martes, 16 de diciembre de 2008
lunes, 12 de enero de 2015
El fraude electoral
En las pasadas Elecciones Generales del 9 de Marzo de 2008, el PSOE/PSPV presentaba en la Comunidad Valenciana a Dña. Mª Teresa Fernández de La Vega como candidata «por Valencia», que posteriormente se convertiría en vicepresidenta. Para llegar hasta ello, tuvo que empadronarse forzosamente en dicha provincia (municipio de Beneixida), ya que no era este su domicilio habitual.
Para que un sistema político funcione hay que tener en cuenta tanto los factores formales —los referentes a sus aspectos teóricos— como los sociales —definidos por la habilidad del electorado en hacer uso de sus herramientas democráticas—. Estas carencias tanto las formales en el sistema democrático español como los vicios de la sociedad, se realimentan entre sí, formando un circulo vicioso que puede resumirse así:
- El sistema lo propicia (no existen candidaturas independientes, las listas son cerradas, no hay independencia de poderes, etc.)
- Por la idiosincrasia del ciudadano español (falta de cultura democrática, sectarismo, nacionalismos, etc.)
Independencia de los gobernantes
El mandato imperativo es una figura política por la cuál —a grandes rasgos— los representantes han de rendir cuentas ante los ciudadanos que los eligen. Existen varias formas de aproximarse a esta situación ideal, que van desde la propia elección directa de los representantes hasta mecanismos de revocación de mandato.En España está expresamente prohibida en la Constitución de 1978 esta herramienta, con el pretexto de garantizar la «independencia» de los diputados. Lejos de lograr este objetivo, esta medida eliminaba la responsabilidad de los políticos con los ciudadanos, abriendo las puertas a que esta responsabilidad lo fuera para con su partido. En efecto, tras todas estas décadas no sólo el diputado no es independiente, sino que ha acabado siendo una marioneta ideológica de su partido.
Reparto de escaños
En el sistema político español el reparto de escaños se realiza en función de la poco proporcional Ley d'Hont como método, se dice que con la intención de favorecer la formación de gobiernos fuertes y a las opciones políticas que tengan mayor apoyo local o regional. Esta técnica tendría cierta lógica si los ciudadanos tuviéramos un control efectivo sobre los que ocupan los asientos en el parlamento y sobre todo, si el tamaño de las circunscripciones fuera equivalente, de forma que la premisa «una persona, un voto», se cumpliese.En lugar de ello, los partidos ocupan todo el escenario de las campañas electorales. El candidato «cabeza de lista» por Madrid aparece en las vallas publicitarias de toda España y en los colegios aparecen sus listas en las papeletas con las grandes siglas de partido en la cabecera, mientras que los candidatos que las componen son meros números, nombre inocuos, títeres de partido cuya principal función es la de rellenar.
Suponiendo que los electores voten pensando en los partidos, el reparto se decide por el apoyo a una determinada lista de personas en una zona geográfica determinada, cuando en realidad se está votando un programa ideológico con aplicación en todo el Estado.
Si se decide votar en función de los candidatos tal y como el sistema aparenta permitir, para empezar nos tenemos que contentar con la lista puesta por el partido, tanto en orden como en composición. En cualquier caso, los que finalmente acaben en el parlamento dependerán de los votos logrados por las listas en otras circunscripciones. Total, para que luego ni se acuerden de quienes les han puesto ahí.
En definitiva, el problema no consiste solamente en las listas cerradas o la mayor o menor proporcionalidad, sino que se sigue un criterio engañoso. Por un lado se tiene un entramado de listas, candidatos y circunscripciones que nadie tiene en cuenta a la hora de decidir su voto, pero que sin embargo, son decisivas a la hora de definir el mapa representativo. En la práctica se tiene un parlamento dividido en facciones ideológicas monolíticas en forma de partidos, donde quien manda, son sus cúpulas directivas y otros intereses ajenos a los electores.
[Una versión de este artículo se público en el blog Centro de Estudios sobre Democracia el 31 de julio de 2008]
miércoles, 14 de enero de 2015
Voto en blanco / Voto nulo
El voto en blanco se suele interpretar como un apoyo al hecho electoral en sí mismo, pero manifestando disconformidad o apatía con las opciones que se presentan, o con el método de elección. Un deseo de participar en las elecciones políticas, dejando que sea la mayoría la que decida. Pero esta opción de voto, en la práctica tal y como está planteado en el actual sistema español, tiene el efecto «colateral» de modificar los margenes mínimos necesarios para obtener representación parlamentaria, con unas consecuencias que pueden resultar inesperadas, por lo perjudiciales para los partidos minoritarios. De alguna manera, es otra más de las incoherencias del sistema.
