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miércoles, 6 de marzo de 2019

Tiempos pasados

miércoles, 6 de marzo de 2019

¿Se vivía mejor antes? Hay un dicho popular que parece expresar la nostalgia que algunas personas tienen de su niñez, de tiempos en los que sencillamente eran más jóvenes y disfrutaban la vida de otra manera. Tiempos en los que sienten que se vivía más intensamente, en los que las justificaciones eran más comprensibles. Sin embargo, los avances posteriores en tecnología, en medicina y otros ámbitos, se comienzan a disfrutar y nadie desea renunciar a ellos.
En el siglo XIX había más tiempo para hablar, para pasear, para las relaciones humanas. [..] uno echa de menos lo bueno que se va perdiendo.
En algún lugar de nuestro interior sentimos que se podría haber hecho mejor. Notamos que se han sacrificado algunas cosas que han sido sustituidas por otras, puede que mejores, puede que más prácticas, pero ¿en qué aspectos? ¿para quién? ¿quién las disfruta? ¿quién lo ha decidido? ¿a quién beneficia? Algunas de ellas puede que no hiciera ninguna falta ser cambiadas. El mundo actual es el resultado de un fluir de acontecimientos que se suceden, unos tras otros como las piezas de dominó que van cayendo de manera inexorable, rendidos ante las leyes de la realidad que se nos aboca. O más bien como esa mariposa que aletea sus alas y produce una cascada de acontecimientos imprevisibles en otra parte del planeta. Aunque siempre hay quien que bate sus alas más rápido o que las tiene más grandes, claro.

Progresa adecuadamente

El progreso entendido como un cambio debido al devenir de los acontecimientos, es inevitable. Aunque normalmente se le otorgan connotaciones positivas, realmente no lleva implícito hacia donde se dirige. Es decir, las cosas simplemente cambian hacia algún lado obligadas por las leyes de la física y la termodinámica. Si nadie hace nada, todo acaba desordenado, sucio o descompuesto, tarde o temprano. El único límite a este proceso sería nuestra firme voluntad de mantener todo en orden. Otra forma de verlo es si se compara con una bola de nieve que aumenta su tamaño a medida que cae por la pendiente. Es más grande, gira más rápido, pero ¿es mejor? El final de la bola de nieve va a ser siempre el mismo, o peor cuanto más grande se haga.
«la edad dorada de nuestro periplo evolutivo coincide con la aparición del hombre de Cromagnon, que somos nosotros, pero en estado de cazadores salvajes y libres [..] vivían en total armonía con la naturaleza, como cualquier otra especie animal. Pero lo más fascinante de ellos es que no eran animales, sino seres humanos con una mente prodigiosa [..] hacer poesías maravillosas, contar cuentos bellísimos y componer músicas y canciones llenas de ritmo y sentimientos. El hombre de Cromagnon protagonizó una explosión de arte y creatividad que ha quedado plasmada, por ejemplo, en la cueva de Altamira. En una ocasión, Picasso dijo que el trabajo artístico de Altamira jamás ha sido superado. Yo comparto su opinión. Los cromañones, en definitiva, me apasionan porque habitaron el lugar que biológicamente nos corresponde y, al mismo tiempo, fueron capaces de producir mundos de ficción»
Juan Luis Arsuaga
El progreso es el cambio inevitable que el tiempo produce sobre las cosas. Nos hacemos viejos de manera inevitable, pero lo importante no es este «progreso», sino lo que aprendemos en el tiempo en el que nos ocurre. Hacerse sabio, aspecto que tristemente cada vez coincide menos con el de vejez. En la antigüedad eran los ancianos los que con su experiencia acumulada servían esa imprescindible ayuda que en algún momento todos necesitamos. Hoy en día el «progreso» nos ha traído a Google, una herramienta de incalculable valor para ciertas tareas, pero no tanto como para adquirir sabiduría si no se usa como debe, algo que sólo una persona cuya experiencia la ha adquirido fuera de este recurso, la posee.

¿Qué ocurre pues con los avances? ¿Qué se aprende de ellos? Al parecer poco. Por ejemplo, en occidente siguen vigentes ciertos vicios que desde tiempos de Roma continúan. A pesar de que todo el mundo conoce cómo acabo el antiguo Imperio Romano, nadie desea recordar otra cosa que no sean sus tiempos de esplendor ignorando lo que les llevó a su caída y a sumir a Europa en siglos de oscuridad. Hoy en día los pocos países «productores» —en el sentido de tener una industria innovadora y a la vanguardia— son en su mayoría precisamente los alejados de la cultura del antiguo imperio del Mediterráneo: EEUU en América y Alemania en Europa, por ejemplo. Sin embargo, aunque estos países son actualmente poderosos en términos económicos o militares, no lo son en cuando a desarrollo humano. Tampoco los países del Mediterráneo, en este punto serían los países nórdicos los líderes.

Es decir, el progreso tecnológico no tiene por qué coincidir en un primer momento con un desarrollo social, menos todavía en cuanto a ética o lo que quiera pueda definirse como «valores humanos». El poder, independientemente de cómo sea logrado este, va a llevar a las personas a un estado para el cual se carece de mecanismos naturales de autocontrol, por lo que la probabilidad de que dicho poder sea usado para aumentar su dominio pasando por encima del mismo derecho del resto, es elevada. El resultado es que los avances tecnológicos generan un desarrollo descontrolado que no es asimilado por la sociedad de una manera adecuada a nuestra condición humana. De hecho, el Siglo XX es simultáneamente la época que mayores avances nos han brindado y la de mayor prosperidad que ha conocido nuestra especie, junto con las más sangrientas guerras en las que han sido aniquiladas la mayor cantidad de población civil inocente de la Historia.

