Al muy poco tiempo, estas personas tendrían que comenzar a proveerse de recursos para subsistir. Tendían que empezar a buscarse cada uno un pedazo de tierra en caso de desear establecerse, y construirse una vivienda —propiedad privada—. O por otro lado podrían dedicarse a la caza y recolección como hace miles de años. Pero esto último es muy poco probable, dado el sedentarismo arraigado en la sociedad. Supongamos entonces que estas personas no tuvieran problema para aposentarse en un lugar.
Mientras vivieran separados no habría problema, cada unidad familiar se dedicaría a su propia subsistencia (las unidades familiares serían heterosexuales por pura necesidad biológica, lo cuál no significa que no se tuvieran todo tipo de relaciones sexuales). Pero en el momento tuvieran que organizarse para hacer frente conjuntamente a alguna dificultad del entorno (necesidad de construir diques, canales, aljibes, puentes, problemas con animales que atacasen al ganado, etc...) o las propias de los individuos —educación, salud, justicia, comunicaciones, etc...— surgirían curiosamente las primeras dificultades internas del grupo o sociedad recién formada por pura necesidad.
¿Quien decide? ¿quien tiene razón? ¿que opción es la mejor? Nadie lo sabe. En los tiempos antiguos, el más fuerte, o el que antes lograba obtener los recursos suficientes para dotarse de armas, por ejemplo, dominaba al resto por la fuerza. El instinto dominaba a la razón. Cuando todo esto fallaba, se daban explicaciones místicas y se hacían sacrificios, pensando equivocadamente que servían para algo. La creencia mística dominaba a la razón.
Tras siglos de esfuerzo y de descubrimientos, el ser humano se fue dando cuenta de que las cosas del día a día podían explicarse con algo mucho mejor: el pensamiento racional o La Ciencia. Sin embargo, esta ha caminado y lo sigue haciendo, muy lentamente y nos da solución tanto para construir un cohete espacial, como para diseñar un mocho —fregona—. Pero quedan muchas otras cosas que no nos explica, por ejemplo, cuál es la mejor manera de repartir en la práctica los recursos —el agua o la energía, por ejemplo—, donde estaría mejor un puente, que nombre le ponemos a la plaza del pueblo, que nombre le ponemos a una lengua o cuales son los límites que marcan la necesidad del aborto, y muchas otras cosas más para las cuales no existe algo que se pueda definir como solución científica.
También se acabó por dar cuenta el ser humano que las continuas disputas la mayoría de veces bélicas, entre grupos rivales para resolver este tipo de conflictos no conducían mas que a un consumo precipitado de los recursos mencionados anteriormente. Como intento desesperado de solucionar esto de forma al menos igual de mala para todos, surgió una solución digamos que de compromiso, por no haber otra mejor, una chapucilla, un apaño: la decisión de la mayoría.
De esta forma, el grupo de personas del párrafo inicial, conociendo y recordando todos esos siglos de historia, se dispondrían a organizarse de forma que la opinión de cualquiera de ellos tuviera en principio el mismo valor que la de los demás, y que las decisiones se tomarían por el mayor número de coincidencias entre ellos, dejando por fin las guerras y disputas a un lado. Si las circunstancias demuestran que la decisión estaba equivocada, se decide de nuevo por mayoría a la luz de la nueva situación. Y así hasta dar con la opción correcta o mejor.
Pero no está todo solucionado, más bien, esta situación presenta más dudas todavía. No es tan sencillo como parecía. ¿Que pasa si la mayoría decide que hay que excluir, robar, discriminar o cualquier otro tipo de fastidio a un miembro del grupo? Inmediatamente, a todas las personas les surge la necesidad de definir una serie de derechos individuales, los cuales han de ser inviolables, «sagrados» en su sistema de gobierno, y lo ha de ser para todos igual.
Para garantizar esta situación, se requiere de un poder imparcial, a ser posible independiente, que garantice el cumplimiento de estas normas. Normas que han de ser a su vez, decididas por otro poder distinto del anterior ya que de otra forma ostentarían unos privilegios inmerecidos mayores aún, que cuando dependía de conflictos bélicos y rebeliones. Naturalmente, estos poderes no serán divinos, serán esas mismas personas representantes de esos poderes, que sujetas como cualquiera a todo tipo de defectos, deberan vigilarse entre si para detectarlos y denunciarlos. De no cumplirse alguna de estas premisas, se volvería a alguna de las situaciones anteriores, en donde las cosas se decidían por la fuerza y no todas las personan tenían los mismos derechos. Estos dependían del grupo al cual pertenecieras.
A medida que el grupo en su conjunto crece, cada vez resulta más difícil reunirse todos para tomar las decisiones, dado el gran número de concurrentes. Se hace necesario delegar responsabilidades y parte de la libertad individual, para que otra persona o grupo de ellas, tomen decisiones por ti que afectarán a la forma de vida del grupo y por lo tanto, a la de la persona.
Esta medida implica que la igualdad de los componentes del grupo en la que se basaba el acuerdo de gobierno, se ve modificada, ya que en esos momentos unos señores disponen de un poder de decisión que tu no tienes, y que encima, se lo has dado tu. Se hace más necesario por lo tanto que, a medida de que las decisiones no sean tomadas directamente por los ciudadanos, la separación de poderes ha de ser más efectiva , y la creación de unos mecanismos de control de poder de esos representantes, para ser revocados de sus puestos en cuanto dejen de cumplir esa función de representación que se les asignó en su día: mandato imperativo.
Otros caminos posibles
No, no es este el único camino posible. En otros lugares, otras sociedades formadas todavía se regirían por la fuerza —dictaduras— o por creencias místicas —teocracias—.También podría ocurrir que al asentarse en un terreno, estas personas que nacen en ellos se identificaran de tal forma con el mismo, que llegaran incluso a adorarlo. Sin darse cuenta, estas personas dejarían de ser tales para ser simplemente habitantes de un terreno. Se elegirían elementos identificativos de la zona con los cuales sentirse ellos igualmente identificados: surge el nacionalismo.
En algunos casos, los grupos que llegaron a ostentar el poder por la fuerza abusaron de el de tal forma, que acabaron siendo derrocados por la fuerza del mayor número de los oprimidos (revolución). Estos, para que no se volviera a repetir esta situación, optan por que nadie pueda tener nada en propiedad: comunismo. De esta forma las personas dejan de serlo y pasan a ser «obreros». Para siempre.
También surgen ideologías. Ideologías que pretenden explicar aquellas cuestiones para las cuales no existe una solución clara y definitiva. Las personas dejan de ser tales para ser, de esto o de lo otro. Siempre, de forma irrenunciable: sectarismo.
Con el tiempo, estos grupos homogéneos se formarán alrededor de creencias varias, nacionalismos y otro tipo de intereses, y se disputarían el poder, dejando ser elegidos por el conjunto de la sociedad para establecerse en el poder durante un tiempo determinado, para luego ser elegido otro o el mismo grupo o partido: oligarquías.