Supongamos un electorado que decide hacer uso del voto en blanco pensando que de esta manera fortalece el sistema democrático. Estaría formado por las siguientes intenciones de voto:
Ejemplo 1
- 80% de votos en blanco
- 20% de votos a tres opciones políticas repartidas de la siguiente manera:
- 10% opción A
- 6% opción B
- 4% opción C
Ejemplo 2
- 79% de votos en blanco
- 21% de votos a tres opciones políticas repartidas de la siguiente manera:
- 10% opción A
- 6% opción B
- 5% opción C
Ejemplo 3
En este caso se introduce la opción de «voto nulo». Supongamos que la sociedad hace uso de ella como otra similar al voto en blanco, y lo hace con una proporción del 60% en blanco y 20% nulo, quedando el resto de votos a partidos exactamente igual que en el ejemplo 1:- 60% de votos en blanco (75% de votos válidos)
- 20% de votos a tres opciones políticas repartidas de la siguiente manera:
- 10% opción A (12'5% de votos válidos)
- 6% opción B (7,5% de votos válidos)
- 4% opción C (5% de votos válidos)
- 20% de votos nulos
Para intentar paliar estas aberraciones, surgió la opción de Ciudadanos en Blanco —ahora Escaños en Blanco— , por la cual en lugar de hacer uso de dicho voto, con esta alternativa política los apoyos obtenidos se convertirían en asientos vacíos, reflejando de forma más veraz —teóricamente—, el sentir ciudadano.
Dejando la exactitud de las cifras por un momento y como conclusión, el voto en blanco es un voto válido, y como tal, se contabiliza, modificando de esta manera los mínimos necesarios para obtener representación aumentándolos, por lo que las opciones minoritarias son perjudicadas. Cuanto mayor uso se hace de él, mayor es la penalización al resto de opciones alternativas. Hasta no hace mucho poca gente era plenamente consciente de las consecuencias de estas alternativas electorales. En el resto de casos, lo que comúnmente se entiende como una opción de «voto neutro», se contamina y convierte escondido entre porcentajes, en una trampa política.
miércoles, 2 de junio de 2010
MANIFIESTO CIUDADANO
Los ciudadanos de España, por encima de ideologías e intereses personales, encontramos necesario un cambio en el sistema político actual que posibilite de la mejor forma el gobierno por parte de la Sociedad Civil. Resulta evidente que el actual sistema aprobado en referéndum en 1978, se encuentra viciado y genera desconfianza constante y palpable entre la población. De este modo, entendemos que no cumple satisfactoriamente con su función principal y acarrea graves problemas de todo tipo debido a la falta de legitimidad y representatividad. Es claro que tanto las acciones del Ejecutivo como las del Legislativo responden más a estrategias políticas de los partidos que las diseñan, que a necesidades de la Sociedad Civil, ocasionando gran tendencia a la corrupción en casos de cohecho, prevaricación, tratos de favor, desigualdad, privilegios desorbitados, etc, al no existir mecanismos de control ni independencia de los poderes democráticos.Encontramos igualmente necesario que el sistema político que sustituya al actual, así como el proceso de transición correspondiente, han de ser decididos y asimilados por la Sociedad Civil. Para ello, deberá existir un autentico y necesario debate entre toda la sociedad, incluyendo a las fuerzas políticas, la Corona, jerarquías eclesiásticas y a cualquier otro grupo, sindicato, colegio profesional, asociación o movimiento, que deberán dejar a un lado por un momento sus intereses particulares, ideologías y creencias, para colaborar o al menos no impedir, el inicio de un proceso constituyente mediante la creación de una asamblea formada por representantes elegidos directamente, que deberán estar cualificados para poner sobre la mesa las soluciones necesarias y así la Sociedad Civil pueda asimilarlas y elegirlas, sometiéndolas a aprobación popular en referéndum.Con la mirada puesta en el futuro y deseando dejar lo mejor para las futuras generaciones, como ciudadanos civilizados que creen en los sistemas legales y que respetan el legado que sus antepasados nos dejaron, pero sin dejar de observar sus defectos, entendemos que la Sociedad Civil ha de agotar, mientras sea posible, todos los trámites legales que le permitan ejercer su soberanía en la formación y elección de dicha asamblea. Este proceso ha de implicar la aprobación de un Periodo Constituyente que tenga como fruto la disolución de las Cortes y la formación de una Asamblea Constituyente, principalmente en base a los artículos 167 y 168 de la actual Constitución Española de 1978.
El método que se propone a continuación de elección de los representantes de dicha Asamblea y de los asuntos a tratar en ella, puede que cause recelos en una gran parte de nuestros conciudadanos, pero es necesaria una reforma representativa para que no se oxide el engranaje de nuestro sistema democrático. Tras más de treinta años de una partidocracia dominada por las luchas entre partidos, que han infectado y dividido al conjunto de la sociedad, será necesaria una gran labor de diálogo, sin que deba interpretarse como una debilidad ni como falta de convencimiento, pero sí de una muestra de convivencia pacifica y voluntad cívica.Los ciudadanos que apoyamos este manifiesto proponemos los siguientes aspectos fundamentales:A. Periodo Constituyente
Previamente a la formación de la Asamblea Constituyente y durante un periodo de 12 a 18 meses de transición que tendrá como objetivo dar tiempo a la Sociedad Civil a perfilar la base de las futuras instituciones democráticas y a debatir las decisiones políticas; se elegirán y definirán los siguientes conceptos:
- Delegados provinciales: representantes por los actuales distritos provinciales, los cuales en coordinación permanente, definirán el futuro mapa de los distritos electorales.
