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domingo, 5 de octubre de 2014

La lengua como conflicto

domingo, 5 de octubre de 2014
Inglés y... spanglish
Licencia
El continente americano puede recorrerse desde una parte a otra de los polos, sin que sea necesario hablar más de una o dos lenguas: inglés y español. El francés y las lenguas nativas que aún perduran, acompañan a alguna de las dos más habladas del planeta en el uso por parte de los habitantes de aquel continente.

¿Qué es lo que pensaran los americanos tanto de una parte como de otra, de la situación en el Viejo Continente? Con la Unión Europea y el uso del inglés como segunda lengua esta situación está cambiando, pero queda mucho camino para poder hablar de una Europa en la que todos sus habitantes puedan entenderse a través de una o dos lenguas. Todo esto, por supuesto, a falta de determinar si esta situación es deseada, y por quien.

¿Es necesario buscar alguna unificación lingüística? Es complicado responder a esta pregunta ya que lo «necesario», es un concepto sujeto a una gran subjetividad. La gente se aferra al pasado más inmediato, a la época en la que surgieron los Estados actuales, y no cesa de reinterpretar el pasado para acomodarlo a su idea de nación. Pero lo importante es saber quien ha de decidir el futuro y en base a qué intereses.

Sin embargo, la pregunta de si Europa ha reproducido siempre el mito de la «babel» es más clara y evidente de responder. Por más intentos de reinterpretar el pasado, la Historia siempre da la misma respuesta, y esta es efectivamente, no: hubo un tiempo en que era posible recorrer la Europa Occidental y el resto de la cuenca mediterránea, con tan sólo necesitar una sola lengua: el latín. Todas las lenguas actuales de la Europa mediterránea provienen de la lengua utilizada en la Roma Clásica —salvo lógicamente, el griego y el vasco—. Todas por tanto, están emparentadas. Si retrocedemos un poco más, todas las lenguas europeas —incluidas las germánicas—  tienen algún antepasado común, lo que conforma el bloque lingüístico indoeuropeo.

Estamos acostumbrados en Europa a que en Alemania se hable alemán, en Austria se hable austriaco, en Francia el francés, en Italia el italiano, y así sucesivamente. De esta manera se confunden lenguas con territorios creando asociaciones carentes de fundamento racional —falacia de la falsa analogía—. Por ejemplo, si asumimos, como la apariencia sugiere, que, todo país formado en base a una reglas —arbitrariamente establecidas— tiene «su» lengua; de la misma manera, para una lengua minoritaria hablada en un determinado «territorio» ha de corresponderle su propio país, delimitado con el mismo tipo de fronteras que separan España de Portugal o de Francia. No es necesario señalar que por motivos obvios, para ciertos intereses resulta conveniente fomentar y difundir dicha confusión.

El problema es que el proceso que dio lugar a las lenguas y el de formación de los países ha seguido caminos paralelos, pero realmente no hay ningún motivo para dar por hecho inevitable que dichos caminos están total e irremediablemente vinculados. No creo que en Hispanoamérica interpreten que hablar «español» implique «ser español», en absoluto. Aún así existe cierta insistencia —política— por llamarle «castellano» en recuerdo de sus orígenes, pero igualmente, no creo que el hacerlo les convierta —ni mucho menos— en «castellanos». Por algún extraño motivo en Europa este asunto está todavía más viciado, lo que hace que en algunos lugares puedas pertenecer a algún grupo étnico distinto creado «ad-oc», en función de la lengua que hables.

La cuestión es que si las fronteras actuales fueron decididas tras la caída de Roma en un proceso histórico en función de criterios coyunturales, arbitrarios y subjetivos —además de la influencia lógica de la situación geográfica como penínsulas, separación por ríos, cordilleras montañosas, etc.—, para las lenguas se puede aplicar lo mismo. Si ahora cruzamos una determinada línea y la gente habla algo distinto a lo que hablaban al otro lado de dicha línea, no es porque esa gente tenga una genética sustancialmente distinta, ni es porque sean de «otra tribu», ni es porque el aire que se respira es distinto.

Sólo es el resultado de un azaroso proceso histórico en donde una serie de personas en un lado de la línea acumularon cierto poder y decidieron que en «su» trozo, las cosas se hacían de una manera distinta a la del otro lado de la línea, afectando, normalizando y regulando todo lo que entendían requería serlo, contando para ello, unas veces más y otras menos, con la participación de la gente. Y la lengua era tan susceptible de ser regulada como cualquier otra cosa.

Y así es como en cada lugar, los señoríos feudales fueron acumulando poder y territorios y decidiendo las cosas como les venía en gana dentro del ámbito geográfico de su influencia. En un proceso similar al de la formación de grumos en nuestro desayuno, se fueron creando diferencias cada vez más grandes hasta que, tal vez inadvertidamente, acabaron por no entender a su vecino.

Llegados a esta situación se generó lo que en física se denomina una ruptura de la simetría: dos territorios antaño unidos y con una sola lengua, se separan y se identifican cada uno con ideas distintas de «nación» vinculada a la lengua, de forma que no pueden volver a unirse sin pasar por un proceso social complicado más o menos traumático. Traumas que hoy en día lejos de intentar solucionar más bien al contrario se alimentan, con claros objetivos políticos.

Por esto, es muy probable que las lenguas habladas en la península ibérica tuvieran en su momento un antepasado común llamado en la actualidad «latín vulgar» —en la antigüedad a nadie se le ocurría llamarle así, claro—, inteligible por sus habitantes y relativamente homogéneo. Si como es previsible en algún momento necesitaron denominar a la lengua que hablaban, a falta de acuerdo o de norma establecida, en cada zona le llamaron como creyeron conveniente, generándose así el germen de las diferencias actuales.

No se trata de míticas cualidades ancestrales, sino simplemente porque la gente, condicionada por el propio lenguaje vivo y cambiante, llamó a las mismas cosas de diferente manera, entre ellas a la propia lengua. De esta manera, inconscientemente, las hicieron distintas.

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lunes, 17 de febrero de 2014

El bueno, el feo, y el malo, de la informática

lunes, 17 de febrero de 2014

Microsoft

Desde el nacimiento de la informática doméstica y hasta hace bien poco, Microsoft ha dominado el mercado de ordenadores domésticos a pesar de lo rudimentario y poco atractivo de su sistema operativo. Su primitivo aspecto se debía seguramente al hecho de que el MS-DOS —basado en el QDOS, traducido literalmente como Sistema Operativo Rápido y Sucio— había sido ideado para ordenadores corporativos o entornos de oficina. Es muy probable pues que su éxito en otros ámbitos se haya debido a un factor fundamental: sus especificaciones de hardware abiertas.

Esta circunstancia permitía que los PC's fueran montados por diversos fabricantes —como Compact, HP o Dell—, o montados por los propios usuarios adquiriendo por separado sus piezas. Este tipo de usuario optaba por el PC clónico gracias a su bajo coste, además de que podía elegirse uno mismo la configuración hardware que mejor le conviniese —procesador, memoria, tarjetas gráficas, disco duro, todo en función del uso que se le desease otorgar—. Había que armarse de ingenio, un destornillador, y paciencia. «Valía la pena para ahorrarse una pasta», eso pensaba la mayoría.