¿Realmente estamos aprendiendo algo? ¿Para esto es lo que sirven los avances? Unas mejoras en medicina cuyos logros prolongando la vida desembocan en que la gente la desperdicie con problemas de obesidad y lo que ello conlleva: diabetes y cardiopatías. Unos avances en comunicaciones que logran volvernos antisociales, dogmáticos, paranoicos, sectarios, ignorantes y manipulables. Unas mejoras en el acceso a la información que sin embargo no evitan que la gente sea tan torpe y estúpida como para no distinguir una noticia falsa de otra real. Descubrimientos en el tratamiento del cáncer que ayudan a tratar los casos de esta enfermedad causados en una gran parte por consumo de tabaco, vida sedentaria, alimentación inadecuada y malos hábitos en general consecuencia en definitiva por el modo de vida «moderno». Con el agravante de que estos vicios son incentivados por un sistema consumista que los promueve hasta su máxima explotación. Adonde nos lleva toda esta situación en definitiva, es que los avances tecnológicos, científicos, médicos, etc, simplemente «parchean» los mismos problemas que el propio progreso provoca, disimulando los efectos que el aumento de la estupidez lleva consigo. Mientras tanto, los intentos por señalar los problemas son reducidos en un «a favor o en contra» simplista que obligan a posicionarse de manera rígida, dificultando una salida de la situación.
«Existe un culto a la ignorancia en los Estados Unidos, y siempre ha existido. El empuje del anti-intelectualismo ha sido un constante debate que serpentea a través de nuestra vida política y cultural, alimentada por la falsa noción de que la democracia significa que "mi ignorancia es tan buena como tu conocimiento"»
Gracias al método científico los progresos en este ámbito son acumulativos, es decir, que nunca se retrocede. Pero en el ámbito educativo, ético o moral, todas las referencias que hasta ahora servían de guía han dejado de tener efecto. La carencia de una brújula ética o de una regla moral básica provocan que la especie humana vaya dando tumbos abandonándose a cualquier vicio o adicción, sin que nadie sepa establecer límites sin ser tachado de «moralista» —e incluso fascista en ocasiones—. En España en concreto se ha llegado a un punto en el que mostrar una postura sólida y rigurosa en sus argumentos se confunde con el intento de «imponer» la misma. Un relativismo abrumador y desorientador característico de la mayoría de los políticos.
«el progreso ha llegado para quedarse, pero al mismo tiempo estamos viviendo una etapa de confusión, de miedos, de prejuicios, de estereotipos, de juicio rápido, de desinformación y de ignorancia»
Finalmente, la evidencia se muestra tan aplastante que no existe más remedio que comenzar a tomar soluciones a problemas ocasionados por llevar el progreso demasiado lejos, demasiado rápido, sin meditar, sin asimilar, movidos por el ansia de beneficio fácil, sin importar a qué o a quién perjudique. El ejemplo más claro y de actualidad comenzó con la dependencia de los combustibles fósiles, alargada de manera artificiosa por los intereses derivados de una economía basada en el consumo de petróleo. A nadie le importaba hacia donde llevaba esta situación a pesar del grave incremento de la polución en centros urbanos, ni a pesar del descubrimiento posterior de la aportación al efecto invernadero, ni tampoco por el apoyo a dictaduras de medio oriente por parte de gobiernos y corporaciones occidentales. Así mismo, tampoco se daba apenas un paso en investigar otros tipos de locomoción hasta que ha tenido que venir alguien como Elon Musk y desarrollar un vehículo eléctrico, no porque fuera rentable entonces —sólo lo ha logrado Tesla para modelos de alta gama— sino porque era necesario que alguien lo hiciese. No ha sido la ciencia la que ha traído la solución, sino la voluntad de algunos emprendedores.

Pero lo peor es que el actual desarrollo del automóvil eléctrico no puede presentarse como una solución a los problemas ocasionados por los combustibles fósiles, ya que a corto plazo no es posible dotar a un porcentaje significativo del parque automovilístico de estaciones de suministro, ni mucho menos de abastecer a estas de la energía necesaria para su utilización; salvo que de nuevo se recurra a centrales clásicas de carbón o gas, con lo que el problema se agravaría. La situación es de tal gravedad que se comienza a plantear el regreso a la energía nuclear como la única solución viable antes de que sea irreversible el daño. Mientras tanto asistimos al absurdo del anuncio de Alemania de dejar la energía nuclear en el 2022, a pesar de los problemas energéticos que supone para el país y ecológicos en general, al volver a los recursos clásicos contaminantes de gas o carbón, empujados por la presión de las movilizaciones que ignoran el problema de fondo. La escusa fue el desastre de Fukushima en Japón, un accidente climatológico que evidenció las obsoletas instalaciones, no el recurso energético en sí como problema. Por ello, en dicho país asiático no solo no renuncian a este, sino que aumentará la dependencia de las nucleares. Mientras tanto, todavía esperamos al mítico reactor de fusión que lleva décadas viniendo, pero no acaba de llegar.
«hasta que estuvo en la mano del hombre la posibilidad de destruir la vida entera del planeta, los argumentos anti-progresistas [..] carecían de fundamento serio y parecían no más que los usuales presagios agoreros que han acompañado siempre al progreso de la humanidad [..] Hasta hace poco, insistimos, la dimensión moral y artística del progreso podía, sí, ponerse en tela de juicio, puesto que en ese terreno los ciclos de esplendor y decadencia, de puritanismo e inmoralidad, parecen sucederse alternativamente, sin presentar una continuidad progresiva. En cambio, la índole acumulativa y progresiva del lado científico y técnico parecía indiscutible. Sin embargo, justo en el momento de su máximo progreso ocurre que esta cultura científica, aparentemente todopoderosa continúa siendo manejada por un ser humano moralmente frágil, sujeto a regresiones y anomalías afectivas que lo pueden poner en el trance de hacer un uso irracional de la fuerza aniquiladora que su «neocortex» es capaz de desatar. Ahora bien, si esto ocurre, se provocaría el colapso de toda la civilización y, con él, la regresión inexorable de los supervivientes a niveles mentales tan rudimentarios como los de los primitivos»
José Luis Pinillos, La Mente Humana (1969), pág. 42.
El inevitable y acumulativo progreso nos ha traido unos dispositivos móviles tanto más potentes como más fáciles de usar, pero la capacidad de las personas que los manejan es la misma de siempre. Aunque las técnicas de mercadotecnia nos intenten hacer creer que somos mejores por llevar tal o cual marca o modelo, la realidad es otra. A nadie parece importarle de dónde se obtienen los recursos para su fabricación, cómo se sostiene la infraestructura de comunicaciones necesaria o qué, quién y para qué se manejan sin nuestro conocimiento todos los datos que obtienen de nosotros. La humanidad se parece cada vez más a esa bola de nieve, más y más grande, que gira alocadamente cada vez más rápido.

martes, 20 de enero de 2015

Los dueños de la lengua

martes, 20 de enero de 2015

En todas partes hablan su propia lengua, se podría decir. Con sus propias expresiones y su propio vocabulario. Incluso con sus propios verbos, como en Argentina. Lo que evita que surjan lenguas por cada rincón es que sólo algunas de ellas van a tener una literatura importante y sólo algunas gozarán del suficiente impulso social o político para que así sea. Las lenguas se crean cuando alcanzan una entidad cultural y política diferenciada lo suficientemente importante para que esto ocurra.

Puede suceder de forma natural como ocurrió en la península ibérica en los siglos X al XV aproximadamente, o de forma artificial reinterpretando la historia como hacen los nacionalismos desde el Siglo XIX. En España existe cierta polémica respecto a los orígenes del valenciano y del catalán. Las referencias más antiguas a estas denominaciones se han encontrado recientemente en unos documentos que hablan de catalanesc en 1290 y valencianesch en 1343, apenas medio siglo de diferencia. Parte del conflicto reside en otorgar a organismos políticos actuales la oficialidad sobre una lengua en un territorio mayor del que política e históricamente están vinculados. El pretexto utilizado es la existencia previa de registros escritos del latín vulgar en el territorio que hoy se conoce como Cataluña. Es decir, que en Cataluña hablaban la lengua «antes» que en el resto, siguiendo una analogía con la teoría oficial de lo ocurrido en Castilla. El resultado es la creación de unas instituciones de carácter oficial —el IEC— en Cataluña, con autoridad para regular sobre la lengua de los territorios de Cataluña, Comunidad Valenciana y las Baleares. Sin entrar en otros aspectos de este conflicto lingüístico ¿hasta que punto es lógica y admisible esta decisión?