- Distritos electorales: tendrán un censo aproximado de 100.000 habitantes y se constituirán procurando grupos heterogéneos de población, de tal manera que se garantice la representatividad.
- Candidaturas a los distritos: los aspirantes se darán a conocer a los ciudadanos, manteniendo reuniones con ellos a través de foros vecinales, deportivos, universitarios, etc. Los partidos irán engrasando la maquinaria para la nueva realidad electoral.
B. Asamblea ConstituyentePara que los representantes que finalmente compongan la Asamblea Constituyente merezcan tal consideración, se proponen las siguientes condiciones óptimas:
- Elección libre y directa de los representantes por distritos mayoritarios uninominales, a doble vuelta
- Sometimiento de las decisiones tomadas a los necesarios referéndums vinculantes en circunscripción única.
- Candidaturas abiertas e independientes, tanto de ciudadanos como de representantes de los partidos políticos.
Cualquier otro sistema distinto al propuesto implicará una menor representatividad objetiva. La circunscripción única para la aprobación definitiva, debe evitar que la presencia de territorialidades afecten al conjunto. Finalizado el proceso constituyente la Asamblea se disolverá, quedando definidos en una nueva Constitución los aspectos a continuación.C. Representación de la Sociedad CivilPara que las instituciones del Estado articulen los mecanismos de representación de la Sociedad Civil de forma que se defienda lo siguiente:Se divide el poder en tres ramas independientes con atribuciones distintas y con la misión de que cada una vigile el cumplimiento de la otra en la noble tarea de la representación civil: legislativo, ejecutivo y judicial.
- Representatividad
- Igualdad ante la ley
- Defensa de los derechos individuales del ciudadano frente a los posibles abusos de las mayorías
D. Independencia de los poderes
- Legislativo: es el máximo órgano de representación social. Confecciona y aprueba el marco legal. Se elegirá de forma similar a la Asamblea Constituyente:
- Elección libre y directa de los representantes por distritos mayoritarios uninominales, a doble vuelta.
- Sometimiento del representante a la revocación de su cargo, a través del mecanismo que se decida.
- Candidaturas abiertas e independientes, tanto de ciudadanos como de representantes de los partidos políticos.
- La división por distritos electorales será tal que garantice la representación y la igualdad.
- Ejecutivo: gobierno y representación internacional dentro del marco legal definido por el legislativo. El Jefe del Ejecutivo y/o el Jefe de Gobierno, deberá ser elegido de forma independiente al Legislativo en distrito mayoritario único uninominal a doble vuelta.
- Judicial: aplicación y vigilancia del cumplimiento de la ley. Los órganos superiores del Poder Judicial serán elegidos por la parte de la Sociedad Civil perteneciente al mundo jurídico (jueces, abogados colegiados, catedráticos de derecho, oficiales de Juzgado, policía judicial, etc.) en base a criterios de mérito y excelencia.
E. Forma de Estado
- Jefatura del Estado: deberá resolverse de una vez por todas el debate entre la Monarquía y la República, decidiéndose en referéndum libre tras el periodo constituyente. Independientemente del resultado, el Jefe del Estado deberá tener solo aquellos privilegios acordes a la importancia de su función, por lo que esta deberá estar definida y vigilada en su cumplimiento en la medida correspondiente, por el resto de las ramas del poder de la Sociedad Civil.
- División y organización territorial: partiendo de la integridad
territorial del Estado Español, estado centralista, estado federal o cualquiera que sea la solución decidida, no ha de implicar una desigualdad ante la ley de ninguno de sus habitantes, lo que significa que el marco principal de derechos y obligaciones no puede ser modificado desde ninguna otra parte que no sea el conjunto del territorio. Igualmente, la llamada solidaridad interterritorial no ha de ser excusa para la financiación indefinida de proyectos o subvenciones de una parte del territorio a costa del resto.F. Participación ciudadana
El nuevo sistema que La Sociedad Civil consiga ha de estar basado en eliminar todos los obstáculos para la participación del ciudadano en la vida política, a través de referendums y un sistema de Iniciativas Legislativas Populares que lo permita. Las competencias descentralizadoras del estado deberán desarrollarse lo más cerca posible del ciudadano, para garantizar el control de sus representantes, es decir, deberán desarrollarse a nivel de municipio.G. Financiación de partidos, sindicatos y otras subvenciones con dinero público
La financiación con dinero publico de cualquier agrupación, causa o proyecto, debe considerarse como un atentado contra la propiedad privada si no existe el previo, adecuado y suficiente consentimiento del origen de los fondos, que no es otro que el de La Sociedad Civil y los ciudadanos que la forman.Firmado: España, 1 de junio de 2010Ciudadanos por la democracia
miércoles, 13 de julio de 2011
Una democracia para España (III)
Foto: La sociedad civil: de la teoría a la realidad |
lunes, 14 de marzo de 2016
La burbuja valenciana
Una burbuja se puede definir cuando algo crece por encima de lo que puede soportar realmente. Un problema que se ha tenido en España es precisamente que nuestros políticos han «inflado» en exceso casi todo lo que ha caído en sus manos. Esta habilidad para «convencernos» y lograr los suficientes apoyos no la demuestran sin embargo, a la hora de crear soluciones y aportar ideas. Remitiendo al análisis de César Molinas sobre la clase política española, su autor explica a grandes rasgos que en España los políticos cuando no tienen nada que ofrecer, se lo inventan.