¿Un martillo y una llave fija?
Fabricantes de dispositivos —con sus controladores o drivers—, programadores de juegos, utilidades que suplían las carencias del primitivo sistema operativo, y otro tipo de programas, todos ellos proliferaron pensados para la misma plataforma ahora ya universalizada. Gracias a esta presencia en el mercado doméstico, Microsoft llegó a dominar también el mercado corporativo con su suite de ofimática, la omnipresente Office y sistemas operativos de servidores.

De estos hechos se induce que Microsoft era y continua siendo —salvo algunos ligeros cambios estratégicos recientes— una empresa de software, cuyo mercado objetivo son las empresas. A pesar de que los usuarios domésticos eran un valor estratégico importante, sus problemas particulares —paradójicamente— no les interesaban más que lo justo.
«Surface Pro 2». Con la Surface Pro, Microsoft se incursiona por primera vez en su historia en la venta de hardware
Es decir, contrariamente a lo que muchos piensan, los problemas de los sistemas operativos domésticos de la empresa de Redmon —los Windows 9x— en relación a su estética cutre, sus numerosos fallos y la necesidad de mantenerlos constantemente, no eran debidos a que sus programadores no conocieran su trabajo, sino a otros factores: 
  1. Lo mismo que les hizo triunfar: su sistema abierto y la gran cantidad de software y dispositivos que cumplían con las bajas exigencias de especificación técnica. La combinación particular de componentes de distintos fabricantes que se limitaban a cumplir de forma ajustada dichas especificaciones, hacía muy difícil en la práctica la validación en cuanto a estabilidad y predicción de problemas de funcionamiento. Tan sólo algunas empresas como HP o Dell —entre otras— intentaban comprobar sus equipos y dar el mayor soporte post-venta posible.
  2. Por el perfil de usuario: el publico objetivo de Microsoft no era el mercado doméstico —apenas controlaba el proceso de fabricación-distribución-venta, simplemente ponía el software—, sino el corporativo —ofimática y servidores, ámbito en donde surgió el Windows NT, base de los sistemas operativos actuales desde el XP, tanto domésticos como corporativos—. Además, el usuario doméstico siempre aceptó las deficiencias de Windows a cambio de un menor coste y de tener cierta libertad sobre su equipo.

Estos factores ocasionaban que un sistema operativo se lanzara al mercado doméstico de forma apresurada, sin realizar suficientes comprobaciones y sin esmerarse en la estética. Al fin y al cabo, salvo las empresas, pocos iban a pagar por él.

Apple

Mientras tanto, el otro titan que pugnaba por alzarse vencedor en el mercado informático era Apple. El Apple II fue el primer computador que en sus inicios, logró hacer sombra a los PC's de IBM. Los factores de su éxito inicial fueron:
  1. Arquitectura abierta: Steve Wozniack diseñó al Apple II con una arquitectura bastante abierta —en un movimiento similar a lo que a posterior significó el despegue de su competidor—, lo que permitía ser ampliado y mejorado con hardware de terceros .
  2. Interfaz gráfica: este equipo fue el primero con capacidad de mostrar gráficos de forma nativa. Usaba dicha funcionalidad para añadir una capa entre el usuario y la máquina, eliminando la necesidad de la consola de comandos y con ella, conocer muchos aspectos del funcionamiento de la máquina.
  3. Montado y listo para funcionar: Steve Jobs estaba obsesionado con que sus computadores fueran lo más parecido a un electrodoméstico. A diferencia de las tendencias de la época —en las que el público más familiarizado con la tecnología adquiría los equipos en kits a falta de ser ensamblados— procuró que sus productos:
      • Se suministraran completamente montados y preparados para funcionar.
      • Les proporcionó un mejor control de la alimentación eléctrica, en cuanto a consumo y calentamiento. Gracias a estas mejoras de ingeniería podían prescindir de ventiladores, lo que los convertía también en silenciosos.
      1. Hoja de cálculo VisiCalc: la primera hoja de cálculo para computadores personales. Con este único programa, el computador pasó a ser de una herramienta de especialistas de la informática —y otras ramas de la ciencia— a una herramienta genérica profesional de negocios.
      Sin embargo, posteriores diseños fracasaron y sumieron a su empresa en décadas de ostracismo, con problemas financieros. Los motivos de esta circunstancia fueron probablemente:
      1. Estrategia de mercado incoherente: el atractivo visual de un sistema operativo no es un factor de peso para un mercado corporativo donde priman los resultados prácticos. En cuanto al mercado doméstico más propicio para sentirse atraído por dicha capacidad, el coste del equipo era excesivo en comparación con los de la competencia.
      2. Fallo de diseño: el aumento de capacidad de procesamiento no era compatible para la época con la obsesión de presentar un equipo montado y sin ventiladores de refrigeración. La intención era buena, pero no realista. Muchas unidades del Apple III tuvieron problemas de calentamiento, lo que empaño la imagen de la marca y significó un fracaso que marcó las décadas venideras.
      3. Restricciones de hardware: la necesidad obsesiva de Steve Jobs de especificar los requerimientos técnicos para que se ajustaran a su visión particular de lo que debía ser un computador —desde la estética al consumo eléctrico—, provocó finalmente que todo el proceso de fabricación y distribución para venta —desde el sistema operativo hasta el hardware— fuera controlado por la propia empresa. Esto permitía generar beneficios por la venta de los componentes, pero impedía abrir el mercado a otros fabricantes y empresas que aportaran sus ideas y sus clientes.

      De esta manera, Apple se convirtió por sus propios «méritos» en un fabricante de computadores minoritario, cuyos productos estaban restringidos normalmente a ámbitos relacionados con el diseño gráfico profesional —que podían permitirse la inversión en este tipo de tecnología— sin poder competir en ventas en el mercado doméstico. Una empresa de hardware opaca y aislada, con equipos prohibitivos para el usuario medio y cuyos repuestos eran servidos por la propia empresa a través de sus «tiendas Apple». No permitía que hubieran intermediarios.

      Algunas de las virtudes más alabadas de los computadores de la empresa fundada por Jobs, han sido —además de su atractiva estética— su gran estabilidad y su facilidad de funcionamiento y configuración. Mucha gente piensa que esto era debido a una especie de «sabiduría» de los programadores de una empresa «virtuosa». Sin embargo, la explicación más evidente y menos dogmática es mucho más prosaica: trabajar con configuraciones de hardware conocidas y completamente testeadas facilitaba la integración de los sistemas de forma que la configuración estaba preestablecida y el mantenimiento de los equipos era trivial. Debido a esto, su sistema operativo es prácticamente inservible en otros ordenadores que no entren dentro de sus caprichosas especificaciones. Con un hardware enmascarado tras una interfaz gráfica que parece pretender esconder que lo que se tiene delante es un computador.

      El iMac. Su relativo éxito salvó a la compañía y a Steve Jobs. Fuel el inicio de la inicial «i» en los modelos de la compañía. (foto: The Register)
      Aunque pueda parecer «sacrílego», se podría decir que fueron las decisiones de Steve Jobs las que condujeron a Apple por un camino complicado en sus inicios. Jobs dejó la empresa que él mismo fundó a principios de los años ochenta, por problemas con una directiva que no supo corregir ese tortuoso rumbo.