El uso de la denominación de catalán parecer ser una referencia genérica a los condados feudales de Barcelona, Gerona y Osuna —el Principado de Cataluña o la llamada Cataluña vieja—. El término catalán podría referirse a la condición de señores feudales —como en el caso del castellano—, por lo que otros territorios feudales de la Corona de Aragón podrían recibir posteriormente el mismo nombre —Cataluña nueva—. Desde esta perspectiva —entendiendo «catalán» con un significado distinto entonces al de ahora— podría admitirse el uso de este término para denominar al conjunto lingüístico como catalán, incluyendo todos los territorios de la Corona de Aragón. El problema es el uso político que se hace dentro de una especie de plan de construcción nacional, como si una aristocracia venida a menos necesitase inventar nuevas maneras de continuar en su status-quo. Supongamos que hacemos un último esfuerzo y se acepta la denominación de catalán para el conjunto y asignar la autoridad lingüística y cultural a los que hoy ocupan dichas tierras, por ser supuestamente antecesores y fuente de los repobladores. Como «prueba», suele compararse —en una falsa analogía— con la colonización europea del continente americano, y la exportación de la lengua y cultura a aquellas tierras.

Sin embargo, la identificación lingüística de hispanoamérica con la lengua española o castellana es desde sus inicios y actualmente no existe ninguna subordinación política —la lengua es aceptada tal cual aun teniendo legitimidad para cambiarla—. No se ha construido artificialmente siglos después, fuera acertado o no lo que hicieran los colonos españoles. Otro punto que suele no mencionarse es que entre América y Europa hay un gran océano que impedía que hubiera contacto cultural previo, cosa que entre Cataluña, Valencia y Mallorca no es cierto, ni mucho menos. Aún así, el nacionalismo catalanista supedita toda la creación cultural de los territorios que le conviene a la «catalanidad», concepto oportunamente escogido para autoelegirse ellos como la «autoridad». Aun admitiendo en última instancia la tesis catalanista del origen de la lengua, hay contra-ejemplos claros que demuestran que no es correcto supeditar la propiedad de una lengua a los gobernantes de un supuesto territorio «originario». El origen de una lengua no es condición suficiente para adueñarse de ella por toda la eternidad:

El inglés

El inglés proviene de la lengua hablada por diversas tribus germánicas que emigraron a las Islas Británicas, entre ellas las sajonas. Sin embargo, a nadie se le ocurre decir que los ingleses hablan alemán. Ni Alemania reclama ninguna propiedad ni autoridad sobre la lengua hablada mayormente en el Reino Unido. Tal vez este caso no se encuentre válido ya que la divergencia política y lingüística ha sido suficiente como para que se separen. Al ser distintas lenguas no pueden constituirse como un bloque susceptible de ser regulado.

El portugués

El portugués, sin embargo, es considerado la misma lengua que el gallego, formando un bloque llamado galaico-portugués. Por motivos similares, el gallego tuvo que existir antes que el portugués, sin embargo, no recuerdo haber oído decir que los portugueses hablen gallego, ni existe ninguna academia lingüística de gallego que incluya e imponga denominación y normativa sobre Portugal. ¿Por qué? simplemente porque son países distintos y nadie tiene jurisdicción sobre otro. Sin embargo Brasil es un país distinto y a pesar de la distancia, afirman hablar portugués. Bueno, esto es un decir ya que el portugués brasileño es considerado una lengua independiente en la práctica, con una evolución separada.

Servo-croata

Otro caso es el servo-croata. Una misma lengua dividida por la escisión política y la falta de acuerdo entre pueblos vecinos, que internacionalmente recibe la denominación combinada. Buscar el acuerdo y la unión es deseable, pero siempre que sea bajo acuerdo de las partes y no mediante la imposición. Más que nada porque las decisiones tomadas por autoridades no consideradas legitimas por un pueblo, no las van a aceptar, aunque deban obedecer por la fuerza.

Austro-bávaro

Este es uno de los casos más escalofriantes. Resulta que el III Reich decidió que Austria era un pueblo hermano porque hablaban una lengua germánica similar a la hablada en Alemania, el austro-bávaro. Es decir, la lengua era el punto de unión de ambos pueblos, a pesar de que se parecían como un huevo a una castaña. Pero lo más curioso es que no fue porque ambas lenguas tuvieran orígenes cercanos, sino que los nazis decidieron en pleno siglo XX que los austriacos no hablaban austriaco, sino alemán ¿le suena a alguien esta cantinela?

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No parece haber una norma fija. Lo que si que parece claro es que el desarrollo de una lengua es paralelo al desarrollo socio-político de una sociedad. Es como si se estableciera un vínculo entre la sociedad y su lenguaje. Una relación en ambos sentidos. El Dr. José Manuel Blecua, director de la RAE, dice que «los hablantes son dueños de su lengua», en el sentido de decidir qué hacer con ella. Todo depende pues de cómo esos hablantes estén organizados.

Sin embargo, en el otro sentido también existe una influencia. El escritor Juan José Millás dice que «solo somos herramientas del lenguaje, no sus dueños». Desde que aprendemos a hablar, la lengua nos condiciona y seguramente, nos cambia. En definitiva, la lengua es un poder cuyo control todos quieren poseer.

jueves, 2 de enero de 2014

Necesidad de límites

jueves, 2 de enero de 2014
El poder tiende a corromper. El poder absoluto corrompe absolutamente

Foto: midiario.com
Esta archiconocida cita se ha repetido tantas veces que la saturación provoca que nos pase por un oído y salga por el otro. Forma parte del paisaje. Ruido de fondo. Se piensa que es de esos tópicos o refranes curiosos ante los que uno no hace más que encogerse de hombros. Un juego de palabras inocuo. Puede que haya gente que piense que esta frase es inexacta. Que solo se aplica a ciertas personas. Seguro que algunos creen conocer gente que si estuviera en el poder sabrían «poner las cosas en su sitio»: su partido de toda la vida —ese con el que su abuelo lucho de joven— y toda esa conocida y rancia cantinela.

Otros creen que cualquiera con un pasado humilde es incapaz de abusar de una situación de poder. Luego, cuando alguno de ellos logra llegar a él y está el suficiente tiempo como para hacer abuso, surge la sorpresa: ¡con lo bueno que parecía cuando lo conocimos! ¡lo encantadora que era esta mujer, y cómo se ha vuelto ahora! ¡lo humilde que era su familia y lo prepotente y soberbio que se ha vuelto! Es igual, no pasan de ser comentarios de bar y nadie se acuerda de lo advertidos que estaban. Los hay también, por supuesto, que ansían llegar al poder a cualquier precio para dar rienda suelta a sus desmanes.

