba al creerse que había «engañado» al Estado franquista. Patético. Tanto como los políticos que en lugar de analizar las causas del fraude fiscal y atajarlo, deciden aumentar la imposición fiscal lo que hará que el fraude aumente todavía más.

Es que aún hoy en día, en esto que algunos llaman «democracia», todos los gobiernos de España han supuesto que sus ciudadanos van a robar, van a mentir y van a defraudar, continuando con «la tradición». Todos menos ellos mismos, los políticos, claro. Estos gozan de inmunidad hasta el punto de que pueden robar en un supermercado, sin problemas. Sin embargo, un ciudadano autónomo ha de pagar por adelantado el IVA (no vaya a ser que luego se le olvide —sic—), o no pueden contratar a un familiar suyo con el mismo régimen fiscal que contratando a cualquier otra persona. («¡Ja, ni que fuéramos tontos!, contratando a tu hermanito de bulto para chanchullear luego con sueldos y cotizaciones, y que quede todo «en casa», ehhhh???» ). Los trabajadores por cuenta ajena simplemente, están cogidos por los güevos.

En el extranjero, hasta hace poco, los servicios de transporte público no tenían a nadie que de forma permanente, controlara el pago del billete. El típico español se ríe ante esta circunstancia («¡anda que voy a pagar yo el ticket, ja, pues no soy listo ni ná!»). Naturalmente, lo que ocurre fuera no es que sean tan gilipollas que no hace falta controlar el pago de los servicios públicos (de hecho, lo hacen, sin previo aviso). Lo que ocurre en muchos sitios del extranjero es otra cosa, tiene un nombre y se llama civismo. Saben que un mal uso del servicio público no trae ningún beneficio, y a la larga, empeorará dicho servicio. Son capaces de ver el cuadro general (Big Picture, como dicen los anglosajones), y saben controlar el pequeño y absurdo beneficio inmediato, más propio de los chiquillos.

Las colillas de tabaco. Un amigo me contó que en el extranjero salió a fumar en una ocasión fuera del edificio, ya que en cuyo interior no estaba permitido (en esto, igual que aquí). Inadvertidamente, a pesar que el suelo estaba impoluto, tiró la colilla en un gesto automático con los dedos, ¡zas!. Un coche al azar que pasaba por aquel lugar en ese mismo instante, tocó su claxon en tono de reprimenda. En España esto es impensable. La ley anti-tabaco ha servido para poco más que trasladar un problema de educación de dentro, a fuera de los establecimientos. A terrazas y parques infantiles, en donde de forma todavía más despreocupada que antes al sentirse plenamente «legitimados», apestan con su humo a todo aquel que tiene la mala suerte de estar a su lado. Por no hablar de las cenizas y colillas que dejan amontonadas en aquellos puntos en donde se les permite hacerlo («encima que me prohíben fumar dentro, no voy a ser cuidadoso con las colillas, ¡vamos, ni que fuera tonto!»)

Los nacionalismos españoles resultan muy curiosos. Digo españoles porque todos los que hay en España son iguales, aunque ninguno lo admita. Unos se escandalizan de que les quieren «españolizar», pero no tienen ningún reparo en «catalanizar» a quien sea, en su comunidad o fuera de ella. A pesar de que el nacionalismo catalán critica con saña al castellano (¿?), en el fondo se alegra profundamente de su existencia y además, repite todos y cada uno de las supuestos abusos y defectos de los que le acusa.

Hasta hace no mucho nos parecía normal que un político «listo» usara su cargo para su propio beneficio. Apabullantes y demoledores hechos han sido necesarios para que esta situación respecto a los políticos comience a cambiar ligeramente (la mayoría de criticas a los políticos todavía tienen un trasfondo puramente partidista y tendencioso), pero todavía queda gente sobre todo de generaciones de la posguerra, que consideran que una «buena persona» no vale para político. Ni tan siquiera para defender legítimamente su propio interés como ciudadano. Por esto llaman perroflautas a los que; intentando arreglar bajo su criterio la situación política por la que pasa España; inician caminos que aquellos no entienden o que confunden con estereotipos pasados de moda.