      Sin embargo, cuando regresó en 1997 su filosofía fue exactamente la misma. El cambio consistió en retirarse de la pelea por los computadores de escritorios dominados por su competidor, e introducirse en aquellos mercados incipientes en los que no estuviera. De esta manera surgió el reproductor de MP3 iPod. Pero lo más importante consistía en que el negocio se lograba —además de la venta de los reproductores— en la venta de contenidos a través —nuevamente— de su propia «tienda Apple»: iTunes —un negocio puramente comercial, que no tiene nada que ver con la informática—. Lo que vino después —iPhone, iPad— es recordado por todos.

      GNU-Linux

      En toda esta actividad del último cuarto del siglo pasado, el usuario consumista llamado a convertirse en el protagonista reciente de la economía, encontró en la tecnología una inagotable fuente de productos con el que lograr un nuevo estatus. Las mejoras tecnológicas no sólo aportaron avances a diversas áreas del conocimiento, también abrieron las fronteras del consumismo. Lo que antaño era un traje nuevo o un coche, ahora es el último modelo de smartphone, tablet, smartwatch, y sus diversas apps y accesorios de todo tipo y función.

      La informática había entrado definitivamente en lo cotidiano, sin embargo, los usuarios clásicos de computadores, aquellos pocos que heredaban el concepto original de la informática sin ninguna interfaz que «enmascarase» de forma gráfica el verdadero funcionamiento —al menos, a nivel lógico— de su equipo, eran cada vez más ninguneados.

      Se encontraban a expensas de las decisiones de las grandes corporaciones. No les satisfacían las soluciones que el mercado les ofrecía, que además de ser ineficientes, inestables o caras, eran en cualquier caso y por encima de todo, cerradas y privativas.

      Richard Stallman y Linus Torvalds

      Richard Stallman era un programador del conocido y prestigioso MIT que observó que el software que se incluía en los computadores y que permitía acceder a todo su potencial, permanecía oculto a los usuarios supuestamente dueños de los equipos, impidiéndoles en la práctica serlos plenamente. Stallman tuvo que dejar su trabajo para que su proyecto de software libre no estuviera influido por su contrato, por el cual el dueño del código que realizaba era el MIT, y no él. Así nació la Free Software Foundation (FSF).

      Torwalds y Stallman (foto: Ubuntu guía)
      Esta fundación tenía como objetivo dar soporte al proyecto de crear un sistema operativo libre, en el sentido de que su código era accesible y modificable por los propios usuarios. Esto no significaba que fuera necesario hacerlo, sino que era posible hacerlo. En definitiva, el usuario elige cómo —en función de su nivel de conocimientos en la especialidad— desea utilizar su equipo, el cual sin el software no sería nada.

      Este proyecto logró finalmente su meta cuando el ingeniero de software finlandés Linus Torwalds liberó con la licencia GNU —creada por la FSF— el núcleo de un sistema operativo equivalente al sólido y eficaz UNIX, pero adaptado a los sistemas basados en INTELx86. El mundo conoció así al pingüino más famoso de la historia: El LINUX.

      Seguro que alguien se estará preguntando a estas alturas quienes son entonces, el bueno, el feo y el malo de la informática. Que sea el lector el que tome la decisión sobre este punto.

      domingo, 9 de febrero de 2014

      La posesión como un fin en sí mismo

      domingo, 9 de febrero de 2014
      Pensamos que si seguimos poniendo grandes productos delante de los consumidores, estos seguirán abriendo sus carteras

      En los inicios de la era de la informática doméstica —años 70 del siglo pasado— el computador se convirtió en un producto comercial cuya finalidad consistía en ser vendido. Cuantos más, mejor. De esta manera se alejaba de los principios originales que llevaron a su desarrollo. Como herramienta enormemente versátil los PC's y computadores en general dieron beneficios a muchos fabricantes de hardware, así como a programadores de juegos y de aplicaciones. El liderazgo del MS-DOS —y Windows posteriormente— en los hogares apenas reportaba ingresos directos a Microsoft, aunque se valió de ello para desplazar a IBM como líder de la oficina —centrándose en el mercado corporativo, sus verdaderos clientes—.

      Y así fue como lo que en un principio fue una herramienta universal, pasó por ser una herramienta para la oficina, y de ahí, a ser simplemente una herramienta universalizada —esto es, susceptible de ser un producto vendible a todo tipo de mercados, sin que tuvieran que conocer nada de su funcionamiento necesariamente—. El computador se convirtió en muchos casos como una especie de «caja mágica» que había sido adquirido por el público por mera presión comercial, sin saber muy bien qué hacer con él. De esta manera, surgía una nueva manera de entender el computador como un fin en si mismo.

      Mientras que algunos usuarios se entretenían overclockeando su equipo o se hacían con algún entorno de programación —QBasic o Turbo Pascal— para darle de esta manera un sentido propio a su ordenador en el sentido «clásico», otros tipos genéricos de usuario aparecían: uno de ellos fue el usuario consumista —cuyo protagonismo ha ido en ascenso hasta hoy en día— que ansiaba la posesión de un computador por una mera cuestión de imagen personal y de estatus social. Necesitaban tener un «buen equipo», dotado de «lo último» en tecnología. Un segundo nuevo tipo de usuario era aquel que valoraba la informática como herramienta, pero no estaba interesado en saber apenas nada de ella. Quería que se lo dieran todo hecho. Estos dos tipos de usuario vivían en constante contradicción y lucha interior: aunque no les interesaba la informática y no deseaban hacer más que un mínimo esfuerzo en relación a ella, al mismo tiempo, la necesitaban urgentemente.

      Mientras, Microsoft y Apple peleaban por el mercado corporativo con clara ventaja del primero. No fue hasta que la empresa de la manzana comenzó a explotar a las nuevas clases de usuario cuando inició su carrera hacía el liderato actual, alejándose del PC de escritorio dominado por su competidor. Parte del primer tipo clásico de usuarios interesados en la informática como especialidad, se dieron cuenta de que eran meras marionetas y que difícilmente eran dueños de su computador plenamente. De aquí surgieron varias iniciativas que dieron forma al proyecto GNU-Linux. Pero esta, es otra historia.

      jueves, 6 de febrero de 2014

      Érase una vez, un computador

      jueves, 6 de febrero de 2014
      El ordenador nació para resolver problemas que antes no existían
      —Bill Gates


      Sala de computadores y almacenamiento en cinta magnética de los años 70
      Foto: El Cedazo
      En sus inicios, los computadores eran enormes armatostes que ocupaban salas enteras. Los ingenieros y matemáticos que diseñaban estos dispositivos lo hacían con la principal finalidad de convertirlos en herramientas universales. Unos dispositivos que dado su coste y tamaño, eran utilizados por las instituciones públicas, científicas o militares, que podían permitírselo.

      Lo que para unos era un fin en sí mismo —los desarrolladores—, para otros —gestores públicos, militares, científicos de otras áreas distintas de la informática— era un medio para lograr otros objetivos —desde cálculo de órbitas estratosféricas a trayectorias balísticas, pasando por censos estadísticos—.