Sin embargo, creo que hay una respuesta científica a esta cuestión, aplicable a toda la especie humana. Una explicación antropológica que puede dar respuestas a estas eternas cuestiones que desde la Grecia Clásica se les llama hibris: el ser humano tiene cerca de medio millón de años de antigüedad. Sin embargo, la Historia «sólo» recoge unos tres mil años. En la mayor parte de la existencia de nuestra especie —miles y miles de años— el ser humano vivió en la escasez. Para obtener el sustento diario, debía realizar un gran esfuerzo físico y mental. Un fallo, una falta de eficacia, y ese día no se comía o podía morir alguien.

El inevitable y necesario desarrollo tecnológico mejoró las condiciones de vida, y posibilitó la formación de grandes imperios. Pero todos ellos llevaron de forma invariable a la corrupción, desigualdad y abuso de poder. Es decir, cuando sobre un ser humano recaía el poder suficiente de forma que dejaba de tener necesidades, poseyendo todo cuanto podía desear, su naturaleza se pervertía. Esto se puede extender a las monarquías absolutistas, algunas ordenes religiosas y en general, a las sectas y partidos políticos.
El poder es el último afrodisíaco.
Henry Kissinger (1923)

No es necesario ser todopoderoso para ello. En la medida a una persona se le facilitan en exceso las cosas, se vuelve igualmente débil, dependiente, caprichoso y envidioso. Como les ocurre a los niños malcriados que se les ha mimado en exceso. No es una cuestión de ideologías ni de clases, es simplemente nuestra naturaleza. Y ocurre tanto en el sufragio de la Alemania que eligió a Hitler como gobernante sin control, como en la dictadura proletaria de la comunista Unión Soviética de Stalin.

El problema surge en todo tipo de ámbitos y es causa de adicciones —drogas, alcohol, redes sociales, etc— , obesidad, consumismo, etc. Se puede decir que allá donde no hallan unos límites con la suficiente efectividad, el descontrol y el exceso se apodera tarde o temprano de una cantidad significativa de afectados.

Se puede pensar que es una cuestión de educación. Qué duda cabe que a través del autocontrol es posible moderar estos comportamientos, pero aquí es donde se encuentra la verdadera naturaleza del problema. Nuestro ser carece de mecanismos evolutivos naturales que de forma instintiva, eviten automáticamente comportamientos abusivos sobre nuestro entorno —sobre nosotros mismos o los demás—. Únicamente pueden reducirse mediante el autoaprendizaje consciente, pero nunca se va a poder eliminar la tendencia natural a aprovechar cualquier circunstancia favorable que nos proporcione placer —alimentos, dinero, sexo, más poder, etc—. El también conocido dicho de que la sed de poder es insaciable, no es únicamente un recurso metafórico, es estrictamente cierto. El ser humano no está preparado para no tener adversidades.
Casi todos podemos soportar la adversidad, pero si queréis probar el carácter de un hombre, dadle poder.
Abraham Lincoln (1808-1865)

Por tanto, es casi tan necesario como el aire que respiramos, que nos pongamos límites que no dependan de nosotros mismos. Debemos crear un entorno político y social con personas que no nos permitan cualquier cosa, que nos frenen cuando sea necesario y debemos corresponderles de la misma manera. Si esto se aplica para cualquiera, la necesidad de establecer límites se hace todavía más perentoria si se trata de representantes políticos que viven de nuestro trabajo.

Al igual que en otras fases de nuestra evolución, es la mente racional la única que nos puede salvar de nuestra falta de adaptación al entorno totalmente controlado y falto de peligros que —paradójicamente— nos estamos construyendo. Seamos racionales pues.


sábado, 12 de enero de 2013

Los nacionalismos

sábado, 12 de enero de 2013

 

(hace aprox. 150 años)

waving_flagLas monarquías llegaron al poder al lograr en su momento demostrar sobre el campo de batalla, que poseían mayor dominio estratégico militar y logístico que sus competidores. Posteriormente, ya sin competencia, se mantuvieron en el poder por monopolizar la acción coactiva de los estados monárquicos o imperiales. Esta perdida de legitimidad cada vez en mayor aumento, originó las revoluciones sociales de los siglos. XVIII~XIX y   principios del S. XX, que acabaron con la mayoría de ellas, o las forzaron a adaptarse a la nueva situación.
 
Con la creación del concepto de nación-estado(1)(4) basado en un sistema legal de derechos en lugar del autoritario por descendencia de las monarquías(2), se abría la posibilidad de la discrepancia. Aprovechando esta perdida de poder(5), viejas reivindicaciones de causas perdidas fueron sacadas a relucir por determinados grupos de interés. De esta forma, la Historia tal y como había llegado a nuestros días ya no era válida, y comenzó a reinterpretarse para poder justificar la apertura de antiguas heridas.
 
Los nacionalismos en general, utilizan de forma caricaturesca e incongruente la simbología y señas de las naciones primitivas medievales, al reivindicar con ellas la creación de Estados políticos modernos, sin pasar por el proceso social y político correspondiente. O peor aún, obviando e ignorando el proceso político por el cual ya se pasó, pero con distinto resultado. Estos, así como otros nacionalismos que aprovechan un resultado histórico más favorable al tener un Estado que sea compatible con sus pretensiones, pretenden legitimarse en ellos sin pasar por los filtros sociales adecuados, excluyendo a las opiniones criticas.
 
Principalmente, el periodo de La Reconquista es explicado de forma que se atribuye al fruto de aquel convulso periodo histórico, una especie de «destino preestablecido». Los sentimientos nacionalistas actuales son el resultado de desear otorgar a toda aquella lotería de la Historia, un significado especial y predeterminado. En algunos casos se llegan a auto-considerar como «el pueblo elegido». Igualmente, la guerra civil que supuso la disputa por la sucesión del Jefe de Estado (Guerra de sucesión Española), es entendida como un enfrentamiento entre Estados independientes(3). Las diferencias podrían haber tenido como resultado una secesión, pero no era esa la pretensión inicial. Finalmente, para bien o para mal, el resultado fue el que conocemos.
 
Naturalmente, de la misma forma que se crearon las actuales fronteras debido a un proceso histórico más o menos arbitrario, podrían proponerse otras igualmente válidas. Pero para ser admisible una modificación política (y no cabe duda de que es necesaria alguna), la propuesta debería mejorar el actual sistema que critican. Nada de eso se vislumbra, más bien al contrario, se aferran a cargos cuya legitimidad bebe de los mismos preceptos que manifiestan aborrecer.
 
La autoridades políticas pretendientes de las jefaturas de los Estados propuestos, utilizan de forma conscientemente anacrónica mecanismos similares a los de las antiguas tribus, en cuanto a basar su legitimidad en el temor a peligros fuera del ámbito cultural de la «nación». La diferencia es que en el entorno completamente domesticado actual, aquellos ancestrales peligros ya no existen, debiéndose de inventar otros adecuadamente.
 