En definitiva, en España solemos pensar mal de los demás («piensa mal y acertarás», dicen). Cuando se dice «la gente», muchas veces, demasiadas, es con tono despectivo. Mentimos y falseamos datos con rapidez, para adelantarnos al vecino. Que no crean que somos gilipollas. El problema es que se hace de forma que provocamos la reacción que presuponemos. Pensamos tanto y tan mal de los demás, que al final, logramos acertar. Somos así de listos.


miércoles, 26 de septiembre de 2012

La crísis como síntoma de un mal antiguo

miércoles, 26 de septiembre de 2012
La sociedad se enfrenta constantemente a su autoorganización


¿Qué es peor de la crisis, ella en sí misma, o que la están padeciendo los más débiles en lugar de los más ricos y poderosos? Hay algunas opiniones que piensan que esta situación por la cuál las diferencias entre clases se están acentuando responde a motivos ideológicos. Un resurgir del tradicional paradigma de la izquierda de «lucha de clases», que tanto entusiasma al sindicalismo en España. 

Este concepto asume de origen unas diferencias en la sociedad debido a las cuales esta se divide en clases. Y postula que estas están por naturaleza, enfrentadas. Nunca me ha gustado esta idea. Puede que fuera cierta en épocas pretéritas, pero el mundo moderno se ha caracterizado por la búsqueda de la igualdad de oportunidad, de forma que siendo cualquiera que fuera la clase en la que uno nace, está en su mano la oportunidad para cambiar su estatus. La igualdad ha de consistir por parte de los Estados modernos, en proveer a las «clases» más desfavorecidas de los medios que otras clases disponen para lograr sus fines (becas, subvenciones, etc.). Naturalmente, estas ayudas con fondos públicos han de someterse a algún tipo de auditoría, ya que de otra forma pueden utilizarse como pretexto para otros fines (electoralistas, políticos, particulares, demagógicos, populistas, etc.). En definitiva, para no extendernos, se trata de lograr que las clases no necesiten enfrentarse entre si, que la sociedad pueda entenderse como un todo, y que las diferencias por nacimiento puedan ser mitigadas, pero siempre y cuando el afectado así lo desee. La «lucha de clases» y quien defiende su existencia,  se alimentan de lo contrario, de mantener en constante enfrentamiento a la sociedad por haber nacido en entornos distintos. Una idea que me parece abominable de ser así.

Ahora bien, ¿se ha conseguido esa igualdad de oportunidad? Durante un tiempo a muchos de nosotros nos ha parecido que sí. Si comparamos los medios con los que cuenta la sociedad desde sus más bajos estamentos con los de otras épocas, podemos pensar que así es. Sin embargo, si observamos más detenidamente se puede ver como lo que ha aumentado es el nivel general, manteniéndose las diferencias prácticamente intactas. Por añadidura, el aumento de este nivel general ha sido a costa de aumentar las diferencias con otros países, o incluso sumirlos en el caos y la guerra para obtener sus productos. 

En Europa, las antiguas divisiones de clases se fueron suavizando gracias a diferentes revoluciones sociales, pero nunca se logró completamente el objetivo. Más bien, los ánimos se lograron calmar trasladando el problema a otra parte, fuera de nuestras fronteras. En los EUA se logró partir de un estatus inicial de la sociedad mucho más igualitario, sin embargo, los poderes económicos que han surgido allí y que han llegado a dominar el mundo, han creado otra clase aristocrática tan absolutista y dictatorial como las que habían en el viejo continente. Por tanto, no es que la lucha de clases cobre de nuevo sentido debido a que las clases dirigentes deseen retomarla y empobrecer a la sociedad, por motivos ideológicos. Lo creo por dos razones, además de lo mencionado:

Primero, a estas alturas la ideología no es más que una herramienta para contentar a las hordas de fanáticos que siguen incondicionalmente a los grupos políticos mayoritarios. En ultima instancia es simplemente el deseo de poder y dinero, independientemente del partido o «poder fáctico» que sea, los que motivan sus actos.

Y segundo, cualquier sistema, incluidas las dictaduras, sabe que la clase media es un valor indispensable si no se desea hundir definitivamente al país, con ellos detrás. La clase media ha sido y es, el objetivo a «exprimir» u «ordeñar», pero no aniquilar. ¿A qué obedece entonces este empobrecimiento que está afectando a las clases más desfavorecidas?: Simplemente, los recursos no son los mismos que antes, debido a que la población ha aumentado y nos hemos hecho más dependientes de la energía. Más cómodos. 