      La mejora tecnológica y la consiguiente disminución de tamaño y abaratamiento de los componentes, propiciaron la existencia de ordenadores más apropiados para un negocio o domicilio. De esta forma, surgió el concepto de «computador personal». IBM acuñó el concepto de «PC» o Personal Computer, desarrollado en respuesta al Apple II de APPLE —Otros fabricantes importantes fueron WANG o SUN—.

      En esta época el mercado informático se destinaba a profesionales o empresas . Aún no existía el concepto de «informática doméstica». Por tanto, las técnicas de marketing empleadas estaban orientadas a ese tipo de usuario, que valoraba la inversión que realizaba —dinero, tiempo o esfuerzo— en función del resultado práctico que alcanzaba. Por tanto, la estética y funcionalidad de los programas —software— que se incluían en los computadores, no cumplían con más funciones preestablecidas que las propias de su gestión informática, ni se limitaba en manera alguna que el usuario pudiera configurar su sistema arreglo a sus prioridades.

      Tan sólo en su parte física —el hardware— era donde se les dotaba de elementos diseñados específicamente acorde a la función principal para la que iban destinados. De ahí que los primeros computadores personales tuvieran un diseño y estética de «herramienta de oficina», la cual perduró en el tiempo aún fuera de dicho ámbito.

      IMB PC del año catapúm
      Foto: UPM
      Hasta este momento, la importancia del computador continuaba residiendo en su concepción como «herramienta de propósito general»—. Los ingenieros los creaban con la idea de que el usuario con preparación pudiera darles la utilidad final que se ajustara a sus necesidades. Esto exigía que tuviera claro cuáles eran éstas y qué debía hacer para solucionarlas. No  hacía falta que fuera ingeniero informático o tuviera que saber diseñar un computador, pero como cualquier otra herramienta, era necesario un mínimo aprendizaje para poder usarla y mantenerla —incluso una máquina de escribir tradicional a pesar de su limitada función, requería de cierto adiestramiento y cuidados—.

      Las tareas burocráticas y de contabilidad fueron las funciones principales para las que las empresas destinaban su inversión en nuevas tecnologías, con IBM (International Business Machines, o Internacional de Máquinas de Oficina) como el rey indiscutible en la fabricación y venta de computadoras de oficina. 

      Mientras, el mercado doméstico era un campo sin explorar. Algunas marcas modestas —Sinclair, Commodore, Atari, Amstrad, entre otras— lanzaron equipos con un hardware sencillo —sin monitor incluido, con el teclado de goma o embebido en un mismo bloque junto a la CPU y sin medios de almacenamiento externo— que se popularizaron rápidamente en los hogares.

      Commodore 64
      Foto: Wikipedia
      Estos equipos —si bien no eran más que juguetes— heredaban el mismo concepto de sus antecesores: su sistema operativo apenas ofrecía más que un entorno de programación en donde el usuario debía esforzarse aprendiendo a programar, llegando a leer incluso ¡libros en papel! para aprender, pasando tardes enteras tecleando un programa en memoria y disfrutar tras horas de trabajo. Eran desde luego, otros tiempos.

      Obviamente, el futuro de la informática doméstica no podía pasar por aquí ¿verdad?. Aunque estos equipos mejoraron y surgieron publicaciones y comunidades de usuarios que compartían programas, la multiplicidad de sistemas y su incompatibilidad complicaba las cosas. Hacía falta algo más.

      El PC clónico.

      Debido a algunos errores de diseño, Apple perdió la carrera por el mercado corporativo en favor de IBM, la cual comercializó un computador de bajo coste a los que se les dotó del sistema operativo —en realidad, poco más de un mero gestor de disco— PC-DOS de Microsoft. Debido a su buen resultado en términos prácticos, otros fabricantes quisieron hacerle la competencia logrando mediante ingeniería inversa «clonar» la BIOS de un equipo de IBM. De esta forma podía comercializarse PC's bajo marcas distintas de IBM.

      PC Clónico «del montón»
      Foto: revista PC Actual
      Gracias a que Microsoft —no se sabe si en un alarde de ingenio estratégico de Bill Gates o por pura chiripa— tenía la concesión de poder comercializar su sistema de disco —MS-DOS— prescindiendo de IBM, miles y miles de clones de su PC, con el alma de Microsoft, cubrieron la superficie del planeta.

      sábado, 12 de enero de 2013

      Los nacionalismos

      sábado, 12 de enero de 2013

       

      (hace aprox. 150 años)

      waving_flagLas monarquías llegaron al poder al lograr en su momento demostrar sobre el campo de batalla, que poseían mayor dominio estratégico militar y logístico que sus competidores. Posteriormente, ya sin competencia, se mantuvieron en el poder por monopolizar la acción coactiva de los estados monárquicos o imperiales. Esta perdida de legitimidad cada vez en mayor aumento, originó las revoluciones sociales de los siglos. XVIII~XIX y   principios del S. XX, que acabaron con la mayoría de ellas, o las forzaron a adaptarse a la nueva situación.
       
      Con la creación del concepto de nación-estado(1)(4) basado en un sistema legal de derechos en lugar del autoritario por descendencia de las monarquías(2), se abría la posibilidad de la discrepancia. Aprovechando esta perdida de poder(5), viejas reivindicaciones de causas perdidas fueron sacadas a relucir por determinados grupos de interés. De esta forma, la Historia tal y como había llegado a nuestros días ya no era válida, y comenzó a reinterpretarse para poder justificar la apertura de antiguas heridas.
       
      Los nacionalismos en general, utilizan de forma caricaturesca e incongruente la simbología y señas de las naciones primitivas medievales, al reivindicar con ellas la creación de Estados políticos modernos, sin pasar por el proceso social y político correspondiente. O peor aún, obviando e ignorando el proceso político por el cual ya se pasó, pero con distinto resultado. Estos, así como otros nacionalismos que aprovechan un resultado histórico más favorable al tener un Estado que sea compatible con sus pretensiones, pretenden legitimarse en ellos sin pasar por los filtros sociales adecuados, excluyendo a las opiniones criticas.
       
      Principalmente, el periodo de La Reconquista es explicado de forma que se atribuye al fruto de aquel convulso periodo histórico, una especie de «destino preestablecido». Los sentimientos nacionalistas actuales son el resultado de desear otorgar a toda aquella lotería de la Historia, un significado especial y predeterminado. En algunos casos se llegan a auto-considerar como «el pueblo elegido». Igualmente, la guerra civil que supuso la disputa por la sucesión del Jefe de Estado (Guerra de sucesión Española), es entendida como un enfrentamiento entre Estados independientes(3). Las diferencias podrían haber tenido como resultado una secesión, pero no era esa la pretensión inicial. Finalmente, para bien o para mal, el resultado fue el que conocemos.
       
      Naturalmente, de la misma forma que se crearon las actuales fronteras debido a un proceso histórico más o menos arbitrario, podrían proponerse otras igualmente válidas. Pero para ser admisible una modificación política (y no cabe duda de que es necesaria alguna), la propuesta debería mejorar el actual sistema que critican. Nada de eso se vislumbra, más bien al contrario, se aferran a cargos cuya legitimidad bebe de los mismos preceptos que manifiestan aborrecer.
       