Famoso vídeo obtenido de un programa de la TV3, en la que la política Pilar Rahola se enfrenta a las incongruencias y reducción al absurdo de sus razonamientos nacionalistas, personificadas en un modesto e inteligente ciudadano del Valle de Arán. (fuente: You Tube)

 
De esta forma, las lenguas son utilizadas como punto de apoyo sobre el que sustentar las diferencias imaginarias necesarias respecto al entorno, por autoridades que para beneficio propio particular, logran su posición gracias al mismo sistema que critican y que repudian, cuyos antepasados paradójicamente, colaboraron en crear.
 
El pueblo, confundido por un mensaje envuelto de modernidad, pero con un trasfondo tan antiguo como el Ser Humano, sucumbe y forma bloques culturales homogéneos excluyentes, regulados y estandarizados bajo criterios e intereses exclusivamente políticos. En este escenario, el rechazo, la división, el victimismo y el enfrentamiento, son la norma.
 
Se pervierte de esta manera, la capacidad comunicativa del ser Humano para poder formar lazos de hermandad, de cooperación, de colaboración, que permitan incluso la competitividad bajo reglas establecidas colectivamente. El nacionalismo es otra forma por la que los políticos evitan que la sociedad se organice igual y libremente. Es otra forma de lograr hacernos creer que les necesitamos.
 
Continuará en Ensalada de lenguas (VI): El futuro lingüístico
(ir al capítulo anterior)                                                                                                                         volver al índice
 
(1) El primer estado-nación surgió del Tratado de Westfalia (según fuentes) hace más de tres siglos, pero la evolución de los mismos hacía el concepto actual no comenzaría hasta después de la revolución francesa, entrado ya el S. XIX (fuente propia)
(2) Feudales inicialmente, y aristocráticas en su evolución posterior.
(3) Aunque podría hablarse de dos Estados diferenciados (Coronas de Castilla y Aragón), estaban unidos políticamente en un régimen de tipo federal. Una de las soluciones en caso de no llegar a acuerdo podría haber sido una separación en dos estados independientes, pero no se partía de esa situación ni era esa la pretensión inicial de los disconformes.
(4) En el caso español, la creación del concepto estado político moderno de la actualidad se originó tras la Guerra de la Independencia Española contra la Francia de Napoleón, de forma coetánea al resto de naciones-estado europeas.
(5) La perdida de poder y legitimidad de las autoridades políticas españolas frente al inicio de los nacionalismos llamados «periféricos», se puede establecer tras la Guerra hispano-estadounidense en el 1898, con derrota española y el surgir de la llamada «Generación del 98» de escritores.

miércoles, 26 de diciembre de 2012

Auge y caída del Imperio

miércoles, 26 de diciembre de 2012

Los siglos de oro (hace aprox. 500 años)

Prtada de Tirante el Blanco 1511Como es bien sabido, el matrimonio de los Reyes Católicos significó la unión política de los principales reinos de la península. Con la Conquista de Granada llevada a  cabo por estos monarcas, finalizó la presencia musulmana en la misma (hecho que es escogido por la historiografía nacional-católica como una de sus principales señas de identidad nacionalista)

No obstante, esta unidad política tenía ciertos matices, ya que las Coronas de Castilla y Aragón mantenían de forma independiente sus propias estructuras, leyes y normas internas. El latín se había relegado al ámbito religioso, y se habían comenzado a utilizar las «lenguas vulgares» para textos legales. Naturalmente, en un mundo en el que para ir al pueblo de al lado se tardaba un día entero, la evolución de estas transcurrió de forma bastante independiente al dejar de existir una referencia legal homogénea que sirviera de base, tal y cómo había sido el latín.

A grandes rasgos se puede decir que las diferencias lingüísticas fueron acentuándose con el paso del tiempo, hasta que llegó un momento en el que no pudo evitarse señalar las diferentes variantes lingüísticas de la península en función de su origen. Cervantes y otros autores mencionan las lenguas habladas en Portugal, Valencia, Cataluña, Castilla, Galicia, etc., además del vasco, que permanecía aislado durante todos estos siglos.

Un factor importante desde el punto de vista lingüístico, es que la estabilidad política conseguida tras varios siglos desde la caída de Roma, proporcionaron el desarrollo cultural y literario necesario que marcaría el inicio de la definición de los idiomas tal y como hoy los conocemos. El surgir de una literatura importante, el desarrollo de la imprenta, y la mejora de las comunicaciones (logísticamente hablando), haría que las lenguas que lograsen dicho estatus se expandieran y lograran reconocimiento fuera de las fronteras de la «nación» de origen. Este es el caso del Siglo de Oro Valenciano, cuya literatura ha sido utilizada artificialmente siglos después por el nacionalismo catalán, como base para definir su estándar lingüístico. El descubrimiento de América y la expansión del castellano (la variante del latín con la que se denominaba la lengua de la Corona de Castilla) propició el conocido Siglo de Oro Español, que estableció las bases de la literatura moderna(1).

La unidad de La Corona (hace aprox. 300 años)

Xàtiva. Almodí. Felip V i cadira (puesto del revés)
Con Carlos I (y V de Alemania), el Imperio Español disfrutó de la mayor gloria que cualquier otro imperio en la Historia haya conocido. Todo parecía ir relativamente bien(2) hasta que surgió el problema de la sucesión de Carlos II. Al no dejar descendencia, las diferencias entre los posibles aspirantes al trono y sus seguidores (y no ocurrírseles otra forma de dilucidar el problema) acabaron en una guerra civil en la que participaron en apoyo de los diferentes bandos, varios países del entorno europeo.

Antes de continuar, es necesario un pequeño paréntesis y volver a La Reconquista: los conflictos dinásticos o sucesorios que se sucedieron en la península en este periodo fueron en su mayoría de tipo diplomático, que acababan normalmente en forma de matrimonio(3). Además, los enfrentamientos militares entre señores feudales se llevaban a cabo con la participación de mercenarios a su servicio. El resultado en ambos casos consistía en la anexión o unificación política del territorio. En definitiva, se puede decir que por regla general, en la Reconquista los conflictos entre la nobleza no perjudicaban a la población, ya que el vencedor resultaba fortalecido y la estabilidad política mejorada, resultando beneficioso para sus intereses.

Sin embargo, en la Guerra de Sucesión Española se dieron varios factores que la diferenciarían de los anteriores enfrentamientos, y que es necesario analizar para comprender sus implicaciones posteriores:

Los motivos de la disputa fueron que la dinastía Borbón, originaria de Francia, pretendía de forma similar a aquel reino, unificar políticamente las dos coronas de Castilla y Aragón que mantenían sus diferencias internas, adoptando ambas el modelo de la Corona de Castilla. La estructura de la Corona de Aragón era de tipo federal (favorable al Archiduque Carlos de Austria), al contrario que la de Castilla que era centralista(4). Esto significaba que con la dinastía Borbón, las «naciones» inscritas en la Corona de Aragón perderían sus «fueros». Dicho de otra forma, perderían soberanía o autonomía.