Consumo indiscriminado de recursos de una sociedad que no sabe ponerse límites

Mientras tanto, se ha vivido aceptablemente, engañados a base de mejorar artificialmente el nivel de las clases bajas, o incluso, de dejar entrar a ciertos grupos influyentes en las clases dirigentes para que formaran parte de ellas. Pero se han ignorado los problemas que habían de fondo. Problemas de control de las élites, de control de los políticos, de control de la economía y sobre todo, de obtención de recursos con los que contentar a una sociedad cada vez más acomodada y que exige más. No se ha hecho nada por solucionar todo esto, y ahora que el sistema empieza a hacer agua, no esperemos que sea afrontada por todos por igual. La élites políticas y financieras que nos habían tenido la boca tapada con demagogia, subvenciones o canales de tv, que ya nos tienen donde ellos querían, acomodados y vendidos al sistema, nos lo hacen pagar. 

En resumen, el problema de ahora no es nuevo, es el de siempre, que es la ausencia de democracia. Pero una democracia que exija cierto esfuerzo a la sociedad, que se ponga límites, no la que se alimenta de demagogia. Y ahora que el sistema se hunde, son los de abajo los que pagan. Ahora se evidencia el síntoma, pero el mal es antiguo.

martes, 11 de septiembre de 2012

Guerra Samsung vs Apple, o la innovación engañosa

martes, 11 de septiembre de 2012
Comparativa Apple-Samsung
(Fuente: Cadena SER)
Es noticia estos días que un jurado de California ha sentenciado que "Samsung copió a Apple". La conclusion que pretenden transmitir algunos medios es la de que "Jobs tenía razón". Pero, ¿la misión de jueces y jurados es la de otorgar victoria moral dando la razón postuma a alguien, o es la de ser objetivo en la resolución de una acusación presentada de una forma concreta y ante la existencia (o ausencia) de una serie de pruebas, dentro de un marco legal preexistente? Desde luego, pienso que está más cerca de lo segundo.

No obstante, tampoco sería sensato obviar que esta resolución judicial, pone sobre la mesa diversas cuestiones importantes sobre el mundo empresarial actual, y cómo la tecnología está cambiando los modelos competitivos y la sociedad.
 

Las patentes

Los registros de patentes se idearon en una época en la que las ideas o conceptos no podían transmitise con la gran rapidez ni facilidad con las que ahora es posible realizar. Sería una cuestión demasiado larga de abordar en este artículo, pero hay que señalar que hasta ahora las patentes consistían principalmente en el registro de productos completos, con la inclusión de planos detallados y descripciones más o menos complejas de la funcionalidad del producto.

En los últimos tiempos, desde la proliferación de las nuevas tecnologías y la mejora en las comunicaciones, la industria se ha dedicado a proteger su negocio y buscar los tan asiados (a la vez que perdjudiciales) monopolios a base de patentar todo tipo de cuestiones anecdóticas (pellizcar la pantalla, recorrer una lista, rotar un documento, etc). En definitva, las empresas de tecnología, sobre todo las relacionadas con los dispositivos portátiles, están utilizando un anticuado modelo legal de registro de la propiedad intelectual como herramienta estratégica comercial, de dudosa utilidad al usuario.

Muchas de las patentes que Apple ha presentado en su denuncia frente a Samsung son de este tipo, y se puede decir que son una foma de utilizar los sistema legales para alcanzar las mayores cuotas de mercado posible. No es la primera vez que Apple la utiliza, ni es desde luego, la única empresa que lo esá haciendo. La propia Samsung también ha denunciado a Apple, así como Motorola a Blackberry, y otros casos más.
 

La innovación

Otra de las conclusiones que algunos medios deducen de esta resolución judicial, es la de que Apple innova, y Samsung no. Esto sólo se puede entender si reducen (de forma completamente irracional a mi entender) las trayectorias de ambas empresas a este único hecho.

Samsung es una empresa puntera en su campo tecnológico, es lider mundial en fabricación y venta de pantallas gracias entre otras cosas, a sus innovaciones en este campo. Es más, es proveedora de la propia Apple, la cuál, a pesar de ser vendedora de hardware, muy pocos de los componentes que utliza en sus equipos son ideados por ella. Entre otras empresas que si que son innovadoras en tecnología además de Samsung y que también proveen a Apple, destaca la japonesa Sony.