      La autoridades políticas pretendientes de las jefaturas de los Estados propuestos, utilizan de forma conscientemente anacrónica mecanismos similares a los de las antiguas tribus, en cuanto a basar su legitimidad en el temor a peligros fuera del ámbito cultural de la «nación». La diferencia es que en el entorno completamente domesticado actual, aquellos ancestrales peligros ya no existen, debiéndose de inventar otros adecuadamente.
       

      Famoso vídeo obtenido de un programa de la TV3, en la que la política Pilar Rahola se enfrenta a las incongruencias y reducción al absurdo de sus razonamientos nacionalistas, personificadas en un modesto e inteligente ciudadano del Valle de Arán. (fuente: You Tube)

       
      De esta forma, las lenguas son utilizadas como punto de apoyo sobre el que sustentar las diferencias imaginarias necesarias respecto al entorno, por autoridades que para beneficio propio particular, logran su posición gracias al mismo sistema que critican y que repudian, cuyos antepasados paradójicamente, colaboraron en crear.
       
      El pueblo, confundido por un mensaje envuelto de modernidad, pero con un trasfondo tan antiguo como el Ser Humano, sucumbe y forma bloques culturales homogéneos excluyentes, regulados y estandarizados bajo criterios e intereses exclusivamente políticos. En este escenario, el rechazo, la división, el victimismo y el enfrentamiento, son la norma.
       
      Se pervierte de esta manera, la capacidad comunicativa del ser Humano para poder formar lazos de hermandad, de cooperación, de colaboración, que permitan incluso la competitividad bajo reglas establecidas colectivamente. El nacionalismo es otra forma por la que los políticos evitan que la sociedad se organice igual y libremente. Es otra forma de lograr hacernos creer que les necesitamos.
       
      Continuará en Ensalada de lenguas (VI): El futuro lingüístico
      (ir al capítulo anterior)                                                                                                                         volver al índice
       
      (1) El primer estado-nación surgió del Tratado de Westfalia (según fuentes) hace más de tres siglos, pero la evolución de los mismos hacía el concepto actual no comenzaría hasta después de la revolución francesa, entrado ya el S. XIX (fuente propia)
      (2) Feudales inicialmente, y aristocráticas en su evolución posterior.
      (3) Aunque podría hablarse de dos Estados diferenciados (Coronas de Castilla y Aragón), estaban unidos políticamente en un régimen de tipo federal. Una de las soluciones en caso de no llegar a acuerdo podría haber sido una separación en dos estados independientes, pero no se partía de esa situación ni era esa la pretensión inicial de los disconformes.
      (4) En el caso español, la creación del concepto estado político moderno de la actualidad se originó tras la Guerra de la Independencia Española contra la Francia de Napoleón, de forma coetánea al resto de naciones-estado europeas.
      (5) La perdida de poder y legitimidad de las autoridades políticas españolas frente al inicio de los nacionalismos llamados «periféricos», se puede establecer tras la Guerra hispano-estadounidense en el 1898, con derrota española y el surgir de la llamada «Generación del 98» de escritores.

      miércoles, 26 de diciembre de 2012

      Auge y caída del Imperio

      miércoles, 26 de diciembre de 2012

      Los siglos de oro (hace aprox. 500 años)

      Prtada de Tirante el Blanco 1511Como es bien sabido, el matrimonio de los Reyes Católicos significó la unión política de los principales reinos de la península. Con la Conquista de Granada llevada a  cabo por estos monarcas, finalizó la presencia musulmana en la misma (hecho que es escogido por la historiografía nacional-católica como una de sus principales señas de identidad nacionalista)

      No obstante, esta unidad política tenía ciertos matices, ya que las Coronas de Castilla y Aragón mantenían de forma independiente sus propias estructuras, leyes y normas internas. El latín se había relegado al ámbito religioso, y se habían comenzado a utilizar las «lenguas vulgares» para textos legales. Naturalmente, en un mundo en el que para ir al pueblo de al lado se tardaba un día entero, la evolución de estas transcurrió de forma bastante independiente al dejar de existir una referencia legal homogénea que sirviera de base, tal y cómo había sido el latín.

      A grandes rasgos se puede decir que las diferencias lingüísticas fueron acentuándose con el paso del tiempo, hasta que llegó un momento en el que no pudo evitarse señalar las diferentes variantes lingüísticas de la península en función de su origen. Cervantes y otros autores mencionan las lenguas habladas en Portugal, Valencia, Cataluña, Castilla, Galicia, etc., además del vasco, que permanecía aislado durante todos estos siglos.

      Un factor importante desde el punto de vista lingüístico, es que la estabilidad política conseguida tras varios siglos desde la caída de Roma, proporcionaron el desarrollo cultural y literario necesario que marcaría el inicio de la definición de los idiomas tal y como hoy los conocemos. El surgir de una literatura importante, el desarrollo de la imprenta, y la mejora de las comunicaciones (logísticamente hablando), haría que las lenguas que lograsen dicho estatus se expandieran y lograran reconocimiento fuera de las fronteras de la «nación» de origen. Este es el caso del Siglo de Oro Valenciano, cuya literatura ha sido utilizada artificialmente siglos después por el nacionalismo catalán, como base para definir su estándar lingüístico. El descubrimiento de América y la expansión del castellano (la variante del latín con la que se denominaba la lengua de la Corona de Castilla) propició el conocido Siglo de Oro Español, que estableció las bases de la literatura moderna(1).

      La unidad de La Corona (hace aprox. 300 años)

      Xàtiva. Almodí. Felip V i cadira (puesto del revés)
      Con Carlos I (y V de Alemania), el Imperio Español disfrutó de la mayor gloria que cualquier otro imperio en la Historia haya conocido. Todo parecía ir relativamente bien(2) hasta que surgió el problema de la sucesión de Carlos II. Al no dejar descendencia, las diferencias entre los posibles aspirantes al trono y sus seguidores (y no ocurrírseles otra forma de dilucidar el problema) acabaron en una guerra civil en la que participaron en apoyo de los diferentes bandos, varios países del entorno europeo.

      Antes de continuar, es necesario un pequeño paréntesis y volver a La Reconquista: los conflictos dinásticos o sucesorios que se sucedieron en la península en este periodo fueron en su mayoría de tipo diplomático, que acababan normalmente en forma de matrimonio(3). Además, los enfrentamientos militares entre señores feudales se llevaban a cabo con la participación de mercenarios a su servicio. El resultado en ambos casos consistía en la anexión o unificación política del territorio. En definitiva, se puede decir que por regla general, en la Reconquista los conflictos entre la nobleza no perjudicaban a la población, ya que el vencedor resultaba fortalecido y la estabilidad política mejorada, resultando beneficioso para sus intereses.

      Sin embargo, en la Guerra de Sucesión Española se dieron varios factores que la diferenciarían de los anteriores enfrentamientos, y que es necesario analizar para comprender sus implicaciones posteriores:

      Los motivos de la disputa fueron que la dinastía Borbón, originaria de Francia, pretendía de forma similar a aquel reino, unificar políticamente las dos coronas de Castilla y Aragón que mantenían sus diferencias internas, adoptando ambas el modelo de la Corona de Castilla. La estructura de la Corona de Aragón era de tipo federal (favorable al Archiduque Carlos de Austria), al contrario que la de Castilla que era centralista(4). Esto significaba que con la dinastía Borbón, las «naciones» inscritas en la Corona de Aragón perderían sus «fueros». Dicho de otra forma, perderían soberanía o autonomía.