El origen
El desengaño
Centrándonos en lo ocurrido desde la transición, el gobierno socialista presidido por el melifluo Joan Lerma impuso en las escuelas públicas valencianas para la asignatura de valencià, una normativa ajena y extraña junto a un profesorado importado de Cataluña. Nuevos profesionales que encontraron en la enseñanza de una lengua creada y normalizada desde el poder político, una forma de vida. El rechazó fue generalizado y la polémica nos ha acompañado hasta prácticamente nuestros días. La creación de la Academia Valenciana de la Lengua ha reducido el problema interno en la comunidad, aunque fuera de ella el catalanismo continúa su modelo de absorción cultural y político exactamente igual. No obstante, no fue este el único motivo de disgusto de la sociedad valenciana. Además de apropiarse de los elementos culturales, también parecía que trataba de restarles valor histórico como en el caso del Teatro Romano de Sagunto. Destaca igualmente el largo padecimiento de la antigua carretera N-III. Una vía conflictiva que llevaba a la «ruta del bacalao» y a las playas de Benidorm y Cullera. Con grandes picos de tránsito que ocasionaban problemas de transporte y accidentes, pero que a pesar de todo se mantuvo durante décadas en la mayor parte de sus tramos con una ridícula vía convencional cuyos atascos han sido protagonistas hasta de anuncios de televisión. Todo un clásico de la época. Por no hablar del AVE —otra burbuja— que desde que el PSOE inauguró la primera línea a Sevilla en 1992 —con la «excusa» de la Exposición Universal— ciudades como Toledo o Lleida —que no lo han aprovechado— han tenido antes que Valencia el tren de alta velocidad, que no llegó a la ciudad del Turia hasta el 2010.
Inflando la burbuja
El antiguo presidente del gobierno español era y es muchas cosas, la mayoría de ellas poco bonitas. Pero algo que no era es tonto. Debió de darse cuenta de la oportunidad que se le presentaba —electoral y políticamente hablando—: una comunidad con la tercera capital de España, con un 10% de su PIB y su población en menos de un 5% de su territorio, y con un puerto cuya actividad económica es uno de los mayores de España y el primero en el Mediterráneo. Una comunidad ignorada por los gobiernos socialistas anteriores y que estaba en el punto de mira de un nacionalismo antagónico e irreconciliable con la derecha española. Visto fríamente, todo apuntaba a que tenía que ocurrir lo que ocurrió: Aznar comenzó una estrategia consistente en asimilar a la Comunidad Valenciana como un «ejemplo» para España. Un modelo a imitar, para así de esta manera ganarse el favor de una sociedad que estaba harta de ninguneo y desprecios, y que no acababa de asimilarse al nacionalismo catalanista —a pesar de todo el empeño que este ponía—. Dentro de las políticas tomadas en aquel entonces destaca el acabado de la autovía A-3. Aznar zanjó a los pocos meses de estar en el gobierno un problema de décadas de reivindicaciones, ante las patéticas pataletas de la oposición que insistía a pesar de no tener ni un único argumento sólido.Fue la época de Zaplana como presidente de la Generalitat —Valenciana—, la de Terra Mítica y de programas de televisión como Tómbola, que fue exportado a Madrid. El Partido Popular absorbió a la tradicional Unión Valenciana, haciendo desaparecer de la escena política a la derecha moderada propia valenciana. El PSOE se iba hundiendo y veía como su proyecto de la Ciudad de las Artes y las Ciencias lo acababa un gobierno de otro partido político. Rita Barberá comenzó su largo periplo como alcaldesa de la ciudad de Valencia. Le dio un vuelco a la imagen de la ciudad, además de recuperar el entorno natural de la playa de El Saler, embrutecido en la época del franquismo con un horrible paseo de hormigón que los socialistas ni tocaron, a pesar de que destrozaba el paisaje y también, el funcionamiento de las corrientes de aire y el proceso de formación dunar. Las ganas de agradar lograron cambios positivos en un principio, algo que se nota en la mejora de la Comunidad Valenciana como destino turístico. Pero los años acumulados en el poder y las excesivas ambiciones de personajes como Francisco Camps, fueron convirtiendo a esta comunidad en algo que nunca fue. El dinero que llama a la corrupción junto a la falta de controles del poder en el sistema político han hipotecado a la sociedad valenciana. Una sociedad que ya no sabe convivir y que bajo la batuta de su anterior alcaldesa, ha convertido Las Fallas —siguiendo con el ejemplo— en una deleznable oportunidad para el abuso, la falta de educación y los problemas de convivencia.