Apple ha destacado por aplicar de forma diferente dicha tecnología, y sobre todo, en la de aumentar la imagen de "valor añadido" de sus productos. Es decir, salvo en sus inicios con los computadores personales, la vuelta de Jobs a la empresa no ha implicado el desarrollo de nada que no existiera previamente, simplemente le ha cambiado la apariencia y lo ha acompañado de una campaña de imagen, eso si, revolucionaria. Apple ha innovado en marketing, no en tecnología.

QTek S100 (año 2005)
Por ejempo, el iPod muchos consideran el "primer" reproductor de MP3, cuando realmente fue el MPMan el primero de ellos. De forma similar, el iPhone no fue ni con mucho, el primer "smartphone". La primera empresa que unió los mundos de las PDA`s (dominada por Windows Mobile) con el de la telefonía (con Nokia y Motorola al frente), fue la empresa británica QTek (adquirida posteriormente por HTC). De nuevo, el concepto de "tablet" actual es poco más (o menos) que los tablet PC que Microsoft desarrolló orientados al mundo corporativo, pero adaptados al usuario "estandar" y un entorno más doméstico. La diferencia de los tablet PC con los de ahora, es que aquellos eran ordenadores completos de propósito general y los actuales son apenas algo más que ordenadores de mano con pantalla muy grande.

Con el sistema de patentes descrito, es muy difícil que una empresa no "copie" alguna de las características que otra compañía haya implementado previamente. Esto no significa que haya copiado el desarrollo de dicha idea, tan sólo su apariencia. Por otro lado, Microsoft ha cambiado su anterior interfaz de escritorio  por el nuevo sistema "Metro" que va a utilizar en los terminales móviles. La diferencia estética es clara, aunque funcionalmente es prácticamente lo mismo. Que los iconos sean monocolor y de forma cuadrada no creo que sea impedimento si llegará el caso a que Apple quisiera presentar otra demanda por cualquiera de las multiples y variopintas patentes que ha acumulado.

¿Cuál es la diferencia entre Windows Phone 7/8 y el sistema operativo Android que Samsung utiliza en sus dispositivos? Sobre todo, la cuota de mercado que le quitan a Apple. Que Google/Samsung ha copiado la estética de los productos de Apple es tan obvio como seguramente irrelevante. La cuestión importante es si el resultado es mejor o peor para el usuario, algo en lo que es este el que ha de tener la última palabra. No un juez.

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sábado, 1 de septiembre de 2012

Guerra Adobe vs Apple, o cómo ignorar al usuario

sábado, 1 de septiembre de 2012
Cuando una empresa rompe con los «estándares» es normal que se susciten ciertas críticas al enfrentarse al status quo logrado por otras compañías que han apostado fuerte por dichos modelos. Por otro lado, muchas empresas intentan aprovecharse de su posición para imponer sus decisiones de diseño sobre otras soluciones más arraigadas. Aunque estas maniobras son apuestas muy arriesgadas, puede reportar grandes beneficios al monopolizar el mercado, en caso de salir bien. Como ejemplo de fracaso, Sony se equivocó cuando decidió no dar soporte al formato MP3 en sus «revolucionarios» MiniDisc, con un formato propietario de compresión llamado Atrac.

Apple por el contrario, constituye todo un paradigma exitoso de esta práctica, demostrándo una confianza excepcional y una fe ciega en el éxito comercial de sus productos a pesar de las grandes limitaciones que en algunos casos adolecen. La empresa de la manzana viene comercializando desde hace varios años en sus dispositivos portátiles (la principal brecha junto con «La Nube» para desbancar a Windows y sus PC's de escritorio) unos sistemas cerrados en los que resulta «imposible» instalar nada que no haya pasado por el consentimiento y caja de los propietarios. La justificación de esta práctica suele ser que esto es por el bien del usuario, al asegurar unos mínimos de fiabilidad y estabilidad del  producto final, no permitiendo que programas de terceros no aprobados estropeen la «imagen de perfección y pulcritud» que el fallecido Steve Jobs parecía desear proporcionar a los productos de la compañía que fundó junto con Stephen Wozniak.

Uno de estos programas que ha sido eliminado del universo Mac fue nada más y nada menos que el plugin para reproducir archivos Flash en los navegadores. La compañía Adobe, propietaria de este formato, había logrado prácticamente convertir a la tecnología Flash en un estándar, salvo en que requería demasiados recursos. No obstante, muchos sitios de Internet utilizan (todavía) este formato para sus presentaciones, vídeos, juegos, y animaciones de bienvenida en sus páginas de inicio.