Una de las consecuencia de esta situación es que el pueblo tomó parte o sufrió las consecuencias de este conflicto, de una forma más acentuada que en ocasiones anteriores. El bando perdedor lo hizo en algo más de una guerra. Sus leyes y su autogobierno, fruto del desarrollo histórico de siglos, se perdieron en un conflicto armado en la que los vencedores no poseyeron la legitimidad necesaria, tal y como debía ser percibida por los afectados. Por añadidura, algunas poblaciones sufrieron el castigo abusivo de Felipe V, al someter bajo pasto de las llamas a poblaciones enteras, como el caso de Játiva, solo por al apoyar al bando contrario.

Otra de las consecuencias de esta falta de legitimidad, es que al contrario que en la Reconquista, el pueblo no adoptó la lengua del poder político y continuó domésticamente (de forma similar al mozárabe) con sus lenguas locales propias. En definitiva, aunque la situación legal de un habitante de los territorios que apoyaron al bando perdedor no difería de la de cualquiera de otra parte, la perdida de capacidad para la autogestión era una falta que sólo podía comprender quien la había disfrutado.

Precisamente, en un intento por emular situaciones anteriores en la que el poder político marcaba las pautas lingüísticas, una de las nuevas normas que estableció el nuevo dirigente fue la unificación y oficialización idiomática. El problema es que lo que en aquel momento parecía una buena idea al elegir al castellano como base para la lengua oficial, posteriormente se ha convertido en una fuente continua de problemas. El español, nombre como internacionalmente se denominaba al castellano gracias a su expansión por el continente americano, reconocido y hablado en otras cortes europeas como símbolo de distinción, nunca fue aceptado completamente como lengua propia en los territorios que habían apoyado al bando perdedor, por los motivos mencionados. La creación de la R.A.E. y su intento de hacer de la Lengua Española una lengua franca para todas las regiones de España; así como del resto de países de habla hispana a través de sus respectivas academias; no ha llegado a convencer al suficiente número de gente.

La posibilidad de participar en los beneficios de la colonización de América, hasta ese momento no permitida para los habitantes de la Corona de Aragón, hizo que las oligarquías locales aceptaran la derrota y calmaran los ánimos de la población bajo su influencia, en los siglos venideros. La posterior perdida definitiva de las colonias a finales del S. XIX provocó que determinados intereses políticos de estas oligarquías removieran estos antiguos sucesos, con otras motivaciones e interpretaciones diferentes, de aquellos hechos históricos.

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(1) El galaico-portugués, nombre con el que se denomina en la actualidad a la variante del latín que en su día se hablaba en lo que hoy en día es Galicia y Portugal, tuvo también su momento de esplendor gracias a Alfonso X «El Sabio», que además de impulsar la lengua castellana lo hizo también con lo que posteriormente se convertiría en dos lenguas diferenciadas debido a la desunión política, aunque algunos filólogos continúan considerando su unidad lingüística.

(2) Carlos I se tuvo que enfrentar a dos rebeliones en Cataluña y Portugal, debido a discrepancias relativas a continuar sufragando sus campañas militares, gasto que cada vez era mayor y que a la postre dificultó el desarrollo interno español, al no destinar dichos recursos económicos a otro tipo de inversiones más productivas.

(3) La mayoría de anexiones territoriales lo fueron por acuerdos matrimoniales que contaban con el visto bueno papal, imposibles de ocurrir con el entorno musulmán por motivos obvios. Debido a esto, la reconquista es entendida más como un conflicto religioso que por pretensiones territoriales, aunque finalmente la tendencia natural a expandirse y la dificultad para establecer otro tipo de negociaciones, provocasen que finalmente fuera la lucha armada la que decidiese la situación

(4) En este sentido, este conflicto guarda un gran paralelismo con la Guerra Civil Norteamericana, excepto que en el caso norteamericano si que hubo pretensión de secesión (separación), situación que estaba contemplada en el acuerdo de confederación

jueves, 20 de diciembre de 2012

De aquellos polvos, vienen estos lodos

jueves, 20 de diciembre de 2012

Llegan los bárbaros (hace más de 1500 años)


Fíbula aquiliforme (M.A.N. Madrid) 01La Europa con la que las tribus centro-europeas se encontraron tras la caída de Roma, poseía unas características únicas respecto a otros periodos históricos y zonas geográficas. Es importante por tanto, prestar atención a la situación político-cultural de aquel momento:
  1. Desaparición del Estado Romano. Queda mucho tiempo para llegar a las fronteras políticas actuales. Europa es un continuo organizado en señoríos feudales de tipo militar.
  2. Existencia del latín como lengua «formal» (documentos religiosos y/o legales)
  3. Existencia de incipientes variantes del latín o latín vulgar, como lenguas locales a consecuencia del contacto con las tribus bárbaras, sin identificaciones claras respecto al territorio ni denominaciones específicas de las mismas, debido al continuo cambio de las fronteras por temas de uniones y separaciones dinásticas tribales (feudales).
  4. Inteligibilidad notables entre estas lenguas gracias a su cercano parentesco con el aún vigente latín.
  5. Ausencia de regulación en materia lingüística debido a la inexistencia de un poder político estable.
  6. Existencia de una misma y primera religión monoteísta en la Historia, con un residuo del antiguo poder político romano centrado en El Vaticano, y el Papa como un equivalente del César (cesaropapismo).


Hablando en cristiano (hace 1200 años)

Mosque of Cordoba SpainEn estas condiciones, apareció un nuevo personaje en escena: el Islam. A grandes rasgos, los musulmanes tenían muchas similitudes con la Roma cristiana. Salvo la obvia diferencia de tener otro mesías, el Imperio Musulmán aunó a diferentes pueblos y los comunicó entre ellos gracias al árabe, lengua en la que está escrito el Corán y gracias a la cuál se pueden comunicar todos los musulmanes, incluso hoy en día.

Llegaron a establecerse en prácticamente toda la península Ibérica, a excepción del norte montañoso de la misma. A tenor de los escasos pero evidentes registros documentales, el pueblo nativo no llegó a adoptar el árabe en su totalidad más que como lengua legal, continuando domésticamente («en la intimidad») con las lenguas derivadas del latín, aunque con una gran influencia del árabe. A este fenómeno se le conoce como «lengua mozárabe», que se da con mayor acuse en las zonas en donde más tiempo duró el establecimiento musulmán. En concreto, Andalucía y la zona sur del Levante.

Probablemente por este motivo la expresión «hablar en cristiano»(1) que ha llegado hasta nuestros días, parece recordar la gran similitud e inteligibilidad entre las variantes del latín que se formaban en Europa, y su diferenciación con la cultura distinta que se estableció en el sur del continente, con la que no llegó a fusionarse. Todavía en este periodo histórico no había surgido la necesidad de denominar a la lengua propia, más que como una diferenciación muy gruesa de otra  distinta coetánea.

Esta diferenciación podría interpretarse como una falta de adaptación a la cultura musulmana, tal vez por resultar demasiado ajena a la europea, a pesar de los ocho siglos que los musulmanes ejercieron su influencia.