Pinchando las burbujas
Pocos años antes de que fuera imposible para el interés de la clase política seguir tapando que estábamos en crisis, varios sucesos ocurridos en Cataluña y Comunidad Valenciana eran un aviso de que todo comenzaba a desmoronarse: el hundimiento del barrio del Carmel, el hundimiento del túnel del AVE en Bellvitge, apagones que afectaron a más de 110.000 usuarios y el destape del caso de las comisiones del 3% que afectaban a toda la clase política catalana. En la Comunidad Valenciana el trágico accidente del Metro eclipsa tristemente lo relacionado con el crack del sistema financiero valenciano y el fracaso del circuito de Fórmula 1, una ruina a causa de la irresponsable gestión del entonces presidente Francisco Camps. Mariano Rajoy que ya tenía a punto su victoria en las elecciones con un Zapatero acabado, le puso la puntilla quitándose «molestias» de encima, una maniobra de la derecha central que, paradójicamente alegraba tanto a unos como a otros, sobre todo a los nuevos partidos de la izquierda valenciana que venían a hacer lo que el PSOE no lograba. Y así, de esta manera, la Comunidad Valenciana ha pasado por ser ninguneada, para luego ser usada como modelo ejemplar, para finalmente ser señalada como un vertedero, usada como cabeza de turco de experimentos en televisiones autonómicas, u objeto de comentarios improcedentes por parte de un fracasado «Gran» Wyoming, que ha encontrado en la más burda y sucia agitación política su verdadero lugar. Tras años de bloqueo debido a un sistema de participación política que penaliza la entrada de nuevas opciones políticas, finalmente, paso a paso, se han ido abriendo camino las alternativas.
En la actualidad
«Este es un pueblo honrado.En las palabras de la dirigente de Compromís se pueden encontrar varias claves del «juego político» en España. La izquierda española ha vinculado la corrupción a la Comunidad Valenciana por interés político: por ser gobernada por el Partido Popular y por tratar a los valencianos como un pueblo que no merece ser tenido en cuenta por tolerar la corrupción, legitimando así su posible «catalanización». Por otro lado, la nueva izquierda valenciana no puede basarse en ese mensaje ya que necesita los votos de esa misma sociedad, por lo que enfoca todo el problema desde un punto de vista puramente partidista, atribuyendo la causa de la corrupción exclusivamente al partido en el gobierno. Otro factor importante en su éxito ha sido el alejamiento de posturas extremas y nacionalistas —en el contexto valenciano— que se han materializado en la alianza con Podemos, a pesar de los serios problemas internos que ha supuesto para la coalición valenciana. El sistema político que legitima de igual manera a ambos, tanto a Compromís como al Partido Popular, queda —equivocadamente— excluido de la ecuación.
La corrupción no está ligada a los valencianos, está ligada al PP»
Monica Oltra
La Comunidad Valenciana no es ni más ni menos corrupta que otras, ni en términos relativos ni en términos absolutos. Sí que es sin embargo debido a su situación estratégica, la más mediatizada y usada como chivo expiatorio por los medios de comunicación, al hacer uso político de los numerosos escándalos —eso sí— que se han dado, destapados siguiendo un escrupuloso calendario. De esta manera, además de obtener un beneficio político al dinamitar al partido gobernante de una comunidad el cual ni tan siquiera su propia dirección central puede —ni quiere— defender, se enmascaran el resto de casos de corrupción que en estos momentos se dan a lo largo y ancho de la geografía del país, desde los municipios hasta la mismísima Corona de España. La Comunidad Valenciana, vapuleada y ninguneada por la izquierda y por la derecha, se encuentra sin líderes claros, sin representación política y a expensas de un sistema poco democrático que no favorece a las sociedades activas. Una comunidad que en el punto de mira de un país corrupto es, el eslabón más débil.
Foto: Las Provincias
sábado, 22 de diciembre de 2007
Javier Marías y la cultura democrática: conclusiones
Dese carpetazo a lo empezado en el artículo anterior, sobre la forma de divulgar del escritor Javier Marías en función de dos artículos de su blog sobre la capacidad de «la gente», de decidir sobre determinados asuntos. En esta ocasión el artículo es el del día 23 de septiembre: Y rara vez tenemos razón.El chino debe ser el mejor idioma del mundo... ¡es el más hablado!