Como respuesta a esta situación, antes de que el nuevo estándar HTML5 se presentara como una alternativa evidente, Adobe protestó lógicamente a este acto de «discriminación». Digo lógicamente ya que tratándose de dos empresas en un entorno altamente competitivo, estaba obligada al igual que la gran mayoría a defender su producto, fuera bueno o no, fuera mejor o no.

El problema de esta situación es su gran similitud con la política: dos grandes partidos mayoritarios que se tiran constantemente los trastos a la cabeza, con unos objetivos que consisten en sacar el mayor rédito electoral antes que el de satisfacer las necesidades políticas de sus representados. En este caso, dos grandes empresas compiten por defender sus productos, enfocados casi exclusivamente en su éxito comercial, quedando relegado a un plano completamente anecdótico las necesidades, gustos y preferencias de los usuarios.

Hace poco tiempo Adobe admitió que desistía en mejorar su producto para dispositivos móviles, para dedicarse al HTML5, y más recientemente Android anuncia que retira de su "Market" en-línea la aplicación para reproducir Flash. De nuevo, algunos medios vuelven a mirar el dedo cuando se señala a La Luna y afirman que «Jobs tenía razón».

Si bien es cierto que desde un punto de vista puramente técnico Flash adolecía de graves puntos débiles y que la defensa de su producto respondía simplemente a autoprotección, también es cierto que la alternativa a este formato no estaba preparada. Además, parece que el mercado se olvida de otro factor que si bien no pertenece al ámbito tecnológico es igual o más importante: el usuario.

«JailBroken iPhone»

Una cosa es no dar soporte como va a hacer Android, y otra muy distinta es lo de Apple, al imposibilitar o dificultar enormemente que un usuario instale la aplicación, aunque asuma riesgos, y opte por ejecutar animaciones Flash a pesar de los recursos que vaya a suponerle en cuanto a batería, memoria, estabilidad, seguridad o los que sean, siempre y cuando sea conocedor de ello. Al fin y al cabo se trata de más ni menos que la libertad de elección del usuario.

Por algún motivo, Apple tiene algún problema con este tema, y por ello, a pesar de que sus clientes gastan bastantes «recursos monetarios» en comprar sus productos, estos se encuentran con que no pueden hacer con ellos lo que deseean. Sus motivos tendrán y sus cosas desearan. Mientras tanto, la cuota de mercado baja un día tras otro frente a productos con el sistema operativo Android, sin que parezca que entiendan el «mensaje» que los usuarios les envían.

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domingo, 17 de junio de 2012

La otra cara de la crisis

domingo, 17 de junio de 2012
'Burbuja de ladrillos'
¿Era similar la situación en cada país antes de la crisis? En función de esta premisa, ¿en qué medida la crisis ha afectado por igual a cada uno de ellos?. A pesar de la creación de la Unión Europea, lo cierto es que ésta tan sólo se ha materializado en una unión monetaria que dejó al libre albedrío de cada país, cómo gestionar los fondos de cohesión que recibía.

Debido a esto y a las peculiares características y costumbres de cada país, muchos de estos fondos no se han destinado a mejorar la capacidad industrial ni la productividad, más bien han ido a parar a la creación de unas infraestructuras de comunicaciones que permitieran de forma fluida el libre comercio con los países productores como Alemania, y que además sus bonitos coches pudieran circular adecuadamente por las playas del mediterráneo.

Si nos remontamos a la entrada en el €, muchos podremos recordar la fiebre de inversiones que se sucedieron para realizar presuntamente blanqueos de capital. Todo el dinero negro que había en pesetas se podía perder con la llegada de la nueva moneda comunitaria. Una de estas inversiones fue principalmente la de bienes inmuebles: así empezó la burbuja inmobiliaria española.