      Una de las consecuencia de esta situación es que el pueblo tomó parte o sufrió las consecuencias de este conflicto, de una forma más acentuada que en ocasiones anteriores. El bando perdedor lo hizo en algo más de una guerra. Sus leyes y su autogobierno, fruto del desarrollo histórico de siglos, se perdieron en un conflicto armado en la que los vencedores no poseyeron la legitimidad necesaria, tal y como debía ser percibida por los afectados. Por añadidura, algunas poblaciones sufrieron el castigo abusivo de Felipe V, al someter bajo pasto de las llamas a poblaciones enteras, como el caso de Játiva, solo por al apoyar al bando contrario.

      Otra de las consecuencias de esta falta de legitimidad, es que al contrario que en la Reconquista, el pueblo no adoptó la lengua del poder político y continuó domésticamente (de forma similar al mozárabe) con sus lenguas locales propias. En definitiva, aunque la situación legal de un habitante de los territorios que apoyaron al bando perdedor no difería de la de cualquiera de otra parte, la perdida de capacidad para la autogestión era una falta que sólo podía comprender quien la había disfrutado.

      Precisamente, en un intento por emular situaciones anteriores en la que el poder político marcaba las pautas lingüísticas, una de las nuevas normas que estableció el nuevo dirigente fue la unificación y oficialización idiomática. El problema es que lo que en aquel momento parecía una buena idea al elegir al castellano como base para la lengua oficial, posteriormente se ha convertido en una fuente continua de problemas. El español, nombre como internacionalmente se denominaba al castellano gracias a su expansión por el continente americano, reconocido y hablado en otras cortes europeas como símbolo de distinción, nunca fue aceptado completamente como lengua propia en los territorios que habían apoyado al bando perdedor, por los motivos mencionados. La creación de la R.A.E. y su intento de hacer de la Lengua Española una lengua franca para todas las regiones de España; así como del resto de países de habla hispana a través de sus respectivas academias; no ha llegado a convencer al suficiente número de gente.

      La posibilidad de participar en los beneficios de la colonización de América, hasta ese momento no permitida para los habitantes de la Corona de Aragón, hizo que las oligarquías locales aceptaran la derrota y calmaran los ánimos de la población bajo su influencia, en los siglos venideros. La posterior perdida definitiva de las colonias a finales del S. XIX provocó que determinados intereses políticos de estas oligarquías removieran estos antiguos sucesos, con otras motivaciones e interpretaciones diferentes, de aquellos hechos históricos.

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      (1) El galaico-portugués, nombre con el que se denomina en la actualidad a la variante del latín que en su día se hablaba en lo que hoy en día es Galicia y Portugal, tuvo también su momento de esplendor gracias a Alfonso X «El Sabio», que además de impulsar la lengua castellana lo hizo también con lo que posteriormente se convertiría en dos lenguas diferenciadas debido a la desunión política, aunque algunos filólogos continúan considerando su unidad lingüística.

      (2) Carlos I se tuvo que enfrentar a dos rebeliones en Cataluña y Portugal, debido a discrepancias relativas a continuar sufragando sus campañas militares, gasto que cada vez era mayor y que a la postre dificultó el desarrollo interno español, al no destinar dichos recursos económicos a otro tipo de inversiones más productivas.

      (3) La mayoría de anexiones territoriales lo fueron por acuerdos matrimoniales que contaban con el visto bueno papal, imposibles de ocurrir con el entorno musulmán por motivos obvios. Debido a esto, la reconquista es entendida más como un conflicto religioso que por pretensiones territoriales, aunque finalmente la tendencia natural a expandirse y la dificultad para establecer otro tipo de negociaciones, provocasen que finalmente fuera la lucha armada la que decidiese la situación

      (4) En este sentido, este conflicto guarda un gran paralelismo con la Guerra Civil Norteamericana, excepto que en el caso norteamericano si que hubo pretensión de secesión (separación), situación que estaba contemplada en el acuerdo de confederación

      jueves, 20 de diciembre de 2012

      De aquellos polvos, vienen estos lodos

      jueves, 20 de diciembre de 2012

      Llegan los bárbaros (hace más de 1500 años)


      Fíbula aquiliforme (M.A.N. Madrid) 01La Europa con la que las tribus centro-europeas se encontraron tras la caída de Roma, poseía unas características únicas respecto a otros periodos históricos y zonas geográficas. Es importante por tanto, prestar atención a la situación político-cultural de aquel momento:
      1. Desaparición del Estado Romano. Queda mucho tiempo para llegar a las fronteras políticas actuales. Europa es un continuo organizado en señoríos feudales de tipo militar.
      2. Existencia del latín como lengua «formal» (documentos religiosos y/o legales)
      3. Existencia de incipientes variantes del latín o latín vulgar, como lenguas locales a consecuencia del contacto con las tribus bárbaras, sin identificaciones claras respecto al territorio ni denominaciones específicas de las mismas, debido al continuo cambio de las fronteras por temas de uniones y separaciones dinásticas tribales (feudales).
      4. Inteligibilidad notables entre estas lenguas gracias a su cercano parentesco con el aún vigente latín.
      5. Ausencia de regulación en materia lingüística debido a la inexistencia de un poder político estable.
      6. Existencia de una misma y primera religión monoteísta en la Historia, con un residuo del antiguo poder político romano centrado en El Vaticano, y el Papa como un equivalente del César (cesaropapismo).


      Hablando en cristiano (hace 1200 años)

      Mosque of Cordoba SpainEn estas condiciones, apareció un nuevo personaje en escena: el Islam. A grandes rasgos, los musulmanes tenían muchas similitudes con la Roma cristiana. Salvo la obvia diferencia de tener otro mesías, el Imperio Musulmán aunó a diferentes pueblos y los comunicó entre ellos gracias al árabe, lengua en la que está escrito el Corán y gracias a la cuál se pueden comunicar todos los musulmanes, incluso hoy en día.

      Llegaron a establecerse en prácticamente toda la península Ibérica, a excepción del norte montañoso de la misma. A tenor de los escasos pero evidentes registros documentales, el pueblo nativo no llegó a adoptar el árabe en su totalidad más que como lengua legal, continuando domésticamente («en la intimidad») con las lenguas derivadas del latín, aunque con una gran influencia del árabe. A este fenómeno se le conoce como «lengua mozárabe», que se da con mayor acuse en las zonas en donde más tiempo duró el establecimiento musulmán. En concreto, Andalucía y la zona sur del Levante.

      Probablemente por este motivo la expresión «hablar en cristiano»(1) que ha llegado hasta nuestros días, parece recordar la gran similitud e inteligibilidad entre las variantes del latín que se formaban en Europa, y su diferenciación con la cultura distinta que se estableció en el sur del continente, con la que no llegó a fusionarse. Todavía en este periodo histórico no había surgido la necesidad de denominar a la lengua propia, más que como una diferenciación muy gruesa de otra  distinta coetánea.

