(hace aprox. 150 años)
Las monarquías llegaron al poder al lograr en su momento demostrar sobre el campo de batalla, que poseían mayor dominio estratégico militar y logístico que sus competidores. Posteriormente, ya sin competencia, se mantuvieron en el poder por monopolizar la acción coactiva de los estados monárquicos o imperiales. Esta perdida de legitimidad cada vez en mayor aumento, originó las revoluciones sociales de los siglos. XVIII~XIX y principios del S. XX, que acabaron con la mayoría de ellas, o las forzaron a adaptarse a la nueva situación.
Con la creación del concepto de nación-estado(1)(4) basado en un sistema legal de derechos en lugar del autoritario por descendencia de las monarquías(2), se abría la posibilidad de la discrepancia. Aprovechando esta perdida de poder(5), viejas reivindicaciones de causas perdidas fueron sacadas a relucir por determinados grupos de interés. De esta forma, la Historia tal y como había llegado a nuestros días ya no era válida, y comenzó a reinterpretarse para poder justificar la apertura de antiguas heridas.
Los nacionalismos en general, utilizan de forma caricaturesca e incongruente la simbología y señas de las naciones primitivas medievales, al reivindicar con ellas la creación de Estados políticos modernos, sin pasar por el proceso social y político correspondiente. O peor aún, obviando e ignorando el proceso político por el cual ya se pasó, pero con distinto resultado. Estos, así como otros nacionalismos que aprovechan un resultado histórico más favorable al tener un Estado que sea compatible con sus pretensiones, pretenden legitimarse en ellos sin pasar por los filtros sociales adecuados, excluyendo a las opiniones criticas.
Principalmente, el periodo de La Reconquista es explicado de forma que se atribuye al fruto de aquel convulso periodo histórico, una especie de «destino preestablecido». Los sentimientos nacionalistas actuales son el resultado de desear otorgar a toda aquella lotería de la Historia, un significado especial y predeterminado. En algunos casos se llegan a auto-considerar como «el pueblo elegido». Igualmente, la guerra civil que supuso la disputa por la sucesión del Jefe de Estado (Guerra de sucesión Española), es entendida como un enfrentamiento entre Estados independientes(3). Las diferencias podrían haber tenido como resultado una secesión, pero no era esa la pretensión inicial. Finalmente, para bien o para mal, el resultado fue el que conocemos.
Naturalmente, de la misma forma que se crearon las actuales fronteras debido a un proceso histórico más o menos arbitrario, podrían proponerse otras igualmente válidas. Pero para ser admisible una modificación política (y no cabe duda de que es necesaria alguna), la propuesta debería mejorar el actual sistema que critican. Nada de eso se vislumbra, más bien al contrario, se aferran a cargos cuya legitimidad bebe de los mismos preceptos que manifiestan aborrecer.
La autoridades políticas pretendientes de las jefaturas de los Estados propuestos, utilizan de forma conscientemente anacrónica mecanismos similares a los de las antiguas tribus, en cuanto a basar su legitimidad en el temor a peligros fuera del ámbito cultural de la «nación». La diferencia es que en el entorno completamente domesticado actual, aquellos ancestrales peligros ya no existen, debiéndose de inventar otros adecuadamente.
Famoso vídeo obtenido de un programa de la TV3, en la que la política Pilar Rahola se enfrenta a las incongruencias y reducción al absurdo de sus razonamientos nacionalistas, personificadas en un modesto e inteligente ciudadano del Valle de Arán. (fuente: You Tube) |
De esta forma, las lenguas son utilizadas como punto de apoyo sobre el que sustentar las diferencias imaginarias necesarias respecto al entorno, por autoridades que para beneficio propio particular, logran su posición gracias al mismo sistema que critican y que repudian, cuyos antepasados paradójicamente, colaboraron en crear.
El pueblo, confundido por un mensaje envuelto de modernidad, pero con un trasfondo tan antiguo como el Ser Humano, sucumbe y forma bloques culturales homogéneos excluyentes, regulados y estandarizados bajo criterios e intereses exclusivamente políticos. En este escenario, el rechazo, la división, el victimismo y el enfrentamiento, son la norma.
Se pervierte de esta manera, la capacidad comunicativa del ser Humano para poder formar lazos de hermandad, de cooperación, de colaboración, que permitan incluso la competitividad bajo reglas establecidas colectivamente. El nacionalismo es otra forma por la que los políticos evitan que la sociedad se organice igual y libremente. Es otra forma de lograr hacernos creer que les necesitamos.
Continuará en Ensalada de lenguas (VI): El futuro lingüístico
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(1) El primer estado-nación surgió del Tratado de Westfalia (según fuentes) hace más de tres siglos, pero la evolución de los mismos hacía el concepto actual no comenzaría hasta después de la revolución francesa, entrado ya el S. XIX (fuente propia)
(2) Feudales inicialmente, y aristocráticas en su evolución posterior.
(3) Aunque podría hablarse de dos Estados diferenciados (Coronas de Castilla y Aragón), estaban unidos políticamente en un régimen de tipo federal. Una de las soluciones en caso de no llegar a acuerdo podría haber sido una separación en dos estados independientes, pero no se partía de esa situación ni era esa la pretensión inicial de los disconformes.
(4) En el caso español, la creación del concepto estado político moderno de la actualidad se originó tras la Guerra de la Independencia Española contra la Francia de Napoleón, de forma coetánea al resto de naciones-estado europeas.
(5) La perdida de poder y legitimidad de las autoridades políticas españolas frente al inicio de los nacionalismos llamados «periféricos», se puede establecer tras la Guerra hispano-estadounidense en el 1898, con derrota española y el surgir de la llamada «Generación del 98» de escritores.