Claro, este dinero había que recuperarlo. Esto explicaría los aumentos del 50% del precio de la vivienda, que de un año para otro se convirtieron en habituales. Se inició así una carrera de crecimiento ficticio que todos ya conocemos: el paro disminuyó, la inmigración aumentó, los créditos se concedían indiscriminadamente, el consumo se disparó. Unos ganaron mucho dinero, otros creyeron que eran ricos, sin serlo en absoluto. El Estado tenía dinero para todos: subvenciones a «grupos culturales», sanidad «gratuita», privilegios para los cargos públicos y sus amigos, 400 € por el morro, miles de representantes laborales liberados, etc. «España iba bien», la demagogia funcionaba a las mil maravillas, el dinero «fácil» huía a los paraísos fiscales a toda velocidad mientras los políticos miraban para otro lado. Ganó Zapatero, nos fuimos de Irak y por fin daba gusto ser español. Lástima que durase poco.

La crisis crediticia en los EUA acabó con todo esto, en la medida los bancos y entidades financieras europeas habían invertido ciega e incongruentemente en productos financieros de aquel país. Y en España nos afecta de forma diferente al resto, ya que no sólo no se ha desarrollado ningún modelo productivo alternativo, sino que la base del crecimiento ha sido una mentira que nos hacía creer que sólo por tener una mal llamada democracia, nos hacía más listos, más altos, y más guapos. El crecimiento sólo lo ha sido de población, de una que ahora va a tener que emigrar. La sociedad continúa más que nunca pendiente del fútbol o de los programas de cotilleo; la educación no ha hecho más que empeorar; la ciencia, la investigación y el desarrollo tecnológico han sido ridículos. ¿Hay alguna forma de continuar como funcionábamos hasta ahora?, yo no la veo por ninguna parte.

¿Es la austeridad una solución? Desde luego que mejor que el despilfarro habitual hasta ahora sí. Sin embargo, aunque podrá ayudar a rescatar a los bancos, aplicada sistemáticamente y en ámbitos como educación o investigación, es totalmente perjudicial para mirar el futuro con garantías. Y no es lo adecuado para reactivar la economía ni reducir el paro.

Hay quien dice que hay suficiente dinero para paliar la crisis sin recurrir a estos métodos socialmente traumáticos: que si los clubes de fútbol pagaran sus deudas, que si metieran a políticos y banqueros en la cárcel y devolvieran el dinero enviado a paraísos fiscales, etc. Es cierto. Desde luego que tendrían que pagar todos los culpables antes que los ciudadanos, pero esa cuestión está hoy en día muy complicada. Pero sobre todo, es demasiado tarde para plantearla.

No nos sorprendamos ahora si se crean fondos de rescate, se reducen las subvenciones y se instaura el copago. Nunca hemos hecho nada para tener un sistema político que nos permita decidir en estos asuntos. La sociedad española lleva conformándose con lo que le dan los políticos de uno u otro color durante 30 años. Ahora en cuatro días no se va a solucionar esto, y además, el partido actual ganó con mayoría absoluta, gracias a la propia sociedad. Es lo que hay, y lo que ha habido siempre: desigualdad, pelotazos, enchufismo y mamoneo.

La cuestión es: suponiendo el caso hipotético de que pagaran todos los culpables, devolvieran el dinero, se perdonara la deuda, se expropiaran viviendas y se alquilaran con precios asumibles, etc., etc., ¿qué hacíamos después? ¿cuanto podríamos aguantar con esa situación? Es decir, estas medidas solucionarían la crisis social actual, pero en cualquier caso ya no podríamos continuar con el modelo productivo que se tenía, ni llevar el mismo nivel de vida que hasta ahora. Por tanto, el  verdadero problema de la crisis es que nos está obligando a mirarnos al espejo cómo país. Nos fuerza a retrotraernos a niveles de los años 70, los de la España de «Sol y Playa», caciquil y atrasada, que no creo que nos guste a la mayoría.

Por tanto, tampoco le encuentro mucho sentido que algunos grupos tan sólo se paren en la superficie, se limiten a la protesta, a reivindicar más demagogia y no planteen el verdadero problema de fondo, que es el de encontrar un camino alternativo a través de reformas profundas necesarias, no sólo a los políticos, si no sobre todo a nosotros mismos como sociedad civil, para no pasar por estos o similares errores de nuevo.

Mas información: enlaces sobre la crisis

sábado, 16 de junio de 2012

La crisis del disparate

sábado, 16 de junio de 2012
Con todo esto de la crisis actual y sus recortes para poder satisfacer la deuda «del Estado», parece que no nos acordamos que todo empezó con aquello de la crisis «del crédito» o de las hipotecas subprime. No sería de extrañar que todo fuera un desvío de atención por parte de los grandes medios para una vez más, enfocar nuestra atención fuera de los verdaderos problemas.