      Esta diferenciación podría interpretarse como una falta de adaptación a la cultura musulmana, tal vez por resultar demasiado ajena a la europea, a pesar de los ocho siglos que los musulmanes ejercieron su influencia.

      La Reconquista: de aquellos polvos, vienen estos lodos (hace más de 500 años)

      Guerreros cristianos y musulmanesPor unos motivos u otros, los descendientes de los antiguos pueblos con cultura greco-romana-cristiana anteriores al establecimiento musulmán, continuaron organizados y de forma gradual, fueron recuperando terrenos que antaño les habían pertenecido. A este periodo se le conoce internacionalmente como La Reconquista.

      Transcurridos varios siglos de vacío político, el latín en Europa a duras penas subsistía más que como lengua estrictamente «legal», ámbito en el que la Iglesia influía notablemente, por lo que en ocasiones se confundía con lo religioso
       
      Mientras tanto el pueblo, poco a poco, lo había ido adaptando a sus circunstancias y necesidades locales, sin ningún orden ni criterio . Fueron las entidades políticas que se fueron estableciendo las que, de forma similar a Roma, establecieron con el tiempo sus criterios lingüísticos oficiales (Alfonso X, 1252-1284), aunque no en todas partes se siguió el mismo modelo regulador.


      La principal necesidad de los habitantes europeos se puede decir que consistía simplemente en poder vivir bajo cierto nivel de seguridad y comodidad. Por este motivo las poblaciones se reunían en las inmediaciones de las fortificaciones de los señores feudales.

      La importancia pues del lugar de nacimiento, era determinante para la persona ya que marcaba completamente su futuro (de forma mucho más acentuada que en el mundo globalizado actual). En este marco se encuadran algunas teorías del concepto original de nación, que consistiría en la necesidad de la existencia de un entorno favorable al desarrollo social y cultural  de la persona desde su nacimiento, en clara analogía a la dependencia de la tribu.

      Quien fuera el monarca y cualesquiera que fueran los símbolos que utilizase, era lo de menos mientras lograra dicho objetivo. De forma muy similar a lo que Roma consiguió otorgando la ciudadanía a los habitantes de aquellos pueblos cuyos dirigentes, no ofrecieran resistencia. Sin embargo, la dependencia y adoración hacía los símbolos tribales se comenzaría a dar en la medida se relacionase con la protección de la tribu o «nación» (en su sentido primitivo), llegando con el tiempo a convertirse en algo cercano a lo místico. La lengua tuvo que ser parte de este fenómeno, siendo las lenguas de los monarcas las variantes del latín que debido a su mayor prestigio, predominaran.

      Mientras tanto, durante todo este periodo y antes de la expulsión de judíos y moriscos, en la península convivieron, se mezclaron y surgieron, nuevas variantes del latín con influencias del vasco, el árabe y las lenguas germánicas. Todo en una continua transformación e influencia mutua.

      Con arreglo a estas premisas, se fueron configurando desigualmente «naciones» en forma de monarquías feudales. Estas, debido a su sistema rígido de formación y sucesión, además de todo tipo de enfrentamientos y disputas entre miembros de la nobleza, evolucionaron al capricho de los designios fortuitos del destino.


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      martes, 18 de diciembre de 2012

      Naciones hijas de Roma

      martes, 18 de diciembre de 2012

      Roma (hace 2000 años)

      castilla-y-leon-el-acueducto-de-segovia-l4[1]Fueron necesarios unos tres siglos para que Hispania fuera enteramente Romana. Durante este tiempo algunos pueblos se resistieron con energía, sin embargo, muchos otros encontraron que les resultaba más conveniente realizar ciertos pactos y aliarse con Roma.
      Esta situación podría explicarse gracias a dos factores principales: 1) Por un lado, el enorme poderío militar romano que provocaba que cualquier pueblo se lo pensase dos veces antes de enfrentarse a su poderosa máquina bélica. 2) y por otro, Roma había absorbido de la cultura clásica griega el concepto político de ciudadanía. Los pueblos vencidos en combate pasaban a formar parte del mercado de esclavos en la que Roma basaba gran parte de su sistema económico, pero los que adoptaban la cultura romana y se integraban en el imperio, pasaban a ser nuevos ciudadanos romanos de pleno derecho.
      Con esta táctica de otorgar la ciudadanía romana a aquellas poblaciones que aceptaran integrarse en Roma, lograron que paulatinamente toda Hispania se convirtiera en una provincia más. Debido a esto, sus ciudadanos fueron adoptando el latín como lengua y las antiguas tribus fueron romanizadas, asimilando parte de su cultura al mismo tiempo (como ocurrió con Grecia).
      Se puede observar que a pesar de poseer suficiente capacidad para barrer militarmente a un pueblo (como así hicieron en algunos casos), la oferta de integrarse en igualdad con el resto de romanos se podía considerar de una enorme generosidad. Puede intuirse con esta circunstancia que el grado de voluntariedad en la aceptación de un mayor poderío militar y cultural, y la identificación con el nuevo poder político además de la percepción de legitimidad que ofrezca este, influye notablemente en la absorción de la cultura invasora y en el grado de preservación de la nativa.

      Naturalmente, hay una excepción. No toda la península fue asimilada y romanizada. Lo que actualmente recibe el nombre de País Vasco, se mantuvo aislado de los acontecimientos que en los siglos posteriores iban a sucederse.
      No obstante, esta circunstancia no ha sido explicada con el suficiente detalle, por no hablar de cierto tabú. Los nacionalismos que surgirían a finales del S. XIX y principios del S. XX, tan vigentes hoy en día en pleno S. XXI, se caracterizaron por reinterpretar todos esos siglos para amoldarlos a sus propios intereses (falacia del historiador)
      Los vascones originales, fueron uno de los primeros pueblos en evitar el enfrentamiento con Roma, constituyéndose como aliados suyos y abrazando con profusión la cultura romana. Hay que aclarar que este pueblo no ocupaba el territorio que actualmente corresponde al País Vasco, sino el de Navarra y parte de Aragón. Fue siglos después, cuando parte de aquellos vascos originales se retiraron por motivos desconocidos (falta de adaptación, renegados, necesitados de la protección imaginaria de la tribu, etc.) hacia el territorio montañoso que hoy se le conoce por tal nombre, en donde pudieron aislarse de la cultura greco-romana, que a la postre estaba llamada a moldear el mundo.

      Las naciones (hace 1000 años)

      58616_157402630939543_100000094205543_526907_1932136_n[1]Es difícil conocer qué sentirían los antiguos europeos tras los siglos que sucedieron a la caída de Roma. Se puede afirmar que el ser humano seguía siendo el mismo que aquellos antiguos cazadores-recolectores, los cuales día a día se forjaban un futuro que para ellos no tenía mayor horizonte que el próximo amanecer. Se puede suponer por tanto que desde lo más profundo del ser humano, retornaba de nuevo aquel mismo sentimiento de desprotección que movió a las sociedades primitivas a organizarse alrededor de tótems.

      Sin embargo, salvo el reducto Papal, con Roma tan sólo existente en la memoria  y con una Europa perdida y dejada al capricho de bandidos, piratas y señores feudales ansiosos de poder y gloria, se tuvo que partir de una situación muy distinta con la que Roma se encontró en su momento.