Si, como comentaba aquí hace una semana, los políticos elegidos en las urnas no son necesariamente buenos por haber sido así votados, sino sólo aceptados por todos -en eso consiste la democracia, en el acatamiento pacífico de lo que la mayoría quiere para nuestra gobernación-, lo que no tiene ningún sentido es la traslación de la opinión "popular" a otros ámbitos.
Bueno, en este caso, poco hay que decir en contra. Un candidato político elegido como resultado de un sufragio electoral, no le hace ni más ni menos bueno. Tan solo se puede afirmar eso, que es el elegido por mayoría. Si un político se arroga una bondad determinada por este motivo, incurre en un error. Un detalle a añadir sería el siguiente: -en eso consiste la democracia, en el acatamiento pacífico de lo que la mayoría quiere para nuestra gobernación-. Si, en eso consiste la democracia, pero una cosa es la gobernación, y otra el elegir a un candidato, a lo que parece referirse.
Un político elegido mayoritariamente no puede realizar cualquier cosa, y menos aún, cometer u ordenar algún tipo de acto que vulnere la ley. Por supuesto, tampoco debería poder modificar las leyes, sin seguir los cauces adecuados para garantizar que las reglas del juego son las mismas (por ejemplo, modificar la constitución o aprobar leyes que la vulneren sabiendo que van a ser aprobadas gracias al control sobre el tribunal correspondiente). No debería hacer todo esto... aún a pesar de haber sido elegido por «la gente».
Si lo que se llama "la gente" acierta poco en lo que le es más vital (veanse los ejemplos de gobernantes nefastos del domingo anterior, y podrían añadirse muchos más), ¿por qué habría de acertar en ninguna otra cosa?
Es de suponer que tras el primer artículo del Sr. Marías, semejante afirmación responde a la presunción de que el lector está ya preparado para asimilar la inevitabilidad del error, de ahí que ya se cuestione directamente la capacidad del pueblo para opinar, ni que decir tiene de la de gobernarse. Pero como ya se explicó, habría que ver que alternativas u opciones se enfrentaban los votantes a la hora de elegir a un gobernante, así como las consecuencias que se tienen, en función del sistema político correspondiente.
¿no se referirá a este?
Hoy en día, sin embargo, las votaciones "populares" se multiplican, en buena medida porque, a través de Internet y de los SMS, cada día resulta más fácil llevar a cabo simulacros de ellas. Continuamente leemos u oímos que tal periódico u organismo o emisora de radio o televisión han propiciado una encuesta para saber, qué sé yo, quién es el personaje más importante de la historia de España o del Reino Unido
Algo similar se puede aplicar al método para designar las «nuevas siete maravillas del mundo». Esta ocurrencia de un multimillonario, es poco más que eso, una ocurrencia en la que esta persona pudo gastarse su dinero, por no encontrar una ocupación mejor.
Lo malo de toda esta tendencia es que los políticos del mundo se amparan en ella para cometer sus tropelías.
lunes, 25 de mayo de 2015
La nueva política
Los resultados de las elecciones autonómicas y municipales de 2015 están convirtiendo las cámaras de representación en verdaderos galimatías algebraicos. Todo comenzó con las anticipadas elecciones andaluzas, cuyo gobierno todavía no se ha formado. La razón, la dependencia de unas formaciones políticas a la palabra para con su electorado, cuya condición principal para obtener su apoyo fue la de no seguir los mismos caminos que el resto de formaciones tradicionales: pactos a puerta cerrada postelectorales.
Se está viendo como tras años de bloqueo electoral a causa de un sistema de representación fraudulento, se ha encontrado una vía por la que ciertas iniciativas políticas no tradicionales o no basadas tanto en ideologías de posguerra como en problemas actuales, están apareciendo repentinamente y dando vuelcos totalmente sorprendentes, lo que como decimos, manifiesta la caldera de presión política en la que se estaba convirtiendo la sociedad española cuya primera salida de vapor fueron las movilizaciones del 15M.
Caras y sabía nuevas por fin hacen su aparición en la escena, tras años de golpear las puertas de un sistema opaco, corrupto e infestado de mediocridad. Una oportunidad que partidos como UPyD no han aprovechado a pesar de ser los primeros en abrir las puertas, pero demasiado tímidamente. Toni Cantó, la sorpresa de las anteriores elecciones generales al obtener un escaño por la circunscripción de Valencia, una persona con alguna experiencia en política ciudadana en su anterior residencia en el municipio madrileño de Torrelodones, se ha encontrado con el liderazgo algo caduco de Rosa Diez, antigua militante del PSOE, cuya iniciativa política parecía más motivada por ganas de protagonismo que por verdadera vocación de representación democrática.