La Reconquista: de aquellos polvos, vienen estos lodos (hace más de 500 años)

Guerreros cristianos y musulmanesPor unos motivos u otros, los descendientes de los antiguos pueblos con cultura greco-romana-cristiana anteriores al establecimiento musulmán, continuaron organizados y de forma gradual, fueron recuperando terrenos que antaño les habían pertenecido. A este periodo se le conoce internacionalmente como La Reconquista.

Transcurridos varios siglos de vacío político, el latín en Europa a duras penas subsistía más que como lengua estrictamente «legal», ámbito en el que la Iglesia influía notablemente, por lo que en ocasiones se confundía con lo religioso
 
Mientras tanto el pueblo, poco a poco, lo había ido adaptando a sus circunstancias y necesidades locales, sin ningún orden ni criterio . Fueron las entidades políticas que se fueron estableciendo las que, de forma similar a Roma, establecieron con el tiempo sus criterios lingüísticos oficiales (Alfonso X, 1252-1284), aunque no en todas partes se siguió el mismo modelo regulador.


La principal necesidad de los habitantes europeos se puede decir que consistía simplemente en poder vivir bajo cierto nivel de seguridad y comodidad. Por este motivo las poblaciones se reunían en las inmediaciones de las fortificaciones de los señores feudales.

La importancia pues del lugar de nacimiento, era determinante para la persona ya que marcaba completamente su futuro (de forma mucho más acentuada que en el mundo globalizado actual). En este marco se encuadran algunas teorías del concepto original de nación, que consistiría en la necesidad de la existencia de un entorno favorable al desarrollo social y cultural  de la persona desde su nacimiento, en clara analogía a la dependencia de la tribu.

Quien fuera el monarca y cualesquiera que fueran los símbolos que utilizase, era lo de menos mientras lograra dicho objetivo. De forma muy similar a lo que Roma consiguió otorgando la ciudadanía a los habitantes de aquellos pueblos cuyos dirigentes, no ofrecieran resistencia. Sin embargo, la dependencia y adoración hacía los símbolos tribales se comenzaría a dar en la medida se relacionase con la protección de la tribu o «nación» (en su sentido primitivo), llegando con el tiempo a convertirse en algo cercano a lo místico. La lengua tuvo que ser parte de este fenómeno, siendo las lenguas de los monarcas las variantes del latín que debido a su mayor prestigio, predominaran.

Mientras tanto, durante todo este periodo y antes de la expulsión de judíos y moriscos, en la península convivieron, se mezclaron y surgieron, nuevas variantes del latín con influencias del vasco, el árabe y las lenguas germánicas. Todo en una continua transformación e influencia mutua.

Con arreglo a estas premisas, se fueron configurando desigualmente «naciones» en forma de monarquías feudales. Estas, debido a su sistema rígido de formación y sucesión, además de todo tipo de enfrentamientos y disputas entre miembros de la nobleza, evolucionaron al capricho de los designios fortuitos del destino.


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martes, 18 de diciembre de 2012

Naciones hijas de Roma

martes, 18 de diciembre de 2012

Roma (hace 2000 años)

castilla-y-leon-el-acueducto-de-segovia-l4[1]Fueron necesarios unos tres siglos para que Hispania fuera enteramente Romana. Durante este tiempo algunos pueblos se resistieron con energía, sin embargo, muchos otros encontraron que les resultaba más conveniente realizar ciertos pactos y aliarse con Roma.
Esta situación podría explicarse gracias a dos factores principales: 1) Por un lado, el enorme poderío militar romano que provocaba que cualquier pueblo se lo pensase dos veces antes de enfrentarse a su poderosa máquina bélica. 2) y por otro, Roma había absorbido de la cultura clásica griega el concepto político de ciudadanía. Los pueblos vencidos en combate pasaban a formar parte del mercado de esclavos en la que Roma basaba gran parte de su sistema económico, pero los que adoptaban la cultura romana y se integraban en el imperio, pasaban a ser nuevos ciudadanos romanos de pleno derecho.
Con esta táctica de otorgar la ciudadanía romana a aquellas poblaciones que aceptaran integrarse en Roma, lograron que paulatinamente toda Hispania se convirtiera en una provincia más. Debido a esto, sus ciudadanos fueron adoptando el latín como lengua y las antiguas tribus fueron romanizadas, asimilando parte de su cultura al mismo tiempo (como ocurrió con Grecia).
Se puede observar que a pesar de poseer suficiente capacidad para barrer militarmente a un pueblo (como así hicieron en algunos casos), la oferta de integrarse en igualdad con el resto de romanos se podía considerar de una enorme generosidad. Puede intuirse con esta circunstancia que el grado de voluntariedad en la aceptación de un mayor poderío militar y cultural, y la identificación con el nuevo poder político además de la percepción de legitimidad que ofrezca este, influye notablemente en la absorción de la cultura invasora y en el grado de preservación de la nativa.

Naturalmente, hay una excepción. No toda la península fue asimilada y romanizada. Lo que actualmente recibe el nombre de País Vasco, se mantuvo aislado de los acontecimientos que en los siglos posteriores iban a sucederse.
No obstante, esta circunstancia no ha sido explicada con el suficiente detalle, por no hablar de cierto tabú. Los nacionalismos que surgirían a finales del S. XIX y principios del S. XX, tan vigentes hoy en día en pleno S. XXI, se caracterizaron por reinterpretar todos esos siglos para amoldarlos a sus propios intereses (falacia del historiador)
Los vascones originales, fueron uno de los primeros pueblos en evitar el enfrentamiento con Roma, constituyéndose como aliados suyos y abrazando con profusión la cultura romana. Hay que aclarar que este pueblo no ocupaba el territorio que actualmente corresponde al País Vasco, sino el de Navarra y parte de Aragón. Fue siglos después, cuando parte de aquellos vascos originales se retiraron por motivos desconocidos (falta de adaptación, renegados, necesitados de la protección imaginaria de la tribu, etc.) hacia el territorio montañoso que hoy se le conoce por tal nombre, en donde pudieron aislarse de la cultura greco-romana, que a la postre estaba llamada a moldear el mundo.

Las naciones (hace 1000 años)

58616_157402630939543_100000094205543_526907_1932136_n[1]Es difícil conocer qué sentirían los antiguos europeos tras los siglos que sucedieron a la caída de Roma. Se puede afirmar que el ser humano seguía siendo el mismo que aquellos antiguos cazadores-recolectores, los cuales día a día se forjaban un futuro que para ellos no tenía mayor horizonte que el próximo amanecer. Se puede suponer por tanto que desde lo más profundo del ser humano, retornaba de nuevo aquel mismo sentimiento de desprotección que movió a las sociedades primitivas a organizarse alrededor de tótems.

Sin embargo, salvo el reducto Papal, con Roma tan sólo existente en la memoria  y con una Europa perdida y dejada al capricho de bandidos, piratas y señores feudales ansiosos de poder y gloria, se tuvo que partir de una situación muy distinta con la que Roma se encontró en su momento.