      Las tribus bárbaras del norte, que hasta ese momento habían mirado con asombro la magnificencia de Roma, ahora podían entrar en los territorios que antaño la formaban sin relativa oposición. Los habitantes europeos, de cultura greco-romana todavía (con el latín como lengua y de religión monoteísta), recibieron a estas tribus fusionándose con ellas y creando un nuevo concepto de organización social que marcaría la evolución política del mundo hasta nuestros días: la nación.

      Continua en Ensalada de lenguas (III): llegan los barbaros
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      sábado, 15 de diciembre de 2012

      Ensalada de lenguas

      sábado, 15 de diciembre de 2012
      ¿Qué ocurre con los idiomas en la península Ibérica? ¿qué significa hablar catalán «en la intimidad»? ¿hablan portugués los gallegos, o hablan gallego los portugueses? ¿que pasa con el catalán y el valenciano que hasta hay peculiares sentencias judiciales? ¿se habla castellano o español? ¿es el andaluz un idioma?

      Para comprender el origen de todas estas cuestiones es necesario armarse de una buena objetividad, y desprenderse de todos aquellos tópicos y tendenciosas comprensiones de la Historia, modificada y manipulada la mayor parte de las veces por intereses muy alejados de la precisión académica. Hasta la misma tradición universitaria ha acabado condicionada por intereses políticos, sucumbiendo al partidismo general, prácticamente omnipresente en la sociedad.

      Es importante establecer un punto de partida adecuado, sorteando aquello de «¿qué fue primero, el huevo o la gallina?». Por tanto, se entiende que hay que volver atrás en el tiempo, al punto mismo en el que no existían ni naciones, ni lenguas.

      Índice

      1. Los primeros balbuceos
      2. El nombre de las lenguas
      3. La lengua franca
      4. Roma
      5. Las naciones
      6. Llegan los barbaros
      7. Hablando en cristiano
      8. La Reconquista: de aquellos polvos, vienen estos lodos
      9. Los siglos de oro
      10. La unidad de La Corona
      11. Los nacionalismos
      12. El futuro lingüístico

      Los primeros balbuceos(hace más de 100.000 años)

      Independientemente de cuál fue el momento y lugar preciso en el que la especie humana comenzó a emitir sus primeras palabras, nos basta ahora mismo con ser conscientes de que con estas, los seres humanos primitivos fueron capaces de expresar ideas abstractas, más allá de las meras necesidades animales. Parece suficiente con suponer que en aquellos momentos, cada tribu utilizó los sonidos que mejor les parecieron con los que representar e identificar a sus temores, sus necesidades, y sus virtudes.

      El nombre de las lenguas

      Aunque puede parecerlo, determinar el  momento a partir del cuál estos grupos comenzaron a ponerle un nombre a su propio lenguaje no es tan evidente.  Es decir, mientras que la tribu identificaba mediante símbolos (escritos o sonoros) lo que le era de necesidad o utilidad según sus creencias (utensilios, peligros, dioses, etc.), la perentoriedad o urgencia de hacerlo con el propio idioma se intuye que debía ocupar un segundo plano.

      Se puede asumir perfectamente que las tribus de la antigüedad se identificaban con su habla, en el momento encontraron otras tribus que utilizaban un código o idioma distinto. Parece muy probable por tanto, que el habla de un grupo reconocible como tal no recibiera más nombre que «la lengua de» el grupo o tribu en cuestión (independientemente de las variantes que dentro de esta lengua existieran).

      Por ejemplo, la «lengua ibera» recibe tal nombre al ser la que utilizaba dicha tribu. Pero este es el nombre que el resto de culturas e historiadores le han puesto, asociando cada tribu con una lengua. Además de la confusión que esto puede llevar, tampoco se está seguro de cuál era el nombre que el propio grupo le daba. La necesidad de denominar a una lengua apenas era necesario más que para diferenciarla del resto, ya que la lengua propia era la habitual y no necesitaba de mayor seña.

      En la medida las lenguas poseen un elevado carácter simbólico como elemento de identificación tribal, provoca que las diferencias lingüísticas hayan sido la causa de enfrentamientos sociales en diversos momentos de la Historia. El contacto con otros grupos y el uso de distinto bagaje cultural, hacía tambalear la propia esencia de la tribu, símbolo máximo de seguridad y protección real que conocían. En este miedo atávico reside con toda probabilidad el origen de la xenofobia. Es necesario aún hoy en día, un fuerte componente racional para no verse sometido a su influencia.

      Sin embargo, según este razonamiento no es la lengua en sí misma lo que importaba, sino su identificación con la tribu y su relación con la protección que se supone ofrecía el seno de la misma, como una extensión del útero materno. Si llegado el caso este temor al alejamiento de la tribu «de nacimiento» se superaba, la lengua no era más que una herramienta para la comunicación y con ello, un beneficio de los interlocutores.

      La lengua franca (hace 2300 años)

      Guerrero de Moixent. Mejor ejemplo arqueológico de guerrero íberoEn virtud de que la mayoría de los estudios apuntan a que los Iberos eran un conjunto de varias castas y grupos culturales no necesariamente homogéneos, y de los diferentes tipos de escrituras hallados relacionadas con el íbero, hay teorías que sugieren que la lengua ibera era lo que se denomina una «lengua franca», es decir, una lengua que es usada por varios pueblos o tribus con el ánimo de la mutua compresión y entendimiento. El cualquier caso, parece que en las lenguas de los pueblos que poblaban Iberia (incluyendo el vasco) se podían encontrar ciertas similitudes que sin llegar a emparentarlas, denotaban una intención de intercambio social.

      El surgimiento de este tipo de lenguas interculturales o inter-tribales, viene a demostrar cómo la convivencia entre pueblos hace que tiendan a converger hacia signos culturales comunes que conviven en paralelo con los antiguos. Estos pueden llegar a ser sustituidos o no, según se desarrolle el transcurso de los siglos. Si la convivencia es pacífica y no hay otros intereses, lo natural en el ser Humano es establecer lazos culturales y de comunicación con otras tribus, etnias o grupos, simplemente si representa un beneficio muto. El miedo atávico de «separarse de la tribu» al hablar otra lengua, aunque sigue existiendo, se diluye y se transforma, al sentir la protección de algo mayor que ella misma.

      No me imagino a nadie en la antigüedad diciendo cosas como «derecho a vivir en íbero», «en suevo», o cualquier cosa equivalente a la época. Sólo la enemistad por disputas por algún recurso (agua, bosques, etc.), o por intereses de los dirigentes políticos (que tanto en aquella época como tristemente aún ahora, lo son porque saben manejar y manipular a los miembros de su tribu) podría tener como consecuencia la prohibición o el rechazo a establecer algún lazo cultural con otra tribu.

      Un hecho que alteró esta convivencia para bien o para mal, y que a la postre constituyó un hito fundamental en la Historia de la Humanidad, fue la llegada de los Romanos, la creación del Estado como un concepto capaz de superar definitivamente al de tribu, y la implantación de una lengua oficial como una lengua franca, que permitía la comunicación entre los pueblos que formaban la República y a posteriori, el vasto Imperio Romano: el latín.