Casos como la activista Ada Colau en Barcelona, la juez en casos de corrupción Manuela Carmena en Madrid o en menor medida, el antiguo responsable de la Casa de la Caridad en Valencia, Fernando Giner, demuestran que había toda una constelación de aspirantes a políticos que en cuanto han tenido una oportunidad, ha recibido el favor de un electorado que ya no se limita a votar simplemente a programas o a siglas de partido. Todavía falta mucha madurez, ya que la imagen de las formaciones tiene un peso excesivamente importante y tanto los candidatos no se atreven a dar los pasos hasta que no encuentran una agrupación política con la suficiente entidad, como que los votantes no se atreven a votar a formaciones poco conocidas. Pero por algo se empieza. En estos momentos comienza a difundirse el concepto de «instrumentalización democrática» del sistema por el cuál hay una cierta complicidad entre partidos, candidatos y votantes:
- Por un lado, los partidos saben que han de presentarse como verdaderas herramientas al servicio de los ciudadanos para mejorar el sistema y acabar con la corrupción.
- Los ciudadanos saben que su voto se pierde si votan a formaciones pequeñas o de poca entidad, al no obtener representación, cuyas listas cerradas por añadidura, no han elegido.
- Los candidatos no desean presentarse a formaciones que les limitan la libertad de representar a su electorado y satisfacer sus inquietudes políticas.
- Todos, comienzan a utilizar el sistema y a competir más en base a criterios de racionalidad y menos en ideologías o sectarismos. Los votos se agrupan de forma más consistente y menos dispersa, logrando apoyos gracias a comprometerse y dar ejemplo —como la situación de Andalucía— o dejando atrás eslóganes tan poco «edificantes» como el de Compromís de Valencia de las elecciones de 2011 —«Para joder a la derecha»—.
No deseo pecar de un excesivo optimismo. Es evidente que el oportunismo político campa a sus anchas ansioso de ocupar nuevos nichos y poltronas políticas. Pero en todo caso, no es peor de lo que hasta ahora hemos tenido. Lo importante no es mirar preocupados al pasado, sino hacerlo de forma critica pero con esperanza, hacia el futuro.
lunes, 20 de junio de 2016
Un circo llamado Congreso
Hace unos meses fuimos a las urnas. Salieron elegidos unos representantes que pasado ese tiempo no han sabido encontrar una fórmula de gobierno adecuada. A pesar de ello, el próximo 26 de junio nos encontraremos prácticamente con las mismas propuestas y lo más sorprendente, con los mismos protagonistas. Una repetición de las elecciones por primera vez en esta etapa teóricamente democrática española, en la que los ciudadanos tendremos que vivir nuestro particular «día de la marmota».
En un sistema basado en el enfrentamiento, en la exclusión de ideas y en la fragmentación de la sociedad, los partidos buscan al igual que en el marketing económico, ofertar algo que la competencia no haga. Aquí es donde surge Podemos, un partido que se va configurando poco a poco buscando huecos ideológicos en el panorama social y político. El resultado es una apariencia complementaria a la de Ciudadanos: irreverente, rompedor, transgresor, vestido de cualquier manera y con una «puesta en escena» poco ortodoxa que busca llamar la atención. Sus propuestas son también muchas de pura lógica, aunque no es la sensatez la principal virtud que se busca. Para unos será venganza, para otros justicia, en cualquier caso, parece que no ignoran las desigualdades y abusos que el sistema actual ha producido durante todas estas décadas.
Pero lo más sorprendente es la pregunta que algunos se hacen y que intentan usar como critica: ¿es ético usar el Parlamento para este tipo de «funciones»? Volviendo a un clásico sin usar desde hacía años en este blog, esto es una «falacia predictiva», en la que los acusadores se ven obligados a responderse a si mismos: ¿ha sido ético usar el Parlamento para hacer lo que se ha estado perpetrando en él durante estas últimas décadas? ¿importa el hecho de que lo hagan bien vestidos? De alguna manera, todas estas pataletas y reivindicaciones permiten que nos demos cuenta del poco control que se tiene de lo que ocurre en los más importantes órganos políticos que paradójicamente, son también los de representación de la sociedad. Al mismo tiempo, se pone en evidencia que en efecto, el Cámara de Diputados es un circo en el que todo aquel que no esté en primera línea pasa desapercibido, y eso en una sociedad tan mediática como la española, es pasar a la irrelevancia. Durante años los partidos clásicos que en un régimen de alternancia han ocupado el poder, han usado el Congreso para escenificar una falsa pelea en la que ambos siempre salían ganando.