Las tribus bárbaras del norte, que hasta ese momento habían mirado con asombro la magnificencia de Roma, ahora podían entrar en los territorios que antaño la formaban sin relativa oposición. Los habitantes europeos, de cultura greco-romana todavía (con el latín como lengua y de religión monoteísta), recibieron a estas tribus fusionándose con ellas y creando un nuevo concepto de organización social que marcaría la evolución política del mundo hasta nuestros días: la nación.

Continua en Ensalada de lenguas (III): llegan los barbaros
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sábado, 15 de diciembre de 2012

Ensalada de lenguas

sábado, 15 de diciembre de 2012
¿Qué ocurre con los idiomas en la península Ibérica? ¿qué significa hablar catalán «en la intimidad»? ¿hablan portugués los gallegos, o hablan gallego los portugueses? ¿que pasa con el catalán y el valenciano que hasta hay peculiares sentencias judiciales? ¿se habla castellano o español? ¿es el andaluz un idioma?

Para comprender el origen de todas estas cuestiones es necesario armarse de una buena objetividad, y desprenderse de todos aquellos tópicos y tendenciosas comprensiones de la Historia, modificada y manipulada la mayor parte de las veces por intereses muy alejados de la precisión académica. Hasta la misma tradición universitaria ha acabado condicionada por intereses políticos, sucumbiendo al partidismo general, prácticamente omnipresente en la sociedad.

Es importante establecer un punto de partida adecuado, sorteando aquello de «¿qué fue primero, el huevo o la gallina?». Por tanto, se entiende que hay que volver atrás en el tiempo, al punto mismo en el que no existían ni naciones, ni lenguas.

Índice

  1. Los primeros balbuceos
  2. El nombre de las lenguas
  3. La lengua franca
  4. Roma
  5. Las naciones
  6. Llegan los barbaros
  7. Hablando en cristiano
  8. La Reconquista: de aquellos polvos, vienen estos lodos
  9. Los siglos de oro
  10. La unidad de La Corona
  11. Los nacionalismos
  12. El futuro lingüístico

Los primeros balbuceos(hace más de 100.000 años)

Independientemente de cuál fue el momento y lugar preciso en el que la especie humana comenzó a emitir sus primeras palabras, nos basta ahora mismo con ser conscientes de que con estas, los seres humanos primitivos fueron capaces de expresar ideas abstractas, más allá de las meras necesidades animales. Parece suficiente con suponer que en aquellos momentos, cada tribu utilizó los sonidos que mejor les parecieron con los que representar e identificar a sus temores, sus necesidades, y sus virtudes.

El nombre de las lenguas

Aunque puede parecerlo, determinar el  momento a partir del cuál estos grupos comenzaron a ponerle un nombre a su propio lenguaje no es tan evidente.  Es decir, mientras que la tribu identificaba mediante símbolos (escritos o sonoros) lo que le era de necesidad o utilidad según sus creencias (utensilios, peligros, dioses, etc.), la perentoriedad o urgencia de hacerlo con el propio idioma se intuye que debía ocupar un segundo plano.

Se puede asumir perfectamente que las tribus de la antigüedad se identificaban con su habla, en el momento encontraron otras tribus que utilizaban un código o idioma distinto. Parece muy probable por tanto, que el habla de un grupo reconocible como tal no recibiera más nombre que «la lengua de» el grupo o tribu en cuestión (independientemente de las variantes que dentro de esta lengua existieran).

Por ejemplo, la «lengua ibera» recibe tal nombre al ser la que utilizaba dicha tribu. Pero este es el nombre que el resto de culturas e historiadores le han puesto, asociando cada tribu con una lengua. Además de la confusión que esto puede llevar, tampoco se está seguro de cuál era el nombre que el propio grupo le daba. La necesidad de denominar a una lengua apenas era necesario más que para diferenciarla del resto, ya que la lengua propia era la habitual y no necesitaba de mayor seña.

En la medida las lenguas poseen un elevado carácter simbólico como elemento de identificación tribal, provoca que las diferencias lingüísticas hayan sido la causa de enfrentamientos sociales en diversos momentos de la Historia. El contacto con otros grupos y el uso de distinto bagaje cultural, hacía tambalear la propia esencia de la tribu, símbolo máximo de seguridad y protección real que conocían. En este miedo atávico reside con toda probabilidad el origen de la xenofobia. Es necesario aún hoy en día, un fuerte componente racional para no verse sometido a su influencia.

Sin embargo, según este razonamiento no es la lengua en sí misma lo que importaba, sino su identificación con la tribu y su relación con la protección que se supone ofrecía el seno de la misma, como una extensión del útero materno. Si llegado el caso este temor al alejamiento de la tribu «de nacimiento» se superaba, la lengua no era más que una herramienta para la comunicación y con ello, un beneficio de los interlocutores.

La lengua franca (hace 2300 años)

Guerrero de Moixent. Mejor ejemplo arqueológico de guerrero íberoEn virtud de que la mayoría de los estudios apuntan a que los Iberos eran un conjunto de varias castas y grupos culturales no necesariamente homogéneos, y de los diferentes tipos de escrituras hallados relacionadas con el íbero, hay teorías que sugieren que la lengua ibera era lo que se denomina una «lengua franca», es decir, una lengua que es usada por varios pueblos o tribus con el ánimo de la mutua compresión y entendimiento. El cualquier caso, parece que en las lenguas de los pueblos que poblaban Iberia (incluyendo el vasco) se podían encontrar ciertas similitudes que sin llegar a emparentarlas, denotaban una intención de intercambio social.

El surgimiento de este tipo de lenguas interculturales o inter-tribales, viene a demostrar cómo la convivencia entre pueblos hace que tiendan a converger hacia signos culturales comunes que conviven en paralelo con los antiguos. Estos pueden llegar a ser sustituidos o no, según se desarrolle el transcurso de los siglos. Si la convivencia es pacífica y no hay otros intereses, lo natural en el ser Humano es establecer lazos culturales y de comunicación con otras tribus, etnias o grupos, simplemente si representa un beneficio muto. El miedo atávico de «separarse de la tribu» al hablar otra lengua, aunque sigue existiendo, se diluye y se transforma, al sentir la protección de algo mayor que ella misma.

No me imagino a nadie en la antigüedad diciendo cosas como «derecho a vivir en íbero», «en suevo», o cualquier cosa equivalente a la época. Sólo la enemistad por disputas por algún recurso (agua, bosques, etc.), o por intereses de los dirigentes políticos (que tanto en aquella época como tristemente aún ahora, lo son porque saben manejar y manipular a los miembros de su tribu) podría tener como consecuencia la prohibición o el rechazo a establecer algún lazo cultural con otra tribu.

Un hecho que alteró esta convivencia para bien o para mal, y que a la postre constituyó un hito fundamental en la Historia de la Humanidad, fue la llegada de los Romanos, la creación del Estado como un concepto capaz de superar definitivamente al de tribu, y la implantación de una lengua oficial como una lengua franca, que permitía la comunicación entre los pueblos que formaban la República y a posteriori, el vasto Imperio Romano: el latín.