Al parecer, pese a las alarmantes voces neoliberales que señalaban el despilfarro del Estado como el problema,  el reciente rescate al sistema financiero Español viene a demostrar cuál era su auténtico origen. El que en la legislatura anterior calificaban como el «sistema bancario más fuerte del Mundo» ha acabado desplomándose, en otra clara "zapaterización" de la realidad que imita a marchas forzadas el actual presidente del gobierno.

Sin ánimo de sumergirse en aburridas y técnicas cuestiones económicas, el problema se podría resumir de forma muy breve de la siguiente manera: el origen de la deuda de un país puede ser pública (la contraida por el Estado) o privada (por entidades privadas). Y esta deuda puede ser interna o externa. La que está causando la crisis actual (y al decir actual es la de los últimos meses, o semanas), es la deuda del Estado o deuda pública. De ahí las voces alarmistas que aclaman una reducción del gasto público. Pero lo que ignoran de forma bochornosa estas voces es que gran parte de esa deuda pública ha sido contraida debido a las inyecciones de capital para los rescates bancarios, como viene sucediendo desde la creación del FROB, con Zapatero de presidente. La deuda pública es debida en gran parte a satisfacer la deuda privada. En este sentido encuentro incomprensible que desde los representantes de algunos grupos defiendan un «recorte profundo, radical y veloz del gasto público». Un poco exagerado, ¿no?

Está claro que el gasto público en asuntos como el patético «Plan E», no han servido para nada. Y está claro que es admisible criticar muchos aspectos de cómo funcionan la sanidad pública o el gasto en educación, pero lo cierto es que aunque pudieran considerarse como un problema, no son las causantes de la crisis. Y en todo caso, también habría que considerar otros aspectos como los gastos de los cargos publicos en sueldos, coches y todo un sin fin de privilegios que aunque tampoco son causa de la crisis, pueden y deben ser, objeto de crítica. Y esto sin hablar de la corrupción, que merece un trato aparte.

Y el problema de la deuda privada no es por su tamaño, si no por la capacidad de líquidez o capacidad para satisfacerla dentro de los plazos. Esto significa que aunque un país como Alemania tenga una mayor deuda, tiene sin embargo una mayor capacidad para devolverla. Esto es, es más productivo. Esto significa que su PIB (producto interior bruto) es mayor, y posee por tanto una mayor capacidad de autofinanciación como país.

Las formas por las que un Estado puede financiarse y saldar dicha deuda son básicamente (fuente: Wikipedia):
  1. Impuestos y otros recursos ordinarios (precios públicos, transferencias recibidas, tasas, etc.).
  2. Creación de dinero, mediante un proceso de expansión monetaria.
  3. Emisión de deuda pública.
La emisión de deuda pública en forma de bonos, letras y productos de este tipo, no está teniendo mucho éxito debido a la falta de confianza e interés de los inversores. La creación de dinero se ha de descartar, ya que con la unión monetaria esto no es posible (por este motivo se está llegando a hablar de la salida del € de paises como Grecia), salvo que como ha ocurrido, la propia Unión Europea se haga cargo de la cuestión bajo una serie de condiciones. El problema es que la única sálida que les queda a estas contrapartidas para poder exigir la devolución de la deuda es la nº1, o sea, la financiacion a costa de los ciudadanos, en la que no podemos esperar que nuestros representantes políticos aporten mucho de su propio trabajo.

Por tanto, para que nuestras empresas tanto públicas como privadas sean más productivas y podamos tener una mayor capacidad de devolución sin necesariamente tenerlo que coger de sueldos o impuestos, lo necesario es una mayor inversión en investigación y tecnología, así como en educación, justo lo contrario que se está haciendo o que se va a hacer, que son recortes en I+D+I y bajar los sueldos a los trabajadores (aunque bien es cierto que esto es un plan a largo plazo).

En definitiva, para que el Estado pueda devolver una deuda de la que no es causa, ha de recurrir a los que se supone que somos sus soberanos (de ahí lo de deuda soberana), aunque carecemos de dicha capacidad para tomar decisión alguna, salvo en la de elegir a los que ahora toman estas medidas, controlados por la Unión Europea. Un auténtico disparate.

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