Podemos ha entendido que hay que llamar la atención, y sabe que el Congreso es el principal destino a donde los medios apuntan sus objetivos inevitablemente. Sabe que si no se tiene un poder mediático como lo son o lo fueron en su momento la COPE, la SER o el Grupo PRISA, no se va a ninguna parte. Por eso empezó con un programa de TV en un canal de TDT, por eso aprovechó el tirón mediático del 15M. Ahora bien, ¿qué significa que un partido que se supone critica fuertemente el actual sistema, haga uso de sus mismos defectos? ¿es coherente? ¿es ético? La política está llena de incoherencias. Hay que distinguir las inevitables, propias que todo sistema tiene a la hora de definirse a sí mismo, y las incoherencias indeseables que son producto de perseguir fines lucrativos excesivamente personales a expensas del sistema. Tras todos los episodios de corrupción que ha habido que aguantar, se ha llegado a un punto en el que los diputados de la formación morada son culpables hasta de cobrar los propios sueldos que como tales, les corresponde por ley. Siempre se ha dicho que el problema no son los protagonistas, sino el sistema. Pero para cambiar el sistema, es necesario cambiar a los protagonistas. Y para cambiar los protagonistas hace falta meterse en él y seguir sus reglas. Las mismas reglas que durante más de 30 años casi todo el mundo aceptaba callando. Por eso mismo, lo que no ha de faltar jamás, es nuestra indiferencia.
lunes, 19 de octubre de 2009
El caso Gürtel (ahora ya en serio)
sábado, 8 de julio de 2006
Estado, gobierno, política y ciudadanía
Con la intención de comprender diversos problemas existentes en algunos países occidentales teóricamente democráticos —como España, por ejemplo— se analizarán los sistemas políticos y su estructura, para luego aplicarlos a nuestro problema. Para confeccionar el esquema siguiente se ha resumido la información de la Wikipedia, tomándola como base y adaptándola al propósito mencionado:
Los elementos de un sistema político
Gobierno: conjunto de organismos que está al frente del estado, pero no es dueño de el ni parecido, es decir, es el encargado. En realidad, en una democracia los dueños del estado son los ciudadanos. En la medida en que estos puedan ejercer sus derechos decidiendo en el gobierno (por ejemplo, en asuntos así, o así) se clasificará a este. Dicha clasificación se puede efectuar en base a varios criterios, pero en esta ocasión se van a destacar los dos siguientes aspectos:
- Democracia (representativa/participativa/directa)
- Partitocracia / aristocracia / oligarquía
- Totalitarismo
Por otro lado, el que una sociedad o gobierno, sea democrática o no, no supone para nada que sea mejor ni peor que otra. En caso de que sea democrática será lo que llegue a ser por si misma, sencillamente, existiendo la posibilidad de auto-corregirse (y aprender) si la sociedad así lo entendiera. Para que exista esta auto-corrección (y por lo tanto la democracia), debe existir la disparidad de opiniones y pareceres, cosa que en el seno de algunos partidos no parecen entender, a no ser que sean, como muchos nos tememos, simplemente socialistas, monárquicos o republicanos.
Política
- Partidos políticos
- Otras asociaciones
- Sistemas políticos (ver gobierno)
- Movimientos ciudadanos
- Movimientos sociales
- Otras asociaciones
Sus características
La principal diferencia a destacar entre estos dos conceptos —política y ciudadanía— es la ideología. Es decir, los grupos englobados dentro del primero, son normalmente aquellos que siguen o representan a una determinada ideología, de forma que aquel individuo que no la comparta, no tiene sentido que pertenezca al mismo. Una persona podría considerarse socialista como ideología, pero ser demócrata en cuanto a las formas utilizadas de gobierno. Los motivos para la expulsión o expediente de alguno de sus miembros por parte de la dirección (o parte de ella) de un partido, puede darnos una idea de la naturaleza del mismo.En principio, no cabe realizar una identificación ideológica entre los miembros de un movimiento ciudadano. Sin embargo, los objetivos de los grupos de ambos conceptos, aunque previsiblemente distintos desde varios puntos de vista, son políticos. Es decir, tendrán que ver con el sistema político o gobierno, bien para estar al frente (partido político), o para cambiarlo o mejorarlo (movimientos y asociaciones ciudadanas).
Hay que indicar que algunos grupos podrían ser encuadrados con cierta dificultad en alguno de los conceptos mencionados, o bien, tener una denominación o configuración externa, junto con unas características internas, correspondientes a una distinta combinación de ambos. Por ejemplo:
- Un grupo configurado externamente como partido político, podría tener características de movimiento o plataforma ciudadana —ejemplo: Podemos—
- Pueden haber otros que, si bien tienen una denominación y tal vez, unos objetivos de cambio de sistema político, sus formas y configuración internas sean de partido político — ejemplo: Ciudadanos—
Algunos movimientos que desean cambiar esta situación, lo hacen como otra fuerza política.
Falta que los ciudadanos lo hagamos ... simplemente como ciudadanos.
Actualización (08/04/2016): el caso de Podemos es similar en el fondo al de Ciudadanos. Una vez adoptan la forma de partido y se engranan en un funcionamiento que durante 30 años se ha visto que es fraudulento e ineficaz, corren el riesgo de caer en los mismos vicios. La sociedad y su actitud responsable es la única garantía que siempre va a quedar, incluso aunque el sistema se vaya corrigiendo.